tag:blogger.com,1999:blog-86136252051855501012024-03-04T21:00:47.249-08:00CEYTEC - Psicología católicaNuestro blog pretende ofrecer bibliografía católica segura para aquellos estudiantes de psicología y profesionales que quieren formarse a la luz del magisterio de la Iglesia y de la sana tradición filosófica y teológica.Miguelhttp://www.blogger.com/profile/01166470981986722457noreply@blogger.comBlogger20125tag:blogger.com,1999:blog-8613625205185550101.post-88399245614071874122012-05-01T07:05:00.003-07:002012-05-01T07:05:59.721-07:00NOTAS DE PSICOLOGÍA CATÓLICA: (XI HÁBITOS -SEGUNDA PARTE<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"><b><span lang="ES-TRAD">XI. LOS HÁBITOS (VIRTUDES
Y VICIOS)</span><span lang="ES-TRAD"><o:p></o:p></span></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"><b>SEGUNDA PARTE</b><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"><span lang="ES-TRAD"><b>9. El hábito
vicioso</b></span><span lang="ES-TRAD"><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> Después
de haber visto el hábito bueno (virtud), corresponde hacer algunas precisiones
sobre su contrario, el hábito malo o vicio.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> (i)
Terminología. La lengua española usa el término vicio para referirse en primer
lugar a la “mala calidad, defecto o daño físico en las cosas”; un vicio de
fabricación quiere decir que algo tiene un defecto que lo hace inútil o feo. En
segundo lugar, se aplica a la deformidad moral de las acciones, y con mayor
razón se aplica al hábito o costumbre de obrar moralmente mal.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> El
vicio se define como el hábito que “dispone (la potencia en la que reside) para
los actos inconvenientes con la naturaleza humana” <span class="MsoFootnoteReference">[1</span>].<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> Al definir el vicio como un hábito, se está
indicando que se trata de una cualidad estable una “imperfección habitual”, es
decir, una cualidad que produce un perjuicio estable en el sujeto. En el orden
entitativo podemos hablar metafóricamente de “vicios” al referirnos a ciertos
defectos físicos de un animal o de una cosa, a la fealdad y también a la
enfermedad.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> Propiamente
aquí nos interesa el vicio en su aspecto de hábito operativo desordenado, es
decir, que inclina a obrar éticamente mal.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> No
hay que confundir el vicio con el pecado; el pecado es un acto moralmente malo,
pero como tal es algo pasajero, aunque la persona que ha cometido un pecado
mortal quede en “estado de pecado” por la pérdida de la gracia y de la caridad.
En cambio el vicio es un hábito generado por la repetición de un acto
determinado, una “costumbre de pecar de tal o cual manera”.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> (ii)
Se dice que es “contrario a la naturaleza” porque inclina a obrar contra la
recta razón y por tanto, contra el verdadero bien de la naturaleza racional.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> Santo
Tomás aclara que, siendo el hábito algo intermedio entre la potencia y el acto
(I-II, 71, 3), considerando el vicio y el pecado en general, es más grave el
pecado como acto que el hábito vicioso que es la inclinación a pecar (una <i>inclinación</i> es menos que el acto que
luego la concretará). Se puede decir que el vicio es peor que el acto en
sentido relativo, es decir, porque dura más y porque es una inclinación
permanente a realizar el acto pecaminoso.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> (iii)
El vicio, como todo hábito, constituye una <i>segunda
naturaleza</i>, es decir, que esta inclinación se vuelve de algún modo <i>como natural</i>, esto es: tiene la fuerza
de la naturaleza. Por eso, la persona que tiene un vicio <i>siente </i>la fuerte inclinación a realizar un acto, como <i>si necesitara</i> realizar esos actos (del
mismo modo que nos inclinamos naturalmente a comer y a beber cuando tenemos
hambre y sed). También esto explica por qué un vicio es tan difícil de
desarraigar y por qué se resiste a la corrección.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> (iv)
El vicio se adquiere por repetición de actos, como todo hábito. Podemos
distinguir algunos elementos en cuanto a esto:<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;">1º Hay un factor predispositivo
universal, que es el pecado original, el cual ha dejado en cada persona
inclinaciones más o menos profundas al mal obrar (<i>fomes peccati</i>).<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;">2º Hay factores predispositivos más
particulares, que afectan a algunas personas en particular, ligadas a ciertos
impulsos temperamentales que Santo Tomás indica: “aliqua aegritudinalis habituo
ex parte corporis” (I-II, 78, 3). “Estas disposiciones no pueden llegar a ser
hábitos verdaderos y completos por la sola fuerza natural: son simples
inclinaciones, extrañas aún al orden moral y al ser propio de los hábitos
morales, porque les falta el influjo y la dirección de la voluntad libre” <span class="MsoFootnoteReference">[2</span>].<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;">3º Por la repetición de actos
indeliberados, mecánicos, como ocurre en niños que no han llegado al uso de
razón, personas discapacitadas o amentes y otros, pueden llegar a formarse
“hábitos orgánicos” que no son en sí morales sino el sustrato material de los
hábitos morales (el mecanismo de los mismos), “aunque facilitan su adquisición,
puesto que psicológicamente cada repetición fija y ahonda el surco hecho por la
acción predecente, al tiempo que disminuye la capacidad de resistencia en
contra” (Soria Saiz).<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;">4º Propiamente se adquieren por la
repetición de actos libres.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> (v)
Acabamos de decir que los vicios se contraen por repetición de actos <i>libres</i>. Podemos hacer algunas
aclaraciones al respecto.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> a)
Ante todo, algunos vicios se contraen por actos reiterados <i>plenamente deliberados</i>, es decir, por una perversión habitual de la
voluntad. En estos casos se puede decir que se obra fría y calculadamente. A
este tipo de personas le es más difícil detestar su conducta.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> b)
Otros vicios se contraen por <i>fragilidad</i>:
es el caso de quienes son arrastrados reiteradamente por una pasión <i>positiva</i> (hacia algo que los atrae
vehementemente). Estas personas pueden <i>detestar</i>
su comportamiento cuando no están bajo el fuego pasional, pero al mismo tiempo
ser esclavos del mismo.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> c)
En cambio no se adquiere un hábito por más que se repita un acto con mucha frecuencia
cuando el acto se realiza con <i>repugnancia
</i>de la voluntad, como ocurre en los actos realizados por miedo, violencia,
respeto humano; también añaden algunos que esto mismo ocurre en los actos
realizados por necesidad o miseria (el que roba por desesperación…) <span class="MsoFootnoteReference">[3</span>].<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> (vi)
No se puede indicar ni un número ni una frecuencia determinada para que se
termine por contraer un vicio. Esto depende de cada individuo y de sus
disposiciones físicas y psíquicas. Algunas personas tienen más facilidad para
adquirir un vicio con menos cantidad de actos y otros necesitan más actos. Esto
depende, pues, del temperamento y carácter de la persona, de la cantidad de
actos y del intervalo de tiempo que media entre un acto y otro.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> (vii)
Santo Tomás considera como posible causa, al menos parcial, de algunos vicios
“alguna disposición enfermiza del cuerpo” por la cual alguien tiene “ciertas
disposiciones naturales a algunos pecados” (I-II, 78, 3); pero la causa propia
es la repetición de actos libres, sea que se siga alguna disposición enfermiza
de la naturaleza o que se elija con total libertad; cambiará, evidentemente, la
responsabilidad sobre el vicio en uno y otro caso, pero no la seriedad del
problema que implica en ambos casos un perjuicio para la naturaleza humana
considerada desde el punto de vista de la regla de la razón; en efecto, quien
por algún desorden enfermizo tiene una fuerte inclinación, incluso compulsiva,
a obrar contra la castidad, podrá considerarse solo parcialmente responsable de
sus actos, pero no por esto tales actos dejarán de ser un perjuicio para su
naturaleza. La persona, pues, que tiene arraigado un “hábito” desordenado no
adquirido libremente (por ejemplo, las personas que no tienen pleno uso de
razón), tiene un “hábito orgánico” que no es más que un mecanismo nervioso
(reflejos condicionados, integración de movimientos, etc.) que puede
fundamentar biológicamente los vicios (o sea, fundar su sustrato material);
pero no son hábitos morales, porque estos no se dan sin la libertad. Por tanto,
en los casos en que una persona tiene inclinaciones desordenadas por razones
enfermizas (pensemos en los compulsivos) la expresión “vicio” se emplea solo en
sentido amplio. Esto no quiere decir que este tipo de comportamiento no haga
daño a la persona: puede causar, según los casos, daños físicos y psíquicos; y
de modo indirecto también espirituales:<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpFirst" style="mso-list: l2 level1 lfo1; text-indent: -18.0pt;">
<!--[if !supportLists]--><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: 8pt;">·<span style="font-size: 7pt;"> </span></span><!--[endif]--><span lang="ES-TRAD">Daños físicos se producen cada vez que estos comportamientos,
aunque realizados sin libertad (pensemos, por ejemplo, en ciertos hábitos
mecánicos de impureza en algunos discapacitados y compulsivos), pueden producir
heridas, debilidad, e indisposiciones orgánicas, según los casos.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="mso-list: l2 level1 lfo1; text-indent: -18.0pt;">
<!--[if !supportLists]--><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: 8pt;">·<span style="font-size: 7pt;"> </span></span><!--[endif]--><span lang="ES-TRAD">Los daños psíquicos proceden del poder determinante y unificador
de un hábito (aunque sea orgánico y no moral): reduce el campo de operaciones de
una potencia en un sentido determinado y lo potencia para realizar esos actos
con mayor intensidad. Por tanto, provoca también una “determinación <i>ad unum</i>”, que conlleva ideas obsesivas y
la poderosa inclinación de reiterar constantemente el acto. Es decir, produce
esclavitud de un determinado comportamiento.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpLast" style="mso-list: l2 level1 lfo1; text-indent: -18.0pt;">
<!--[if !supportLists]--><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: 8pt;">·<span style="font-size: 7pt;"> </span></span><!--[endif]--><span lang="ES-TRAD">Daños espirituales puede producir de modo indirecto, en la medida
en que este comportamiento esclavizante condicione más adelante la vida
espiritual, genere escrúpulos y dudas de conciencia, dificulte o impida la
adquisición de virtudes morales propiamente dichas (que exigirán de parte de la
persona la repetición de actos contrarios a su costumbre desordenada)…<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> (viii)
Aclaremos que el vicio introduce una inclinación a obrar pecaminosamente pero
no hasta el punto de que la persona sea absolutamente incapaz de realizar actos
aislados buenos contrarios al vicio. Si bien el hábito malo inclina al pecado,
no lo hace de tal modo que la persona no pueda obrar actos <i>humanamente</i> buenos, “porque su razón no está totalmente corrompida
por el hábito malo, sino que queda íntegro algo de ella, de lo cual proviene
que el pecador haga algunas cosas buenas” (I-II, 78, 2). Por eso se distingue
entre “pecar teniendo un hábito y pecar por hábito” (I-II, 78, 2). Se peca “teniendo
un hábito” cuando uno peca pero sin usar de su hábito, lo que ocurre, según
Santo Tomás, por diversos motivos:<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;">“No es lo mismo pecar teniendo un hábito
que pecar por hábito. Pues el usar el hábito no es necesario, sino que depende
de la voluntad del que lo tiene. De ahí que el hábito se defina diciendo que es
aquello que usa uno cuando quiere. Y así como puede ocurrir que, teniendo uno
un hábito vicioso, proceda a un acto virtuoso –porque su razón no está
totalmente corrompida por el hábito malo, sino que queda íntegro algo de ella,
de lo cual proviene que el pecador haga algunas cosas buenas–; así también
puede ocurrir que uno, teniendo un hábito, a veces no obre por medio de él,
sino por la pasión que se levanta o también por ignorancia. Mas siempre que usa
el hábito vicioso, necesariamente peca por verdadera malicia. Porque al que
tiene un hábito le es de suyo amable lo que es conveniente según el propio
hábito; pues se le hace connatural en cierto modo, en cuanto que la costumbre y
el hábito se convierten en (una segunda) naturaleza. Mas lo que le conviene a
uno según el hábito vicioso es algo que excluye un bien espiritual. De lo cual
se sigue que elija uno el mal espiritual para conseguir un bien que le es
conveniente en conformidad con su hábito. Y esto es pecar por verdadera
malicia. Por tanto, es evidente que quienquiera que peca por hábito, peca por
verdadera malicia” (I-II, 78,2).<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"><span lang="ES-TRAD"><b>10. La relación
de los vicios entre sí</b></span><span lang="ES-TRAD"><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> (i)
Entre los vicios no hay conexión como entre las virtudes. Porque todas las
virtudes están relacionadas y tienen una cierta armonía, puesto que “quienquiera
que actúa por la virtud, tiene intención formal de seguir la recta razón, y por
este hecho imprime a sus obras una única tendencia; por eso todas las virtudes
estarán en conexión mutua a través de la prudencia, que es la aplicación de la
recta razón a la acción. Pero la intención del que peca no es separarse de lo
que es conforme a la razón, sino más bien tender a un bien apetecible, que la
especifica. Pero estos bienes a los que tiende la intención del que peca,
apartándose de la razón, son diversos, no teniendo conexión ninguna entre sí:
más aún, a veces son contrarios. Así que, puesto que los vicios y pecados se
especifican por aquello a lo que tienden, es evidente que los pecados no tienen
ninguna conexión entre sí, en aquello que les especifica. Pues no se comete el
pecado acercándose de la multiplicidad a la unidad, como ocurre en las
virtudes, que están unidas; sino más bien apartándose de la unidad hacia la multiplicidad”
<span class="MsoFootnoteReference">[4</span>]. Por tanto, tales bienes que se
persiguen al pecar son diversísimos y heterogéneos, sin ninguna conexión, al
punto incluso de poder estar en oposición mutua: ninguna conexión parece haber,
por ejemplo, entre la mala indulgencia que no impide que el ladrón robe, y la
excesiva crueldad que castiga con la muerte al que roba un pedazo de pan. Lo
mismo se diga de los vicios que se oponen de modo explícito: falsa humildad y
soberbia, cobardía y temeridad…<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> (ii)
Hay, sin embargo, un encadenamiento <i>accidental</i>
entre algunos vicios y algunos pecados, puesto que algunos pecados y vicios pueden
ser causa de otros. En este punto debemos extender nuestra consideración de los
hábitos malos también a los pecados. La influencia de un pecado sobre otro
puede darse en los cuatro géneros de causalidad (material, formal, eficiente y
final) <span class="MsoFootnoteReference">[5</span>]:</span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> </span><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="color: #990000; font-size: x-small;">Un pecado puede ser causa de otro como
causa:</span><span style="color: #073763;"><o:p></o:p></span></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 42.5pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #990000; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;">1. Eficiente<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 85.0pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #990000; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;">a. Indirecta:
causa “removens prohibens”<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 85.0pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #990000; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;">b. Directa: como
hábito<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 42.5pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #990000; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;">2. Material<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 42.5pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #990000; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;">3. Final<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 42.5pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #990000; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;">4. Formal</span><o:p></o:p></span></div>
<br />
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><!--[if mso & !supportInlineShapes & supportFields]><span
lang=ES-TRAD style='font-size:11.0pt;mso-bidi-font-size:10.0pt;font-family:
"Times New Roman","serif";mso-fareast-font-family:"Times New Roman";mso-ansi-language:
ES-TRAD;mso-fareast-language:ES;mso-bidi-language:AR-SA'><span
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style='mso-spacerun:yes'> </span>SHAPE<span style='mso-spacerun:yes'>
</span>\* MERGEFORMAT <span style='mso-element:field-separator'></span></span><![endif]--><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 11.0pt; mso-ansi-language: ES-TRAD; mso-bidi-font-size: 10.0pt; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;"><!--[if gte vml 1]><v:group
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<table cellpadding=0 cellspacing=0 width="100%">
<tr>
<td><![endif]>
<div>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD style='font-size:10.0pt;font-family:
"Arial Narrow","sans-serif"'>Un pecado puede ser causa de otro como causa<o:p></o:p></span></p>
</div>
<![if !mso]></td>
</tr>
</table>
<![endif]></v:textbox>
</v:shape><v:shape id="_x0000_s1030" type="#_x0000_t202" style='position:absolute;
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<td><![endif]>
<div>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD style='font-size:10.0pt;font-family:
"Arial Narrow","sans-serif"'>Eficiente<o:p></o:p></span></p>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD style='font-size:10.0pt;font-family:
"Arial Narrow","sans-serif"'><o:p> </o:p></span></p>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD style='font-size:10.0pt;font-family:
"Arial Narrow","sans-serif"'><o:p> </o:p></span></p>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD style='font-size:10.0pt;font-family:
"Arial Narrow","sans-serif"'><o:p> </o:p></span></p>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD style='font-size:10.0pt;font-family:
"Arial Narrow","sans-serif"'>Material<o:p></o:p></span></p>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD style='font-size:10.0pt;font-family:
"Arial Narrow","sans-serif"'><o:p> </o:p></span></p>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD style='font-size:10.0pt;font-family:
"Arial Narrow","sans-serif"'><o:p> </o:p></span></p>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD style='font-size:10.0pt;font-family:
"Arial Narrow","sans-serif"'><o:p> </o:p></span></p>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD style='font-size:10.0pt;font-family:
"Arial Narrow","sans-serif"'>Final<o:p></o:p></span></p>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD style='font-size:10.0pt;font-family:
"Arial Narrow","sans-serif"'><o:p> </o:p></span></p>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD style='font-size:10.0pt;font-family:
"Arial Narrow","sans-serif"'><o:p> </o:p></span></p>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD style='font-size:10.0pt;font-family:
"Arial Narrow","sans-serif"'>Formal<o:p></o:p></span></p>
</div>
<![if !mso]></td>
</tr>
</table>
<![endif]></v:textbox>
</v:shape><v:shape id="_x0000_s1031" type="#_x0000_t202" style='position:absolute;
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<v:textbox style='mso-next-textbox:#_x0000_s1031'>
<![if !mso]>
<table cellpadding=0 cellspacing=0 width="100%">
<tr>
<td><![endif]>
<div>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD style='font-size:10.0pt;font-family:
"Arial Narrow","sans-serif"'>Indirecta: causa “removens prohibens”<o:p></o:p></span></p>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD style='font-size:10.0pt;font-family:
"Arial Narrow","sans-serif"'><o:p> </o:p></span></p>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD style='font-size:10.0pt;font-family:
"Arial Narrow","sans-serif"'><o:p> </o:p></span></p>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD style='font-size:10.0pt;font-family:
"Arial Narrow","sans-serif"'>Directa: como hábito<o:p></o:p></span></p>
</div>
<![if !mso]></td>
</tr>
</table>
<![endif]></v:textbox>
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<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> </span></span><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> </span><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;">(iii)
</span><i style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;">Como causa eficiente. </i><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;">La causalidad
eficiente puede ejercerse de dos modos: directamente o indirectamente.</span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> a)
El modo directo es, precisamente, el modo propio de los hábitos. Cuando se
contrae un hábito, este prepara e inclina a realizar actos semejantes a los que
le dieron origen: “de los actos nacen las disposiciones y hábitos que inclinan
a actos semejantes” <span class="MsoFootnoteReference">[6</span>]. Santo Tomás explica
que esta causalidad se da por el lado de la inclinación (“ex parte
conversionis”) hacia un bien concreto desordenado (la búsqueda del placer, de
la riqueza, del poder…) y no por el lado de la <i>separación</i> (“ex parte aversionis”) de la regla de la razón o de la
ley divina: “en cuanto del acto del pecado queda cierta disposición o hábito en
el alma, que inclina nuevamente al pecado”; pero añade que “por este modo [de
causalidad] un pecado no es causa de cualquier otro pecado, sino tan sólo de
aquél que es semejante a él específicamente, como la lujuria engendra nueva
lujuria…” <span class="MsoFootnoteReference">[7</span>].<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> b)
De modo indirecto un pecado o un vicio causa otros de modo accidental, “causa <i>removens prohibens</i>”, es decir, que quita
aquello que impedía caer en nuevos pecados, como un dique que impide una
inundación, una vez roto no puede ejercer su acción protectora. En el
Comentario a los Romanos, a propósito de la descripción que hace San Pablo de
los pecados de los paganos, Santo Tomás
hace referencia a la pérdida de la gracia santificante en cuanto a su efecto
“contenedor” del pecado; en tal sentido, una vez perdida ésta por el pecado, no
puede impedir que el hombre cometa nuevos pecados <span class="MsoFootnoteReference">[8</span>]. También ocurre por la pérdida de otras
virtudes, como la caridad, la vergüenza…: “así sucede que el hombre, perdiendo
por un acto la gracia, la caridad, la vergüenza o cualquier otra virtud que
aparta del pecado, cae en nuevo pecado, siendo el primero causa indirecta del
segundo” <span class="MsoFootnoteReference">[9</span>].<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> (iv)
<i>Como causa material</i>. Santo Tomás dice
que un pecado puede ser <i>causa material</i>
de otro en el sentido de que un acto pecaminoso puede encontrarse ocasionalmente
y en potencia en otro pecado: “un pecado causa otro materialmente, en cuanto un
pecado proporciona la materia a otro, como la gula ofrece la materia a la lujuria,
y la avaricia a la riña” <span class="MsoFootnoteReference">[10</span>], porque
“el vientre apasionado por el vino, fácilmente deriva en lujuria”, dice en <i>In 2 Sententiarum</i>. De todos modos, esto
significa que un pecado es solo causa de otro en potencia y ocasionalmente.
“Materia” debe entenderse aquí no en el sentido de lo que la filosofía llama “materia
<i>circa quam</i>”, o materia “sobre la que
versa” el otro pecado (así como la disensión o riña no versa sobre la misma
materia que la avaricia, para usar del ejemplo empleado por el mismo Aquinate),
sino que un pecado “da ocasión o pie” para los otros pecados.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> (v)
<i>Como causa final</i>. “Por modo de causa
final un pecado es causa de otro en cuanto un pecado llama a otro para su fin,
como cuando alguien asesina a un hombre para vengarse de él, está llamando el
homicidio al fin de la ira que es la venganza. De este modo cualquier pecado
puede ser causado por otro [pecado], porque alguien podría incluso realizar
algún acto de generosidad para cosechar en su debido tiempo los fines de la
avaricia. Sin embargo, como en la mayoría de los casos a ciertos pecados les es
más natural ser engendrados por algunos [pecados determinados] (como al
homicidio por la ira y la mentira por la avaricia) se dice que esos pecados,
que son engendrados más frecuentemente por algunos [determinados], son sus
hijas” <span class="MsoFootnoteReference">[11</span>]. Hace referencia Santo
Tomás en este texto a la terminología de San Gregorio Magno que habla de las
“hijas” de cada uno de los pecados capitales.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> ¿En
qué sentido puede decirse que un pecado se ordena al “fin” de otro?: “… Se dice
de la misma disposición de los fines de los cuales unos tienen cierta
conveniencia [afinidad] con otro, de tal modo que en la mayoría de los casos se
ordena a ese fin; así como el engaño que es el fin del fraude, se ordena a la
acumulación de riquezas, que es el fin de la avaricia; y según esta acepción se
dice que algunos pecados son vicios capitales. Por tanto, se dicen vicios
capitales a aquellos que tienen ciertos fines principalmente apetecibles por sí
mismos, de tal modo que ordenan a estos fines los demás vicios” <span class="MsoFootnoteReference">[12</span>]. Voy a retomar esto en el próximo punto.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> (vi)<i> Causalidad formal</i>. Como consecuencia de
lo anterior (la causalidad final), un pecado también puede ser “causa formal”
de otro, entendiendo esta expresión en un sentido más bien de “forma
extrínseca”. La causalidad formal coincide sustancialmente con la final, pues
“como el fin da la forma en las cosas morales, se sigue de aquí que un pecado
es causa formal de otro; por ejemplo, en el acto de fornicación cometido para
conseguir el robo, la fornicación es como elemento material, el robo es lo
formal” <span class="MsoFootnoteReference">[13</span>]. Esto quiere decir que cuando
un pecado, para poder alcanzar sus fines, mueve a la persona a cometer otro, le
<i>imprime</i> a estos pecados que engendra,
un tinte especial: el que miente para fornicar da un tinte “lujurioso” a sus
mentiras; el que calumnia por envidia, da un tono envidioso a la misma
calumnia.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"><span lang="ES-TRAD"><b>11. Los vicios
capitales</b></span><span lang="ES-TRAD"><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> (i)
¿Qué son los vicios capitales? El adjetivo “capital” se deriva del sustantivo
“cabeza” que designa, como es obvio, la parte superior y directiva del cuerpo
animal; de aquí se aplica metafóricamente a todo lo que es principio de algo <span class="MsoFootnoteReference">[14</span>]. De aquí que se digan “pecados
capitales” a aquellos pecados capaces de engendrar (ser principio) y dirigir a
otros pecados.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> “Capitalidad”,
pues, designa el modo de causalidad que ciertos vicios ejercen sobre otros
vicios y pecados. Se trata de causalidad final que explica al mismo tiempo la
generación de determinados pecados y el hecho de que sean pecados no siempre
semejantes al que los engendra <span class="MsoFootnoteReference">[15</span>].<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> (ii)
El vicio capital es <i>directivum </i>y <i>ductivum</i>. El vicio capital es principio,
directivo y conducente (<i>ductivus</i>) <span class="MsoFootnoteReference">[16</span>]. <i>Ductivus</i>
(ductivo en español) viene de <i>ductor</i>,
conductor o caudillo (ver Diccionario de la Real Academia Española). Es decir,
es el que engendra o da origen a cierto número de pecados (principio), es el
que los dirige (directivo) y hacia su
propio fin (es decir, el fin de él, subordinando a su propio fin los fines
particulares de cada pecado engendrado); y ductivo, es decir, que dirige como un
caudillo. El arte o hábito al que pertenece el fin domina y dirige sobre
aquello que se ordena a ese fin.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> El
vicio capital es pues raíz e inicio de otros pecados <span class="MsoFootnoteReference">[17</span>].<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> En
el caso del vicio capital, éste tiene un fin intrínseco para cuya consecución
engendra otros pecados. Santo Tomás entiende esto “según la natural relación
que los fines tienen entre sí” <span class="MsoFootnoteReference">[18</span>]. De
aquí que se llamen vicios capitales a aquellos pecados cuyos fines tienen las
razones principales para mover el apetito. Los fines de estos pecados son
principalmente apetecibles para el hombre y por eso el mismo apetito engendra
los medios para alcanzar ese fin. Tales medios son otros pecados
particularmente afines con ese medio; por ejemplo, la avaricia, que tiene como
fin la indefinida acumulación de riquezas, engendra el fraude, el dolo, el
robo, la dureza del corazón, la inmisericordia.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> (iii)
El vicio capital es <i>principium formalis</i>.
Ya lo dijimos más arriba al hablar de los modos de causalidad: el vicio capital
“plasma” un estilo propio en los pecados que engendra como medios para alcanzar
su fin. Santo Tomás, al hablar de la unicidad del fin último observa que
“aquello en lo que uno descansa como en su fin último, <i>domina</i> el afecto del hombre, porque de ello toma las reglas para
toda su vida” <span class="MsoFootnoteReference">[19</span>]. Del vicio capital
se toman las reglas sobre el modo en que se viven y realizan los demás pecados
por él engendrados. Valen los ejemplos que pusimos más arriba: el lujurioso que
roba para conseguir dinero con el objetivo de satisfacer su concupiscencia, y
por el mismo motivo miente o realiza otras acciones, da a todos estos actos el
estilo de la lujuria.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> (iv)
La enumeración de los vicios capitales. En la Sagrada Escritura no se nombra
nunca una lista de vicios capitales, aunque sí aparece cada uno mencionado por
separado. Algunos autores paganos, como Horacio, hacían referencia a estos vicios.
En los seis primeros siglos de la Iglesia los autores espirituales elaboraron
tres clasificaciones distintas:<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: left;">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> a) La de Casiano [20] que
enumera ocho vicios principales en este orden: gula, concupiscencia, fornicación,
avaricia, ira, tristeza, acedia o tedio del corazón, vanagloria, soberbia.
Tiene tres características esta enumeración: el desdoblamiento de la vanagloria
y del orgullo, el distinguir entre la tristeza y la acedia y, finalmente, omite
la envidia como vicio capital.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: left;">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> b) La de San Juan Clímaco [21] quien apoyándose
en la autoridad de San Gregorio de Nacianzo y otros que no nombra, cuenta siete
vicios principales identificando la vanagloria y el orgullo. Los demás son los
mismos de Casiano, omitiendo también la envidia.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: left;">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> c) La de San Gregorio Magno [22]. El mismo
establece como una concatenación en la cual pueden distinguirse tres niveles:
1º la soberbia, que es “inicio de todo pecado” (Ecclo 10,15), el cual es como
un vicio super-capital, ya que todos los demás se originan de él; 2º luego
siguen los vicios capitales, engendrados por la soberbia y son siete:
vanagloria, envidia, ira, tristeza, avaricia, gula, lujuria; 3º finalmente,
aquellos pecados que San Gregorio denomina “hijas de los vicios capitales”, que
son los pecados que cada uno de estos engendra de modo especial:</span><o:p></o:p></div>
<br />
<div class="MsoNormal">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="color: #cc0000; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal">
</div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 21.25pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #cc0000; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;">SOBERBIA<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 21.25pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 63.75pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #cc0000; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;">VANAGLORIA<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 85.0pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #cc0000; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;">Desobediencia,
jactancia, hipocresía, contienda, pertinacia, discordia, etc.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 63.75pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #cc0000; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;">ENVIDIA<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 85.0pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #cc0000; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;">Odio,
murmuración, detracción, gozo en el mal ajeno, etc.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 63.75pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #cc0000; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;">IRA<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 85.0pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #cc0000; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;">Rencillas,
injurias, blasfemias, indignación, etc.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 63.75pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #cc0000; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;">ACIDIA<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 85.0pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #cc0000; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;">Malicia,
rencor, pusilanimidad, desesperación, libertinaje, etc.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 63.75pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #cc0000; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;">AVARICIA<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 85.0pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #cc0000; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;">Traición,
engaño, mentiras, etc.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 63.75pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #cc0000; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;">GULA<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 85.0pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #cc0000; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;">Embotamiento de
los sentidos, palabrería, falsa alegría, etc.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 63.75pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #cc0000; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;">LUJURIA<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 85.0pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #cc0000; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;">Ceguera
mental, inconstancia, codicia, etc.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<br />
<div class="MsoNormal">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal">
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<tr>
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<div>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD>desobediencia<o:p></o:p></span></p>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD>jactancia<o:p></o:p></span></p>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD>hipocresía<o:p></o:p></span></p>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD>contienda<o:p></o:p></span></p>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD>pertinacia<o:p></o:p></span></p>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD>discordia<o:p></o:p></span></p>
</div>
<![if !mso]></td>
</tr>
</table>
<![endif]></v:textbox>
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<table cellpadding=0 cellspacing=0 width="100%">
<tr>
<td><![endif]>
<div>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD>odio<o:p></o:p></span></p>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD>murmuración<o:p></o:p></span></p>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD>detracción<o:p></o:p></span></p>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD>gozo en el mal<o:p></o:p></span></p>
</div>
<![if !mso]></td>
</tr>
</table>
<![endif]></v:textbox>
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<table cellpadding=0 cellspacing=0 width="100%">
<tr>
<td><![endif]>
<div>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD>rencillas<o:p></o:p></span></p>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD>injurias<o:p></o:p></span></p>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD>blasfemias<o:p></o:p></span></p>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD>indignación<o:p></o:p></span></p>
</div>
<![if !mso]></td>
</tr>
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<![endif]></v:textbox>
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<v:textbox>
<![if !mso]>
<table cellpadding=0 cellspacing=0 width="100%">
<tr>
<td><![endif]>
<div>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD>malicia<o:p></o:p></span></p>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD>rencor<o:p></o:p></span></p>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD>pusilanimidad<o:p></o:p></span></p>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD>desesperación<o:p></o:p></span></p>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD>libertinaje<o:p></o:p></span></p>
</div>
<![if !mso]></td>
</tr>
</table>
<![endif]></v:textbox>
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<v:textbox>
<![if !mso]>
<table cellpadding=0 cellspacing=0 width="100%">
<tr>
<td><![endif]>
<div>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD>traición<o:p></o:p></span></p>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD>engaño<o:p></o:p></span></p>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD>mentira<o:p></o:p></span></p>
</div>
<![if !mso]></td>
</tr>
</table>
<![endif]></v:textbox>
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<v:textbox>
<![if !mso]>
<table cellpadding=0 cellspacing=0 width="100%">
<tr>
<td><![endif]>
<div>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD>embotamiento<o:p></o:p></span></p>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD>palabrería<o:p></o:p></span></p>
<p class=MsoNormal>
<span lang=ES-TRAD>falsa alegría<o:p></o:p></span></p>
</div>
<![if !mso]></td>
</tr>
</table>
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<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> Desde
el siglo VIII hasta la época de Santo Tomás la tradición teológica no hace más
que reproducir una u otra enumeración. Hay que destacar las de San Isidoro de
Sevilla <span class="MsoFootnoteReference">[23</span>], Alcuino <span class="MsoFootnoteReference">[24</span>] y Pedro Lombardo <span class="MsoFootnoteReference">[25</span>].<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> Santo
Tomás sigue la enumeración gregoriana pero modificándola para que cuadre en un
esquema más escolástico. Parte de la afirmación de que todo vicio nace de la
relación desordenada del apetito respecto del bien; y de allí sigue con los dos
modos desordenados que tiene el apetito para dirigirse al bien: buscándolo
desordenadamente o huyendo desordenadamente de él por las dificultades que
puede llevar adjunto; así:<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpFirst" style="margin-left: 21.25pt; mso-add-space: auto; mso-list: l0 level1 lfo2; tab-stops: list 39.25pt; text-indent: 0cm;">
<!--[if !supportLists]--><span style="color: #990000; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><span lang="ES-TRAD">1. </span><span lang="ES-TRAD">Cuando se inclina desordenadamente al bien:<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="margin-left: 77.95pt; mso-add-space: auto; mso-list: l0 level3 lfo2; tab-stops: list 81.8pt; text-indent: -14.15pt;">
<!--[if !supportLists]--><span style="color: #990000; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><span lang="ES-TRAD">1) </span><span lang="ES-TRAD">espiritual de la propia
excelencia se denomina <b>vanagloria</b>.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="margin-left: 77.95pt; mso-add-space: auto; mso-list: l0 level3 lfo2; tab-stops: list 81.8pt; text-indent: -14.15pt;">
<!--[if !supportLists]--><span style="color: #990000; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><span lang="ES-TRAD">2) </span><span lang="ES-TRAD">corporal:<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="margin-left: 136.9pt; mso-add-space: auto; mso-list: l0 level4 lfo2; tab-stops: list 136.9pt; text-indent: -18.0pt;">
<!--[if !supportLists]--><span style="color: #990000; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><span lang="ES-TRAD">a. </span><span lang="ES-TRAD">de la conservación
individual: es llamado <b>gula</b>;<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="margin-left: 136.9pt; mso-add-space: auto; mso-list: l0 level4 lfo2; tab-stops: list 136.9pt; text-indent: -18.0pt;">
<!--[if !supportLists]--><span style="color: #990000; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><span lang="ES-TRAD">b. </span><span lang="ES-TRAD">de la conservación
específica: se designa como <b>lujuria</b>;<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="margin-left: 136.9pt; mso-add-space: auto; mso-list: l0 level4 lfo2; tab-stops: list 136.9pt; text-indent: -18.0pt;">
<!--[if !supportLists]--><span style="color: #990000; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><span lang="ES-TRAD">c. </span><span lang="ES-TRAD">y a los bienes exteriores:
recibe el nombre de <b>avaricia</b>.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="margin-left: 21.25pt; mso-add-space: auto; mso-list: l0 level1 lfo2; tab-stops: list 39.25pt; text-indent: 0cm;">
<!--[if !supportLists]--><span style="color: #990000; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><span lang="ES-TRAD">2. </span><span lang="ES-TRAD">Cuando huye, por las dificultades adjuntas, del bien:<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="margin-left: 77.95pt; mso-add-space: auto; mso-list: l0 level3 lfo2; tab-stops: list 81.8pt; text-indent: -14.15pt;">
<!--[if !supportLists]--><span style="color: #990000; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><span lang="ES-TRAD">1) </span><span lang="ES-TRAD">espiritual, por el esfuerzo
que supone alcanzarlo, es la acedia o <b>pereza</b>;<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpMiddle" style="margin-left: 77.95pt; mso-add-space: auto; mso-list: l0 level3 lfo2; tab-stops: list 81.8pt; text-indent: -14.15pt;">
<!--[if !supportLists]--><span style="color: #990000; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><span lang="ES-TRAD">2) </span><span lang="ES-TRAD">ajeno considerado como
obstáculo para nuestra propia excelencia, pero sin rebelión: es la <b>envidia</b>.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoListParagraphCxSpLast" style="margin-left: 77.95pt; mso-add-space: auto; mso-list: l0 level3 lfo2; tab-stops: list 81.8pt; text-indent: -14.15pt;">
<!--[if !supportLists]--><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="color: #990000; font-size: x-small;"><span lang="ES-TRAD">3) </span></span><span lang="ES-TRAD"><span style="color: #990000; font-size: x-small;">ajeno considerado como
obstáculo para nuestra propia excelencia, con deseo de venganza y violencia:
corresponde a la <b>ira</b>.</span><span style="color: #073763;"><o:p></o:p></span></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;">Después de la época de Santo Tomás los
teólogos comúnmente han seguido su clasificación y análisis.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> (v)
Importancia del tema para la psicología y la espiritualidad. El tema de los
vicios capitales es muy importante no sólo para la teología sino también para
la psicología y la espiritualidad. Todos los grandes autores espirituales han
dado gran importancia al tema, desde la época de los Padres del desierto hasta
los clásicos españoles, como San Juan de la Cruz en su obra <i>Noche oscura</i>.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> Los
pecados capitales señalan las tendencias generales de nuestra naturaleza
desordenada por el pecado original. La lucha espiritual, o aspecto ascético de
la vida espiritual, se estructura precisamente a partir de la identificación de
aquella tendencia que prevalece en cada individuo ya sea por su temperamento o
por los hábitos contraídos en el ambiente familiar o cultural en que se ha
movido. La falta de identificación de esta tendencia predominante hace que el
trabajo espiritual no rinda a pesar de los muchos esfuerzos que se intenten.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> Además
los vicios capitales no sólo arrojan luz sobre la dimensión pecaminosa de una
persona, sino también sobre el perfil virtuoso que esa persona está llamada a
esculpir en su alma, porque no podrá erradicar totalmente el vicio sino a
fuerza de arraigar la virtud contraria.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"><span lang="ES-TRAD"><b>12. Hábito
vicioso y adicción</b></span><span lang="ES-TRAD"><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> (i)
¿Cuál es la distinción entre el vicio y la adicción? Nos puede servir la distinción de San Agustín:
“débil es aquél de quien se teme que pueda sucumbir cuando la tentación se
presenta; enfermo, en cambio, es aquél que se halla ya dominado por alguna
pasión, y se ve como impedido por alguna pasión para acercarse a Dios y aceptar
el yugo de Cristo” <span class="MsoFootnoteReference">[26</span>]. El santo
conocía por propia experiencia lo que quería decir al hablar de debilidad y
enfermedad, pues las había sufrido en carne propia. Cuando un vicio (por
ejemplo, la masturbación), está arraigado en la persona y la empuja a obrar de
una determinada manera, pero ésta, ordinariamente, puede resistir (aunque con
esfuerzo) a sus inclinaciones, no estamos ante una adicción, aunque sí ante el
germen y raíz de una adicción. Si ese vicio sigue arraigándose más y más (lo
cual puede ser cuestión de tiempo —corto o largo, según los casos— o de
intensidad —con pocos actos intensos se arraiga rápidamente—), el
comportamiento se vuelve compulsivo, y cuando esa <i>compulsión</i> termina por
afectar las principales esferas de la persona (familia, trabajo, relaciones interpersonales)
tendiendo a generalizarse, estamos ante una adicción. Podemos decir que la
adicción es un vicio que se ha convertido en patológico: la persona se vuelve
incapaz de detener esta conducta.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> (ii)
Más aún, en la adicción, la persona repite una y otra vez su acción
esclavizante, <i>a pesar de que no quiera ya hacerlo más</i>: “Mirando el
pasado, muchos de nosotros vemos que, independientemente de cómo, por qué o
cuándo comenzó, llegó un momento en que no sólo tomamos conciencia del poder
que esto ejercía sobre nosotros, sino que estábamos obrando <i>contra nuestra
voluntad</i>” <span class="MsoFootnoteReference">[27</span>]. Ésta es la
definición exacta de la verdadera esclavitud <span class="MsoFootnoteReference">[28</span>].<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> (iii)
Nos puede servir comparar tres casos diversos: el continente/incontinente, el
vicioso y el adicto:<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;">a) El continente y el
incontinente. Es el que carece tanto de la virtud como del vicio. Se llama
continente cuando es capaz de manejar una pasión (lo que ocurre mientras esta
no sea ni repentina ni muy vehemente); incontinente cuando sucumbe a ella por
ser inesperada o demasiado intensa. Este tipo de persona:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> 1) Tiene un juicio de conciencia
correcto de la bondad/malicia del acto<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> 2) Se inclina a elegir bien, en
situaciones no pasionales, pero carece de fuerza frente a pasiones vehementes o
inesperadas)<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> 3) Si es arrastrado, se entristece
notablemente de su situación<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;">b) El vicioso = hábito
corruptivo de la naturaleza que inclina de modo estable a:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> 1) El juicio de conciencia empieza a
distorsionarse coincidiendo con el “juicio de elección” (tendencia a “pensar”
según se vive)<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> 2) Elegir el comportamiento desordenado
por sí mismo. Grandes dificultades para ver la necesidad y conveniencia de
cambiar de vida “ya mismo”.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> 3) Ejecutar con facilidad el acto
desordenado. Grandes dificultades para cambiar.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;">3. El adicto (es el
que ya tiene comprometidas patológicamente sus facultades):<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> 1) Tiene cierta desconexión con la
realidad (autoengaño sistemático sobre la gravedad del problema y sobre la
extensión del mismo). Obsesión.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> 2) Compulsión a obrar<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> 3) Imposibilidad de detenerse una vez
empezado (salvo por intrusión externa)<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif;"> (iv)
Con esta distinción, sin embargo, no debemos ilusionarnos demasiado. Entre el
comportamiento aislado desordenado, el vicio y la adicción, la línea es muy
delgada y muy cortos los pasos que los separan. Es que, en el plano de la
sexualidad, siendo tan fundamental el instinto sexual y tan intensos los placeres
que produce, un comportamiento desordenado es potencialmente adictivo. La
perturbación que puede causar el visitar una página de contenido pornográfico
explícito, puede generar, en algunas personas, una compulsión, aun cuando este
acto haya tenido lugar muy pocas veces (he conocido algunos casos así).<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;">NOTAS<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="ES-TRAD">[1</span></span><span lang="ES-TRAD">] </span><span lang="ES">I-II, 54, 3.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="ES-TRAD">[2</span></span><span lang="ES-TRAD">] </span><span lang="ES">Soria Saiz,
J., <i>Vicio</i>, GER.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="ES-TRAD">[3</span></span><span lang="ES-TRAD">] </span>Cf. Ortolan, T., <i>Habitudes mauvaises</i>, DTC, t. VI, 2018.<span lang="ES"><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="ES-TRAD">[4</span></span><span lang="ES-TRAD">]<span class="MsoFootnoteReference"><!--[if !supportFootnotes]--><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="ES-TRAD">[1]</span></span><!--[endif]--></span></span> I-II, 73, 1.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="ES-TRAD">[5</span></span><span lang="ES-TRAD">]Cf. I-II, 75, 4; De malo 8, 1.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="ES-TRAD">[6</span></span><span lang="ES-TRAD">] I-II, 75, 4.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="ES-TRAD">[7</span></span><span lang="ES-TRAD">] In </span>2Sent., d. 36,
a.1.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="EN-US">[8</span></span><span lang="EN-US">] Ad Rom., I, VII, n. 139.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="ES-TRAD">[9</span></span><span lang="ES-TRAD">] I-II, 75, 4. En In 2Sent. afirma que “este modo de causa puede
reducirse al género de la causa formal, pues como la gracia es el principio
formal del acto informado por la gracia, así la privación de la gracia, de la
cual procede el pecado (los demás pecados) es como la forma de aquel (acto) del
cual puede ser causa”. Evidentemente se trata de un sentido muy amplio y muy
derivado de considerar la causalidad formal.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="ES-TRAD">[10</span></span><span lang="ES-TRAD">] De malo 8,1.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="ES-TRAD">[11</span></span><span lang="ES-TRAD">]</span><span lang="ES-TRAD"> </span>In 2Sent d. 36, a.1.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="ES-TRAD">[12</span></span><span lang="ES-TRAD">]</span> De malo 8,1.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="ES-TRAD">[13</span></span><span lang="ES-TRAD">]</span> I-II, 75, 4.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="ES-TRAD">[14</span></span><span lang="ES-TRAD">]</span><span lang="FR"> Cf. I-II, 84,
3</span><span lang="LA">.</span><span lang="FR"><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="EN-US">[15</span></span><span lang="EN-US">]</span><span lang="EN-US"> </span><span lang="EN-US">Cf. </span><span lang="LA">I-II,</span><span lang="LA"> </span><span lang="LA">84,</span><span lang="LA"> </span><span lang="LA">4.</span><span lang="FR"><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="EN-US">[16</span></span><span lang="EN-US">]</span><span lang="EN-US"> </span><span lang="EN-US">Cf. </span><span lang="LA">I-II,</span><span lang="LA"> </span><span lang="LA">84,</span><span lang="LA"> </span><span lang="LA">4.</span><span lang="FR"><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="EN-US">[17</span></span><span lang="EN-US">] </span><span lang="LA">Cf. I-II,</span><span lang="LA"> </span><span lang="LA">84,</span><span lang="LA"> </span><span lang="LA">4 ad 1.</span><span lang="EN-US"><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="EN-US">[18</span></span><span lang="EN-US">] I-II, 84, 4.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="EN-US">[19</span></span><span lang="EN-US">] I-II, 1, 5 sed contra.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="EN-US">[20</span></span><span lang="EN-US">] Cf. <i>De
coenobiorium institutis</i>, l. V, c.1; PL 49,202 ss.; <i>Collationes</i> V,X; PL49, 621 ss.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="EN-US">[21</span></span><span lang="EN-US">] Cf. <i>Scala
paradissi</i>, grado 12; PG 88, 948 ss.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="ES-TRAD">[22</span></span><span lang="ES-TRAD">]</span> Cf. San Gregorio, <i>Moralia in Iob</i>, VI, libro 31, cap. 45,
nnº 87-91.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="ES-TRAD">[23</span></span><span lang="ES-TRAD">] </span><i><span lang="ES">Differentiarum</span></i><span lang="ES">, PL 83, 96 ss.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="ES-TRAD">[24</span></span><span lang="ES-TRAD">] </span><span lang="ES">Liber de
virtutibus et vitiis, PL 101, 632 ss.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="ES-TRAD">[25</span></span><span lang="ES-TRAD">] </span><i><span lang="ES">Sententiarum</span></i><span lang="ES">, II, d. 42, n.8.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="ES-TRAD">[26</span></span><span lang="ES-TRAD">] San Agustín, <i>Sermón 46
(Sobre los pastores)</i>, 13; CCL 41, 539.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="EN-US">[27</span></span><span lang="EN-US">] The White Book of Sexaholics Anonymous, 45.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="color: #073763; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><span class="MsoFootnoteReference">[28</span>] <span lang="ES-TRAD">Santo Tomás de
Aquino define la esclavitud como: el ser movido o arrastrado por una realidad
extraña a uno (puede tratarse de una persona, de una fuerza o lo que sea)
contra el propio bien o con daño propio (cf. <i>Suma Teológica</i>, I, 96, 4).
He estudiado este tema en: Fuentes, Miguel Á., <i>El señorío histórico del
pecado en el Comentario de Santo Tomás al Corpus Paulinum</i> (tesis doctoral),
Roma (1992); especialmente: cap. 3º, <i>El señorío individual del pecado</i>,
157-211.</span></span><span lang="EN-US" style="font-family: 'Times New Roman', serif;"><o:p></o:p></span></div>Ceytechttp://www.blogger.com/profile/06348045182249992771noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8613625205185550101.post-42165541666800512202012-05-01T06:31:00.001-07:002012-05-01T07:07:14.887-07:00NOTAS DE PSICOLOGÍA CATÓLICA: (XI) HÁBITOS Y VIRTUDES - PRIMERA PARTE<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span style="color: #073763;"><b><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Verdana, sans-serif;">XI. LOS HÁBITOS (VIRTUDES Y VICIOS)</span></b><b><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<b><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="color: #073763;">PRIMERA PARTE</span></span></b></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> </span><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="color: #073763;">Hemos visto las distintas facultades
del ser humano (inteligencia, voluntad, apetito y sentidos internos y
externos). Estas son susceptibles de adquirir <i>cualidades</i> que modifican, determinan su actividad a título de
accidentes secundarios, y tales son los hábitos.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="color: #073763;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Verdana, sans-serif;"> Hay como una relación “circular” entre
las facultades y los hábitos: las facultades producen actos, los cuales, repetidos
una y otra vez, engendran un hábito que perfecciona la facultad inclinándola a
producir nuevos actos semejantes en naturaleza a los que le dieron origen. Como
dice Santo Tomás: “las virtudes [<i>hábitos
buenos</i>] generan las mismas operaciones a partir de las cuales son causadas”
</span><span lang="IT" style="font-family: Verdana, sans-serif;">[1]</span></span><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="color: #073763;">.</span><span style="color: #17375e;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">1. Esencia del hábito</span></b><b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> </span></b><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[2]</span><b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> </span></b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">(i) Definición y
naturaleza. Etimológicamente <i>habitus</i>
se deriva de <i>habere</i> (= tener,
poseer). Este verbo puede entenderse en sentido transitivo, como “tener <i>alguna cosa</i>”, y así es usado para
designar el último de los accidentes (predicamentos) aristotélicos: el hábito
como vestimenta. Pero puede entenderse también en sentido intransitivo, como “tener<i>se</i>” o estar dispuesto, que en latín se
expresa con el verbo “habere” (se habet ad veritatem: está ordenado hacia la
verdad) y en castellano se dice usando el verbo ser o estar. Nuestra expresión
“¿cómo estás?”, en latín se dice “¿quomodo te habes?”, literalmente: ¿cómo te
tienes?, porque es un modo de tenerse a sí mismo o de estar dispuesto para algo
(para nosotros son sinónimos “no estoy bien” y “esto <i>in</i>-dispuesto”) </span><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[3]</span><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">. Indica, por tanto,
una disposición estable <i>del</i> sujeto,
considerado en su misma constitución ontológica o abierta hacia otra realidad.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (ii) Es por tanto, una “cualidad”, y
más propiamente la primera de estas, que se denomina precisamente “hábito y
disposición”.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> Se lo puede definir como <i>una cualidad accidental según la cual algo
se encuentra bien o mal dispuesto sea en sí mismo o respecto de algún fin</i>.
Al decir “en sí mismo” estamos aludiendo a los hábitos entitativos, y con la
expresión “en orden a algún fin” nos referimos a los hábitos operativos. Lo
explicaremos más adelante. Es decir, el hábito es un modo de ser conveniente a
la naturaleza de la cosa o, por el contrario, un modo de ser que no conviene a
la naturaleza de la cosa </span><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[4]</span><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">. Por eso Santo
Tomás retoma la definición aristotélica que habla del hábito como <i>disposición de lo perfecto para lo óptimo</i>,
entendiendo por “perfecto” aquello que está dispuesto conforme a la
naturaleza.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> Podemos decir que el hábito es una
realidad que está como entremedio de la potencia y del acto: una potencia está,
valga la redundancia, en potencia de realizar sus actos (mi inteligencia es
capaz –tiene potencia– de sumar o restar), pero esa potencia para pasar al acto
requiere de todo un proceso a veces largo y laborioso (aprender las reglas de
la suma o sacar esas reglas ya aprendidas del fondo de mis recuerdos de
escuela); el hábito perfecciona la facultad (en el ejemplo, la inteligencia)
dándole una cualidad (en este caso la ciencia de las matemáticas) que le
permita pasar prontamente al acto de sumar o restar; en nuestro ejemplo, la
ciencia de las matemáticas no es un acto (si bien conocemos las reglas para
sumar, no estamos, sin embargo, sumando en acto todo el tiempo), pero tampoco
es pura potencia; está como a un nivel intermedio por el cual <i>prontamente</i> y <i>con facilidad</i> puedo poner en acto esos conocimientos. Algo análogo
puede decirse para los demás hábitos operativos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (iii) Es un <i>modo de ser</i>, una cualidad, que perfecciona o arruina (son los dos
modos posibles) al sujeto que lo posee tanto en sí mismo cuanto en orden a su
propio fin. Así por ejemplo, el hábito del arte es una cualidad que reside en
un sujeto (la inteligencia del artista) dándole un modo de ser que perfecciona
dicho sujeto en sí mismo (hace más perfecta su inteligencia) y en orden a la
consecución de su fin que es la realización de obras de arte. Por tanto, el hábito es una cualidad que
perfecciona la naturaleza en la que se afinca. Si esa naturaleza no es
inmediatamente operativa, el hábito le dará una perfección de orden más bien <i>estático</i> en <i>entitativo</i>, un nuevo modo de ser: como la salud en el cuerpo (la
cualidad que hace que el cuerpo esté correctamente dispuesto) o la gracia en el
alma. En cambio, si radica en una naturaleza inmediatamente operativa (las
potencias o facultades), el hábito la perfeccionará precisamente para que obre
bien su operación propia, y tales son los hábitos operativos. Este último potencia
la orientación natural de la facultad sobre la que reside.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> </span></b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">(iv) Los hábitos y las
disposiciones.<b> </b>Hemos dicho que en la
primera especie de cualidad se encuentran no sólo los hábitos sino también las <i>disposiciones</i>. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> Se puede decir que se distinguen por
sus objetos y por el modo en que se adhieren a ellos: el hábito tiene como
objeto algo necesario e inmóvil (por ejemplo, el objeto de la ciencia son
verdades universales); en cambio, la disposición tiene por objeto algo contingente
y sujeto a cambios (por ejemplo, la salud o la opinión). De todos modos puede
suceder que alguna cualidad que por su objeto debería ser un hábito se encuentre
en <i>estado disposicional</i> (o sea aun
fácilmente movibles, como cuando se está aprendiendo una ciencia), mientras que
algo que por su objeto debería ser sólo una disposición, puede encontrase en <i>estado habitual</i>, por ejemplo, cuando se
sostiene una opinión de modo inamovible (como hace el terco). En el fondo la
diferencia entre hábitos y disposiciones radica en la <i>firmeza de su inherencia</i>: mientras los hábitos son cualidades
difícilmente móviles, las disposiciones son fácilmente removibles.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (v) División de los hábitos. Los
hábitos se dividen según el sujeto en el que están, según sus objetos, por su
causa y por la moralidad.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> a) Ante todo, la división fundamental
se establece según su sujeto. Los que radican sobre el sujeto “en sí mismo” (es
decir, en el ser de la substancia) son los hábitos entitativos (por ejemplo,
la salud, la belleza, la enfermedad). Los que tienen por sujeto una potencia
son hábitos operativos. Estos, a su vez, se subdividen en hábitos <i>cognoscitivos</i> si su sujeto son las
potencias cognoscitivas (sentidos internos y facultades espirituales) y hábitos
<i>apetitivos</i> si perfeccionan las
potencias apetitivas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> b) Según sus objetos se distinguen en
tantos hábitos cuantos objetos específicamente diversos haya, por lo cual, es
imposible intentar una enumeración (basta pensar en todas las virtudes y
vicios, en todas las ciencias, artes…).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> c) Por su causa se habla de hábitos <i>innatos</i> (que son más bien
predisposiciones que da la naturaleza), <i>adquiridos</i>
(fruto de la repetición de actos) e <i>infusos</i>
(los que infunde Dios).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> d) Por su moralidad se distinguen en
buenos (virtudes) y malos (vicios).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (vi) Los hábitos operativos son
necesarios (y posibles) solamente cuando una potencia reúne tres condiciones. (1º)
Ante todo que esté en potencia hacia algo, porque el hábito, como hemos dicho,
es una cualidad que está entremedio de la pura potencia y el acto; si un ser
está en acto, no necesita un hábito que lo haga pasar de la potencia al acto
(por eso el alma no necesita un hábito en su nivel entitativo, pues ella es
acto del cuerpo; por el mismo motivo no puede haber hábitos en Dios, acto
puro). (2º) Que esté en potencia hacia cosas diversas, porque si está en
potencia hacia una sola operación, el hábito es innecesario pues por la misma
naturaleza esa potencia ya está inclinada hacia ese acto sin ninguna
indeterminación; es lo que sucede con las potencias vegetativas que actúan con
un solo acto (o crecimiento o digestión, o circulación sanguínea…) sin que
necesitemos (ni podamos) perfeccionarnos en ellas. 3º Que el sujeto esté
compuesto de partes o elementos, de modo tal que estos puedan disponerse de distintos modos
(para bien o para mal) como ocurre con el cuerpo cuyas partes pueden estar bien
dispuestas (salud) o mal (enfermedad).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">2. Sujeto de los hábitos</span></b><b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> </span></b><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[5]</span><b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> Pasamos ahora brevemente al examen de
los diversos sujetos posibles de los hábitos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (i) El cuerpo</span></b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">. En el cuerpo no se dan <i>hábitos operativos </i>estrictamente dichos,
porque todas las operaciones exclusivamente corporales son operaciones
naturales que están determinadas “ad unum”, como las funciones vegetativas,
nutritivas y reproductivas, y por tanto no realizan las condiciones para que
sea necesario un hábito (como veremos más adelante). En cuanto a ciertas
operaciones que se realizan con el cuerpo, como la agilidad en los dedos del
pianista, o la destreza de movimientos del atleta, en realidad se trata de operaciones
del alma que mueve el cuerpo (o sea, actividades corporales al servicio de
operaciones del alma) y sólo secundariamente pueden llamarse “del cuerpo”, pero
podría hablarse de hábitos operativos corporales en un sentido lato.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> En cambio, sí puede hablarse de <i>hábitos entitativos</i> del cuerpo como en
el caso de la salud o la enfermedad, la belleza…, aunque más propiamente son <i>disposiciones</i>, pues pueden ser fácilmente
transmutables por la naturaleza.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (ii) El alma</span></b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">. En ella no se dan <i>hábitos entitativos naturales</i> porque la
función del hábito es inclinar hacia una perfección, pero el alma misma es ya
la perfección del hombre: el cuerpo puede disponerse bien y mejor al alma que
es su forma (como ocurre con la salud), pero el alma no tiene nada a qué
disponerse en el orden natural que sea a su vez su forma o perfección. Puede,
en cambio, hablarse de hábito entitativo <i>sobrenatural</i>,
como es el caso de la gracia santificante.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (iii) Las potencias cognoscitivas
sensibles</span></b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">. En los sentidos internos
sólo puede hablarse de hábitos en la medida en que pueden ser disciplinados por
la razón y la voluntad para ejercer con mayor facilidad sus actos propios. Así,
por ejemplo, puede hablarse de hábitos en sentido lato como la capacidad de
memorizar mejor y la mejor disposición de la fantasía. En cambio, los sentidos
externos (como la vista y el oído) no son susceptibles de ningún hábito sino
que actúan según las disposiciones naturales que ya poseen o a lo sumo se los
debe ayudar con instrumentos externos (audífonos, anteojos de aumento…).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> <b>(iv)
Las potencias apetitivas</b> (concupiscible e irascible) pueden ser imperadas
por la razón, como ya hemos visto en su lugar, aunque sea de modo parcial
(gobierno “político” o relativo), y en este sentido pueden ser sujeto de
hábitos operativos estrictamente dichos, como es el caso de la templanza y de la
fortaleza.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> </span><b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">(v) La inteligencia</span></b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">. La inteligencia, como potencia del alma, cumple adecuadamente las
condiciones que hemos enumerado para la existencia de hábitos: está en potencia
a la verdad y ésta se extiende a todo cuanto es cognoscible. Por esta razón
necesita ser determinada mediante hábitos hacia algún campo particular de la
verdad inteligible para no permanecer en la pura potencia. Es por eso que
Aristóteles enumera entre las virtudes del intelecto, la ciencia, la sabiduría,
etc., porque tales son los hábitos por los cuales la inteligencia alcanza la
verdad.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> </span><b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">(vi) La voluntad</span></b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">. La voluntad, con tanta o
mayor razón que la inteligencia es sujeto de hábitos, porque puede ordenarse a
obrar de diversos modos y hacia cosas diversas, puesto que su objeto es el bien
en toda su amplitud: universal e infinito, bajo el cual se pueden contar todos
los bienes, espirituales y materiales, individuales y sociales, propios de la
voluntad o de cualquier otra potencia que pueda ser imperada por la voluntad: “La
voluntad por la misma naturaleza de la potencia se inclina al bien de la razón;
mas, como este bien se diversifica de muchos modos, es preciso que la voluntad
sea inclinada a cualquier bien de la razón por algún hábito, al que se deba la
operación más pronta” </span><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[6]</span><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">. La voluntad es
ciertamente indiferente e indeterminada por excelencia por su misma libertad;
por eso se puede decir que es el sujeto propio de los hábitos buenos y malos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">3. Causa de los hábitos</span></b><b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> </span></b><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[7]</span><b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> </span></b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">(i) <i>Origen</i>. Los hábitos pueden proceder de tres fuentes: Dios, la naturaleza
y la repetición de actos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> </span></b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">a) La naturaleza<b> </b>puede considerarse solo causa parcial
o incoativa de algunos hábitos (nunca total porque no existen hábitos innatos);
así son los hábitos de los primeros principios en el orden del conocimiento
(llamado <i>intellectus principiorum</i>) y
del querer (llamado <i>sindéresis</i>); esto
significa solamente que la naturaleza nos da la <i>inclinación natural</i> hacia el conocimiento de la verdad y el amor
del bien; de esta natural inclinación, al ejercitarse, se generarán estos
hábitos. En un sentido más amplio todavía puede considerarse que la naturaleza
considerada individualmente (Pedro, Juan, etc.) es causa (remota y dispositiva)
en cuanto proporciona condiciones físicas y orgánicas con mayor o menor aptitud
para las operaciones.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> </span></b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">b) La repetición de actos<b> </b>es, en cambio, el modo humano propio como
se generan los hábitos. Porque los actos van dejando una disposición que,
acentuada por un nuevo acto, se ahonda y así sucesivamente hasta dejar una
disposición estable; Santo Tomás lo explica diciendo: “En el terreno de lo
operable, donde las operaciones del alma no son eficaces como en las
demostrables, por ser las operables contingentes y probables, no basta un solo
acto para causar la virtud, sino que se requieren varios. Y aunque esos varios
no se den simultáneamente, pueden, sin embargo, causar la virtud, porque el
primer acto engendra alguna disposición, y el segundo acto, encontrando una
materia ya dispuesta, la dispone aún más, y el tercero más todavía; y así el
último acto, actuando en virtud de todos los anteriores, completa la generación
del hábito, como acontece con muchas gotas que terminan horadando la piedra” </span><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[8]</span><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">.<b><o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">Pero no basta la
mera reiteración de un acto sino la realización de un acto </span><i><span lang="ES" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">intenso</span></i><span lang="ES" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">. Los actos mediocres no bastan para generar
un hábito, porque los hábitos son cualidades y éstas nacen de actos
cualificados o intensos. Del mismo modo que si pintamos una pared con una
pintura excesivamente aguada necesitaríamos numerosas manos de pintura para
lograr un color estable, mientras que si usamos una pintura espesa, quizá baste
una o dos capas; algo análogo ocurre en los hábitos operativos. </span><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">La mera ejecución engendra,
en todo caso, una mayor habilidad mecánica (lo cual es un hábito en sentido
amplio e impropio), e incluso, si no procede de un auténtico acto interior
libre, engendra <i>rutina</i> o <i>costumbre</i>. Por el contrario, el hábito
está en dependencia de un acto procedente del señorío interior. Es por ello que
un hábito nunca coarta la libertad sino que la potencializa, pues es una
especie de <i>creación</i> de nuestras
potencias que ellas realizan en orden a poder ejecutar de un modo <i>connatural</i> ciertas acciones
determinadas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> ¿Cuántos actos se requieren para
generar un hábito? No puede establecerse ningún número preciso. La firme
disposición es causada en el paciente cuando la fuerza activa vence totalmente
a la fuerza pasiva, dejándole impresa su inclinación. A menudo esto exige
muchos actos, pero puede acontecer que un sólo acto, si es muy intenso, baste
para generar un hábito, como ocurre cuando una proposición plenamente evidente
convence firmemente al intelecto para asentir firmemente a las conclusiones. Es
más común en el orden corporal que un acto de gran fuerza cause a veces un
hábito como puede ser el caso de una fuerte medicina que restablezca
inmediatamente la salud. También en el orden moral, ocurre otro tanto, con la
práctica de actos que exigen un gran heroísmo y determinación, los cuales
pueden originar el hábito del que emanen luego con facilidad y prontitud.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> c) La tercera causa es <i>Dios</i>, que puede crear de modo directo
los hábitos que considere conveniente infundir en el hombre </span><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[9]</span><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">. Tales son, por ejemplo, los “dones del Espíritu Santo”, las
“virtudes teologales”, algunos “carismas” como “el don de lenguas” o de
“profecía”…<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> </span></b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">(ii)<b> </b>En cuanto al <i>aumento </i></span><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[10]</span><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">, debemos decir que los hábitos, siendo cualidades, aumentan en intensidad
y no en extensión, o sea por una mayor radicación en el sujeto. De todos modos,
puede hablarse, respecto de los hábitos intelectuales, también de un
crecimiento cuantitativo, en el sentido de un aumento del objeto material de
los mismos (como la ciencia, la sabiduría, etc.).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> En cuanto a la causa del aumento
podemos sentar como principio general, que los hábitos aumentan de igual modo a
como son causados, es decir, o por repetición de actos o por mayor infusión (en
el caso de los producidos directamente por Dios); sin embargo, en cuanto a los
primeros debe decirse que no se trata de una mera repetición de actos de la
misma especie sino por la operación de actos más intensos que aumenten
cualitativamente la disposición del sujeto.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> </span></b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">(iii) La <i>disminución</i>, corre un camino paralelo al
de su aumento: al ser cualidades disminuyen en orden a su menor radicación o
menor perfección, lo cual puede suceder por una actuación cada vez más remisa,
menos intensa, o bien por la no actuación, o, finalmente, por la actuación de
modo contrario (aunque no lo suficientemente intensa como para corromperlo
totalmente).<b><o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (iv) Finalmente, la <i>pérdida</i> </span><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[11] </span><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">se produce propiamente cuando son sustituidos por el hábito
contrario (puede decirse, aunque es más que obvio, que un hábito se pierde
también cuando se corrompe el sujeto en el que está, o sea, con la muerte). La
pérdida acontece, pues, en sentido estricto cuando un hábito es sustituido por
su contrario, porque dos hábitos no pueden perfeccionar y corromper al mismo
tiempo y bajo el mismo respecto al mismo sujeto en orden al mismo acto. No
pueden determinar al mismo sujeto contradictoriamente.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">4. El hábito virtuoso</span></b><b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> Analizamos ahora la dimensión ética de
los hábitos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (i) <i>Virtud</i>, etimológicamente se deriva del
latín <b><i>vi</i></b>, fuerza, y designa la perfección de una potencia operativa.
Es una “capacidad”, un poder obrar un “máximum” dentro de la línea de su
operación. Así la “virtud” de una sierra está en la perfección en el poder de
cortar, o la virtud de un violinista en el poder ejecutar con maestría su
instrumento.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">Aristóteles define
la virtud como “virtus est quae bonum facit habentem et opus eius bonum reddit”
</span><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[12]</span><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">, la virtud es aquello que
hace bueno al que la posee (la potencia) y vuelve buena su obra. Comentando a
Aristóteles dice Santo Tomás: “... Toda virtud hace ser bueno al sujeto en el
cual está y que su operación sea buena, así como por la virtud del ojo éste es
bueno [<i>sano</i>] y vemos bien, que es la
operación propia del ojo. De manera similar, la virtud del caballo hace bueno
al caballo, y por ella éste hace bien su obra, que consiste en correr
velozmente, llevar suavemente al que lo monta y esperar con audacia a los
contendientes. La razón es porque la virtud de una cosa se toma según lo máximo
que esa cosa puede alcanzar, como en el caso de aquél que puede llevar cien kilos,
su virtud es determinada no porque lleva cincuenta sino porque puede llevar
cien, como se dice en la obra <i>Acerca del
Cielo</i>. Pero lo máximo a lo que la potencia de una cosa se extiende es su
obra buena. Por eso a la virtud de una cosa pertenece el que realice una obra
buena. Y porque la operación perfecta no procede sino de un agente perfecto,
resulta que, según la virtud propia cada cosa no sólo es buena sino que obra
bien. Si esto es verdadero en todas las demás cosas, como se vio por los
ejemplos, se sigue que la virtud del hombre será un cierto hábito... por el cual
el hombre se hace bueno, formalmente hablando –como por la blancura algo es
blanco–, y obra bien” </span><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[13]</span><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> La razón de esto es que la virtud de
una cosa se considera por lo último que esta cosa puede dar (<i>virtus alicuius rei attenditur secundum
ultimum quod potest</i>); como para algo que puede llevar cien kilos, su virtud
no consiste en que lleve 50 sino cien. Ahora bien, lo último a lo que se
extiende la potencia de una cosa es la buena obra. Y por tanto, a la virtud de
cada cosa es propio el volver buena su obra (el violinista es virtuoso si toca
bien). Y como la operación perfecta no procede sino del perfecto agente, la
virtud hace buena a la cosa en la que radica y hace buena a su obra.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> Por tanto se trata de una <i>cualidad activa</i> que dispone al hombre a
producir el <i>máximo</i> de lo que él puede
en el plano moral; ella permite al hombre el hacer la obra moral perfecta y al
mismo tiempo perfeccionarse a sí mismo: “hace bueno a aquél que la posee y
torna buena su obra”. De este modo, el hombre se dice virtuoso cuando posee la
energía interior que lo hace capaz de obrar en modo inteligente, justo, con
plenitud de vigor, de coraje, audacia, sin inútiles retardos, con amplitud de
vistas; y hacer todo con simplicidad y espontaneidad, sin obstáculos, como
algo que le es connatural.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> No debe confundirse, por lo tanto,
hábito virtuoso con <i>costumbre</i>, que si
bien tiene cierta semejanza exterior e incluso son intercambiables en el
vocabulario común, no se identifican. Mientras la costumbre es el fruto de
actos externos que se realizan más o menos del mismo modo por mecanismo o mera
repetición, la virtud engendra actos que nacen de una entera libertad (la
virtud, en efecto, perfecciona la libertad del hombre) y del completo vigor que
ésta concede a la potencia operativa en la que radica, ya sea la inteligencia,
la voluntad o las facultades imperadas por esta última.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (ii) Sujeto de la
virtud </span><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[14]</span><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">. Las virtudes,
siendo hábitos operativos, radican en las potencias del hombre. Concretamente
son sujeto de virtudes la <i>voluntad</i> que
necesita ser perfeccionada por la justicia, el <i>apetito sensible</i>, perfeccionado por las virtudes de la fortaleza
(irascible) y templanza (concupiscible) y la inteligencia, que es sujeto tanto de
<i>virtudes relativas</i> o “secundum quid”
(aquellas que realizan parcialmente la definición aristotélica, por cuanto
estas dan la capacidad de obrar bien, pero no garantizan su buen uso, puesto
que estas capacidades –ciencias, artes– se puede usar para el mal, como puedo
usar mis conocimientos económicos para enriquecerme ilícitamente), cuanto de virtudes <i>estrictamente dichas</i> (tal es el caso de la <i>prudencia</i>, la cual para juzgar e imperar rectamente de los medios
conducentes al fin necesita el preestablecimiento del fin, y éste depende de la
voluntad). En cambio no es sujeto de virtudes morales ni los sentidos internos
(se habla solo en sentido amplio de <i>buena</i>
memoria) ni los externos y menos aún las potencias locomotivas o vegetativas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">5. Distinción de las
virtudes</span></b><b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (i) Las virtudes humanas o adquiridas
se distinguen según el sujeto en el que residen y el objeto sobre el que
versan:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> a) Según su sujeto se distinguen en: <i>intelectuales</i> (cuyo sujeto es intelecto;
las que a su vez se subdividen en <i>especulativas</i>
–entendimiento especulativo– y <i>prácticas</i>
–entendimiento práctico–); y <i>morales</i>
(cuyo sujeto es el apetito sensible y la voluntad).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> b) Según el objeto sobre el que versan las
intelectuales especulativas se distinguen en hábito de los primeros principios,
ciencia y sabiduría; y las intelectuales prácticas en prudencia y arte. Las morales
se distinguen según cada una de las diversas formalidades de bienes
particulares, pero por razones pedagógicas se las agrupa según las cuatro
virtudes cardinales y sus virtudes anexas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (ii) Las virtudes intelectuales </span><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[14]</span><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">. Estas perfeccionan el entendimiento en orden a sus propias
operaciones. Dice Santo Tomás: “Debe decirse que, pues toda virtud se dice tal
en orden al bien..., de dos modos puede llamarse virtud un hábito: primero,
porque da facultad para obrar bien, y segundo, porque con la facultad
suministra también su buen uso; y esto, como se ha dicho antes, pertenece
solamente a aquellos hábitos que miran a la parte apetitiva, por cuanto la
fuerza apetitiva del alma es la que hace usar de todas las potencias y hábitos.
Por consiguiente, como los hábitos intelectuales especulativos no perfeccionan
la parte apetitiva, ni de modo alguno dicen relación a ella, sino sólo a la
intelectiva, pueden en verdad llamarse virtudes, en cuanto dan facultad para la
buena operación, que es la consideración de lo verdadero, porque esto es una
buena obra del entendimiento; mas no se llaman virtudes del segundo modo, como
que hagan usar bien de la potencia o del hábito, pues no porque uno posea el
hábito de la ciencia especulativa, se inclina a usar de él; sino que se hace
capaz de investigar lo verdadero en las cosas, cuya ciencia tiene. Pero el usar
de la ciencia adquirida depende de la voluntad, que mueve; y por tanto la
virtud que perfecciona la voluntad, como la caridad o la justicia, hace también
usar bien de los tales hábitos especulativos...”.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> Se enumeran cinco virtudes
intelectuales específicamente distintas, tres en el intelecto especulativo y
dos en el intelecto práctico.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> En el intelecto especulativo tenemos:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></span></div>
<ul style="margin-top: 0cm;" type="disc">
<li class="MsoNormal" style="color: #1f497d; mso-list: l0 level1 lfo1; mso-themecolor: text2;"><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e;"><span style="color: windowtext;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Hábito de los primeros principios: que dispone a
conocer los primeros principios, ya sea especulativos (llamado comúnmente <i>intellectus</i>, <i>nous</i>), ya sean prácticos (denominado <i>synderesis</i>).<o:p></o:p></span></span></span></li>
<li class="MsoNormal" style="color: #1f497d; mso-list: l0 level1 lfo1; mso-themecolor: text2;"><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e;"><span style="color: windowtext;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Ciencia: (<i>episteme</i>)
por el cual se perfecciona el conocimiento de las conclusiones evidentes
en algún género de cosas cognoscibles, por sus causas propias.<o:p></o:p></span></span></span></li>
<li class="MsoNormal" style="color: #1f497d; mso-list: l0 level1 lfo1; mso-themecolor: text2;"><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e;"><span style="color: windowtext;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Sabiduría: (<i>sophia</i>)
por el cual se perfecciona el conocimiento de las conclusiones de todo
género por las causas últimas, por las que también se juzga de los
principios.<o:p></o:p></span></span></span></li>
</ul>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> En el intelecto práctico:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></div>
<ul style="margin-top: 0cm;" type="disc">
<li class="MsoNormal" style="color: #1f497d; mso-list: l1 level1 lfo2; mso-themecolor: text2;"><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="color: windowtext;">Arte: (<i>téjne</i>)
que rige las operaciones transeúntes por las que se obra en la materia
exterior (edificar, cortar). Se llama “recta ratio factibilium”, recta
razón de las cosas factibles.<o:p></o:p></span></span></li>
<li class="MsoNormal" style="color: #1f497d; mso-list: l1 level1 lfo2; mso-themecolor: text2;"><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="color: windowtext;">Prudencia: (<i>frónesis</i>)
que rige las operaciones que permanecen en el mismo agente (querer,
airarse). Se la denomina también “recta ratio agibilium”, recta razón de
las operaciones, porque dirige los actos humanos.<o:p></o:p></span></span></li>
</ul>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> Las cuatro primeras (intelecto,
ciencia, sabiduría y arte) son virtudes relativas (“secundum quid”) porque no
inclinan necesariamente al obrar honesto; dan sólo la habilidad para obrar
bien. En cambio, la prudencia, por la cual la razón humana se dispone bien para
ordenar los actos humanos en el apetito en cuanto medios para conseguir el fin
honesto, es virtud propiamente dicha. Se suele decir que la prudencia es virtud
intelectual por su sujeto y moral por la materia sobre la que versa.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (iii) Las virtudes morales </span><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[16]</span><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">. El término “moral” se deriva de <i>moré</i>, es decir, “inclinación al obrar”; lo que propiamente compete
al apetito; de donde se llama virtud moral al hábito por el cual el apetito se
dispone bien para conformarse con la razón. Radican, como en su sujeto, en el
apetito, ya sea racional o bien sensible. Aristóteles la definió célebremente
en su <i>Ética a Nicómaco</i> como <i>habitus electivus in medietate consistens
quoad nos, determinata ratione prout sapiens determinabit</i>, hábito electivo
consistente en un medio en cuanto a nosotros, determinado por la razón tal cual
lo determinaría el prudente </span><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[17]</span><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">. Es un <i>hábito electivo</i> porque la elección es el
acto propio de la virtud moral </span><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[18]</span><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">. Que consiste <i>en un medio respecto de nosotros</i>: es
decir que el bien moral que es objeto de la virtud moral es un medio entre un
exceso y un defecto pero no estimado en sí mismo sino respecto a aquél que
elige (no será el mismo medio en la virtud de la fortaleza para un niño y para
un adulto). <i>Determinado por la razón</i>:
ésta es la causa de la bondad de la virtud; es la razón la que determina cuál
es el medio. Pero acontece que no siempre la razón es recta, por eso añade su
parangón: <i>según que la determinaría el
sabio</i>, porque es él quien posee el recto juicio y la prudencia.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> La <i>necesidad</i>
que tiene nuestra naturaleza de este tipo de hábitos proviene del hecho que el apetito,
tanto racional como sensitivo, no obedecen necesariamente a la razón sino que
pueden contradecirla; por ello se requiere para el bien obrar no solamente que
la prudencia disponga al intelecto, sino que, además, el apetito sea
dispuesto para que obedezca y siga a la razón pronta y dócilmente. De lo
contrario muchas veces la seguiría de un modo violento y con tristeza, dice el
Aquinate.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> Las virtudes morales se distinguen ya
sea por las <i>diferentes potencias</i> en
las que están (voluntad, apetito irascible, apetito concupiscible), ya sea por
los distintos objetos a los que tienden (lo cual es el principio formal de su
distinción: la castidad, la justicia, la religión…).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> Entre las virtudes morales destacan
aquellas que la tradición ha llamado “cardinales” por su principalidad. Es un
apelativo metafórico derivado de <i>cardo</i>,
es decir, el gozne o bisagra sobre la que gira una puerta; así, es en torno a
las virtudes cardinales sobre las que giran las demás virtudes morales. Se
señalan cuatro virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y
templanza; una para cada una de las cuatro facultades principales del hombre:
la razón (prudencia), la voluntad (justicia), el concupiscible (templanza) y el
irascible (fortaleza).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">6. Relación entre las
virtudes morales e intelectuales</span></b><b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> Entre las virtudes intelectuales y
morales se establece una mutua interacción y dependencia.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> </span></b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">(i)<b> </b>Dependencia de las virtudes morales de la sindéresis y de la
prudencia </span><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[19]</span><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">. Una virtud moral
puede existir en el apetito sin que previamente existan las virtudes de
ciencia, sabiduría y arte, pero no puede darse sin la previa existencia en el
entendimiento de los hábitos de la sindéresis y de la prudencia. Porque el acto
propio de las virtudes morales (la recta elección) postula la debida intención
del fin y el recto uso de los medios. Para la recta intención del fin la virtud
moral da una inclinación pero supone el recto juicio sobre el bien conveniente
a la razón y éste lo formula la sindéresis. El recto uso de los medios (que es
lo propio de la virtud moral) sólo es posible gracias a los actos intelectuales
de consejo, juicio práctico e imperio, que son los tres actos de la prudencia.
Para la obra virtuosa, pues, se requieren las virtudes intelectuales y morales.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> </span></b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">(ii)<b> </b>Dependencia de la prudencia respecto de las virtudes morales. La
prudencia dirige la elección de los medios, pero para juzgar rectamente de los
medios necesita previamente una recta concepción de los fines virtuosos (obra
de la sindéresis) y el recto querer de los fines virtuosos que se da por una
incoación de las virtudes morales </span><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[20]</span><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">, o sea una
inclinación natural al bien. Por eso, mientras las demás virtudes intelectuales
pueden existir sin las morales, la prudencia depende de ellas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (iii) Resumiendo, para Aristóteles, la
excelencia de la voluntad y la de la inteligencia no pueden existir separadas.
Esta concepción contrasta notablemente con la idea que predomina en el mundo
moderno. En un nivel vulgar, apelando a una serie de lugares comunes, se piensa
que basta ser bueno, sin necesidad de ser inteligente (es decir, prudente). En
un nivel más profundo, la misma idea se expresa con la teoría kantiana que
distingue por un lado la <i>buena voluntad</i>
cuya posesión es la única condición de la bondad y del valor moral, y por otro
el <i>saber</i><b> </b>aplicar las reglas generales a los casos particulares, que es,
para él, una dote natural completamente distinta cuya ausencia se denomina
estupidez. Por tanto, para Kant, se puede ser al mismo tiempo buenos y
estúpidos; para Aristóteles, en cambio, cierto tipo de estupidez excluye la
bondad, como al mismo tiempo, la falta de bondad excluye la verdadera
prudencia: “es evidente que es imposible que sea prudente quien no es bueno” </span><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[21]</span><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">7. La virtud en su función
de perfección del acto humano</span></b><b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (i) Dice Santo Tomás en el Comentario a
la Ética: “Para la bondad de las obras de arte basta con que las cosas que se
hacen, estén bien hechas. Pero las virtudes son principios de acciones que no
terminan en una materia exterior, sino que permanecen en los mismos agentes,
por lo que tales acciones son perfecciones de los agentes, y por tal razón la
bondad de estas acciones consiste en los mismos agentes. Por eso dice
(Aristóteles) que para que algunas cosas sean hechas justa y temperadamente no
basta con que las obras que se hacen sean buenas, sino que se requiere que el
operante obre de <i>modo debido</i>. Ahora
bien, este <i>modo debido</i> se considera
en razón de tres cosas. (1) La primera pertenece a la razón o intelecto, a
saber, que el que obra el acto de virtud no actúe por ignorancia o por
casualidad sino que sepa lo que hace. (2) Segundo, en cuanto a la parte
apetitiva, en lo cual se consideran a su vez dos aspectos: (a) ante todo, que <i>no obre por pasión</i> (como por ejemplo el
que hace un acto de virtud pero movido por el temor), <i>sino por elección</i>; (b) en segundo término que la elección de la
obra de virtud no sea en razón de otra cosa (como quien hace una obra virtuosa
porque es lucrosa o por vanidad), <i>sino
por sí misma</i>, en cuanto la misma agrada a aquél que tiene el hábito
virtuoso como algo conveniente a sí. (3) Lo tercero se toma según la razón de
hábito, a saber, que la realice firmemente (es decir de modo constante en
cuanto a sí mismo y manteniéndose inmóvil en cuanto a los influjos exteriores)
de modo tal que no sea removido de la elección virtuosa y del obrar según la
misma” </span><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[22]</span><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> En este texto Santo Tomás atribuye a la
virtud moral tres funciones perfectivas sobre el acto moralmente virtuoso: le
da una recta apreciación del fin virtuoso, le da la energía para elegirlo y le
da facilidad para ejecutarlo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> </span></b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">(ii) <b>Recta apreciación del fin</b>. Ante todo, Santo Tomás asigna a la
virtud moral la función de garantizar la recta estimación del fin. Para que
haya un acto virtuoso, la primera cosa que se requiere es que se persiga un fin
bueno. Si el fin es bueno se podrá proceder a buscar medios buenos que nos
permitan alcanzarlo. Si el fin es malo no puede existir obra virtuosa alguna.
Ahora bien, Santo Tomás concuerda con Aristóteles en que el fin bueno no
aparece bueno “sino al bueno, es decir al virtuoso, quien tiene recta estimación
del fin, por cuanto la virtud moral hace recta la intención del fin”:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">“El hábito de la
prudencia no se da sin virtud moral, que dispone siempre al bien, como ya se ha
dicho. La razón de esto es manifiesta, pues como los silogismos especulativos
tienen sus principios, así el principio de los silogismos operables es que tal
fin sea bueno y óptimo, sea cual sea el fin por el cual alguien obra; y da
(Aristóteles) algunos ejemplos, por ejemplo, para el templado lo óptimo y cuasi
principio es el alcanzar el medio debido en las concupiscencias del tacto. <i>Pero que esto sea lo óptimo no aparece sino
al bueno, es decir al virtuoso, que es quien tiene una recta apreciación del
fin, puesto que es la virtud moral la que hace recta la intención del fin.</i>
Pero que para los malos no aparezca lo que en verdad sea mejor se hace patente
porque <i>la malicia opuesta a la virtud
pervierte el juicio de la razón y hace mentir en torno a los fines</i>, que se
dan en torno a los principios prácticos. Así al intemperante le parece óptimo seguir
las concupiscencias, pues no puede razonar rectamente cuando yerra en torno a
los principios. Luego, como al prudente pertenece razonar rectamente sobre lo
operable, es manifiesto que es imposible que sea prudente el que no es
virtuoso, como no puede ser sabio aquél que errase en torno a los principios de
la demostración” </span><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[23]</span><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> Es verdad que tenemos un conocimiento <i>natural</i> de los fines buenos a los que
debemos tender; pero para Santo Tomás éste parece no ser suficiente garantía
para el recto obrar. La razón la expresa diciendo:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">“Las demás virtudes
intelectuales pueden existir sin la virtud moral; <i>pero la prudencia no puede existir sin la virtud moral</i>. La razón de
ello es porque <i>la prudencia es la recta
razón de lo agible, no sólo en general, sino también en los casos particulares</i>,
donde se realizan las acciones. Ahora bien, la recta razón pre-exige unos
principios de los que procede en su raciocinio. Pero es necesario que la razón
sobre los casos particulares proceda no sólo de los principios universales sino
también de los principios particulares. <i>En
cuanto a los principios universales de lo agible, el hombre está bien dispuesto
por el entendimiento natural de los principios</i>, mediante el cual conoce
que nunca se ha de hacer el mal, o también por alguna ciencia práctica. <i>Pero esto no basta para razonar correctamente
sobre lo particular</i>, pues ocurre a veces que este principio universal
conocido por el entendimiento o por la ciencia, <i>se corrompe en su aplicación al caso particular por influjo de la pasión</i>,
como sucede al concupiscente, a quien, al vencerle la concupiscencia, le
parece bueno lo que desea, aunque sea contrario al juicio universal de la
razón. Por consiguiente, así como el hombre está bien dispuesto respecto de los
principios universales por el entendimiento natural o por el hábito de ciencia,
para estar bien dispuesto respecto de los principios particulares de lo agible,
que son los fines, <i>necesita ser
perfeccionado por algunos hábitos mediante los cuales resulte en cierto modo
connatural al hombre juzgar rectamente del fin; y esto lo logra por la virtud
moral, pues el virtuoso juzga rectamente del fin de la virtud, puesto que según
es cada uno, así le parece a él el fin</i>, conforme se dice en el libro III de
la Ética. Por consiguiente, para la recta razón de lo agible, que es la
prudencia, se requiere que el hombre posea la virtud moral” </span><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[24]</span><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> He aquí el motivo por el cual no basta
con el conocimiento natural para el procedimiento prudencial que concluye con
la recta elección son necesarios dos tipos de principios: universales y
particulares. Los principios universales son dados por la razón natural o <i>intellectus principiorum</i> o sindéresis,
o también de la ciencia moral. Pero estos no bastan: <i>Sed hoc non sufficit ad recte ratiocinandum circa particularia</i>.
Esta última afirmación engloba dos realidades. Por un lado, quiere decir, que
puede ocurrir que se conozca el principio universal, por ejemplo “no hay que
fornicar”, y sin embargo, no se conozca la aplicación particular del mismo, es
decir, que “éste acto concreto de fornicación no debe ser hecho”. En segundo
lugar, también puede ocurrir que se conozca tanto el principio universal como
la aplicación particular, pero que este conocimiento exista en estado habitual
y por algún impedimento (por ejemplo, por una ocupación exterior, por debilidad
corporal, por un estado pasional) no lo considere en acto, y no es por tanto
raro que el hombre obre contra algo que sabe pero que no tiene presente en acto
en ese momento </span><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[25]</span><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">. Por lo tanto, para
que el hombre pueda aplicar a lo particular lo que conoce en universal y
aplicar en acto (o sea tener presente) lo que conoce ya sea como principio
universal cuanto como caso particular que cae bajo ese principio, es necesario
que el apetito esté bien dispuesto, no sólo removiendo los impedimentos, sino
inclinando positivamente hacia esos fines; lo cual lo hace el hábito virtuoso.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> En definitiva se asigna a la virtud
moral la función de garantizar la recta estimación del fin, asegurando al
silogismo prudencial el principio del cual proceder para concluir en un recto
juicio de razón. ¿Cómo lo hace? Introduciendo <i>un conocimiento por connaturalidad</i>. El hábito virtuoso da un
conocimiento y una inclinación connatural hacia el fin bueno. El hábito bueno
hace que la potencia sobre la que éste se arraiga tienda al fin bueno del
hábito como a algo connatural a tal potencia, y no solamente que tienda más fácilmente
o más deleitablemente. Por eso se pueden entender las afirmaciones de Santo
Tomás que dice que en la cuestión de los fines de la vida humana hay que dar
crédito a los sabios, porque éstos tienen al respecto óptimo gusto (<i>optimum gustum</i>) o gusto bien dispuesto (<i>gustum bene dispositum </i></span><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[26]</span><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (iii) <b>Aspecto electivo de las virtudes morales</b>. En segundo lugar, el
hábito perfecciona la elección, En efecto, la elección requiere no solo la
recta razón sino también el apetito recto que adhiere a aquello que la razón
afirma </span><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[27]</span><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">. Éste es el aspecto
más importante y esencial de la virtud moral. Santo Tomás lo afirma
repetidamente: <i>Lo principal de la virtud
moral consiste en la elección </i>[28].<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> Por eso el Aquinate llama a la virtud
moral “hábito electivo”, un <i>hábito de
elegir bien</i>, un hábito que <i>hace recta
la elección</i>. Los hábitos morales se adecuan al modo de obrar característico
de las potencias que perfeccionan y el modo humano es el libre obrar, es decir,
tender a su objeto con señorío sobre el acto.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> Con esto queda claro que la acción
virtuosa no se realiza instintiva o automáticamente, sino de modo electivo. Si
bien el hábito “inclina”, como hemos dicho en el punto anterior, a su objeto
propio, esta inclinación no produce ya el acto de virtud, sino que hace falta
elegirlo y aceptarlo. Esta segunda faceta la posibilita la misma virtud.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> Ahora bien, la elección consiste en la
elección del <i>justo medio</i> cuya
determinación es un acto de la prudencia. Por eso el aspecto electivo de la
virtud moral implica la interacción de la virtud de la prudencia sobre las
otras virtudes. De todos modos, el acto electivo <b><i>es propio de la virtud que está
en juego</i></b>. La prudencia determina el justo medio de la templanza pero es
la templanza la que inclina a la elección del mismo. Podemos decir que el <i>acto electivo de la virtud es la aceptación
del juicio prudencial por parte de la potencia apetitiva</i>. Por eso dice
Santo Tomás: “elegir el medio es un acto de cada virtud en la materia que le es
propia; determinarlo, en cambio, es un acto de la prudencia” [29].<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> No debemos, por eso, dar al término “elección”,
el sentido vulgar de preferencia (que evoca la idea de vacilación o duda entre
varias posibilidades igualmente atractivas). La elección es el acto en el cual
la voluntad expresa toda su <i>energía</i> y
el <i>señorío sobre su ejercicio</i>. La
virtud, en tal sentido, potencia esta capacidad de la voluntad sobre un terreno
concreto (el de la virtud concreta); aumenta la energía de la voluntad en este
momento tan propio de la misma. Por eso, hemos dicho que la virtud, para el
Aquinate perfecciona la naturaleza misma de la facultad sobre la que reside
potenciando su orientación natural. Tal es el sentido que tenía la virtud para
Aristóteles y que retoma Santo Tomás: <i>virtus
cuiuslibet rei determinatur in ultimum in id quod res potest </i>[30], la “virtud”
de una cosa se determina según el máximo
que ella puede producir. Según el ejemplo de Aristóteles, se fija la “virtud”
de un atleta a partir del máximo que éste puede rendir; si su actuación queda
por debajo de ese nivel, se dice que su esfuerzo ha sido inferior a su “virtud”.
La virtud aparece, pues, como una <i>capacidad</i>,
un poder de acción, una aptitud de generar los mejores actos que la potencia
perfeccionada por la virtud puede producir. La virtud perfecciona la potencia
para producirlos y elegirlos libremente como naturales a ella.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> </span></b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">(iv) <b>El aspecto ejecutivo de la virtud moral</b>. Finalmente, señalemos que
la virtud moral perfecciona al sujeto no solamente en la decisión interior sino
también en la realización exterior: el hombre fuerte (perfeccionado por la
virtud de la fortaleza) decide rápidamente hacer frente a los peligros que
deben afrontarse por la realización bien, y <i>cumple</i>
externamente la obra buena con firmeza y constancia y sin vacilación.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">8. Cuestiones
complementarias</span></b><b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> </span></b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[31]<b><o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> </span></b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">(i)<b> El medio de las virtudes</b>. El adagio clásico afirma que “la virtud
moral consiste en un medio”. Esto no significa que “esencialmente” la virtud se
encuentra entre dos vicios extremos, uno por defecto y otro por exceso, porque
tal regla no se verifica por ejemplo con la justicia a la cual sólo se opone el
vicio de la injusticia, como si fuera una “mediocridad”. Hay que entenderlo,
por lo tanto, respecto de su objeto, en el sentido de que la virtud tiene por
objeto el “medio” entre el exceso y el defecto “en su propia materia”, haciendo
que nuestro apetito elija la operación con la medida precisa que le dicta la razón.
Ese medio lo establece la virtud de la prudencia. Hay dos tipos de medios que
caracterizan a la virtud:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> a) El medio “racional” o “proporcional”,
es el que la prudencia establece para las virtudes morales distintas de la
justicia, y varía de acuerdo a las personas, cualidades, edades,
circunstancias, etc. Así el <i>medium</i> de
la virtud de la fortaleza que nos indica el grado en que se debe resistir la
agresión no es el mismo para un niño o para un adulto, para alguien
desequilibrado psíquicamente o para un hombre normal y sano.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> b) El medio “real” o “aritmético” es el
que corresponde a la justicia: si nos han prestado una cantidad determinada de
dinero, lo justo es devolver esa misma cantidad: la virtud de la justicia se
ejerce correctamente cuando se da a cada uno lo que se le debe, ni más ni
menos, sin consideraciones subjetivas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> </span></b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">(ii) <b>La conexión de las virtudes</b> [32].<b> </b>Las virtudes morales pueden encontrarse en estado perfecto o
imperfecto. Las virtudes morales <i>imperfectas</i>,
es decir, las virtudes morales incoadas, cuando están en proceso de generación,
no están conectadas entre sí, como lo demuestra la misma experiencia: alguien
puede estar inclinado a la liberalidad y no a la castidad. Estas virtudes son
más bien inclinaciones, pero no virtudes propiamente dichas, puesto que no
hacen al hombre perfecto.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> En cambio, las virtudes morales <i>perfectas</i>, que nos inclinan al bien
obrar constantemente y en todas las circunstancias, sin que obsten las
dificultades, están unidas entre sí. La razón la hemos expuesto anteriormente
al explicar por qué no puede darse la prudencia sin las demás virtudes morales,
ni éstas sin la prudencia. De este modo, las virtudes morales y la prudencia
mutuamente se incluyen, y por la prudencia todas las virtudes se conectan.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> </span></b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">(iii) <b>La jerarquía de las virtudes </b>[33]. Sobre esto podemos decir: (a) las
virtudes intelectuales tienen un objeto más universal que las morales (su
objeto es el bien particular), y bajo este aspecto, la sabiduría es la más
noble de las virtudes porque su objeto es la causa última de todas las cosas
incluyendo las demás virtudes; (b) pero las virtudes morales son más nobles en
cuanto disponen a la operación, y por tanto realizan más el concepto de <i>virtus</i>; (c) entre las cardinales la más
perfecta es la prudencia que está en la razón y tiene por objeto el bien
racional por esencia, mientras que las otras virtudes tienen por objeto el bien
racional participado en otras cosas; luego sigue la justicia porque está en la
voluntad que es la facultad más cercana a la inteligencia; finalmente la
fortaleza y la templanza.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;">NOTAS<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="font-size: x-small;"><span lang="EN-US" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[1] </span><span lang="EN-GB" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">In Eth., </span><span lang="EN-US" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">III</span><span lang="EN-GB" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">, 13, nº 526; cf. nnº </span><span lang="EN-US" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">255</span><span lang="EN-GB" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">-279.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="font-size: x-small;"><span class="MsoFootnoteReference"><span lang="EN-US" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[</span></span><span lang="EN-US" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">2]</span><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> Cf. I-II, 49.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;">[3] Cf. I-II, 49, 1; III Sent., d.23, q.1, a.1.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;">[4] Cf. I-II, 49,2.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;">[5] Cf. I-II, 50.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;">[6] I-II, 50, 5 ad 3.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;">[7] Cf. I-II, 51-53.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;">[8] De virtutibus in communi, a. 9 ad 11.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="font-size: x-small;"><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[9]</span><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> </span><span lang="EN-US" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">Cf. I-II, 51, 4.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="font-size: x-small;"><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[10] Cf. I-</span><span lang="EN-US" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">II</span><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">, 52.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;">[11] Cf. I-II, 53.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;">[12] <i>Ética a Nicómaco</i>, L. II, c.
6; <i>Phys.</i>, VII, c. 3.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;">[13] In Eth., II, 6, nnº 307-308.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;">[14] Cf. I-II, 56.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;">[14] Cf. I-II, 57.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="font-size: x-small;"><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[16]</span><span lang="EN-US" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> Cf. I-II, 58-60.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="font-size: x-small;"><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[17]</span><span lang="EN-US" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> Cf. I-II, 58, 2 obj. 4.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="font-size: x-small;"><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[18]</span><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> "Lo principal
de la virtud es la elección" (In Eth., II, 7, nº 322).<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;">[19] Cf. I-II, 58, 4.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;">[20] Cf. I-II, 58, 3.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="font-size: x-small;"><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[21] Ét., </span><span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">Libro</span><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> VI.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="font-size: x-small;"><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[22]</span><span lang="EN-US" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> In Ethic., II, 4, nº 283.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="font-size: x-small;"><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[23]</span><span lang="EN-US" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> In Eth., VI, 10, nnº 1273-1274.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="font-size: x-small;"><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[24]</span><span lang="EN-US" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> I-II, 58, 5.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="font-size: x-small;"><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[25]</span><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> </span><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">Estas observaciones que son
claves para entender el verdadero sentido de la afirmación <i>non sufficit ad recte ratiotinandum circa <b>particularia</b></i> Santo Tomás las desarrolla en I-II, 77, 2 al
analizar si la razón puede ser superada por la pasión a pesar de su ciencia.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;">[26] Cf. I-II, 1, 7c; 2,1, ad 1.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="font-size: x-small;"><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[27] Cf. In </span><span lang="EN-US" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">Eth</span><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">., VI, 2, nº 1129.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="font-size: x-small;"><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[28]</span><span lang="FR" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> De </span><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">veritate</span><span lang="FR" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> q.22, a.15, obj. 3.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span style="font-size: x-small;"><span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[29]</span><span lang="EN-GB" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> In III Sent. d. 33, q.2 a. 3, ad 2.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;">[30] I-II, 55, 3; Aristóteles, <i>De
Coelo</i>, L.I, c.II, 281a, 14-19.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;">[31] Cf. I-II, 64-67.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;">[32] Cf. I-II, 65.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoFootnoteText">
<span lang="IT" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;">[33]</span></span><span lang="EN-GB" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"> Cf. I-II, 66.</span><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>Ceytechttp://www.blogger.com/profile/06348045182249992771noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8613625205185550101.post-11023943010084430482012-05-01T06:10:00.000-07:002012-05-01T07:09:03.451-07:00NOTAS DE PSICOLOGÍA CATÓLICA: (X) LA VOLUNTAD<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<b><span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">X. LA VOLUNTAD</span></b><b><span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> Pasamos ahora a tratar sobre la
facultad volitiva, o apetito intelectual, o también apetito racional. Se trata
de la tendencia despertada por el conocimiento intelectual de un bien, o
tendencia hacia un bien concebido por la inteligencia.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> Vamos a tocar algunos puntos
fundamentales: una aproximación descriptiva, luego veremos la naturaleza de la
voluntad, finalmente la relación entre la voluntad y las demás potencias, y algunos
corolarios pedagógicos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">1. Aproximación fenomenológica</span></b><b><span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (i) Si bien no hay mayores dificultades
en distinguir una tendencia o inclinación de un conocimiento, no resulta tan
fácil distinguir entre tendencias de orden sensible (deseo, pasión) y
tendencias de orden intelectual (querer).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> En el lenguaje corriente a veces se
dice “quiero” cuando, en realidad, lo que se experimenta es “deseo”. Otras
veces sucede lo contrario: se dice “deseo” y en realidad se está expresando un
auténtico querer volitivo. La diferencia entre una y otra tendencia radica en
la naturaleza del bien que es querido o deseado. La voluntad se dirige hacia
cosas concretas pero movida por un bien captado por la inteligencia en esas cosas
y por tanto de orden no sensible. En cambio el deseo afectivo o pasional se
mueve por un bien de orden sensible. En el próximo punto veremos en qué cosas
radica la sustancial diferencia entre el querer de la voluntad y las tendencias
sensibles.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (ii) Describamos por ahora el acto
auténticamente voluntario, es decir procedente de la facultad que es la voluntad.
El llamado acto voluntario es un proceso con distintos momentos o fases en las que
van interactuando la inteligencia y la voluntad. La filosofía clásica ha
distinguido doce fases de este proceso: cuatro respecto del fin, cuatro
respecto de los medios y cuatro respecto de la ejecución.<o:p></o:p></span><br />
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> Expresadas en forma de cuadro
tendríamos el siguiente esquema:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<table border="0" cellpadding="0" cellspacing="0" class="MsoNormalTable" style="border-collapse: collapse; margin-left: 6pt; text-align: center;">
<tbody>
<tr>
<td style="border-right: none; border: double windowtext 2.25pt; padding: 0cm 6.0pt 0cm 6.0pt; width: 225.65pt;" valign="top" width="332"><div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"><b> </b></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"><b> ACTOS DE LA INTELIGENCIA</b><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"><b><br /></b></span></span></div>
</td>
<td style="border-left: solid windowtext 1.0pt; border: double windowtext 2.25pt; mso-border-alt: double windowtext 2.25pt; mso-border-left-alt: solid windowtext .75pt; padding: 0cm 6.0pt 0cm 6.0pt; width: 225.65pt;" valign="top" width="332"><div class="MsoNormal">
<span style="font-size: x-small;"><b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> </span></b></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: x-small;"><b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">ACTOS DE LA
VOLUNTAD</span></b><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></span></div>
</td>
</tr>
<tr>
<td colspan="2" style="border-top: none; border: double windowtext 2.25pt; mso-border-top-alt: double windowtext 2.25pt; padding: 0cm 6.0pt 0cm 6.0pt; width: 451.3pt;" valign="top" width="664"><div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"><b> </b></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"><b>I. ORDEN DE LA INTENCION DEL FIN</b><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"><b><br /></b></span></span></div>
</td>
</tr>
<tr>
<td style="border-left: double windowtext 2.25pt; border: none; mso-border-top-alt: double windowtext 2.25pt; padding: 0cm 6.0pt 0cm 6.0pt; width: 225.65pt;" valign="top" width="332"><div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"> 1. Simple
aprehensión del fin<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: x-small;"><i><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> simplex aprehensio</span></i><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></span></div>
</td>
<td style="border-bottom: none; border-left: solid windowtext 1.0pt; border-right: double windowtext 2.25pt; border-top: none; mso-border-left-alt: solid windowtext .75pt; mso-border-right-alt: double windowtext 2.25pt; mso-border-top-alt: double windowtext 2.25pt; mso-border-top-alt: double windowtext 2.25pt; padding: 0cm 6.0pt 0cm 6.0pt; width: 225.65pt;" valign="top" width="332"><div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"> 2. Primera complacencia del fin<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: x-small;"><i><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> simplex volitio</span></i><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></span></div>
</td>
</tr>
<tr>
<td style="border-bottom: double windowtext 2.25pt; border-left: double windowtext 2.25pt; border-right: none; border-top: solid windowtext 1.0pt; mso-border-bottom-alt: double windowtext 2.25pt; mso-border-left-alt: double windowtext 2.25pt; mso-border-top-alt: solid windowtext .75pt; padding: 0cm 6.0pt 0cm 6.0pt; width: 225.65pt;" valign="top" width="332"><div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"> 3. Juicio de conveniencia<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: x-small;"><i><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> iudicium de
possibilitate</span></i><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></span></div>
</td>
<td style="border-bottom: double 2.25pt; border-color: windowtext; border-left: solid 1.0pt; border-right: double 2.25pt; border-top: solid 1.0pt; mso-border-bottom-alt: double 2.25pt; mso-border-color-alt: windowtext; mso-border-left-alt: solid .75pt; mso-border-right-alt: double 2.25pt; mso-border-top-alt: solid .75pt; padding: 0cm 6.0pt 0cm 6.0pt; width: 225.65pt;" valign="top" width="332"><div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"> 4. Intención del fin<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: x-small;"><i><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> intentio finis</span></i><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></span></div>
</td>
</tr>
<tr>
<td colspan="2" style="border-top: none; border: double windowtext 2.25pt; mso-border-top-alt: double windowtext 2.25pt; padding: 0cm 6.0pt 0cm 6.0pt; width: 451.3pt;" valign="top" width="664"><div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"><b> </b></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"><b>II. ORDEN DE LA ELECCION DE LOS MEDIOS</b><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"><b><br /></b></span></span></div>
</td>
</tr>
<tr>
<td style="border-left: double windowtext 2.25pt; border: none; mso-border-top-alt: double windowtext 2.25pt; padding: 0cm 6.0pt 0cm 6.0pt; width: 225.65pt;" valign="top" width="332"><div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"> 5. Deliberación<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: x-small;"><i><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> consilium</span></i><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></span></div>
</td>
<td style="border-bottom: none; border-left: solid windowtext 1.0pt; border-right: double windowtext 2.25pt; border-top: none; mso-border-left-alt: solid windowtext .75pt; mso-border-right-alt: double windowtext 2.25pt; mso-border-top-alt: double windowtext 2.25pt; mso-border-top-alt: double windowtext 2.25pt; padding: 0cm 6.0pt 0cm 6.0pt; width: 225.65pt;" valign="top" width="332"><div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"> 6. Complacencia<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: x-small;"><i><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> consensus</span></i><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></span></div>
</td>
</tr>
<tr>
<td style="border-bottom: double windowtext 2.25pt; border-left: double windowtext 2.25pt; border-right: none; border-top: solid windowtext 1.0pt; mso-border-bottom-alt: double windowtext 2.25pt; mso-border-left-alt: double windowtext 2.25pt; mso-border-top-alt: solid windowtext .75pt; padding: 0cm 6.0pt 0cm 6.0pt; width: 225.65pt;" valign="top" width="332"><div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"> 7. Ultimo juicio práctico<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: x-small;"><i><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> iudicium
discretivum</span></i><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></span></div>
</td>
<td style="border-bottom: double 2.25pt; border-color: windowtext; border-left: solid 1.0pt; border-right: double 2.25pt; border-top: solid 1.0pt; mso-border-bottom-alt: double 2.25pt; mso-border-color-alt: windowtext; mso-border-left-alt: solid .75pt; mso-border-right-alt: double 2.25pt; mso-border-top-alt: solid .75pt; padding: 0cm 6.0pt 0cm 6.0pt; width: 225.65pt;" valign="top" width="332"><div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"> 8. Elección<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: x-small;"><i><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> electio</span></i><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></span></div>
</td>
</tr>
<tr>
<td colspan="2" style="border-top: none; border: double windowtext 2.25pt; mso-border-top-alt: double windowtext 2.25pt; padding: 0cm 6.0pt 0cm 6.0pt; width: 451.3pt;" valign="top" width="664"><div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"><b> </b></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"><b> III. ORDEN DE LA EJECUCION</b><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"><b><br /></b></span></span></div>
</td>
</tr>
<tr>
<td style="border-left: double windowtext 2.25pt; border: none; mso-border-top-alt: double windowtext 2.25pt; padding: 0cm 6.0pt 0cm 6.0pt; width: 225.65pt;" valign="top" width="332"><div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"> 9. Orden o mandato<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: x-small;"><i><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> imperium</span></i><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></span></div>
</td>
<td style="border-bottom: none; border-left: solid windowtext 1.0pt; border-right: double windowtext 2.25pt; border-top: none; mso-border-left-alt: solid windowtext .75pt; mso-border-right-alt: double windowtext 2.25pt; mso-border-top-alt: double windowtext 2.25pt; mso-border-top-alt: double windowtext 2.25pt; padding: 0cm 6.0pt 0cm 6.0pt; width: 225.65pt;" valign="top" width="332"><div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"> 10. Uso activo de la voluntad<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: x-small;"><i><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> usus activus</span></i><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></span></div>
</td>
</tr>
<tr>
<td style="border-bottom: double windowtext 2.25pt; border-left: double windowtext 2.25pt; border-right: none; border-top: solid windowtext 1.0pt; mso-border-bottom-alt: double windowtext 2.25pt; mso-border-left-alt: double windowtext 2.25pt; mso-border-top-alt: solid windowtext .75pt; padding: 0cm 6.0pt 0cm 6.0pt; width: 225.65pt;" valign="top" width="332"><div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"> 11. Ejecución <i>usus pasivus</i><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"> (puede ser de otra potencia)<o:p></o:p></span></span></div>
</td>
<td style="border-bottom: double 2.25pt; border-color: windowtext; border-left: solid 1.0pt; border-right: double 2.25pt; border-top: solid 1.0pt; mso-border-bottom-alt: double 2.25pt; mso-border-color-alt: windowtext; mso-border-left-alt: solid .75pt; mso-border-right-alt: double 2.25pt; mso-border-top-alt: solid .75pt; padding: 0cm 6.0pt 0cm 6.0pt; width: 225.65pt;" valign="top" width="332"><div class="MsoNormal">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"> 12. Goce<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-size: x-small;"><i><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> fruitio</span></i><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></span></div>
</td>
</tr>
</tbody></table>
<div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> Expliquemos brevemente lo que significa
cada uno, poniendo un ejemplo de un acto voluntario ordinario, por ejemplo, la
decisión de tomarse unas vacaciones en Europa.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> 1º El punto de partida está en la
inteligencia: se denomina <i>simple
aprehensión</i> del bien; por ejemplo se cruza por nuestra mente la buena idea
de viajar a Europa.</span></div>
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> 2º Este simple pensamiento despierta en
la voluntad una </span><i style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">complacencia</i><span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> no deliberada,
espontánea, necesaria: “Realmente sería hermoso viajar a Europa”. Esto se
despierta a pesar de que ese bien sea imposible de alcanzar. Se llama veleidad.
Podemos detener el proceso aquí, que es lo que sucede a muchas personas que no
pasan de este estadio: los veleidosos. Pero si el atractivo es muy fuerte el
proceso puede continuar en el siguiente paso.</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> 3º Si el atractivo es intenso la
inteligencia, movida por esa complacencia, pasa a examinar más atentamente este
pensamiento para ver si es posible y bueno aquí y ahora, y si me conviene a mí:
es lo que se llama el <i>juicio de
posibilidad</i>, porque se juzga si es posible o no. “Realmente es muy
conveniente para mí un viaje a Europa en estos momentos de mi vida”.</span></div>
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> 4º Supuesto que ese bien sea posible,
la simple complacencia se transforma en </span><i style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">intención</i><span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">
de conseguir ese bien: “Pues entonces quiero ir a Europa”. En esta intención
está implícita la voluntad de poner los medios necesarios, pero como todavía no
los conocemos, no los queremos formalmente.</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> Con esto se cierra la etapa que tiene
por objeto el fin del acto. Lo siguiente es un proceso semejante pero respecto
de los medios.</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> 5º La intención de alcanzar el fin
provoca la búsqueda de los medios que pueden conducirnos a él; este es un
trabajo intelectual que se denomina </span><i style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">deliberación</i><span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">
o investigación acerca de los medios. “¿Tengo algún medio para hacer realidad
un viaje a Europa? ¿Cómo podría conseguir dinero? ¿Quizá con un trabajo extra,
o pidiendo un préstamo, o hablando con esa tía que siempre está dispuesta a
ayudarme? ¿Encontraré pasajes?” Etc. Si no encontramos medios todo se detiene;
nos damos cuenta de que nos hemos equivocado. Supongamos que encontramos
medios.</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> 6º Entonces<i> consentimos</i> en estos medios con vistas al fin que queremos
alcanzar, aunque a veces, una vez que vemos cuáles son los medios eficaces, no nos
animamos porque vemos que son muy difíciles y todo el proceso se detiene
quedándonos en meras intenciones; por eso se dice que “el infierno está
pavimentado de buenas intenciones” que no se han convertido en realidad. Cuando
el análisis del 5º paso dio como resultado el descubrimiento de un solo medio
entonces este paso 6º se identifica con el 8º. Pero si aparecieron varios
medios y todos nos parecen aceptables, el proceso sigue con el siguiente paso.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> 7º El consentimiento o aceptación de
los diversos medios empuja a la inteligencia a un último análisis de los medios
para establecer cuál de ellos es el más fácil, el más directo, o el más eficaz.
Esta investigación también se la llama <i>deliberación</i>
como el paso 5º pero para distinguirla de él se añade <i>deliberación discretiva</i> o también “último juicio práctico”, o
también “juicio de elección”. El resultado es establecer un juicio de
conveniencia: “el medio que más me conviene a mí es este concreto”. En nuestro
ejemplo: “Lo más conveniente me parece recurrir a mi tía”.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> 8º Este juicio deliberativo termina con
la <i>elección</i> de un medio con exclusión
de los otros: “Está decidido: voy a pedirle un préstamo a mi tía”. Éste es el
acto central de la voluntad: la elección o decisión. A pesar de que pongamos
este paso después del anterior, hay que dejar en claro que esa deliberación
respecto de cuál es el medio más conveniente para mí aquí ahora, en última
instancia lo decide la voluntad. Es la voluntad la que, al inclinarse por un
medio concreto manda a la inteligencia que “prefiera” un medio determinado como
el mejor (así el ladrón siempre elige robar como el mejor medio para ganarse la
vida mientras que el honesto se decide por trabajar). Esto explica que muchas
veces nos decidamos por un medio que sabemos que no es el mejor objetivamente
hablando, pero que es el que más me gusta o el que más me conviene en este
momento. Aquí se ve claramente la mutua influencia entre la inteligencia y la
voluntad.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> Con esto termina la segunda fase
dedicada a los medios.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> 9º Una vez hecha la elección sigue la
ordenación de las operaciones que hay que realizar. Se trata de un trabajo
intelectual que recibe el nombre de “<i>imperio</i>”
y consiste en prever y combinar, poner en orden en nuestra cabeza la serie de
actos que tendremos que ejecutar: “Tengo que bañarme, ponerme el mejor traje,
buscar en el ropero la espantosa corbata que me regaló mi tía hace tres años y
que la tengo escondida para que no la vean mis amigos, comprar un ramo de
flores y ensayar varias veces mi mejor sonrisa delante de un espejo, encaminarme
a su casa y después de elogiarle el jardín y los cuadros dirigirle el más
elocuente de mis discursos explicándole la importancia capital que tiene para mí
un viaje a Europa en estos momentos, como si de esto dependiese mi vida...”<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> 10º Entonces la voluntad pone
movimiento las facultades que deben operar, aplicándolas a su actividad para
realizar aquellos actos que hemos descrito en el punto anterior. Las facultades
movidas por la voluntad pueden ser la inteligencia o cualquiera de las otras
facultades: afectos potencias motoras… Algunos autores llaman a esta fase “<i>uso activo de la voluntad</i>”, es decir
actividad volitiva motora.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> 11º Sigue, de parte de todas las
potencias implicadas, su actuación, bajo el imperio de la voluntad. Este paso
en los actos intelectuales (por ejemplo, si se trata de estudiar, investigar,
memorizar...) es realizado por la inteligencia; pero si se trata de acciones
que involucran otras potencias, como en el ejemplo que hemos puesto, implicará el
movimiento de estas (piernas, sonrisa, palabras…). Se lo llama “<i>uso pasivo</i>”, es decir: ser movidas,
estas potencias, por la voluntad.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> 12º Por último, si todo salió como
esperábamos, se sigue el <i>gozo</i> de
obtener el fin que habíamos buscado. Y ahí estamos, recorriendo Europa con el
pasaje que nos ha comprado nuestra tía y algunos euros de más que nos ha regalado
para que nos tomemos un café en París.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<b><span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">2. Naturaleza de la voluntad</span></b><span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> Respecto de la naturaleza de la
voluntad tenemos tres posiciones contrapuestas: el sensualismo, el
intelectualismo y la equilibrada teoría aristotélico-tomista.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (i) El sensualismo reduce la voluntad a
la emoción o pasión [1]. Esto se conoce como “teoría afectiva de la voluntad”.
Por ejemplo, Wundt afirma que la existencia de una voluntad no basada en los
sentimientos y emociones es una mera ficción de la filosofía. Algo semejante
enseña Condillac, para quien la voluntad no es más que un deseo sensible
predominante. Pero, como señala Lersh, la equiparación entre la voluntad y los
procesos endotímicos (o sea, las tendencias neurovegetativas y las emociones)
es insostenible si se piensa seriamente en la muy diversa peculiaridad
fenomenológica de estas últimas y los procesos de la voluntad propiamente
dicha.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> Lersh explica que todas las vivencias
tendenciales y emocionales tienen un signo común: se originan en un fondo
anímico que no es controlable por el Yo consciente; tienen, como dice Klages,
un carácter pático (de “pasjein”: padecer, recibir un influjo; de aquí viene <i>pasión</i>); las vivencias endotímicas son
páticas en la medida en que nos domina un estado de ánimo; de hecho “somos
afectados” por los estados de miedo, entusiasmo, ira, admiración...<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> La voluntad, en cambio, es lo contrario
de una realidad pática: en ella el hombre se siente como un Yo consciente, no
impulsado, ni gobernado pasivamente, sino dirigiendo activamente, como quien
decide si debe realizar un movimiento. En la voluntad, vista
fenomenológicamente, el Yo se eleva, como la tierra firme de una isla, sobre el
mar tormentoso de las vivencias endotímicas.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> Podríamos apelar también a otros
argumentos; por ejemplo la voluntad deriva de la concepción de un bien,
mientras que el deseo deriva de la percepción sensible de un bien o de la imaginación
del mismo. Además, hay casos en que decidimos contra los deseos más vivos, sin
ningún entusiasmo, fríamente, porque sabemos que tal deseo es desordenado.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (ii) El intelectualismo o racionalismo,
por ejemplo en Spinoza, reduce todo al entendimiento. </span><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">“Por voluntad entiendo la
facultad por la cual el alma afirma o niega lo que es verdadero o falso, y no
el deseo por el cual apetece o aborrece las cosas” (Ethica, 11,48). “La
voluntad y el entendimiento son uno y lo mismo. Demostración: La voluntad y el
entendimiento no son nada aparte de las voliciones e ideas singulares mismas.
Pero la volición y la idea singular son uno y lo mismo. Luego la voluntad y el
entendimiento son uno y lo mismo” (Ethica, 11,49).</span><span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> Es cierto que en el origen de todo acto
voluntario hay una idea; pero no puede reducirse la voluntad a la mera
ideación. Entre otras cosas, porque hay casos en que ideas muy claras no llevan
consigo ningún acto; por ejemplo, la idea de triángulo no genera ningún impulso,
al menos para nosotros; vaya a saber cómo reaccionaba Spinoza. Si se
identifican, no se entiende lo que nos muestra nuestra misma experiencia.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (iii) La explicación del tomismo afirma
que la voluntad es una facultad espiritual apetitiva, es decir una tendencia
del alma hacia un bien concebido por la inteligencia. Es la facultad de querer.
Es una facultad espiritual del mismo modo que la inteligencia. El objeto al que
se dirige es espiritual porque es concebido por la inteligencia, y si el objeto
(el bien) es espiritual, también el acto de querer es espiritual, y por lo
mismo la facultad que lo ejerce también es espiritual. Estas afirmaciones nos
obligan a hablar, a continuación, del objeto de la voluntad y luego de su acto;
de esa manera nos quedará más clara la naturaleza de la voluntad.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (iv) El objeto de la voluntad es el
bien. Propiamente hablando es el bien concebido por la inteligencia. Esto es un
hecho primario, de experiencia, por eso estrictamente hablando no se puede
demostrar, sino explicitarlo. Todos tenemos experiencia de que nos movemos
siempre buscando un bien; precisamente definimos el “bien” como aquello que
atrae nuestro apetito. El principio filosófico “todo agente obra por un fin”,
se entiende en el sentido de que obra por un bien. Una cosa es buscada como fin
porque es percibida como un bien para el sujeto que la busca. Esto significa
que el mal nunca puede ser deseado por sí mismo, no puede ser amado; cuando
alguien quiere o desea un mal para sí mismo o para otro, en realidad quiere un
bien: el bien que se sigue de causar ese mal. Por ejemplo, si un joven se
droga, no lo hace por el daño que le causa la droga, sino por el placer que
ésta le produce. Y en el caso del que se droga porque quiere hacerse daño e
incluso suicidarse, el móvil es el bien que él percibe en esta acción de
hacerse daño; quizá ese bien sea llamar la atención de sus padres que lo han
abandonado, o expresar su rabia por la vida, u otras razones semejantes. Pero
siempre percibe una razón de bien. Esto no significa que la persona no sea
consciente de que está realizando un mal, o incluso de que está cometiendo una
grave ofensa contra Dios, sino que aun en este caso está haciendo esto<i> bajo razón de bien</i>.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (v) Al decir que es un bien concebido
por la inteligencia, estamos afirmando que no puede quererse lo que no se
conoce; la psicología tomista tiene este axioma: “Nihil volitum nisi
praecognitum”, no puede quererse nada que no haya sido previamente conocido.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (vi) Afirmar que la voluntad tiene por objeto
el bien implica que ella ama necesariamente el bien puro y perfecto, el Bien
absoluto, el cual constituye su fin último y es presentado por la inteligencia
como un ideal (cf. S.Th., I, 82, 1; I-II, 10, 1). Es una necesidad de su
naturaleza; considerada la voluntad en este movimiento espontáneo y natural
recibe el nombre de “voluntas ut natura”, voluntad en cuanto naturaleza; se
opone a la voluntad libre, “voluntas ut libera”. La voluntad, considerada en su
inclinación natural, tiende necesariamente al bien absoluto, buscado como
felicidad (o simplemente dicho: busca natural y espontáneamente la felicidad); pero
ella no ve el objeto concreto en el que se realiza este bien absoluto, tarea
que tiene que ser el resultado de nuestra investigación personal. Es por este
motivo, que algunos colocan su felicidad en las riquezas, otros en los honores,
en el poder, en el placer, en la ciencia o en la virtud... Un trabajo serio y
sereno e imparcial de investigación es posible a todo hombre; Santo Tomás le
dedica, siguiendo a Aristóteles, un estudio particular al preguntarse
precisamente cuál es el objeto que puede satisfacer plenamente todas las
aspiraciones humanas (cf. S.Th., I-II, 2). Indudablemente un estudio de este
tipo sólo puede ser realizado de modo imparcial en la medida en que uno no sea
esclavo de ninguna pasión; porque si las pasiones, como ya hemos visto,
enceguecen o al menos tuercen nuestros juicios, debemos suponer que en ningún
campo lo harán como en este, en el que se juegan tantos intereses, y en el
cual, no sólo está implicado el descubrimiento de la verdadera felicidad, sino
la exigencia, quizá, de cambiar totalmente de conducta (la conversión del
corazón).<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (vii) Hemos dicho que el objeto de la
voluntad es el bien; debemos hacer ahora una precisión importante: si el bien
conocido por la inteligencia es el objeto de la voluntad, sin embargo para que
este bien mueva la voluntad debe ser percibido no sólo como un bien, sino como
un “bien para mí”, o sea, un bien <i>conveniente</i>.
Si una realidad es percibida como un bien, pero no como un bien conveniente,
solamente es objeto teórico de la voluntad, pero la voluntad no se mueve a
quererlo. Este es un elemento fundamental a la hora de educar la voluntad: si
no se logra que algo sea percibido como conveniente para el sujeto, es decir
atractivo, apetecible aquí y ahora, la voluntad no se moverá, permaneciendo en
estadios previos al querer, como la veleidad.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (viii) La espiritualidad de la voluntad
puede ser captada por una capacidad que le es propia: la de reflexionar; no
entendamos reflexión en el sentido de autoconocimiento, sino en el sentido de “ser
capaz de volver (flexionar) sobre sí misma”. De forma magnífica expresa esta
experiencia San Agustín cuando dice: “Aun no amaba y ya amaba (= quería) amar;
buscaba algo para amar, amando (= queriendo) amar” (<i>Confesiones</i>, III,1). Esta es la reflexión de la voluntad: ella
puede querer querer o amar amar; la experiencia nos muestra que si se ama a
alguien, también se ama el amor que se siente por esa persona. ¿Por qué es esto
posible? Explica Santo Tomás: porque el acto de querer es un cierto bien; por
tanto nada impide que queramos ese bien, es decir, que queramos el querer. Es
más Santo Tomás afirma que siempre que uno ama algo, ama el amar ese algo
(S.Th., II-II, 25, 2). ¿Y qué pasa cuando alguien siente que odia un
determinado querer; por ejemplo, una persona que se da cuenta de que se ha
enamorado de quien no corresponde, por ejemplo, de una persona casada, y siente
disgusto por experimentar ese amor, al mismo tiempo que no puede dejar de
experimentarlo? En este caso lo que verdaderamente ocurre es que el amor que se
experimenta hacia esa persona es propiamente un amor afectivo y sensible,
mientras que el aborrecimiento de ese sentimiento es un acto de la voluntad
espiritual. O bien, puede suceder que se trate de un amor espiritual pero no
puro, sino mezclado con odio: amo a este hombre en la medida en que me parece
bueno, y lo odio en la medida en que me parece malo (porque me lleva a una
relación prohibida y destructora).<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (ix) Hemos dicho que el bien tiene
razón de fin, es decir de aquello en lo que termina el movimiento de nuestro
apetito. La <i>noción de fin</i> se
desdobla: el bien que es querido por sí mismo, como término último de mi
tendencia, se denomina propiamente fin; pero cuando es un bien que a su vez se
ordena a otro bien que está más allá (por ejemplo, quiero comprarme un teléfono
[bien inmediato] para poder llamar a mis amigos [bien que está más allá]) se
denomina <i>fin intermedio</i>, o, como usa
Santo Tomás, “aquello que se ordena al fin”; vulgarmente usamos la expresión “medios”,
que no es tan exacta. Cuando un fin termina una serie particular de acciones
(por ejemplo, estudio para rendir, rindo para aprobar, quiero aprobar para
recibirme de psicólogo) ese fin (recibirme de psicólogo) se llama “fin último particular”
(porque es el fin último de una serie ordenada de acciones). En cambio, cuando
hablamos del fin que termina <i>todas</i>
las acciones de la vida se llama “fin último de toda la vida” o “fin último absoluto”.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<b><span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">3. El acto voluntario</span></b></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (i) Pasamos ahora a hablar del acto
voluntario. Se define como acto voluntario aquel que procede de un principio
intrínseco (la voluntad) con conocimiento del fin. El modo de proceder puede
ser muy diverso:<o:p></o:p></span></div>
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> a) Puede emanar de la voluntad de
manera directa y propia,</span><span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> </span><span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">como el querer, tender, amar, desear y
gozar. La filosofía llama a estos actos “<i>elícitos</i>”.<o:p></o:p></span></div>
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> b) Puede tratarse, en cambio, de actos <i>imperados</i>: un acto imperado procede de
forma inmediata de una facultad distinta de la voluntad (por ejemplo, estudiar
procede de la inteligencia, caminar de las piernas) pero bajo el influjo de la
voluntad que manda, impera, ese acto (el acto es: querer estudiar o querer
caminar).<o:p></o:p></span></div>
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> c) También podemos estar ante un acto
que en sí es involuntario, pero procede de la voluntad de manera<i> mediata</i>, o más propiamente hablando, procede
“de una causa voluntaria”. Esto ocurre cuando un acto es realizado por una
persona que no es plenamente dueña de sí misma (por ejemplo, el drogado o el
borracho que golpea o mata a una persona), pero sí ha sido voluntaria la acción
que lo puso en este estado (el emborracharse o el drogarse). Así, la persona
que, manejando ebria, atropella a un transeúnte, puede ser responsabilizada del
accidente causado si en el momento de emborracharse era consciente de que más
tarde iba a tener que manejar y que de esa manera corría el riesgo de causar
algún accidente, y a pesar de eso bebió de más. En este caso se lo considera
culpable al menos en parte. Su acto es voluntario “en su causa” porque es
voluntario el acto que ha causado la borrachera que a su vez ha causado el
accidente.<o:p></o:p></span></div>
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> d) Otras veces el acto de la voluntad
está mezclado de involuntariedad; es decir, el acto en parte se quiere y en
parte no se quiere. Huelga decir que el querer es más fuerte aquí que el no
querer, por eso estamos frente a un acto; si hubiese sido más fuerte el no
querer, no tendríamos ningún acto. Un ejemplo típico es el acto por el cual
entregamos “voluntariamente” nuestro dinero al ladrón que nos apunta con un
revólver amenazando nuestra vida. No cabe duda que aquí ahora, bajo estas
circunstancias, quiero darle mi dinero para conservar mi vida, pero se lo doy
con “repugnancia”; bajo otras circunstancias, por ejemplo si solo me amenazarse
con insultarme, no se lo daría. Esto se llama “voluntario mixto”.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (ii) Hemos dicho que el acto voluntario
procede de la voluntad con conocimiento del fin. El conocimiento es un elemento
determinante del acto voluntario. Si no hay ningún tipo de conocimiento no estamos
ante actos voluntarios, por más que los realice un ser humano. Tal es el caso
de los actos que puede realizar un sonámbulo, una persona hipnotizada, o una
persona dormida; o también los actos que realizamos sin ningún tipo de
advertencia (totalmente distraídos). Hace falta pues que haya algún tipo de
conocimiento de lo que estamos haciendo; pero no hace falta que ese
conocimiento esté presente en el momento mismo en que se realice el acto, ni
que sea tan perfecto que alcance a conocer los detalles específicos de ese
acto. Expliquemos estos términos:<o:p></o:p></span></div>
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> a) El caso más sencillo es el del acto
en el cual el conocimiento es claro, pleno y actual (porque soy consciente de
todos los elementos de lo que estoy haciendo).<o:p></o:p></span></div>
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> b) También tenemos el caso en que el
conocimiento se coloca al comienzo del acto o incluso en un acto anterior que es
causa de este (como ya vimos en el voluntario en su causa), y el acto que ahora
se está realizando, aunque no goce de una conciencia actual, sin embargo está
realizado por influjo de un conocimiento previo; influjo que<i> sigue actuando hasta que se termina el acto</i>.
De esta manera realizamos gran parte de nuestras acciones. Por ejemplo, todos
nosotros queremos conocer mejor este tema de la voluntad, por esta razón hemos
venido a escuchar esta clase o estamos leyendo este apunte; sin embargo ninguno
de nosotros está pensando en este preciso momento sobre la intención que nos
mueve; esto lo hicimos al comenzar el acto y ese conocimiento continúa influyendo
en el momento presente.<o:p></o:p></span></div>
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> c) Finalmente decimos que para que un
acto sea voluntario basta que el conocimiento recaiga sobre lo genérico de la
acción que estamos realizando, sin que haga falta que yo conozca todos los
detalles de la misma. Por ejemplo, para que cometa un pecado basta que yo sepa
que tal acción que estoy por realizar es mala y prohibida; aunque no esté muy
seguro contra cuál mandamiento de la ley de Dios estoy obrando.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (iii) El <i>juicio moral</i> sobre un acto humano se realiza tomando en
consideración tres elementos fundamentales: la acción que es elegida (objeto
moral del acto), la intención con la cual se realiza dicha acción (fin moral
del acto), y las circunstancias en las cuales se realiza el acto.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> a) Lo primero que se toma en
consideración es la acción elegida, moralmente considerada (¿qué es lo que
pretendo hacer?; por ejemplo, pasear, estudiar, asesinar a alguien, hablar por
teléfono...) Esto se denomina “objeto moral”. Por supuesto no nos referimos a
la acción materialmente considerada sino a su cualidad moral. Es decir, ¿esta
acción contradice las reglas morales grabadas en nuestra naturaleza, o la ley
divina, o alguna ley humana justa? La respuesta a estas preguntas puede ser
triple: o respeta esas leyes, y entonces este acto es bueno por su objeto, o va
contra alguna ley y entonces es malo e injusto, o no está contemplado por
ninguna ley (por ejemplo, pasear u oler una flor) y entonces es indiferente.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> b) Lo segundo es el fin que se persigue
con esta acción: ¿para qué quiero pasear, con qué intención cometo este homicidio,
qué pretendo con esta llamada telefónica? Nos preguntamos aquí por el fin
moral, es decir ¿se persigue un fin bueno o un fin malo con esta acción?<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> Las posibilidades que se siguen de la
conjugación entre el objeto moral (acción elegida) y el fin moral (motivo por
el cual elijo hacer aquella acción) nos pone frente a varias posibilidades:<o:p></o:p></span></div>
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></div>
</div>
<ul style="margin-top: 0cm;" type="disc">
<li class="MsoNormal" style="color: #1f497d; text-align: left;"><span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="color: windowtext;">Una
acción buena (curar a un enfermo) hecha por un fin bueno será siempre
buena, aunque puede ser más buena o menos buena según la bondad del fin
(por ejemplo, si lo hago solamente por compasión, o si lo hago por amor de
Dios).<o:p></o:p></span></span></li>
<li class="MsoNormal" style="color: #1f497d; text-align: left;"><span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="color: windowtext;">Una
acción buena (curar a un enfermo) hecha por un fin malo (servirme de él
como esclavo cuando esté sano) se vuelve totalmente mala.<o:p></o:p></span></span></li>
<li class="MsoNormal" style="color: #1f497d; text-align: left;"><span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="color: windowtext;">Una
acción mala (hacer morir a un enfermo) hecha por un fin bueno (aliviar a
su familia de este peso) sigue siendo mala. Vale aquí plenamente el
principio: “el fin no justifica los medios”.<o:p></o:p></span></span></li>
<li class="MsoNormal" style="color: #1f497d; text-align: left;"><span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="color: windowtext;">Una
acción mala (hacer morir a un enfermo) hecha por un fin malo (quedarme con
su dinero) puede volverse más mala todavía.<o:p></o:p></span></span></li>
</ul>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> c) Lo tercero que debo considerar son
las circunstancias en que se realiza ese acto. Tradicionalmente se señalan
siete circunstancias que pueden influir en la moralidad de la acción:<o:p></o:p></span></div>
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></div>
</div>
<ul style="margin-top: 0cm;" type="disc">
<li class="MsoNormal" style="color: #1f497d; text-align: left;"><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="color: windowtext;">el tiempo en que se realiza el acto (<i>quando</i>);<o:p></o:p></span></span></li>
<li class="MsoNormal" style="color: #1f497d; text-align: left;"><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="color: windowtext;">el lugar en que es hecho (<i>ubi</i>);<o:p></o:p></span></span></li>
<li class="MsoNormal" style="color: #1f497d; text-align: left;"><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="color: windowtext;">el modo de hacerlo (<i>quómodo</i>);<o:p></o:p></span></span></li>
<li class="MsoNormal" style="color: #1f497d; text-align: left;"><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="color: windowtext;">la materia sobre la que versa (<i>circa quid</i> o <i>quid</i>);<o:p></o:p></span></span></li>
<li class="MsoNormal" style="color: #1f497d; text-align: left;"><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="color: windowtext;">la cualidad del sujeto que lo realiza (<i>quis</i>);<o:p></o:p></span></span></li>
<li class="MsoNormal" style="color: #1f497d; text-align: left;"><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="color: windowtext;">los motivos circunstanciales que mueven a
realizarlo (<i>cur</i>);<o:p></o:p></span></span></li>
<li class="MsoNormal" style="color: #1f497d; text-align: left;"><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><span style="color: windowtext;">los medios empleados para su ejecución (<i>quibus auxiliis</i>).</span></span><span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></li>
</ul>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> El principio moral con el que se hace
el juicio moral global es: “una acción es buena cuando los tres elementos
(objeto, fin y circunstancias) son buenos; y el malo cuando cualquiera de ellos
es malo” (</span><i style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">bónum ex íntegra causa, málum
ex quocumque defectu</i><span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">).</span></div>
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<b><span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">4. La voluntad y las demás potencias</span></b><b><span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></b></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> ¿Cuál es la relación entre la voluntad
y las demás potencias?<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (i) El punto más discutido en la
historia de la filosofía es el de la preeminencia de la inteligencia o de la
voluntad. Para el objetivo de nuestro estudio este tema es relativamente
secundario, por esta razón nos limitamos a presentar la discusión. Se oponen
los que dan la preeminencia absoluta a la inteligencia (intelectualistas) y los
que dan la preeminencia absoluta a la voluntad (voluntaristas). Santo Tomás no
se ha limitado a una respuesta simple sino a una teoría mixta, estableciendo
una doble consideración de las relaciones entre inteligencia y voluntad. Quien
más ha estudiado este tema ha sido Cornelio Fabro el cual sostiene que la
solución más acorde con <i>todos</i> los
textos de Santo Tomás (porque en las discusiones de escuela unos usan unos
textos dejando de lado los otros y viceversa) es que: la inteligencia tiene un
primado formal y objetivo (es decir tiene una anterioridad operativa ya que el
intelecto funda toda la actividad voluntaria, aunque más como “condición” que
como causa, es decir que no podemos querer si previamente no conocemos, pero el
conocimiento no mueve a la voluntad sino que es condición de la misma; puedo
conocer claramente lo que hay que hacer y no querer hacerlo); y hay un primado
real y subjetivo de la voluntad, es decir una superioridad metafísica y
existencial (es decir en el dinamismo de la acción y de la formación de la
persona mediante el ejercicio de la libertad, la voluntad tiene el primer
puesto no sólo como principio universal activo moviente sino también, y sobre
todo, como principio formal moral) [2].<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (ii) En cuanto al mutuo influjo entre
la inteligencia y la voluntad debemos decir que se da una doble moción. La
inteligencia mueve la voluntad presentándole el objeto, por tanto desde el
punto de vista del contenido y determinación del acto. La voluntad mueve la
inteligencia en cuanto al ejercicio del acto: la inteligencia se mueve a
entender porque la voluntad quiere que la inteligencia entienda.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (iii) La relación entre la voluntad y
las pasiones es también de un influjo mutuo. Por un lado, las pasiones pueden
mover la voluntad de modo indirecto; ante todo, porque tienen un sujeto común
que es el hombre, por lo cual, cuando la pasión modifica las disposiciones del
hombre, también modifica la estimación que tiene de los bienes y de los males
(si estoy enojado, consideraré que no es desubicado decir cosas que no diría
cuando estoy calmado); también influye en la medida en que la pasión absorbe
gran parte o toda la atención, lo que hace más difícil nuestros actos
voluntarios; finalmente influye cargando de contenido pasional, mediante la imaginación,
el objeto que luego la inteligencia presentará a la voluntad como “necesario”
de ser querido (cf. S.Th., I-II, 9, 2; 10, 3; 77, 1). También la voluntad puede
gobernar las pasiones aunque no con un poder absoluto sino solamente con un
poder relativo, o <i>político</i>, según la
fórmula de Aristóteles. Esto lo hace la voluntad apartando la atención del
objeto que seduce y dirigiéndola a otra cosa; también imperando acciones
físicas que aparten la presencia o la imaginación del objeto (por ejemplo,
yéndose del lugar de tentación, apartando la vista, haciendo algún ejercicio
físico...).<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<b><span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">5. La elección y la libertad del acto
humano</span></b><b><span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></b></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> Al hablar de los distintos pasos del
acto humano hemos hecho notar que el principal es la elección. Esto nos lleva a
considerar el tema de la libertad. En su sentido más profundo la libertad
consiste en el dominio o señorío que la persona tiene de sus actos: somos dueño
de nuestros actos y causa de los mismos. Este señorío se manifiesta de dos
modos diversos: como capacidad de elegir entre diversos bienes, cuando ninguno
de esos realiza plenamente el Bien universal; y como capacidad de querer
interponer los actos que nos unen con nuestro fin último.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (i) Han negado la existencia de la
libertad, en el pasado, los predestinacionistas, deterministas y fatalistas,
para quienes todo está predeterminado de antemano, y la experiencia que cada
uno de nosotros tiene de la libertad (constantemente elegimos y sabemos que
elegimos) la explican como ilusión y apariencia, o, en todo caso, como una
libertad en cosas totalmente secundarias de la vida. Entre los negadores
también hay que contar a las doctrinas psicológicas y sociológicas que han
difundido la idea de que los actos verdaderamente libres son menos frecuentes
de cuanto pensamos, mientras que nuestros actos están muy condicionados.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (ii) Otros en cambio absolutizan la
libertad, exaltándola al punto de considerar que cualquier comportamiento es
lícito por el solo hecho de ser libremente elegido: cada uno tiene el derecho
de decidir lo que quiere hacer de su vida, de su persona, de su profesión, de
su sexualidad, incluso decidir su identidad sexual, etc. En esta ideología a lo
sumo se pueden establecer ciertos límites basándose en los posibles daños o
molestias que podría causarse a los demás con nuestros comportamientos; y aun
así, esto es muy relativo, puesto que este principio sólo se esgrime para
limitar las expresiones públicas de los que son contrarios a esa ideología (por
ejemplo, para impedir o prohibir las manifestaciones públicas de fe, signos
religiosos...) mientras que nunca se aplican respecto de los comportamientos de
los mismos defensores de esa teoría (harta experiencia se tiene con las
manifestaciones, a veces violentas y siempre ofensivas, que defienden los
llamados “derechos homosexuales”, el “orgullo gay”, y el feminismo radical).<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (iii) La existencia de la libertad se
puede demostrar por diversas vías. Ante todo por nuestra propia experiencia
psicológica exterior: cada persona tiene experiencia de realizar actos libres,
de elegir ciertos comportamientos y descartar otros, de realizar actos en los
cuales no experimentamos ninguna obligación exterior, y de ser dueños de
nuestro propio obrar. También se prueba por nuestra experiencia interior, es
decir por la experiencia de nuestra conciencia que nos reprende por haber
realizado actos que no debíamos realizar y de los que somos conscientes que “podíamos
negarnos a realizarlos”; igualmente la conciencia nos alaba por haber hecho
ciertos actos que debíamos hacer, o era conveniente que hiciéramos. Finalmente
la libertad se prueba por el hecho de que somos seres racionales, esto es, no
nos movemos como los animales brutos por el instinto o determinados
necesariamente por la percepción de los bienes que convienen o perfeccionan
nuestra naturaleza (comer, defenderse, aparearse...), sino que nos movemos a
partir del conocimiento racional, que es siempre aprehensión de conceptos
espirituales y universales, y así, aunque la inteligencia nos presente ciertas
cosas como buenas, no presenta ninguna de ellas como realizando la felicidad
perfecta que es lo único a lo cual nos movemos con necesidad.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (iii) El sujeto y principio del libre
albedrío es la voluntad; y más propiamente la voluntad penetrada de la luz de
la razón; porque elegir significa determinarse por un objeto con exclusión de
otros; o sea, <i>preferir</i>, y esto supone
una comparación y un juicio de valor de cada uno de esos bienes y una
jerarquización, fruto de lo cual es, precisamente, la determinación de que,
aquí y ahora, me conviene realizar o tender hacia un determinado bien dejando
de lado otros bienes. Es evidente que tales juicios de valor son actos
intelectuales. De aquí que Aristóteles definía la elección como un “voluntario
premeditado” (<i>voluntarium praeconsiliatum</i>).<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (iv) Podemos dividir la libertad en “libertad
de ejercicio” (capacidad de querer o no querer, de obrar o no obrar) y “libertad
de especificación” (capacidad de elegir entre diversos bienes). Esta última es
dividida por algunos autores en libertad de “disparidad” (cuando se elige entre
bienes) y de “contrariedad” (cuando se elige entre un bien y un mal); pero hay
que decir que la elección entre un bien y un mal más que una perfección es un
defecto de la libertad limitada y falible del hombre (Dios, que es
infinitamente libre, nunca puede elegir un mal), del mismo modo que un avión
además de volar también tiene la posibilidad de caerse a tierra, pero esto no se
debe a la perfección de su capacidad de volar sino a la limitación de esa
capacidad.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (v) ¿Cuál es el objeto de la elección?
Tradicionalmente se dice que la elección es de “aquello que se ordena al fin”
(los medios), y no del fin. El fin es lo que se presupone a la elección (porque
quiero tener una profesión es que elijo entre varias carreras una que me
permita llegar a tener un título). Y si este fin (ser un profesional) en orden
al cual estamos eligiendo un medio (una carrera), también fue previamente
elegido, es porque, previamente fue considerado un posible medio para otro fin
más alto (elegí el ejercer una profesión como un medio para hacerme santo –fin–
dejando de lado el consagrarme a Dios). De todos modos, cuando decimos que no
se elige el fin sino los medios, estamos haciendo siempre referencia a dos fines
posibles: el fin que se presupone en esta concreta elección (como en el ejemplo
que acabamos de poner, cuando decido entre diversas carreras universitarias no
estoy eligiendo ser profesional sino que presupongo ya decidido; estoy
eligiendo más bien por cuál camino habré de concretar esa decisión) y el fin
último considerado bajo la razón general de felicidad, es decir, que no
elegimos ser felices sino que eso es algo a lo que nuestra naturaleza nos
inclina de modo necesario: queremos con necesidad natural ser felices. En
cambio esta afirmación no se aplica si la entendemos del <i>fin último en concreto</i>, es decir, si nos referimos a aquello en lo
que cada persona pone su fin último, ya que unos deciden (eligen) ponerlo en el
dinero, otros en el poder, otros en el placer, otros en Dios...<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<b><span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">6. Los impedimentos del acto voluntario</span></b><b><span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></b></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> Hay ciertos fenómenos psíquicos que
dificultan o impiden que un acto sea plenamente voluntario; para hacer un
juicio sobre la integridad o no de un acto y sobre la responsabilidad de su
autor, es necesario tener presentes estos factores.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (i) En primer lugar, la <i>violencia</i>. A modo de principio debemos
decir que un acto no es voluntario, y por ende tampoco responsable, en la
medida en que ese acto sea fruto de la fuerza de un principio extrínseco al
sujeto contra la inclinación de la voluntad de este. Para que hablemos de
violencia como impedimento del acto voluntario, por tanto, es necesario que
haya resistencia de parte de la persona violentada y que esta no consienta en
la acción que padece (nos referimos exclusivamente a los actos externos realizados
por la persona violentada, por ejemplo, el que es forzado a ponerse de rodillas
delante de un ídolo).<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> No hay que confundir con la violencia
propiamente dicha el fenómeno semejante del obrar <i>bajo amenaza</i>; esta es violencia moral, pero no produce un acto
involuntario sino un acto voluntario mixto (si yo, juez, declaro inocente a un
criminal por miedo de que me maten sus familiares, el acto es <i>voluntario mixto</i>); por eso se dice que
la amenaza grave no excusa de pecado grave (no puedo realizar una acción
gravemente injusta por miedo de sufrir un mal; como dice san Pedro: es mejor
sufrir la injustica que cometerla).<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (ii) También la <i>ignorancia </i>puede causar <i>a
veces</i> un acto involuntario (pero no siempre). En este punto hay que estar
atentos, pues la ignorancia a veces disminuye la voluntariedad y a veces no.
Disminuye o incluso anula la voluntariedad de lo que hago la <i>ignorancia</i> <i>que es causa total del acto</i>, y que los moralistas llaman <i>ignorancia antecedente e invencible</i>;
esto es, cuando se obra “por” ignorancia, o sea, cuando alguien hace algo
exclusivamente porque ignoraba que eso fuera malo o que no debía hacerlo, o desconocía
que tuviera tales o cuales consecuencias y no tenía forma de salir de la
ignorancia (por ejemplo, cuando yo, cazando en el bosque mato a un hombre al confundirlo
con un animal); en este caso, <i>no hubiera
hecho este acto de no ser porque ignoraba su verdadera naturaleza o su
moralidad</i>. Se dice que “no hay forma de salir de la ignorancia” (o sea, que
esta es <i>invencible</i>) cuando ni
siquiera se presentan dudas o sospechas de que esto sea malo. En cambio, no
anula la voluntariedad del acto la ignorancia <i>vencible</i> (cuando se obra con dudas serias y fundadas, o sea,
teniendo razones para dudar), cuando la acción se hubiera hecho igualmente en
caso de conocerse lo que se estaba haciendo (por ejemplo, quien, al confundirlo
con un animal, mata a un enemigo al que de todos modos había decidido asesinar
cuando le fuera posible; esto lo llaman <i>ignorancia
concomitante</i>), o quien ignora por propia culpa lo que tiene que saber, por
ejemplo, el que ignora cosas esenciales de su profesión por haber sido
negligente al estudiar, y, peor aún, el que <i>quiere
ignorar</i> algo para obrar sin tantos cargos de conciencia (ignorancia que se
llama <i>afectada</i>, es decir, <i>querida</i>).<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (iii) Otra causa posible de
involuntariedad pueden provenir de algunos <i>afectos
o pasiones muy intensas</i>. Decimos “algunos” y no “todos”. En efecto, la
persona que obra <i>dominada por la pasión</i>
no tiene señorío de lo que hace, pero esta falta de dominio o responsabilidad solo
es realmente involuntaria cuando la pasión ha logrado dominar a la persona sin
que esta haya podido impedirlo; por ejemplo, cuando la pasión ha surgido
espontáneamente, o la persona no ha tenido éxito en desviarla a pesar de
haberlo intentado por todos los medios (por ejemplo, la ira ante la súbita e
inesperada aparición de un ladrón o al enterarse de la traición de un amigo).
En cambio, no es involuntaria si la persona la ha causado deliberadamente (por
ejemplo, el soldado que voluntariamente intenta despertar en sí mismo el coraje
antes de entrar en la batalla, o el estudiante que quiere apasionarse con el
tema que está investigando, o el que intenta excitarse con pornografía para
realizar más intensamente un acto sexual) o si al experimentar su surgimiento
no ha hecho nada por atajarla o desviarla.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> Un caso particular de pasión es el <i>miedo</i>, que puede llegar muchas veces a
bloquear a la persona siendo causa de auténticos actos involuntarios,
especialmente actos de omisión (como quien, presa del pánico o bajo un shock
emotivo, no ayuda a una persona accidentada o a quien se está ahogando). En
estos casos se dice que se obró (o se dejó de obrar) “por” miedo. En cambio,
hay una situación de miedo en que este no anula la acción sino, todo lo
contrario, <i>manifiesta la intensidad del
querer</i>, y es el de quien obra “con” miedo, o mejor dicho, “a pesar del
miedo”, como el ladrón que, a pesar del miedo de ser atrapado o de que lo
maten, perpetra su robo; en este caso, el hecho de que experimente miedo es
signo de un querer muy intenso: está tan decidido a robar que lo hace <i>a pesar</i> de tener miedo; quiere robar y
quiere vencer su miedo para robar.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (iv) También de algún modo los <i>vicios</i> contraídos disminuyen la libertad
de la persona, especialmente cuando el vicio llega a adueñarse de tal modo de
la psicología del vicioso que termina por ser una verdadera adicción y
esclavitud. De todos modos, en estos casos hay que tener en cuenta que como la
adquisición del hábito vicioso es causada por la repetición de actos libres se
cumple aquí lo que más arriba hemos denominado “voluntario en su causa”. La
causa de este hábito ha sido generada libremente; por tanto, los actos que a su
vez este vicio origina, se consideran responsables en su causa. Esta
voluntariedad solo se corta con una radical retractación del hábito y la lucha
contra el mismo; en caso de que, a pesar de haberse arrepentido del hábito y de
luchar contra él, <i>en alguna ocasión</i>
caiga por la fuerza impetuosa de la costumbre adquirida, debe considerarse como
una voluntariedad al menos atenuada.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (v) Por último señalemos como causas
atenuantes o derogadoras de la voluntad los <i>impedimentos
psíquicos</i> (neurosis, psicosis y psicopatías) que influyen de muy distinta
manera en el actuar voluntario. La voluntariedad de la persona afectada por
algún trastorno psíquico deberá analizarse siempre caso por caso teniendo en
cuenta que muchos problemas no impiden totalmente la libertad del enfermo, pero
sí la disminuyen, y que a menudo las personas afectadas por alguna patología
padecen entorpecimientos en una determinada área de su obrar pero pueden
mantener la lucidez y libertad en otras (como ocurre a quienes tienen fobias,
escrúpulos…).<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<b><span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">7. Una perspectiva teológica: la herida de
la voluntad</span></b><b><span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></b></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> También la teología tiene algo que
decir sobre la voluntad.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (i) Nuestra voluntad está herida. Esta
herida proviene del pecado original con el que hemos nacido (y cuyas secuelas
permanecen aunque haya sido borrado por el bautismo: <i>fomes peccati</i>) y por las lesiones que hemos añadido con nuestros
pecados personales (más todavía si estos actos han dado origen a vicios).
Algunos vicios y defectos afectan de modo directo a la voluntad: la injusticia,
la ingratitud, la irreligión, la pereza y acedia, la indecisión, el orgullo, el
egoísmo… Esto produce una particular debilidad en nuestra voluntad respecto de
los bienes que deberían estar al alcance de ella por ser <i>naturalmente proporcionados</i> a sus fuerzas… si estas no estuviesen
desgastadas por los problemas antedichos.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (ii) De aquí se sigue una doble
necesidad del <i>auxilio divino</i> que nos
asiste a través de la gracia divina, de las virtudes sobrenaturales infundidas
por Dios en nuestras potencias (tanto en la voluntad –caridad y esperanza– como
en la inteligencia –fe–) y de los dones del Espíritu Santo. En primer lugar
tenemos una necesidad que es ajena al estado de debilidad causado por el pecado
y que es la necesidad de la gracia divina para tender y alcanzar cualquier bien
estrictamente sobrenatural. Este bien (Dios mismo, la vida de la gracia en este
mundo –o santidad– y la salvación eterna después de esta vida) excede
absolutamente las fuerzas de nuestra naturaleza, tanto después como antes del
pecado original. Es algo <i>desproporcionado</i>
para nosotros, como ver el color para un ciego de nacimiento. Sin la gracia
divina que nos eleva por encima de nuestras fuerzas no es posible realizar
ninguna obra sobrenatural: ni de fe sobrenatural, ni de caridad sobrenatural ni
de esperanza sobrenatural, ni obtener la gracia divina, ni perseverar en la
gracia ni obtener la vida eterna.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (iii) Pero además de esta necesidad
evidente, también tenemos una necesidad que se deriva de la antes referida
herida del pecado (original y personal), por la cual hemos quedado debilitados <i>también para el bien natural</i>; al menos
para hacer <i>todo el bien natural</i>. En
particular los teólogos señalan que necesitamos la ayuda divina para realizar
la totalidad del bien (es decir, para cumplir <i>todos los mandamientos</i> de la ley natural, cuanto menos de modo
permanente), para evitar de modo permanente cometer nuevos pecados (además de
la necesidad que tenemos de ella para salir del pecado, puesto que un muerto no
puede resucitar por sí mismo, si Dios no resucita al pecador este no puede
volver a la gracia puesto que el pecado es muerte del alma) y para mantenernos
siempre en el bien sin desfallecer.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> Pero no necesitamos, en cambio, la
gracia de Dios para realizar cualquier bien particular de orden natural, ni
para perseverar relativamente por un tiempo en el bien obrar o para evitar
algunos y quizá muchos pecados (pero no todos), en contra de lo que han
sostenido quienes afirmaron que el pecado original ha corrompido totalmente la
naturaleza humana (error condenado por el magisterio católico).<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<b><span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">8. Educación de la voluntad</span></b><b><span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></b></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> Por último nos limitamos a señalar la
importancia de la educación de la voluntad que, a menudo, es una de las <i>principales tareas</i> que debe realizar el
psicoterapeuta (y el psicopedagogo y todos los educadores en general), aunque
en la práctica casi nadie encara con seriedad y organización este trabajo. Aquí
me limito a señalar los principales ítems de un quehacer formal [3].<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (i) Ante todo, es necesario examinar
bien la voluntad y todos los problemas que se padecen en la misma, viendo si se
trata de dificultades para tener iniciativas, o para perseverar en las
decisiones tomadas, si es un problema de abulia o de disminución de la fuerza
volitiva, si es un problema de desgano o de complicación para realizar las
cosas, si se debe a ausencia de metas claras o de mal empleo de las fuerzas
volitivas, etc. Solo teniendo un claro “mapa” de todas las deficiencias
volitivas podrá trazarse luego un proyecto de trabajo educativo o reeducativo.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (ii) Hay que trabajar fundamentalmente
en los motivos de la voluntad, donde suelen radicar los principales problemas
en la mayoría de los casos; hay que aprender a valorar adecuadamente los
motivos, tanto desde el plano intelectual como desde el afectivo. En los casos
más extremos, cuando se carece de fuerza incluso para vivir (abandono vital, inclinaciones
suicidas) el verdadero problema puede ser el “vacío existencial” (V. Frankl) es
decir, la ausencia de un motivo para vivir y para luchar por la vida.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (iii) En los casos en que el problema
volitivo sea más serio hay que trabajar también reeducando los actos de la
voluntad y aprendiendo buscar medios adecuados, examinarse constantemente y buscar
recursos para generar más fuerza volitiva.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (iv) Meta principal del trabajo
volitivo es generar hábitos virtuosos; la voluntad solo debe considerarse
educada cuando está fortalecida y sostenida por virtudes verdaderas y
arraigadas.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (v) La educación de la voluntad implica
el asumir la importancia del “esfuerzo” y de la “responsabilidad” como partes
del carácter de la persona.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: left;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"> (vi) La religión y los ideales
espirituales tienen una importancia capital en la formación de la voluntad, y
en muchos casos son los únicos capaces de revivir una voluntad enferma.<o:p></o:p></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><b>NOTAS</b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><b><br /></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-small;"><span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[1]
</span><span lang="ES" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">Cf.
Lersh, Ph., 435-436.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-small;"><span lang="ES" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[2] </span><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">Cf. Fabro, Cornelio,
<i>Reflexiones sobre la libertad</i>, 69</span><span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-small;"><span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">[3]
</span><span lang="ES-TRAD" style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;">He dedicado a este punto un
breve escrito: Miguel Fuentes, <i>¡Quiero! La
educación de la voluntad</i>, San Rafael, Virtus/16 (2012).</span></span><span style="color: #17375e; font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></div>Ceytechttp://www.blogger.com/profile/06348045182249992771noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8613625205185550101.post-1306890960351263062011-09-16T07:07:00.000-07:002011-09-16T07:07:14.772-07:00NOTAS DE PSICOLOGÍA CATÓLICA (IX) LA INTELIGENCIA<br />
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<b><span lang="ES" style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;">IX. LA INTELIGENCIA<o:p></o:p></span></span></b></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span lang="ES" style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>Pasamos ahora a explicar la “vida superior” del hombre,
aquello que es más propio de él, aun cuando hemos señalado varias veces que lo
que podemos definir como “vida inferior” (conocimiento y afectividad sensibles)
en el hombre es profundamente <i>humano</i>,
es decir, asumido por esta superioridad; el “hombre se diferencia del mono o
del perro más por su percepción o su emocionalidad que por su fisiología” (</span><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Verdana, sans-serif;">Pithod,
A., <i>El alma y su cuerpo</i>, 268)</span><span lang="ES" style="font-family: Verdana, sans-serif;">.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES" style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>Pero hay una actividad que le es propia y esta es el pensar
(y la volición que veremos en el próximo capítulo). Los sentidos internos, aun
teniendo una elevación por sobre las condiciones materiales –porque la
imagen y el fantasma ya implican, ciertamente, una abstracción y “desmaterialización”,
una separación de la realidad que le da origen– están todavía en la esfera de
lo concreto y sujetas al espacio y al tiempo.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span lang="ES" style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>En esta actividad que ahora analizamos, el pensar, el
hombre se muestra capaz de trascender las condiciones materiales e individuales
de la materia.</span><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span lang="ES" style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;">1. Inteligencia y vida cerebral<o:p></o:p></span></span></b></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES" style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>(i) El materialismo moderno tiende a reducir la actividad
intelectual del hombre a la materia; concretamente a explicar el pensamiento,
o, como se lo denomina en ciertos ambientes, el “proceso mental o simplemente
la mente, como un proceso material generado por el cerebro. El pensamiento no
sería más que un proceso electro-químico cerebral o de algún otro tipo
material.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES" style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>(ii) El problema “mente-cerebro”. Por cerebro entendemos “el
centro biológico que recibe los estímulos del medio interno y externo al individuo,
los integra entre sí y con la experiencia cognitiva, emocional y de motivación
acumulada, y, finalmente, da lugar a la respuesta o respuestas correspondientes
dentro o fuera del organismo, cuyo funcionamiento puede ser abordado mediante
los métodos de la ciencia experimental”. Por mente designamos al “conjunto de
actividades y procesos psíquicos conscientes e inconscientes, especialmente de
carácter cognitivo o afectivo, tal como comparecen en la experiencia subjetiva
o en la medida en que se encuentran referidos a ella”.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES" style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>El “problema mente-cerebro” indica, pues, la discusión de
esta relación: las actividades mentales ¿son distintas o idénticas a los
procesos cerebrales? ¿Se puede explicar el pensamiento mediante el
funcionamiento cerebral? Si son distintas, ¿cómo se relacionan ambas
realidades? Si son la misma cosa, ¿por qué tenemos la ilusión de que son
diferentes?<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES" style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>(iii) Desde la neurociencia se presentan cuatro posturas
ante el tema en cuestión.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span lang="ES" style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>a) El conductismo (por ejemplo, </span><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">John B. Watson y B. F. Skinner</span><span lang="ES" style="font-family: Verdana, sans-serif;">), evita el problema, reduciendo su concepción de
la psicología a una mera </span><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">enunciación de las leyes
que rigen las relaciones entre los estímulos y las respuestas (conducta),
considerando la mente como una “caja negra”, desentendiéndose de sus estados y
de su funcionamiento interno.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>b) El monismo reduccionista, “niega que la mente sea
realmente distinta del cerebro y trata de explicar los fenómenos mentales y, en
concreto, la conciencia —también la autoconciencia— en términos físicos o
biológicos. La distinción entre la mente y el cerebro responde a la insuficiencia
actual de nuestros conocimientos sobre los procesos cerebrales, pero el
desarrollo científico futuro permitirá reducir los estados mentales a fenómenos
puramente materiales que tienen lugar en el cerebro”. En esta corriente se
encuentra también el “materialismo eliminativo” que afirma que “los estados
mentales de los que hablamos en el lenguaje ordinario (creencias, deseos,
sentimientos, intenciones) no existen realmente y deben ser sustituidos por una
estricta concepción biologicista, que parta de la idea de que las actividades
cognitivas son en última instancia actividades del sistema nervioso”. En esta
corriente podemos ubicar a Francis Crick, Christof Koch, Susan Greenfield,
Antonio Damasio, Michael Gazzaniga y Stuart Hameroff. Crick propone, por
ejemplo, que el núcleo reticular del tálamo es el centro nodal para la
conciencia del individuo.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>c) El dualismo neurofisiológico, sostenido, por ejemplo,
por el neurobiólogo John Eccles, afirma que el cerebro no puede dar cuenta de
la conciencia y de las actividades que derivan de ella, por lo que hay que
admitir la existencia autónoma de una mente “autoconsciente” distinta de él
mismo, que no es ni material ni orgánica y que ejerce una función superior de
interpretación y control de los procesos neuronales. Eccles se apoya en la
teoría de Karl Popper según la cual lo real se distribuye en tres mundos: el de
la realidad física, el de los fenómenos mentales y el de los productos
culturales o espirituales tales como las ideas, instituciones sociales, etc. Para
Eccles, mientras que el cerebro está contenido en el mundo de la realidad
física, la autoconciencia pertenecería al mundo de los fenómenos mentales, que
es irreductible a aquél, aunque entre ambas existan interacciones.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>d) El “fisicalismo no reduccionista” propuesto por Malcolm
Jeeves, y Warren Brown. Sostienen que no es necesario postular para el alma
(soul) o la mente (mind) una segunda entidad metafísica; el alma o la mente
están fisiológicamente expresadas o encarnadas en nuestra persona, pero no cabe
una explicación exhaustiva de esta en virtud de un análisis exclusivamente
biologicista. Así se trata de reconciliar el monismo y el dualismo ya
mencionados (por eso se denomina a esta postura también como “monismo dual” –<i>dual-aspect monism</i>). Resumen su
pensamiento diciendo: “Nosotros somos almas, no tenemos almas”.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(iv) Sin entrar de lleno en la discusión, que exige una
exposición exhaustiva, nos limitamos a afirmar que el pensamiento ni procede de
la materia ni es un epifenómeno de la fisiología o de la biología cerebral. En
los puntos siguientes trataremos de explicar su naturaleza y la imposibilidad
de reducirla a procesos materiales. Hay que señalar que la verdadera posición
de esta relación entre inteligencia y cerebro postula que lo biológico es sólo
condición pero no causa del pensamiento; el cuerpo y lo biológico condicionan
pero no determinan lo estrictamente intelectual. Esto lo explica V. Frankl al
analizar el entusiasmo provocado en su momento por la teoría de las “localizaciones
cerebrales” (el localizar determinadas funciones en respectivas zonas del
cerebro) que llevó a considerar el cerebro como una especie de mapa en el que
se podía indicar el lugar responsable para cada función sensitivo-motora, sobre
lo cual surgieron luego dudas a raíz de la recuperación de afásicos (aun
permaneciendo lesionadas las áreas cerebrales correspondientes) y observaciones
semejantes en animales, mostrando que otras partes del cerebro pueden llegar a
realizar el mismo trabajo o que existen “neuronas en barbecho” que
reemplazarían a las “titulares”, etc. (</span><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Verdana, sans-serif;">Cf. Frankl, Viktor,
<i>El hombre doliente</i>, cap. II. “El
problema del espíritu”. Cf. Caponetto, Mario, <i>Victor Frankl, una antropología médica</i>, 83-85</span><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">). Dice el mismo autor:<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;">“Insistimos: el efecto terapéutico de una intervención psicoquirúrgica
no afecta en modo alguno el espíritu. El elemento espiritual del hombre no
puede descubrirse ni obstruirse mediante una operación quirúrgica. Esto se
puede expresar en lenguaje clínico diciendo que nunca podemos concluir por los
datos empíricos la realidad de lo espiritual. Nosotros sólo sabemos una cosa: lo
corporal influye en lo psíquico-espiritual, de un modo o de otro, favorable o
desfavorablemente. No es lógico completar esta tesis con la conclusión: luego
lo espiritual es un mero efecto, mero producto, mero resultado, mero
epifenómeno; o como decían los autores citados: «generado», «nada más que como
función de la materia», o fórmulas similares. Lo corporal es una condición, mas
no la causa de lo psíquico-espiritual. La enfermedad corporal limita las
posibilidades de desarrollo de la persona espiritual, y el tratamiento somático
se las devuelve, le brinda de nuevo ocasión de desarrollarlas; pero la realidad
de lo espiritual sólo podemos comprenderla desde el plano metaclínico”.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;">2. El objeto de la inteligencia<o:p></o:p></span></span></b></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>(i) El objeto <i>común y
adecuado</i> de la inteligencia es el <i>ente</i>.
Hablamos aquí de inteligencia en general, que incluye la de Dios, la del ángel
y la del hombre. Es decir, la razón de ente (= lo que tiene ser o participa del
ser, o, más estrictamente, <i>lo que es</i>)
es el aspecto bajo el que la inteligencia alcanza todo cuanto alcanza. De hecho
la inteligencia no conoce nada que no conozca como ente; o, dicho de otro modo,
todo lo que se conoce se conoce como ente. Las tres operaciones de la
inteligencia (simple aprehensión, juicio y razonamiento) alcanzan su objeto
bajo la razón de ente:<o:p></o:p></span></span></div>
<ul style="margin-top: 0cm;" type="disc">
<li class="MsoNormal"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">por simple aprehensión captamos <i>lo que es </i>el objeto;</span><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></span></li>
<li class="MsoNormal"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">por el juicio enunciamos <i>que es </i></span><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Verdana, sans-serif;">o <i>lo
que es</i>;<o:p></o:p></span></span></li>
<li class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;">por el
razonamiento demostramos <i>por qué eso</i>
es tal.<o:p></o:p></span></span></li>
</ul>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>De aquí se sigue que algo es inteligible (captable por la
inteligencia) en la medida en que tenga ser (su grado de ser); por tanto, todo
cuanto <i>sea </i>(tenga ser) puede ser
objeto de la inteligencia humana, aunque algunas realidades solo pueda
alcanzarlas por analogía, como, por ejemplo, la verdad sobre Dios. Dice Santo
Tomás: “El objeto propio de la inteligencia es el ente inteligible, el que
comprehende todas las diferencias y especies del ente posible. Pues lo que
pueda ser, puede ser entendido” (CG, II, 98).<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>Por la misma razón la “nada” es impensable en sí misma;
solo puede pensarse como <i>negación del
ser.</i><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>(ii) Pasando a la inteligencia propiamente humana, decimos
que su objeto formal propio y directo es la <i>“quidditas”</i>
de las cosas materiales representadas por la imaginación, como abstracta y
universal (cf. S.Th., I, 84, 1 y 6; 85, 1).<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>Nuestra inteligencia, en cuanto potencia de un ser
compuesto de cuerpo y alma, tiene leyes especiales y un objeto propio, que es
una determinación del objeto común a toda inteligencia, incluida la divina y la
angélica (indicado en el punto anterior). Nuestro intelecto “que está unido al
cuerpo, tiene como objeto propio la quididad</span><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Verdana, sans-serif;"> o naturaleza
existente en la materia corporal” (S.Th., I, 84,7); “El objeto de nuestro
intelecto, según el estado de la vida presente, es la quididad de la cosa material
abstraída </span><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">de los fantasmas” (S.Th.,
I, 85, 8).<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>Quididad (<i>quidditas</i>)
no es la esencia en sentido estricto (aquello por lo que una cosa es lo que
es); de hecho no captamos directamente la esencia de cada cuerpo sino que
llegamos a ella de modo progresivo y por el trabajo científico y a menudo la
esencia propiamente dicha se nos escapa. Quididad (del latín “quid est res”) es
la naturaleza en sentido muy amplio, confuso y pobre; por ejemplo, captamos la
quididad cuando pensamos “un animal” o “un árbol”, o simplemente cuando
pensamos “una cosa”. Llamamos a esto una esencia (en sentido amplio) porque es
algo distinto de las cualidades sensibles y del ser y también porque es algo
abstracto.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>De este modo estamos afirmando que:<o:p></o:p></span></span></div>
<ul style="margin-top: 0cm;" type="disc">
<li class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;">la inteligencia conoce directamente las cosas
materiales…<o:p></o:p></span></span></li>
<li class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;">…que han sido percibidas por los sentidos
externos y han sido representadas por la cogitativa…<o:p></o:p></span></span></li>
<li class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;">…en ellas capta al menos confusamente su esencia…<o:p></o:p></span></span></li>
<li class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;">…y se distingue de los sentidos cuyo objeto es la
cosa material en su individualidad concreta, mientras que la inteligencia
conoce su objeto bajo forma abstracta, es decir, sin sus caracteres
individuales, y por tanto como universal.<o:p></o:p></span></span></li>
</ul>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>Esto es una cuestión de hecho:<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>a) El concepto necesita la imagen: porque el concepto es
siempre formado partiendo de imágenes sensibles: cuando queremos entender algo
formamos imágenes a modo de ejemplos en las que tratamos de captar lo que
queremos conocer; y lo mismo hacemos cuando queremos enseñar algo a otro
(ponemos ejemplos para que forme en sí una imagen –fantasma– en la que pueda
entender lo que queremos decir). Así lo explica Santo Tomás (S.Th. I, 84, 7). Y
lo mismo nos muestra el hecho contrario: cuando faltan las imágenes, también
faltan los conceptos, como prueban los ciegos de nacimiento que no pueden
hacerse una idea de los colores, de los que no llegan a tener un concepto
propio sino solo analógico, es decir, por analogía con los datos de los otros
sentidos (S.Th. I, 84, 3).<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>b) Pero el concepto representa a su objeto sin ningún
carácter individual, sin sus “notas individuantes”, sino como “esencia
abstracta”: “abstractum ab hoc [de este individuo), hic (de este lugar), nunc
(este momento)”. Y si es abstracto, también es universal, es decir, aplicable a
un número indeterminado de individuos; el triángulo, el hombre… son
universales. “El sentido no conoce sino los singulares… El intelecto conoce los
universales, como se ve por experiencia” (Santo Tomás, CG, II, 66; S.Th., I,
85, 3).<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>De aquí se siguen algunos corolarios:<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<ul style="margin-top: 0cm;" type="disc">
<li class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;">La inteligencia depende de la imaginación de tal
modo que no puede conocer nada sin dirigirse a una imagen (<i>nisi se convertendo ad phantasmata</i>)
(S.Th., I, 84, 7). De ahí que el fantasma (que es la imagen elaborada por
la cogitativa) es un engranaje esencial en la teoría del conocimiento;
porque Santo Tomás no dice que la inteligencia se dirige hacia la
sensación sino hacia el fantasma; el fantasma es el más alto grado de
elaboración del conocimiento sensible y, por tanto, lo más cercano a la
inteligencia. Presenta ya cierta abstracción, porque es esquemático, y
especialmente porque está separado de las condiciones de tiempo y de
situación espacial. Por eso, cuando la sensación nos pone en contacto con
un objeto, no es la sensación el punto de partida de la inteligencia para
abstraer sino el fantasma que se forma la cogitativa.<o:p></o:p></span></span></li>
</ul>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt;">
<br /></div>
<ul style="margin-top: 0cm;" type="disc">
<li class="MsoNormal"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;">De aquí se deriva el axioma de psicología
aristotélica: “Nihil est in intellectu quod non prius fuerit in sensu”; no
hay nada en el intelecto que no haya estado primero en el sentido. No hay,
pues, ideas innatas, es decir, contenidas en nuestra naturaleza desde el
nacimiento (S.Th., I, 84, 3).<o:p></o:p></span></span></li>
</ul>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>(iii) El objeto <i>indirecto</i>
de la inteligencia <i>humana</i>: además de
la quididad abstraída de las cosas materiales, la inteligencia humana puede
alcanzar otros objetos pero por <i>caminos
indirectos</i>; así, por reflexión puede conocerse ella misma y las cosas
singulares (cada cosa concreta), y por analogía puede conocer las cosas
inmateriales.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>a) Conocimiento por reflexión. Conocemos dos cosas por
reflexión: nuestra misma inteligencia y las cosas singulares.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>La inteligencia se conoce a sí misma por reflexión porque
ella no es objeto directo de conocimiento. El proceso es el siguiente: 1º en
algún acto directo de conocimiento conocemos una esencia; 2º por reflexión la
inteligencia conoce primero su acto (conoce su acto de conocimiento); 3º luego
llega a conocerse a sí misma como <i>principio</i>
de ese acto. Esto no es, propiamente hablando, un razonamiento sino una
percepción (refleja) o una intuición de la inteligencia en y por su acto. De
todos modos, por esta vía la inteligencia conoce <i>su existencia</i>, pero no su naturaleza o esencia, pues, por ser
inmaterial, solo puede conocerse por analogía, como todas las cosas
inmateriales (punto “b”).<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>También por reflexión conoce el alma lo singular; es decir,
las cosas particulares y concretas (esta silla, este libro, a Juan Mengánez y a
Pablo de Tarso). Es un hecho que conocemos lo singular: si digo “Clemente es
hombre”, esto significa que de algún modo conozco el singular Clemente por la
inteligencia. Pero este conocimiento no se da de modo directo, pues
directamente la inteligencia solo conoce lo universal: “Nuestra inteligencia no
conoce directamente sino lo universal. Indirectamente, en cambio, y por cierta
reflexión, puede conocer las cosas singulares” (S.Th., 86, 1). En este caso el
proceso es: 1º se da un acto directo de conocimiento de una esencia; 2º se
produce una reflexión sobre ese acto, pero en lugar de remontarse a la fuente
de ese acto (como en el caso anterior) desciende hacia la fuente objetiva del
mismo, que es el <i>fantasma</i>.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>b) Conocimiento por analogía: los objetos distintos de las
cosas materiales (seres inmateriales y espirituales) la inteligencia los conoce
formándose de ellos una idea analógica (cf. S.Th., I, 88, 1 y 2). Este
conocimiento supone conocida la existencia de los seres espirituales, no
importa si este conocimiento se obtiene de la experiencia, de la razón o de la
fe. Así por ejemplo, el caso de Dios, cuya existencia la podemos conocer sea
por razonamiento (las vías para conocer su existencia) o sea por la fe. Una vez
supuesta la existencia de Dios, el conocimiento analógico procede <i>primero </i>por vía negativa, removiendo de
la noción de Dios todos los caracteres que no pueden convenirle (no es
material, no es extenso, no tiene partes, no está en movimiento….); esto se
conoce como “vía negativa”. Luego, por vía <i>positiva</i>
se le atribuyen todas las cualidades positivas que se ven en el mundo y de las
cuales Él es la causa creadora, y esto librando esas cualidades de cualquier
límite y materialidad; esta se conoce como vía de “causalidad y eminencia”.<span>
</span><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><b><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">3. La naturaleza de la inteligencia</span></b><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>Expliquemos ahora cuál es la naturaleza de la inteligencia
humana y su relación con el órgano corporal del que más depende, el cerebro.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span lang="ES" style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(i) El ejercicio de la inteligencia depende del cuerpo,
porque su objeto proporcionado, como ya hemos dicho, es la verdad abstraída de
las cosas materiales que son percibidas por los sentidos. El cuerpo es, pues, <i>condición</i> de la inteligencia. Pero esto
no implica que la inteligencia sea en sí misma dependiente del cuerpo. Depende
de él extrínseca u objetivamente, pero es independiente de él intrínseca o
subjetivamente, es decir, en cuanto a su ser. Esto se prueba por el principio
“operari sequitur ese”, <i>el obrar sigue al
ser</i>, o, lo que es equivalente: la naturaleza de un ser se conoce por sus
actos. Ahora bien, como la inteligencia tiene actos que excluyen la
participación directa de un órgano (corporal), entonces se concluye
legítimamente que en sí misma es inorgánica.</span><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>(ii) Podemos dar varios argumentos al respecto:<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>a) En primer lugar por el <i>concepto</i>, por el cual la inteligencia capta como objeto una
quididad abstracta y universal. Pero el concepto (quididad) no puede ser un
cuerpo, pues todo cuerpo es singular y sujeto al tiempo, y al paso. Por tanto, si
la quididad es algo espiritual, el acto que aprehende la quididad también es
espiritual, y el principio del acto, la inteligencia, también lo es (cf. C.G.
II, 50). Este mismo argumento vale para el juicio y el razonamiento. En el
juicio, la inteligencia afirma o capta una “relación”; ahora bien, se trata de
una relación existente entre los conceptos abstractos, y por tanto abstracta
también ella. En el caso del razonamiento, se trata de captar un lazo de
dependencia necesaria entre unos juicios; y si hay necesidad lógica, es también
en lo abstracto.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>b) Por la <i>reflexión</i>
la inteligencia capta a su acto y a sí misma; pero un órgano no puede volverse
sobre sí mismo, pues está constituido por partes extensas, y las partes físicas
no pueden coincidir en virtud de la impenetrabilidad de la materia. De aquí que
el acto de reflexión sea espiritual y la inteligencia que lo realiza también.
Hablamos aquí de la reflexión (<i>reditio</i>)
completa, que es imposible a la materia; así, por ejemplo, un sentido no puede
reflexionar: el ojo ve los colores, pero no ve su visión; más claro todavía en
el caso del tacto que no puede penetrarse en sí mismo; la reflexión en el orden
físico (por ejemplo, la luz que se refleja en un espejo y vuelve sobre sí
misma) es siempre una analogía con la verdadera reflexión. Por eso, la
reflexión perfecta es el camino de acceso más directo que tenemos a lo
espiritual, que es, como dice Verneaux, casi experimental.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>c) Finalmente, el hecho de que la inteligencia es capaz de
conocer todos los cuerpos basta, según Santo Tomás, para probar que ella no es
un cuerpo. Este argumento del Aquinate es el más metafísico de todos por lo que
transcribimos el texto:<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt;">
<span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span lang="ES" style="font-family: Verdana, sans-serif;">“</span><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">Es necesario afirmar que
el principio de la operación intelectual, llamado alma humana, es incorpóreo y
subsistente. Es evidente que el hombre por el entendimiento puede conocer las naturalezas
de todos los cuerpos. Para conocer algo es necesario que en la propia
naturaleza no esté contenido nada de aquello que se va a conocer, pues todo
aquello que está contenido naturalmente impediría el conocimiento. Por ejemplo,
la lengua de un enfermo, biliosa y amarga, no percibe lo dulce, ya que todo le
parece amargo. Así, pues, si el principio intelectual contuviera la naturaleza
de algo corpóreo, no podría conocer todos los cuerpos. Todo cuerpo tiene una
naturaleza determinada. Así, pues, es imposible que el principio intelectual
sea cuerpo.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>De manera similar, es
imposible que entienda a través del órgano corporal, porque también la
naturaleza de aquel órgano le impediría el conocimiento de todo lo corpóreo. Por
ejemplo, si un determinado color está no sólo en la pupila, sino también en un
vaso de cristal, todo el líquido que contenga se verá del mismo color.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>Así, pues, el mismo
principio intelectual, llamado mente o entendimiento, tiene una operación
sustancial independiente del cuerpo. Y nada obra sustancialmente si no es
subsistente. Pues no obra más que el ser en acto; por lo mismo, algo obra tal
como es. Así, no decimos que calienta el<i> calor,</i> sino lo<i> caliente.</i>
<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt;">
<span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>Hay que concluir, por
tanto, que el alma humana, llamada entendimiento o mente, es algo incorpóreo y
subsistente</span><span lang="ES" style="font-family: Verdana, sans-serif;">” (<i>S.Th.</i>, I, 75,2).</span><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES" style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>El argumento se basa en un principio metafísico que afirma
que una facultad no puede conocer un objeto si ella ya tienen sí misma la
naturaleza de ese objeto (<i>intus existens
prohibet extraneum</i>), por tanto si la inteligencia conoce los cuerpos,
entonces ella no es de naturaleza corporal; y como es capaz de conocer <i>todos</i> los cuerpos, entonces no puede ser
<i>ninguno</i> de ellos. Este argumento se
basa en un dato de experiencia: si nosotros colocamos un cristal de color rojo
sobre un dibujo que contenga líneas de diversos colores, los colores se van a
ver distintos del original y en particular lo que esté en rojo no se va a
haber, o si lo colocamos sobre un texto que tenga letras en negro y en rojo,
las que están en rojo no se verán, desaparecen al colocarles la película roja
encima. Igualmente, si tengo la lengua endulzada por alguna sustancia, me será
imposible gustar las cosas dulces. Eso quiere decir que, en el orden corporal,
un cuerpo puede ser conocido en la medida en que el sentido que lo conoce no lo
tenga ya en sí mismo. Puede conocer esa forma, pero por conciencia, como
subjetiva, no como objetiva, como “sí”, no como “otro”.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES" style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>(iii) De aquí se siguen algunas consecuencias importantes.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES" style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>La primera es que el cerebro es el órgano del pensamiento
sólo en el sentido de que es el órgano de todas las operaciones sensibles que
son la condición del pensamiento; y en este sentido, debería decirse mejor que
todo el sistema nervioso e incluso todo el cuerpo, es órgano del pensamiento.
Pero, en cambio, no puede decirse que sea el órgano del pensamiento si se
entiende por esto último los actos intelectuales estrictamente considerados.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES" style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>Esta dependencia extrínseca basta para explicar por qué las
lesiones del cerebro provocan enfermedades mentales, y por qué ciertas
sustancias químicas provocan pensamientos y palabras incontroladas.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES" style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>También explica por qué el trabajo intelectual provoca
fatiga física y especialmente dolor de cabeza: es porque el trabajo intelectual
exige el concurso de la imaginación que está ligada a un órgano, además de que
demanda otras actividades, como leer y escribir, estar concentrado y a menudo
contrahecho (encorvado sobre el libro), todas las cuales son de orden físico
(S.Th., I, 75, 3 ad 2).<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES" style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>(iv) Intelecto <i>posible</i>
e intelecto <i>agente</i>. La inteligencia
del hombre se presenta, ante todo, como una potencia pasiva, en el sentido
amplio de la palabra, o sea, como ser capaz de recibir algo sin perder nada.
Por eso Aristóteles dice que el entendimiento del hombre es una “tabula rasa”,
es decir, una especie de pizarra en la que no hay nada escrito. Es por esta
razón que el intelecto es llamado <i>intelecto
posible</i>.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES" style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>En el hombre existe además <i>otra</i> facultad intelectiva, el intelecto<i> agente</i>, cuyo descubrimiento filosófico se remonta a Aristóteles.
Es una facultad realmente distinta del intelecto posible, y no dos maneras de
denominar la misma facultad, o dos funciones de la misma. El fundamento de su
distinción real radica en que se diferencian como potencia activa y potencia
pasiva. La existencia de esta facultad es requerida por cuanto afirmamos que
las formas de las cosas corpóreas no existen fuera de la materia; por tanto el
objeto de nuestro intelecto no es propiamente inteligible en acto. Como nada
puede pasar de la potencia al acto sino por medio de un ente que ya esté en
acto, es necesario que haya en el intelecto una potencia capaz de volver
inteligibles en acto los objetos abstrayendo las formas de sus condiciones
materiales (o sea, del fantasma). Esto es lo que hace necesario sostener la
existencia de un intelecto agente. El intelecto agente es el principio
eficiente del entender; pero la intelección como asimilación y concepción es
formalmente debida al intelecto posible; por tanto, el intelecto agente no
entiende, no piensa, sino que hace que el intelecto posible entienda,
suministrándole el objeto inteligible.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES" style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>(v) En cuanto a la conciencia, debemos decir que no es una
potencia diversa de la inteligencia sino un acto suyo. Es la aplicación del
conocimiento a nuestros propios actos, por eso se le atribuye el dar testimonio
de lo que hacemos, el acusarnos, aprobarnos, o remordernos.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES" style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>Además, hay en nosotros una zona que escapa a la
conciencia, cuya vida sólo conocemos por sus efectos: son los procesos
inconscientes y subconscientes en la vida del alma. Se verifican en la mayoría
de las acciones que ejecutamos (por ejemplo, al escribir recurrimos a hábitos
mecánicos de los cuales no tenemos, en el momento de usarlos, un conocimiento
directo y reflejo), en los sueños, en ciertas afecciones o pasiones, e incluso
en las actividades de la inteligencia y de la voluntad (cuando juzgamos,
razonamos, etc., hacemos intervenir hábitos de ciencia y de expresión que hemos
adquirido en el pasado pero lo hacemos ahora sin ser plenamente conscientes de
todo el proceso mental que desarrollamos).<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><b><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">4. Los actos de la inteligencia</span></b><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>La inteligencia tiene tres actos: simple aprehensión,
juicio y raciocinio.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>(i) La primera operación de la inteligencia es la simple
aprehensión, que consiste en el acto de comprender alguna cosa sin afirmar ni
negar nada. Este acto se hace en o mediante el concepto. El concepto no es
aquello que se conoce sino aquello en lo cual y mediante lo cual se conoce la
cosa. El conocimiento del concepto se realiza, en cambio, mediante un acto de
reflexión.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>Según la escuela llamada “Psicología del pensamiento”,
existe un pensamiento sin imágenes. Aristóteles decía, en cambio, que esto no
es posible, sino que nosotros conocemos las esencias de las cosas “en los
fantasmas”; y Santo Tomás dice que tenemos verdadera necesidad de los
fantasmas. Este último encontraba dos signos de esta necesidad a los que ya
hicimos alusión más arriba: 1) el hecho de que recurrimos a ejemplos concretos
cuando debemos explicar alguna cosa; 2) el hecho de que si los sentidos no
funcionan –pensemos en el estado vegetativo– no pueden haber actos intelectivos.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>El concepto se forma por un proceso de <i>abstracción</i>. Se llama así al proceso mediante el cual a partir de
la imagen particular la inteligencia elabora el universal.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>Tal proceso comporta tres fases:<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>a) La preparación del fantasma: esto lo realiza la
cogitativa. El fantasma es sensible en acto pero inteligible solamente en
potencia; no está por tanto en condiciones de obrar sobre el intelecto posible,
porque le resulta “invisible”: para el intelecto posible el contenido esencial
del fantasma está todavía escondido.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>b) La acción del intelecto agente sobre el fantasma: por
acción del intelecto agente, este contenido que era inteligible en potencia
pasa a ser inteligible en acto. El efecto de esta acción del intelecto agente
es lo que se llama “especie impresa” o también, como dice Santo Tomás, “intensión
inteligible”. Es el objeto en cuanto actualmente capaz de ser entendido.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>c) La asimilación del inteligible: el intelecto posible
recibe la especie impresa y reacciona; a pesar de que lo llamamos “posible”, no
es puramente pasivo y receptivo, sino que con esto sólo queremos decir que no
puede actuar si primero no es impresionado. Su acción es inmanente: expresa en
sí mismo la esencia en una “especie expresa”, verbo mental o concepto. Este
concepto no es el objeto que conocemos, sino el medio gracias al cual la
esencia es conocida.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>El objeto sufre así dos pasos: de ser inteligible en
potencia pasa a ser inteligible en acto; y de ser inteligible en acto pasa
luego a ser entendido.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>El momento central es el de la iluminación del intelecto
agente; el intelecto agente es la causa eficiente principal de este proceso, y
el fantasma es la causa instrumental y también es la “materia de la cual” se
forma la especie impresa. Esto no quiere decir que el fantasma se ha
transformado en su naturaleza; éste sigue siendo lo que es, y permanece donde
está, es decir en la sensibilidad. La función del intelecto agente es sólo la
de actualizar lo inteligible, revelarlo o desvelarlo. Así por ejemplo, Pedro es
hombre, pero al ver a Pedro no se ve la esencia “hombre”; es la inteligencia la
única capaz de “revelarla” en Pedro.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>(ii) La segunda operación de la inteligencia es el juicio.
El acto fundamental que constituye el juicio es la <i>afirmación </i>(“Juan es un payaso”). Esto vale también para la
negación, ya que negar algo (“Pedro no es un payaso”) equivale a <i>afirmar</i> que una cosa (Pedro) “no es” de
una manera determinada (payaso). En realidad lo que se opone a la afirmación no
es la negación sino la <i>duda</i>, en la
cual se suspende el juicio.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>La afirmación consiste en aplicar una cierta determinación
(por ejemplo, “payaso”) a un sujeto (a “Juan”), es decir aplicar una forma a
una materia. Se afirma la relación de pertenencia entre dos términos: el perro
es un animal, Juan es un payaso. Aun siendo nociones diversas, sin embargo se
afirma la pertenencia real o nocional a un mismo sujeto; y esto se hace por
medio del verbo “ser”.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>El verbo<i> ser</i>
tiene, así, un doble sentido: un sentido simplemente copulativo porque
relaciona ambos términos, y un sentido existencial porque establece la verdad
de la relación. Lo más propio del juicio es esto último.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>El juicio es el acto principal de la inteligencia, porque
no pensamos con conceptos aislados, sino que éstos son pensados en juicios.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>El juicio es el lugar donde encontramos la verdad. La
simple aprehensión se limita a presentar un contenido, por ejemplo: “blanco”.
Por eso no tiene sentido preguntarse respecto de “blanco” si es verdadero o
falso; ¿verdadero o falso, qué cosa? Es decir, se requiere, de manera explícita
o implícita, la atribución de la blancura a un sujeto, y recién entonces
tendremos verdad o falsedad; por ejemplo “el perro es blanco”; eso sí puede ser
verdadero o falso.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>¿Qué es lo que determina al intelecto a juzgar? Podemos
señalar cuatro causas:<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>a) La evidencia: a veces la inteligencia es movida por la
fuerza con que el objeto se impone con claridad; hay casos en los cuales el
intelecto “ve” la verdad como el ojo ve los colores. La forma más alta de
evidencia es la evidencia inmediata, que se da en las llamadas proposiciones
evidentes como por ejemplo “el todo es mayor que la parte”. Luego sigue la
evidencia mediata que es la que resulta de la demostración; en este caso una
proposición no resulta evidente por sí, pero sí a la luz de ciertos principios
con los cuales se relaciona.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>b) La voluntad. Ante todo, la voluntad interviene siempre
en los juicios, porque para juzgar es necesario mover la inteligencia a pensar,
acción que es propia de la voluntad. Pero además, interviene de modo directo en
todos los casos en que la evidencia es puramente extrínseca o<span> </span>sea, no cuando no resulta evidente por
razones intrínsecas: porque el juicio no está en estos casos determinado por
motivos intelectuales, de suerte que la afirmación dependerá de la voluntad que
refuerza en este caso a la inteligencia. Esto ocurre cuando nos basamos en el
testimonio de otra persona, cuando lo que nos dice no es evidente para
nosotros, y lo aceptamos únicamente porque nuestra voluntad mueve a la
inteligencia a aceptar como verdadero el testimonio de esta persona, basándose
en la autoridad del testigo; de esta manera es que aceptamos todos los
conocimientos de orden histórico, por ejemplo. Hay casos, incluso, en que la
voluntad suple todo motivo intelectual, como ocurre en la creencia ciega y en
el fanatismo, donde se cree sin exigir motivos de credibilidad, como sería lógico
para todo acto de fe </span><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">–humana o divina.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>c) Los afectos. También influyen, en cierta medida, sobre
el juicio las pasiones, el interés, los sentimientos; a veces, por causa de una
pasión, no vemos sino aquello que nos gusta, o aquello que queremos ver (la
novia locamente enamorada no ve los defectos del novio, que un miope sería
capaz de descubrir a trecientos metros de distancia). Otras veces la pasión
empuja al juicio a afirmar lo que le conviene a la misma pasión, aunque vaya
contra la barda objetiva de las cosas, incluso, contra lo que es evidente (como
cuando el hipertenso goloso, delante de un jamón, defiende a muerte que este no
sube la presión).<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>d) Finalmente, también influye la conducta que tenemos en
la vida. Como dice el dicho: la persona termina pensando cómo vive; es decir,
juzga las cosas en conformidad con su propio modo de obrar. Quien ha analizado
profundamente el papel de la acción en la creencia ha sido M. Blondel, en su
obra “La acción” (1893).<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>(iii) La tercera operación de la inteligencia es el
razonamiento. El razonamiento es, propiamente hablando, la inferencia, es decir
la dependencia y consecuencia de un juicio respecto de otro u otros. La mera
sucesión de juicios no hacen propiamente un razonamiento; si yo digo: “hoy hace
mucho calor, pero me llamo Alberto”, no tenemos, propiamente un razonamiento,
aunque sí sucesión de juicios; falta en este caso una dependencia de un juicio
respecto del otro. Esta dependencia objetiva recibe el nombre de lógica, y
solemos expresarla por medio de conjunciones, como por ejemplo: ahora bien,
pues, por consiguiente, etc. De este modo, decir: “hoy hace mucho calor, por
eso me puse un sombrero”, tiene lógica, y constituye un razonamiento.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>El fin del razonamiento es la conclusión. A menudo la
conclusión es conocida de antemano; y el razonamiento tiene como fin solamente
verificarla, es decir, verla como dependiente de juicios que ya son tenidos
como verdaderos, de tal modo de mostrar que esa conclusión participa de la
evidencia de los juicios de los cuales se deduce. Así, cuando decimos: “Pedro
es hombre; todo hombre es inteligente; por tanto Pedro es inteligente”.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>Un razonamiento puede ser correcto desde el punto de vista
formal pero no verdadero. Así, por ejemplo: “Dios no existe, por tanto el mundo
es un absurdo”, es un razonamiento formalmente perfecto, pero no expresa una
verdad.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>La razón no es una facultad distinta del intelecto, sino
este mismo considerado en su función discursiva.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span lang="ES" style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;">5. Algunos corolarios al tema de la inteligencia<o:p></o:p></span></span></b></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES" style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>(i) La herida de la inteligencia. Para completar el cuadro
de la inteligencia debemos añadir una tesis de la antropología teológica: el
pecado original ha dejado una herida en la inteligencia humana que es llamada
en teología “ignorancia”, que aquí no hace referencia a la privación de un
conocimiento sino a la particular dificultad para conocer las verdades
proporcionadas a ella (verdad natural). Es por esta razón que, después del
pecado y a diferencia de lo que ocurría antes de la caída original, los
hombres, para conocer las verdades fundamentales <i>aun siendo proporcionadas a la inteligencia humana</i>, como la
existencia de Dios y del alma, la inmortalidad del alma, la retribución eterna,
etc., necesitan mucho tiempo y esfuerzo y aun así no todos llegan; de ahí la
necesidad de una ayuda especial de Dios, que es la revelación de verdades
naturales (necesidad moral de la revelación)<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES" style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;">Por esta razón la
inteligencia necesita de modo absoluto de la ayuda divina (por medio de la
revelación) para conocer cualquier verdad sobrenatural, y tiene necesidad no
absoluta sino moral de ser ayudada para alcanzar algunas verdades naturales más
difíciles (existencia e inmortalidad del alma, existencia de Dios, etc.):<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;">“Si se abandonase a esfuerzo de la sola razón el descubrimiento de estas
verdades, se seguirían tres inconvenientes. El primero, que muy pocos hombres
conocerían a Dios. Hay muchos imposibilitados para hallar la verdad, que es
fruto de una diligente investigación; algunos por la mala complexión
fisiológica, que les indispone naturalmente para conocer; …otros se hallan
impedidos por el cuidado de los bienes familiares… otros por la pereza…<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;">El segundo inconveniente es que los que llegan a apoderarse de dicha
verdad lo hacen con dificultad y después de mucho tiempo, ya que, por su misma
profundidad, el entendimiento humano no es idóneo para apoderarse racionalmente
de ella si no después de largo ejercicio. La humanidad, por consiguiente,
permanecería inmersa en medio de grandes tinieblas de ignorancia, si para
llegar a Dios sólo tuviera expedita la vía racional, ya que el conocimiento de
Dios, que haga a los hombres perfectos y buenos en sumo grado, lo verificarían
únicamente algunos pocos, y éstos después de mucho tiempo.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;">El tercer inconveniente es que, por la misma debilidad de nuestro
entendimiento para discernir y por la confusión de fantasmas, las más de las
veces el error se mezcla en la investigación racional, y, por tanto, para
muchos serían dudosas verdades que realmente están demostradas, ya que ignoran
la fuerza de la demostración, y principalmente viendo que los mismos sabios
enseñan verdades contrarias… Por esto fue necesario presentar a los hombres,
por vía de fe, una certeza fija y una verdad pura de las cosas divinas.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt;">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;">La divina clemencia proveyó, pues, saludablemente al mandar aceptar como
de fe verdades que la razón puede descubrir, para que todos puedan participar
fácilmente del conocimiento de lo divino sin ninguna duda o error” (Suma Contra
Gentiles, L. I, cap. 4).<span style="background: yellow; mso-highlight: yellow;"><o:p></o:p></span></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES" style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>(ii) Por último, una palabra sobre la psicoterapia –y la
pedagogía– y la inteligencia. En el plano de la inteligencia la psicoterapia realistas
y respetuosa del hombre debe plantearse el objetivo de que toda persona se guíe
por criterios sanos y conformes a la ley natural, la única capaz de garantizar
la perfección y la madurez humana. En este sentido, el psicoterapeuta debería:<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES" style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>a) Formarse un juicio adecuado de la mente del paciente (modo
de pensar, criterios, principios religiosos filosóficos y culturales). Lo mismo
se diga del pedagogo respecto de su discípulo.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES" style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"><span> </span>b) Debe ofrecerle con respeto principios sanos, corrigiendo
los errores doctrinales que pueden estar en la base de sus conductas
patológicas o de su desorden de vida.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES" style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763;"> c) Debe apuntar a que la persona enferma comprenda el
sentido verdadero de las principales realidades que enfrenta en la vida, y cuya
incomprensión suele ser la base de los distintos problemas afectivos y
psíquicos, en particular el misterio del sufrimiento humano. Solo de este modo
será capaz de “encontrarle un sentido” a su dolor personal. En este aspecto
ofrece importantes aportes la escuela de la Logoterapia y de la búsqueda de
sentido, de Víktor Frankl.<span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;"><o:p></o:p></span></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="color: #073763; font-size: x-small;">BIBLIOGRAFÍA: Roger
Verneaux, <i>Filosofía del hombre</i>, cap.
VIII-XIII (libro que seguimos sustancialmente); Giménez Amaya, José Manuel, <i>Mente y cerebro en la neurociencia
contemporánea. Una aproximación a su estudio interdisciplinar</i>, <a href="http://www.bioeticaweb.com/content/view/4725/736/">http://www.bioeticaweb.com/content/view/4725/736/</a>,
(26 de octubre de 2009); Pithod, A., <i>El
alma y su cuerpo</i>, cap. III, apéndice I: “Las relaciones entre mente y
cerebro: el aporte de J.C. Eccles, 100-106.</span></span><span lang="ES-TRAD" style="font-family: "Verdana","sans-serif"; font-size: 10.0pt;"><o:p></o:p></span></div>
Ceytechttp://www.blogger.com/profile/06348045182249992771noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8613625205185550101.post-78698138903253168052011-09-16T07:01:00.000-07:002011-09-16T07:01:25.357-07:00NUEVO LIBRO: PSICOLOGÍA Y PSIQUIATRIA<span class="Apple-style-span" style="color: #cc0000; font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;">Psicología y psiquiatría. Textos del Magisterio Pontificio (Pablo Verdier Mazzara)</span><br />
<div id="navegacion">
<span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;"><br /></span></div>
<div id="wrapper">
<div class="bPosts">
<div class="bPost" id="item_13290" lang="es-ES">
<span class="Apple-style-span" style="color: #20124d; font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;">Presentación del P. </span><span class="Apple-style-span" style="color: #20124d; font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;">José María Iraburu</span></div>
<div class="bPost" id="item_13290" lang="es-ES">
<span class="Apple-style-span" style="color: #20124d; font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;">http://infocatolica.com</span><div class="bSmallHead">
<br /></div>
<div class="bText">
<div class="extra">
<img alt="Psicología y psiquiatría. Textos del Magisterio Pontificio" src="http://infocatolica.com/files/libros/psiquiatriabac.jpg" title="Psicología y psiquiatría. Textos del Magisterio Pontificio" width="200" />
<br /><span class="Apple-style-span" style="color: #20124d; font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;"><strong>Título</strong>: Psicología y psiquiatría. Textos del Magisterio Pontificio
<br /><strong>Autor</strong>: Pablo Verdier Mazzara
<br /><strong>Editorial</strong>: BAC
<br /><strong>Páginas</strong>: 394
<br /><strong>ISBN</strong>: 978-84-220-1520-8
<br /><strong>Año edición</strong>: 2011
</span><br />
<span class="Apple-style-span" style="color: #20124d; font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;"><br /></span><br />
</div>
<span class="Apple-style-span" style="color: #20124d; font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;">Hace unos quince años, en un monasterio benedictino de Chile donde
estaba yo dando Ejercicios, conocí a un joven médico psiquiatra
uruguayo, el Dr. Verdier, de buena experiencia clínica y docente, hoy
académico de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Y me comentó
entonces su interés en hacer una extensa <strong>recopilación del
Magisterio apostólico acerca de la Psicología y la Psiquiatría. Yo le
animé cuanto pude, pues realmente hay una necesidad muy grave y urgente
de iluminar el mundo de la psicología con la visión verdaderamente
cristiana del hombre, y del hombre enfermo en su mente o en su ánimo.</strong></span><br />
<span class="Apple-style-span" style="color: #20124d; font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;">Y hace poco, felizmente, en la colección normal de la BAC, se publicaba la obra de Pablo Verdier Mazzara (ed.), <em>Psicología y psiquiatría. Textos del Magisterio pontificio</em>
(Madrid 2011, 372 páginas). Bendigamos al Señor. Pocos campos mentales
están tan mundanizados como el de la psiquiatría. Cuando los sacerdotes
hallamos en <strong>la dirección espiritual alguna persona que está recibiendo atención psiquiátrica</strong>,
cuántas veces comprobamos que, aun siendo competente y católico el
profesional que le atiende, le está dando orientaciones difícilmente
conciliables con la doctrina y la moral de la Iglesia. Es decir, le está
haciendo daño. O no les está haciendo el bien que debería hacerle.
Hallar un psicólogo o un psiquiatra que esté bien preparado en su
ciencia y que posea una formación doctrinal católica profunda y firme es
una gracia de Dios muy grande. Y poco frecuente.</span><br />
<span class="Apple-style-span" style="color: #20124d; font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;">Permítanme que, al paso, haga un recuerdo muy agradecido al médico
psiquiatra toledano Dr. Rafael Sancho de San Román, que tantas veces nos
ayudó a Don José Rivera (+1991), a mí, y a tantos otros, en la atención
de personas con dolencias diversas en su ánimo. Un buen psiquiatra
católico es algo que hoy no tiene precio. Tanto el mundo secular, como
también el mundo de la Iglesia, aunque en grados y modos diversos, están
hoy tan trastornados que con relativa frecuencia se encuentran entre
los increyentes y también entre los católicos —sacerdotes y religiosos,
solteros y casados, jóvenes, adultos y ancianos—, que tienen <strong>dolencias psicológicas a veces muy penosas y duraderas, y que requieren una buena atención del psiquiatra</strong>,
y si es el caso, también del sacerdote. ¡Pero tanto el uno como el otro
han de tener una doctrina verdadera y profundamente católica! De otro
modo más que ayudar al paciente lo que harán es complicarlo y hundirlo
más.</span><br />
<span class="Apple-style-span" style="color: #20124d; font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;"><a href="" id="more13290" name="more13290"></a></span><br />
<div class="bMore">
</div>
<br />
<span class="Apple-style-span" style="color: #20124d; font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;">El Dr. Verdier, con la ayuda de las psicólogas Carolina Barriga Polo y
Daniela Castro Blanco, ha hecho una preciosa labor recopilando
documentos pontificios de los últimos sesenta años del siglo XX, unas
veces emanados por los Papas, otras veces por el Tribunal de la Rota,
Pastoral Sanitaria, Academia Ponrificia para la Ciencia y otras
instituciones vinculadas a la Santa Sede. Qué maravilla. Realmente la
Iglesia, hablando del hombre a la luz de la Revelación divina y de las
ciencias humanas, muestra una vez más su excelsa condición de <em>Mater et Magistra</em>. Nadie como la Iglesia conoce el misterio del hombre, «imagen de Dios», porque nadie como ella conoce mejor a Dios en Cristo.</span><br />
<span class="Apple-style-span" style="color: #20124d; font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;">¿Cómo un psiquiatra católico al tratar a un paciente podrá ignorar
verdades tan decisivas para la salud de éste como la inhabitación de la
Sma. Trinidad, la esperanza, el sentido y el valor del sufrimiento como
participación en la Pasión de Cristo, la promesa de la vida eterna
celestial, que está a la vuelta de la esquina? Por supuesto que, aún en
el caso de que el paciente sea declaradamente católico, <strong>no deberá el psiquiatra confundir su misión clínica con la misión pastoral del sacerdote</strong>. Pero habrá que decir aquí lo que debe decirse del Estado y la Iglesia: son entidades <em>distintas, </em>pero como ambas buscan el bien común de la sociedad humana, deben <em>co-laborar</em>
en cuanto ello sea posible en la consecución de ese fin. El médico
psiquiatra católico, atendiendo a un paciente católico —y aunque éste no
lo sea—, no puede <em>ignorar</em> en forma sistemática todo un mundo
de fe y de gracia que debe iluminar y sanar y confortar al hombre y a la
humanidad. Y si a su acción como psiquiatra se añade la ayuda que un
sacerdote preste a su paciente, esa terapia natural-sobrenatural podrá
alcanzar una maravillosa eficacia.</span><br />
<span class="Apple-style-span" style="color: #20124d; font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;">Pero para eso necesitamos <em>sacerdotes y médicos psiquiatras católicos</em>, que tengan una formación doctrinal verdadera y profundamente católica. <strong>No es tan fácil hallarlos. Recuerdo a Diógenes con su lámpara: «busco un hombre»…</strong>
Pues bien, el libro que ahora comento puede ser un instrumento muy
valioso para ese fin. En 92 documentos, el primero de 1941, el último
del año 2000, debidamente presentados y ordenados, se hallan verdaderas
perlas, luces de un valor inapreciable, doctrinas de valor imperecedero.
<em>Doctrinas que deben ser conocidas</em>, bien conocidas, sobre todo
por sacerdotes, psiquiatras y docentes. Insisto: el campo de la
psiquiatría moderna es uno de los más ensombrecidos por las tinieblas
del Padre de la Mentira.</span><br />
<span class="Apple-style-span" style="color: #20124d; font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;">Vengamos, por ejemplo, al tema absolutamente central de <em>la libertad de la persona</em>. Y permítanme que me autoplagie:</span><br />
<span class="Apple-style-span" style="color: #20124d; font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;">«<em>Hoy la libertad humana se niega. </em>La idea de que el hombre es libre recibió, en la historia cristiana, su primer ataque grave con las tesis del luteranismo (el <em>servo arbitrio</em>
de Lutero). Posteriormente, y desde premisas intelectuales muy
diversas, la negación de la libertad se ha generalizado tanto en la
cultura moderna, que<em> hoy la Iglesia está sola para afirmar la libertad del hombre. </em>En efecto, la negación de la libertad del hombre, o el agnosticismo sobre el misterio de esa libertad, invade <em>el mundo de la filosofía moderna</em>:
está presente en el determinismo físico-matemático, en el positivismo
filosófico, en el evolucionismo y la filosofía del progreso, en el
historicismo dialéctico marxista. Y tampoco<em> las escuelas de psicología</em>
hoy más vigentes —psicoanálisis, conductismo, antropología
neurofisiológica o endo-crinológica— están exentas de un fondo
determinista y mecanicista, que les lleva a negar la libertad del
hombre, o a mantenerse escépticas respecto de ella.</span><br />
<span class="Apple-style-span" style="color: #20124d; font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;">«Como señala Giorgio Piovene, <em>«entre la diversidad de las
filosofías actuales se descubre una constante: ninguna se presenta como
una filosofía de la libertad. </em>Se intenta sobre todo establecer los
mecanismos por los que el hombre está condicionado: económicos,
psicológicos, derivados de la estructura del lenguaje o de la situación
histórica en que vive. En la visión científica del hombre actual estos
determinismos tienen como meta ideal la ocupación total del cuadro del
comportamiento humano, de tal modo que la persona como sujeto está en
vías de desaparecer, para venir a ser un trámite, un instrumento, un
centro de combinaciones» (<em>Elogio della libertà, </em>dir. D. Porzio, Milán 1970, 287).</span><br />
<span class="Apple-style-span" style="color: #20124d; font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;"><em>«Quedamos así enfrentados en nuestro tiempo a una inmensa contradicción,<strong> </strong></em>que
aun siendo tan patente, pasa inadvertida para muchos. Por un lado, se
afirma incesantemente que «el hombre no es libre», no es responsable de
sus actos, sino un ser absolutamente condicionado; y por otro lado, al
mismo tiempo, se afirma con igual énfasis que «el valor primario del
hombre es vivir libre», o se habla de «la libertad de nuestra época»…
¿Cómo explicar tal contradicción patente?» (Rivera-Iraburu, <em>Síntesis de espiritualidad católica</em>, F.GD, Pamplona 2008, 7ª ed., pg. 157).</span><br />
<span class="Apple-style-span" style="color: #20124d; font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;"><strong>Pues bien, la Iglesia conoce bien todos los condicionamientos</strong>
que influyen en la mente y en la conducta del hombre, con una fuerza
que a veces parece determinante. Pero, como dice Pablo VI «existe, sin
embargo, en el hombre un margen, un amplio margen, su verdadero Yo, de
indeterminación, que él solo resuelve en una decisión autónoma propia.
Por restringida, por asediada e ilusa que sea, <em>existe la libertad psicológica y moral</em> del hombre» (16-VIII-1972).</span><br />
<span class="Apple-style-span" style="color: #20124d; font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;">¿Es ésta, por ejemplo, una cuestión secundaria para un psiquiatra
católico? ¿Puede ejercer su oficio en terapias realmente benéficas si
coloca sistemáticamente entre paréntesis el hecho de que su paciente sea
o no libre?… La cosa es clara, sin una buena filosofía y teología del
hombre el psiquiatra está perdido, y apenas podrá hacer más que recetar
medicinas —que, por lo demás, han de apreciarse y tienen sin duda con
frecuencia un gran efecto benéfico—. Necesita, si quiere que su acción
terápica llegue al fondo personal de su paciente, conocer bien las
verdades católicas que la Iglesia enseña sobre el hombre. Y que pueden
encontrarse reunidas en este precioso libro que comento, <em>Psicología y psiquiatría. Textos del Magisterio Pontificio</em>.</span><br />
<span class="Apple-style-span" style="color: #20124d; font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;">Gracias, Pablo Verdier Mazzara.</span><br />
<span class="Apple-style-span" style="color: #20124d; font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif;">Gracias, BAC.</span></div>
</div>
</div>
</div>
Ceytechttp://www.blogger.com/profile/06348045182249992771noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8613625205185550101.post-221608918186662572011-09-16T06:55:00.000-07:002011-09-16T06:55:34.694-07:00NOTAS DE PSICOLOGÍA CATÓLICA (VIII) LA AFECTIVIDAD<br />
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<b><span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">VIII. LA AFECTIVIDAD<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">1. Naturaleza de la afectividad<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 36pt;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">(i) Las pasiones, sentimientos, afectos o
emociones, son los movimientos de la facultad apetitiva sensible que reacciona
ante la percepción de un objeto –como atractivo o nocivo– por parte de los
sentidos internos; produciendo, a su vez, (condición esencial de la pasión) una
alteración física.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">La dimensión afectiva o pasional pertenece
a la dimensión corporal del hombre; pero en este, tales fenómenos nunca se
realizan sin interactuar con las facultades superiores (ya sea recibiendo su
influencia o influyendo sobre ellas). Por eso en el hombre la afectividad es un
fenómeno “mixto”, en el que convergen dos fuentes: la corpórea y la espiritual
[1].<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">(ii) Terminología. El sentido que los
antiguos daban al término “pasión”, puede traducirse por “receptividad”: todo
ser que pasa de la potencia al acto, todo sujeto que se encuentra bajo la
influencia de una causa agente, se dice “pasivo” en relación con ese acto o
causa. Como en las pasiones, el hombre, de algún modo, es “arrastrado” por un
objeto y “padece” cambios en su psiquismo y biología, el sentido del término
está ampliamente justificado; más todavía si se tienen en cuenta algunas
pasiones en particular, como el temor, la tristeza, el dolor o la cólera.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>En
la actualidad el término “pasión” ha perdido gran parte de su valor original,
pasando a tener un cierto sentido peyorativo, reservándose su uso en muchas
corrientes psicológicas a “las inclinaciones y tendencias que rompen el
equilibrio de la vida psíquica” [2]. Se privilegian así otros vocablos, como
emoción, afección, afecto, sentimiento, apetición, etc. El término clásico “pasión”
no ha perdido, sin embargo, su valor y tiene una amplitud que no revisten las
otras voces.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Tomándola, pues, en el sentido original de
la expresión la pasión afecta de modo directo al cuerpo, del cual el alma es
forma. El alma sufre la pasión por razón del compuesto [3], pero la pasión,
propiamente, pertenece al apetito sensitivo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Este apetito es la inclinación hacia el
bien que perfecciona la naturaleza <i>sensible</i> del hombre y surge a partir
de un conocimiento sensible (por eso se da sólo en los seres dotados de
conocimiento sensible); tiene dos aspectos: uno interior o psíquico y otro
exterior o fisiológico.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(iii) Aspecto psíquico y
fisiológico de la pasión. </span><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">En su aspecto <i>psíquico</i> la pasión consiste en cierto
“movimiento” del alma [4], entendiendo aquí “alma” en sentido amplio, como
afectividad <i>humana</i>. Cuando estamos alegres o tristes tenemos la
impresión de que nuestra alma se abre y expande en deseo hacia un bien que
atrae o se retrae ante un obstáculo que la frena. Cuando experimentamos un
deseo hacia algo, tenemos la impresión de “cierto movimiento del alma” hacia
ese bien amable; cuando nos entristecemos, probamos como un freno o dificultad
en el movimiento hacia algo que parece escapársenos; cuando sentimos miedo
parece como que algo violento sacude nuestra tranquilidad. Todos los
movimientos interiores se caracterizan por una fase de comienzo, de progresión
o de detención de una tendencia evolutiva hacia un bien que nos atrae o de una
tendencia de retracción ante un mal que nos amenaza.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Pero este movimiento del alma tiene como
correlativo necesario e inseparable un movimiento orgánico (“transmutatio
organica”). Desde el momento en que surge una pasión, ésta toma una expresión y
una mímica que la pone en evidencia. </span><span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Así, por ejemplo, un hombre alegre está
exultante, se mueve con prontitud y vivacidad, gesticula con fuerza y
abundancia, su rostro tiene color, se anima, sus ojos brillan. El hombre triste
tiene una mirada fija y sombría, su voz es débil, sus miembros están caídos y
alargados, suele estar inerte, se mueve lentamente como atado a una pesada
ancla. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">(iv) Los movimientos orgánicos y la mímica
corporal varían mucho según los individuos y sus diferentes temperamentos. El
mismo afecto es diverso en unos y en otros. Por ejemplo, el gozo en el hombre
impulsivo se manifiesta de modo exuberante y frondoso, pero en el apático se
muestra más apagado y tranquilo. Estos movimientos orgánicos externos, “periféricos”
(como dice Noble), no representan toda la fisiología de la pasión; son más bien
el resultado de ella. Se ha discutido mucho sobre el origen interno de estos
movimientos pasionales y el factor fisiológico primario de las emociones. Para
Santo Tomás esto depende del movimiento del corazón. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">(v) Unidad psico-fisiológica de la pasión. Si
bien debemos separar, en favor de la claridad de exposición, el aspecto
psíquico y el fisiológico de la pasión, el hecho pasional mantiene una unidad
fundamental. Los dos elementos se unen con una cohesión tan absoluta y necesaria
que la pasión no existiría si, por un imposible, el aspecto psíquico pudiera
darse sin el aspecto fisiológico. No se concibe una emoción de miedo sin
perturbación orgánica, por lo menos interna. No existe gozo, tristeza o cólera
sin una conmoción corporal paralela. Si este elemento fisiológico no existiera,
estaríamos ante un sentimiento de orden puramente espiritual y voluntario, pero
no ante una pasión.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Por tanto, la pasión es un acto único del
apetito sensitivo, que comprende esencialmente una tendencia afectiva y una
reacción fisiológica. Para Santo Tomás, la tendencia es el <i>elemento formal</i> de la pasión, mientras que la reacción fisiológica
hace de <i>materia</i> de la misma.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">De aquí se sigue que es la tendencia la que
cualifica la pasión o, si se quiere, lo que <i>distingue</i>
una pasión de otra. Por ejemplo, el amor es una tendencia muy característica
que se distingue del odio (uno es un movimiento apetitivo de atracción, el otro
de rechazo). Pero los fenómenos fisiológicos (al menos observados desde afuera)
están lejos de caracterizar o distinguir las pasiones: por ejemplo, varían en
profundidad, conmoción e intensidad de un individuo a otro, incluso tratándose
de la misma pasión (como el miedo a un mismo objeto afecta de manera diversa a
dos personas que lo enfrentan juntas, y así y todo es miedo lo que ambas
tienen, o sea, la misma pasión y no dos pasiones diversas).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Por todo esto, se ve claramente que la
pasión es un fenómeno específicamente distinto del pensamiento intelectual, de
la sensación y del querer.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">2. Origen y desarrollo de la pasión<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 36pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 36pt;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">(i) Origen de la pasión: el conocimiento
sensible. El temperamento, la conformación biológica de la persona, los estados
físicos saludables o enfermizos, son solo predisposiciones para nuestros
estados afectivos y pasionales. No son causa suficiente del surgimiento de una
pasión. La causa inmediata es, en cambio, la captación de un objeto sensible percibido
por los sentidos como bueno o malo para el sujeto, o sea, hablando más
propiamente, como atractivo (útil, deleitable) o nocivo (dañoso, perjudicial).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Al decir “sentidos”, nos referimos tanto a los
sentidos externos cuanto a la memoria, que guarda las imágenes de las
sensaciones pasadas (procesadas por la cogitativa), a la imaginación, que las
reproduce, disminuye o agranda por asociaciones con otras imágenes y a la
cogitativa, que juega un papel fundamental en todo este proceso. La
construcción imaginaria (imaginación-memoria-cogitativa) juega un rol muy
importante en el despertar de una pasión. Por eso, la intensidad de la pasión
está más en relación con la riqueza de la capacidad imaginativa, que con la
realidad objetiva de las sensaciones.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">(ii) Otro excitante indirecto de la pasión
reside en las modificaciones orgánicas que preceden y la acompañan. Decíamos antes,
que toda emoción está ligada necesariamente a movimientos fisiológicos externos
e internos de los que no puede carecer (de lo contrario no tendríamos una
pasión o afecto). Pero, por este mismo hecho, hay reversibilidad del estado
orgánico al estado psíquico. Fácilmente puede constatarse que ingerir ciertos
alimentos, usar calmantes o excitantes, así como ciertos estados depresivos o
condiciones atmosféricas…, repercuten sobre el sistema nervioso. Éstas y otras
influencias que modifican la química vital de las funciones vegetativas,
contribuyen activamente a preparar el fenómeno pasional, pues tales
modificaciones fisiológicas hallan eco en la conciencia, a raíz de la capacidad
sugestiva de las imágenes y asociaciones que dichos estados suscitan.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Ahora bien, sea que la pasión se enraíce en
una percepción de los sentidos externos, en la imaginación o en la memoria, o
que surja por provocación de los elementos orgánicos de la pasión, es siempre
la imagen sensible la causa inmediata y determinante de la pasión. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">(ii) Pasión y sensación. De todos modos,
debemos añadir que, si bien la sensación (conocimiento sensible externo o
interno) es causa determinante de la pasión, sin embargo, esta permanece
distinta de aquella; aunque la distinción se hace más difícil cuando la causa
de la pasión está asociada al sentido del tacto. Hay sensaciones de placer que
parecen, a primera vista, identificarse con la pasión de deleite y sensaciones
de dolor que se confunden con la pasión de la tristeza.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">(iii) De lo dicho, podemos indicar algunas
conclusiones que afectan a la <i>educación</i>
de los afectos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 36pt; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<!--[if !supportLists]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span>1º<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Al ser la sensación-imagen la causa
que provoca la pasión, aportándole su objeto, se sigue que el medio directo
para favorecer un estado pasional es favorecer la sensación que mantiene su
fervor, mantener la sobreexcitación de la imaginación que prolonga y aviva la
sensación. Por contraposición, para reducir un estado pasional, se hace
necesario cortarle los víveres alejando la causa de la sensación, forzando a la
imaginación a que se dirija a otros objetos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 36pt; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<!--[if !supportLists]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span>2º<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Puesto que la excitación pasional
tiene su causa no sólo en la sensación, sino en ésta corroborada por la memoria
y la imaginación, o incluso sugerida por algún estado orgánico, la atención de
quien quiere impedir la reaparición de una pasión o al menos disminuir las
oportunidades de que reaparezca, debe tener en cuenta todos estos elementos,
sin dejar ninguno de lado.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 36pt; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<!--[if !supportLists]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span>3º<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>“Para gobernar los sentimientos es necesario
dominar los actos y las ideas” [5]; y para esto el proceso lógico es:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 72pt; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<!--[if !supportLists]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span>a)<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";">
</span></span></span><!--[endif]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Reeducar la receptividad (o sea, lograr tener sensaciones
y actos conscientes y voluntarios [6]).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 72pt; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<!--[if !supportLists]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span>b)<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";">
</span></span></span><!--[endif]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Dominar los pensamientos (para llegar a pensar cuando uno
quiera y lo que uno quiera, y desviar la atención de lo que perjudica).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 72pt; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<!--[if !supportLists]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span>c)<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";">
</span></span></span><!--[endif]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Alcanzar el dominio volitivo: poder querer de veras las
acciones que uno quiere hacer (por ejemplo, ser puro y casto).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 72pt; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<!--[if !supportLists]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span>d)<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";">
</span></span></span><!--[endif]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Poder modificar y controlar los propios sentimientos y
emociones.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 36pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">3.
Diversidad y relación de las pasiones<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(i) Distinción del
apetito sensible. El </span><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">apetito sensible se divide en concupiscible e irascible. No se trata de dos
partes sino de dos funciones que todo ser sensible desempeña para subsistir y
perfeccionarse, a saber, el conservarse y el defenderse. Todo animal aprovecha
de su medio para su propio bien y crecimiento, y se defiende de lo que intenta
contrariarlo y destruirlo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">El apetito <i>concupiscible</i> actúa a modo de apetito receptivo, comprendiendo
tanto las delectaciones sensibles cuanto las tendencias que se retraen ante los
objetos dolorosos y dañinos. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">En cambio el <i>irascible</i>, empuja a un esfuerzo de acción violenta, de ataque o de
resistencia, ante las dificultades u obstáculos que hacen áridas nuestras
acciones. También en las pasiones del irascible se observa un aspecto pasivo,
pues quien tiene esperanza de alcanzar un bien, es <i>arrastrado</i> por amor
de él (el amor está en la base de <i>todas</i> las pasiones); pero este aspecto
pasivo se complementa con uno nuevo y más fuerte, que es el principio activo.
Así, por ejemplo, alguien capta un obstáculo en la consecución de un bien
deseado: obtenerlo es dificultoso; pero también vislumbra algo particular: es
difícil pero <i>¡posible!</i>; y esta perspectiva en la que se unen un amor que
tiene forma de deseo ardiente y la captación de la posibilidad de obtener tal
bien, desencadena fuerzas interiores que se imponen al abandono o dejadez que
espontáneamente surge al captar el aspecto arduo del bien.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">(ii) Distinción de las pasiones. </span><span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Teniendo en cuenta estas dos
funciones del apetito, la doctrina clásica ha indicado once pasiones fundamentales.
Hay otras clasificaciones indudablemente válidas y muy sugestivas. Valga de
ejemplo la exposición de Lersch, quien habla de “emociones de la vitalidad”
(dolor, placer, aburrimiento, saciedad y repugnancia, diversión y fastidio,
embeleso y pánico, etc.), “vivencias emocionales del yo individual” (susto,
agitación, ira, temor, confianza y desconfianza, contento y descontento,
desquite, etc.), “emociones transitivas” (simpatía y antipatía, estima y
desprecio, capacidad de amar y odio, etc.) [7].<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">De todos modos, sigue siendo válido el esquema
tradicional, pues su distinción de las pasiones reduce el mundo afectivo a once
movimientos pasionales específicamente distintos; distinción que se realiza en
base a la diversidad de sus objetos formales (bien o mal, alcanzado o todavía
no; considerado simplemente o como arduo, etc.). Son los once modos que tiene
el apetito humano de situarse frente al bien y al mal en sus diversas
formalidades (modos que, a su vez, se subdividen dando las distintas especies
de cada pasión).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Así, el bien produce en la potencia apetitiva una
inclinación o connaturalidad hacia ese mismo bien. A esto lo llamamos <i>amor</i>. Respecto del mal, se da algo
contrario, una aversión, un rechazo, que es el <i>odio</i>. El bien amado y no poseído mueve hacia su consecución y eso
pertenece a la pasión del <i>deseo</i>, cuyo
contrario, en la línea del mal, es la <i>fuga</i>
o abominación. Cuando el bien llega a ser poseído, produce la quietud o reposo
en el mismo bien. Esto pertenece al gozo o <i>delectación</i>,
al que se opone el dolor o la <i>tristeza</i>
por parte del mal. Estas seis pertenecen al apetito concupiscible<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>Cuando
el bien es difícil (arduo) se dan las pasiones de <i>esperanza</i>, en caso de ser posible, y la <i>desesperación</i>, ante la imposibilidad de conseguirlo. Respecto del
mal ausente difícil se dan la <i>audacia</i>
cuando es superable, y el <i>temor</i> si se
presenta como insuperable. Respecto del mal arduo ya presente se suscita la
pasión de la <i>ira</i>. No existe,
evidentemente, ningún bien que sea al mismo tiempo arduo y presente, por lo
cual esta pasión no tiene contraria. Estas cinco pertenecen al apetito
irascible.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(iii)
Relación de las pasiones entre sí. </span><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Si bien consideramos aisladamente los afectos o pasiones
para distinguirlos, hay que tener en cuenta que en la realidad no se dan sino
entremezclados y, muchas veces, suscitándose unos a los otros<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Sin embargo, es importante tener en cuenta
que no cualquier pasión engendra cualquier pasión, sino existe una mayor o
menor afinidad entre ciertas pasiones, y hay afectos que psicológicamente están
emparentados entre sí. Por ejemplo, una persona con tendencia a la tristeza, es
probable que experimente también resentimiento, sentimientos de venganza y
desesperación, puesto que todos estos sentimientos están muy emparentados entre
sí.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Y sobre todo debemos comprender que en el
origen de todo afecto encontraremos el amor, porque es la pasión o afecto
inspirador y básico que pone en funcionamiento toda nuestra base sentimental. Esto
plantea que la educación de las pasiones, en definitiva, será siempre educación,
ordenamiento o rectificación del amor.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">También se sigue de aquí que, siendo las
pasiones solidarias, todo método educativo que apunte a educar una sola pasión
será inútil y tendrá poca o ninguna efectividad. Toda educación de la
afectividad debe apuntar a la afectividad en su conjunto</span><span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">,</span><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"> para someter toda la fuerza
emotiva a la dirección de la vida moral. Tal vez sea éste uno de los déficits
más notables de la educación de los últimos siglos, salvo honrosas excepciones,
como las de los grandes educadores cristianos (por ejemplo, Don Bosco). En la
educación de la afectividad no puede dejarse de lado ningún aspecto, por
trivial que sea, ordenando todo el campo afectivo a una progresiva elevación
por medio de las virtudes cardinales de la templanza y de la fortaleza. Es
precisamente en el campo que se deje sin cultivo por donde comenzará a
resquebrajarse luego la vida afectiva y, de allí, la moral.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">4. La afectividad y la voluntad</span></b><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(i)
</span><span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">La esfera de los afectos, emociones
o pasiones, está entre dos niveles: el temperamental predispositivo y el
espiritual. Todos estos planos se influyen mutuamente, creando la compleja y
rica fenomenología propiamente “humana”. En concreto:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 36pt; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<!--[if !supportLists]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span>1º<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">La inteligencia y la voluntad se
influyen mutuamente como se puede ver en los distintos momentos o pasos de los
actos libres: juicio sobre la posibilidad de un acto (fenómeno cognoscitivo) e
intención eficaz (fenómeno volitivo), indagación de los medios que nos conducen
al fin y consentimiento de los mismos, juicio práctico y elección, etc.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 36pt; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<!--[if !supportLists]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span>2º<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Los sentidos internos influyen
sobre la inteligencia a través de la imaginación, la memoria, y sobre todo de la
cogitativa, facultad puente que forma el “fantasma” del que el intelecto agente
forma el concepto.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 36pt; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<!--[if !supportLists]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span>3º<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Los sentidos internos influyen
sobre el apetito sensible dando pie al movimiento pasional (con el conocimiento
sensible de un objeto que se presenta como atractivo o desagradable.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 36pt; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<!--[if !supportLists]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span>4º<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Los apetitos con sus pasiones
influyen sobre la inteligencia y la voluntad, y éstas sobre los apetitos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 36pt; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<!--[if !supportLists]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span>5º<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Las predisposiciones orgánicas
inclinan –aunque remotamente– hacia determinado tipo de movimientos afectivos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Teniendo esto en cuenta, se plantean varias
posibles relaciones entre las esferas pasional y volitiva.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">(ii) </span><span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Coincidencia
de la pasión y la voluntad. E</span><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">n muchas situaciones, la pasión y la voluntad pueden
tener el mismo objeto. De hecho, con frecuencia, nuestros actos libres
(voluntarios) corresponden a pasiones de la sensibilidad y hacen una sola cosa
con éstas. A menudo amamos volitivamente lo mismo que nos atrae sentimentalmente
y odiamos lo que nos repugna pasionalmente. La misma Sagrada Escritura,
apelando a esta unidad sustancial del hombre, nos manda “amarás al Señor, tu
Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus
fuerzas” (Mc 12,30). Nuestras pasiones con frecuencia se convierten en actos
voluntarios, y nuestros quereres libres se vuelven pasionales. Y la pasión
moderada y vuelta virtuosa, dará una fuerza particular<span> </span>a nuestra capacidad de realización en las dificultades
de la acción moral.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">(iii) </span><span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">La
pasión que arrastra la voluntad. </span><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Tratándose de las pasiones que surgen espontáneamente,
llamadas en psicología “antecedentes” porque son anteriores a la intervención
racional de la persona, pueden, por lo mismo, arrastrar la voluntad en el mismo
sentido que ella. Esta moción se realiza en dos etapas sucesivas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 36pt; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<!--[if !supportLists]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span>1º<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Ante todo, la pasión tiende a
producir en nuestra conciencia una <i>transposición de valores</i>, esto es, aquello
que nos apasiona tiende a parecernos lo más importante, lo más urgente, lo más
valioso. Como resultado, nuestra atención se dirige únicamente al objeto
pasional, y, por el contrario, todo lo demás pierde relieve para la atención.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 36pt; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<!--[if !supportLists]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span>2º<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">En segundo lugar, una vez
concentradas nuestras fuerzas sobre el objeto pasional mueve indirectamente la
voluntad, presentándole el objeto de la pasión. Éste no sólo atrae la atención,
sino la aprobación de la razón, pues el juicio estimativo que ha determinado la
pasión, hace cuerpo con la imaginación exaltada y exagerada, la cual
ordinariamente acompaña la pasión, tanto que la razón se inclina a desposar el
juicio pasional y la voluntad a adoptar la pasión, puesto que el juicio
estimativo y la pasión se ponen al servicio del apasionado.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">(iv) </span><span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">La pasión que brota espontáneamente del querer intenso. </span><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">La pasión también puede derivarse
de un acto voluntario (llamada, en tal caso, pasión consecuente o consiguiente),
lo que puede ocurrir, ante todo, espontáneamente, como un desborde de un querer
intenso. Es decir, puede seguirse de la voluntad como resultado espontáneo de
un querer vehemente, a modo de desborde del espíritu sobre la sensibilidad. San
Juan de la Cruz explica de este modo el fenómeno místico de la estigmatización,
como un desborde sensible de la verdadera estigmatización que es la que se produce
en el alma, por identificación con Cristo crucificado [8].</span><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Hace de intermediario de esta repercusión
las facultades imaginativas (imaginación, memoria, cogitativa): nuestros
sentimientos y quereres son alimentados por pensamientos; éstos provocan un conjunto
de imágenes correspondientes, porque es normal que nuestras ideas (abstractas)
se desarrollen en imágenes (concretas). </span><span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(v)
</span><span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">La pasión provocada por la voluntad. </span><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">El segundo modo de pasión
consecuente se da cuando ésta es deliberadamente promovida por la razón, siendo
así, fruto de un querer que la provoca y la excita [9]. Para lo cual la persona
cuenta con dos medios:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 36pt; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<!--[if !supportLists]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span>1º<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">El más directo es aplicando los
sentidos externos o internos a un objeto pasional: si la voluntad quiere
excitar una pasión, basta con que intente aplicar intensamente a tal o cual
objeto los sentidos del tacto, del gusto, de la vista, o la imaginación o la
memoria.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 36pt; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<!--[if !supportLists]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span>2º<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">De modo más indirecto, pero también
posible, puede intentar reproducir o imitar el estado físico que acompaña tal o
cual pasión, por ejemplo, si intentamos reproducir un escalofrío o la piel de
gallina… con la intención de observar si de esto se siente el despertar de una
emoción de miedo. Esta vía es ciertamente más difícil, pero a veces tiene
éxito.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 36pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 36pt;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">(vi) </span><span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">La
pasión enseñoreada por la voluntad. </span><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Pero también puede, la voluntad, si no siempre, por lo
menos muchas veces, dominar la pasión, moderar su exceso, rechazarla, y/o
detenerla. El recurso principal y directo, es desviar la atención del motivo
que causa la pasión.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Y aun cuando no pueda dominar plenamente el
movimiento pasional, queda a la voluntad un último recurso, que es prohibir los
actos que esta pasión llama. Siempre podemos no querer pasar al acto (hecha
salvedad de los enfermos mentales en quienes tales actos sean compulsivos).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Este dominio, sin embargo, es limitado,
pues la pasión, en relación con nuestras facultades superiores, no es “como un
esclavo, sino como una persona libre: “<span>El
alma domina al cuerpo con despotismo, y el entendimiento domina al apetito con
poder político y regio</span>” [10]. De ahí que el dominio racional sobre las
pasiones haya sido definido como un “dominio político” (parcial) y no “despótico”
(total).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">5. La herida de la afectividad humana<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">(i) Un dato fundamental de la antropología
teológica que ilumina la realidad de las pasiones tiene que ver con la
consecuencia sufrida en esta esfera a raíz del pecado original. El pecado
original, con el cual todos nacemos, ha dejado secuelas en todas las esferas
humanas: en la inteligencia, la “ignorancia” o debilidad para descubrir la
verdad; en la voluntad, la “malicia” o dificultad para buscar y mantenerse en
el bien auténtico; en el irascible, la falta de firmeza o valor; y en el
concupiscible, la llamada “concupiscencia” o inclinación desordenada al
deleite.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">(ii) Estas heridas permanecen en nosotros
tras el bautismo constituyendo materialmente el <i>fomes</i> del pecado [11], y han de tenerse en cuenta para comprender
tanto algunos de los desórdenes afectivos y su fuerza desintegradora, cuanto la
debilidad de la voluntad para manejar los sentimientos. El Catecismo enseña: “el
pecado original (…) es la privación de la santidad y de la justicia originales,
pero la naturaleza humana no está totalmente corrompida: está herida en sus
propias fuerzas naturales, sometida a la ignorancia, al sufrimiento y al
imperio de la muerte e inclinada al pecado (esta inclinación al mal es llamada
«concupiscencia»). El Bautismo, dando la vida de la gracia de Cristo, borra el
pecado original y devuelve el hombre a Dios, pero las consecuencias para la
naturaleza, debilitada e inclinada al mal, persisten en el hombre y lo llaman
al combate espiritual” [12].<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">(iii) El olvido de esta verdad, que
pertenece a la fe católica, lleva a nefastas consecuencias en el plano
educativo y también en el terapéutico, particularmente en el psicoterapéutico,
porque sin este dato, ciertas debilidades humanas resultan incomprensibles y
las expectativas, derivadas de una concepción de la naturaleza humana olvidada
de esta fragilidad congénita, se tornan frustrantes.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">6. La responsabilidad sobre los afectos<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">(i) Todo ser humano es responsable de los
actos que hace deliberadamente, es decir, en la medida en que anticipadamente
puede discernir su valor moral, su razón de medio respecto de algún fin, etc.
En tales casos, la acción nace de la voluntad deliberada (libertad). La
cuestión de la responsabilidad pasa, pues, por esta cuestión: ¿somos dueños del
juicio por el que decidimos este acto? Así, en cuanto a la responsabilidad
pasional, la cuestión es saber también si <i>la pasión nos deja dueños del
juicio autónomo y deliberado que debe dirigir nuestra acción y presidir su
realización</i>.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">(ii) Hay varias posibilidades, según el
grado de repercusión más o menos profunda de una pasión sobre el juicio
pasional:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 28.3pt; text-align: justify; text-indent: -14.15pt;">
<!--[if !supportLists]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span>1º<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Tendremos plena responsabilidad
cuando la pasión sea excitada por la voluntad o bien voluntariamente no sea
contrarrestada, con pleno ejercicio de la razón.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 28.3pt; text-align: justify; text-indent: -14.15pt;">
<!--[if !supportLists]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span>2º<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">La responsabilidad estará atenuada en
la medida en que la pasión haya surgido sin advertencia de la razón, turbando
el juicio racional.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 28.3pt; text-align: justify; text-indent: -14.15pt;">
<!--[if !supportLists]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span>3º<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Finalmente, seremos totalmente
irresponsables cuando una pasión, por su violencia, impida el ejercicio de la
razón.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(iii)</span><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"> </span><span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">De ahí que si </span><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">se considera la <i>pasión antecedente</i>, ésta influye
produciendo un acto que es, al menos parcialmente, voluntario (salvo el caso
extremo en que anula toda voluntariedad, como en los que sufren una especie de “enajenación”
pasajera por efecto de una pasión inesperada e intensísima). Un pecado será más
o menos culpable según que la pasión disminuya o no la voluntariedad (13).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 1cm;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Se sigue que, a causa de las pasiones <i>antecedentes</i>
e intensas, nuestros juicios pueden carecer del discernimiento suficiente y la
conciencia se torna borrosa. De aquí que, bajo el efecto de la pasión, la
gravedad de los pecados pueda disminuir; como explica Santo Tomás.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(iv) De esto se
siguen algunos principios que hay que tener en cuenta en orden a la educación
del carácter, tarea fundamental de psicopedagogos y psicólogos:</span><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 36pt; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<!--[if !supportLists]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span>1º<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Las pasiones son malas guías para nuestros
juicios y decisiones. Quienes dan lugar a la pasión en el momento de sus
cavilaciones y razonamiento (es decir, los apasionados, los sensibles, los
impresionables, los impulsivos y los entusiastas), sean fácilmente injustos.
Porque sus juicios suelen ser parciales y exaltados. Y no son, generalmente,
objetivos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 36pt; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<!--[if !supportLists]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span>2º<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">La pasión puede ayudar las
realizaciones virtuosas. Cuando la pasión es puesta al servicio de una obra
buena, añade su vigor propio para la ejecución de tales obras. Le da una gran
energía y movilidad<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 36pt; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<!--[if !supportLists]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span>3º<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">El justo medio virtuoso de la pasión
es aquel punto en el que, ni falta la suficiente pasión, ni sobra. Esto sólo
puede ocurrir si la pasión es puesta al servicio del bien por la virtud. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 36pt; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<!--[if !supportLists]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span>4º<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";"> </span></span></span><!--[endif]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">La obra buena realizada <i>con
pasión</i> puede ser más meritoria, en el sentido de más valiosa moralmente;
porque supone no sólo la realización externa de la obra, sino una mayor
perfección en el modo de realizarla, ya que la pasión añade una participación
de todo nuestro ser en tal obra (como cuando se alaba a Dios no sólo con la
inteligencia, sino <i>con los afectos y el corazón todo</i>).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">7. El equilibrio afectivo<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(i) Equilibrio indica el reparto
equitativo de los pesos de una balanza donde un platillo se “compensa” y “armoniza”
con el otro. En el plano psíquico, se refiere a la estabilidad anímica o
psicológica de la persona en torno a una línea fundamental que calificamos de “normalidad”
o “madurez”.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>Implica, pues, una presencia
simultánea y proporcionada de todas las dimensiones de la persona humana (racionalidad,
afectividad, corporeidad, a los que hay que sumar la gracia divina), pero de
modo proporcionada (cada una con la medida justa) y jerarquizada.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>Cuando alguno de esos elementos falta
u ocupa un lugar que no le corresponde, tenemos, no un hombre maduro, sino perturbado.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 36pt;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">(ii) Hay tres modos en que puede presentar
la falta de equilibrio.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 36pt;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">El primero, es la pérdida de la gracia y
del recto orden que impone la ley divina (tanto los diez mandamientos como la
ley evangélica). Este desequilibrio afecta al plano moral: es desequilibrada
(moralmente hablando) la persona que no vive según la ley moral que lleva
grabada en su corazón.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>El segundo desequilibrio se produce cuando
una persona es arrastrada por el vaivén de sus emociones (“afectivismo”). Aquí
reconocemos los principales tipos de sentimentales, melancólicos, sensuales,
mundanos, etc.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>El tercero, es la falta de empatía:
cuando una persona deja de tener una afectividad integrada y es fríamente
calculadora en su relación consigo mismo o con los demás. Éste es el
racionalista exagerado, que no sabe amar ni conmoverse, o es incapaz de amistad
y de ternura. Esta persona es insensible, aparentemente cerebral, inconmovible,
apática y glacial. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(iii)
La correcta integración de todos estos elementos equivale a la “normalidad”, “equilibrio”
o simplemente “madurez” humana en su sentido más pleno. Esta madurez se
manifiesta en varias dimensiones (14); como:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 49.1pt; text-align: justify; text-indent: -24.55pt;">
<!--[if !supportLists]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span>1º<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";">
</span></span></span><!--[endif]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Madurez intelectual: implica una percepción correcta de
la realidad, tanto natural como sobrenatural; una concepción correcta de Dios,
del mundo y de sí mismo, con una escala de valores adecuada a la realidad;
capacidad de discernimiento y de juicio objetivo, tanto en el plano moral como
social.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 49.1pt; text-align: justify; text-indent: -24.55pt;">
<!--[if !supportLists]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span>2º<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";">
</span></span></span><!--[endif]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Madurez psicosocial, que implica: aceptación de sí mismo
(de la propia historia, limitaciones y dones), de los demás (tolerancia,
capacidad de convivencia y de amistad), tolerancia ante las propias
frustraciones y fracasos (las que vienen de los propios límites y las que
proceden de las circunstancias o de los demás), capacidad de confiar en los
demás, de adaptarse al medio en el que se vive (a diferencia del eterno
inconformista), de humor sin hostilidad, autonomía personal (sin dependencias
afectivas) y responsabilidad, de colaboración, de iniciativa y creatividad.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 49.1pt; text-align: justify; text-indent: -24.55pt;">
<!--[if !supportLists]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span>3º<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";">
</span></span></span><!--[endif]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Madurez afectivo-sexual: esto es, capacidad de controlar
los propios instintos, de amar sin afán de poseer a los demás (en el sentido de
adueñarse o controlar sus vidas y personas), de renunciar (sacrificio), de
practicar la castidad según el estado de vida que elija o deba vivir sin
haberlo elegido (como el caso de las personas viudas o abandonadas de sus
cónyuges, enfermos que no pueden contraer matrimonio a pesar de querer
hacerlo...).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 49.1pt; text-align: justify; text-indent: -24.55pt;">
<!--[if !supportLists]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span>4º<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";">
</span></span></span><!--[endif]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Madurez volitiva: capacidad de tomar decisiones, de
elegir (especialmente en las cosas importantes de la vida, como la vocación, la
propia entrega, las grandes renuncias), de ejecutar lo elegido, de perseverar
en lo elegido y ejecutado.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 49.1pt; text-align: justify; text-indent: -24.55pt;">
<!--[if !supportLists]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span>5º<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";">
</span></span></span><!--[endif]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Madurez ética: capacidad de discernir con realismo y
objetividad entre lo justo y lo injusto, lo malo y lo bueno; tener criterios
morales claros (y evangélicos); poseer una escala de valores adecuada a la
realidad (y al Evangelio).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 49.1pt; text-align: justify; text-indent: -24.55pt;">
<!--[if !supportLists]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span>6º<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";">
</span></span></span><!--[endif]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Madurez religiosa: capacidad de silencio interior, de
oración, de relacionarse adecuadamente con Dios (como Padre, Amigo, Creador,
Salvador, Soberano, etc.) sin sacrificar ningún atributo divino en pro de otro;
y tener un ideal de perfección.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 24.55pt;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">(iv) La “madurez” y el “equilibro” también
equivalen a mantener la <i>independencia</i> respecto de cinco modos de
dependencia (15):<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 24.55pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 49.1pt; text-align: justify; text-indent: -24.55pt;">
<!--[if !supportLists]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span>1º<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";">
</span></span></span><!--[endif]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Independencia de la aprobación de los demás: de la
recompensa o del castigo que se espera cosechar del prójimo. Hay muchos que
tienen dependencia de este tipo de aprobación; para ellos está “bien” lo que
despierta cariño en los demás y está mal lo que produce rechazo, desaprobación.
Esta dependencia entraña el riesgo de “ser manipulado” y quita o limita la
libertad.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 49.1pt; text-align: justify; text-indent: -24.55pt;">
<!--[if !supportLists]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span>2º<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";">
</span></span></span><!--[endif]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Independencia de la aprobación de personas determinadas.
Porque hay quienes no se interesan tanto de la aprobación general sino de las
reacciones —favorables o desfavorables— de algunas personas determinadas (un
superior, un jefe, un amigo, un novio, etc.). Una dependencia particularizada
comporta el peligro de estar sometido o ser manejado por afectos particulares,
de rendir culto a personas particulares, de ser arrastrado al sectarismo, etc.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 49.1pt; text-align: justify; text-indent: -24.55pt;">
<!--[if !supportLists]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span>3º<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";">
</span></span></span><!--[endif]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Independencia de los valores establecidos por la
sociedad. Esto libera de la esclavitud de la moda, de las reglas aceptadas por
la masa social, que muchas veces reflejan criterios de manipulación masiva.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 49.1pt; text-align: justify; text-indent: -24.55pt;">
<!--[if !supportLists]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span>4º<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";">
</span></span></span><!--[endif]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Independencia de la aprobación del propio estado anímico.
Pues la dependencia de las propias sensaciones y estados emotivos (es decir,
del “cómo nos sentimos” después de algún acto determinado), es también muy
peligrosa (el alcohólico se siente mal cuando no puede beber y bien cuando está
bebiendo). El peligro, cuando falta este tipo de independencia, es el riesgo de
la adicción (droga, alcohol, sexo, juego, etc.).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 49.1pt; text-align: justify; text-indent: -24.55pt;">
<!--[if !supportLists]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span>5º<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";">
</span></span></span><!--[endif]--><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Independencia de falsas condiciones a la hora de elegir
el bien. Es decir, capacidad de hacer el bien porque está bien o porque es
necesario, o conveniente, o prudente hacerlo. Es libertad de cualquier
condicionamiento externo, ya sea la utilidad del bien (hay que estar dispuestos
a hacer cosas que no producen provecho pero que son necesarias, como los
sacrificios personales), del deleite que causen o incluso al margen de la
actitud de los demás (a diferencia de quienes —al no tener esta independencia—
sólo actúan “si los demás” también lo hacen; por ejemplo quienes están
dispuestos a pedir perdón si los otros también lo hacen, o a obrar como
corresponde si los demás también empiezan a hacerlo; son los esclavos del “si
el otro no, yo tampoco”).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">8. Afectividad y psicoterapia <o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(i) El psicoterapeuta debe ayudar al
paciente a que alcance el dominio sobre sus emociones, especialmente las más
perturbadoras (tendencia al placer, ira, temor y tristeza).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(ii) Uno de los medios para este
trabajo es la técnica psicofísica indirecta propuesta por Roger Vittoz y
popularizada por Narciso Irala(16).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"> (iii) Las perturbaciones afectivas más
profundas exigen tratamientos más específicos y prolongados (para los cuales
dan buenos resultados las propuestas cognitivo-conductuales, o la psicoterapia
simbólica). En algunos casos también se requiere el respaldo farmacológico
brindado por el profesional psiquiátrico.<span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: "Verdana","sans-serif"; font-size: 10.0pt; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;"><o:p><br /></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: "Verdana","sans-serif"; font-size: 10.0pt; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;"><o:p><b><u>NOTAS</u></b></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoEndnoteText">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: "Verdana","sans-serif"; mso-bidi-font-family: Calibri;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;">(1) Cf. Pithod, A., <i>El alma y su
cuerpo</i>, Buenos Aires (1994), 157-161.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoEndnoteText">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: "Verdana","sans-serif"; mso-bidi-font-family: Calibri;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;">(2) Cf. Úbeda Purkiss, Manuel y
Soria, Fernando, en <i>Introducciones</i> a Santo Tomás de Aquino, “Suma
Teológica”, tomo IV, Madrid (1954), 579.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoEndnoteText">
<span lang="PT-BR" style="color: #002060; font-family: "Verdana","sans-serif"; mso-ansi-language: PT-BR; mso-bidi-font-family: Calibri;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;">(3) Cf.
Santo Tomás de Aquino, <i>Suma Teológica</i>, I-II, 22,1.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoEndnoteText">
<span lang="PT-BR" style="color: #002060; font-family: "Verdana","sans-serif"; mso-ansi-language: PT-BR; mso-bidi-font-family: Calibri;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;">(4) Cf.
Santo Tomás de Aquino, <i>Suma Teológica</i>, I-II, 23, 2 y 4.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoEndnoteText">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: "Verdana","sans-serif"; mso-bidi-font-family: Calibri;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;">(5) <span>Irala</span>, N., <i>Control
cerebral y emocional</i>, Buenos Aires (1994), 35. Este libro es muy valioso
para lograr este objetivo siguiendo los pasos que indico a continuación.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoEndnoteText">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: "Verdana","sans-serif"; mso-bidi-font-family: Calibri;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;">(6) Para entender lo que Irala
quiere decir por esto (fundamental en su método de trabajo) es necesario leer
el capítulo III de su libro <i>Control cerebral y emocional</i>, 41-54.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoEndnoteText">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;"><span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: "Verdana","sans-serif"; mso-bidi-font-family: Calibri;">(7) Cf. </span><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: "Verdana","sans-serif"; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">Lersch, Philipp, <i>La estructura de la
personalidad</i>, Barcelona (1971).<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoEndnoteText">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;"><span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: "Verdana","sans-serif"; mso-bidi-font-family: Calibri;">(8) Cf. </span><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: "Verdana","sans-serif"; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">San Juan de la Cruz, <i>Llama</i>, II,
13-14.</span><span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: "Verdana","sans-serif"; mso-bidi-font-family: Calibri;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoEndnoteText">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;"><span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: "Verdana","sans-serif"; mso-bidi-font-family: Calibri;">(9) </span><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: "Verdana","sans-serif"; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">“Procede también de modo consiguiente. Y
esto de dos modos. Primero, a modo de redundancia (...) Segundo, a modo de
elección, esto es, cuando el hombre por el juicio de la razón elige ser
afectado por una pasión, para obrar más prontamente con la cooperación del
apetito sensitivo. Y así, la pasión del alma aumenta la bondad de la acción” (</span><span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: "Verdana","sans-serif"; mso-bidi-font-family: Calibri;">Santo Tomás de Aquino, <i>Suma Teológica</i>,</span><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: "Verdana","sans-serif"; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;"> I-II, 24, 3 ad 1).</span><span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: "Verdana","sans-serif"; mso-bidi-font-family: Calibri;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoEndnoteText">
<span lang="PT-BR" style="color: #002060; font-family: "Verdana","sans-serif"; mso-ansi-language: PT-BR; mso-bidi-font-family: Calibri;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;">(10) Santo
Tomás de Aquino, <i>Suma Teológica</i>, I, 81, 3 ad 2.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoEndnoteText">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;"><span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: "Verdana","sans-serif"; mso-bidi-font-family: Calibri;">(11) </span><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: "Verdana","sans-serif"; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">Cf. Concilio de Trento,
Denzinger-Hünermann, n. 1515.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoEndnoteText">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: "Verdana","sans-serif";"><span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;">(12) Catecismo de la Iglesia Católica, n. 405.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoEndnoteText">
<span lang="PT-BR" style="color: #002060; font-family: "Verdana","sans-serif"; mso-ansi-language: PT-BR; mso-bidi-font-family: Calibri;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;">(13) Cf.
Santo Tomás de Aquino, <i>De malo</i> 3, 11 ad 3.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoEndnoteText">
<span lang="ES" style="color: #002060; font-family: "Verdana","sans-serif"; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;">(14) Cf. Di
Silvestri, María, <i>Equilibrio psíquico y madurez personal para la vida
religiosa femenina</i>, Buenos Aires (1991), 95-162.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoEndnoteText">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;"><span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: "Verdana","sans-serif"; mso-bidi-font-family: Calibri;">(15) </span><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: "Verdana","sans-serif"; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-font-family: Calibri;">Cf. Lukas, E., <i>Libertad e identidad</i>,
Barcelona (2005), 27-32.<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;"><span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">(16) </span><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Irala, <i>Control cerebral y emocional</i>, cap. </span></span><span lang="EN-US" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;">II-V; VI-VII; XI-XV.<o:p></o:p></span></span></div>
Ceytechttp://www.blogger.com/profile/06348045182249992771noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8613625205185550101.post-20587944110147428122011-09-16T06:44:00.000-07:002011-09-16T06:44:55.155-07:00NOTAS DE PSICOLOGÍA CATÓLICA (VII) LOS SENTIDOS INTERNOS<br />
<h1 style="text-align: center;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">VII. LOS SENTIDOS INTERNOS<o:p></o:p></span></span></h1>
<div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">(cf.
S.Th., I, 78, 4)<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>Los sentidos
internos tienen por objeto estados interiores o de conciencia. Poseemos cuatro:
sentido común, fantasía, memoria y cogitativa (S.Th., I, 78, 4). Los dos
primeros se denominan sentidos <i>formales</i>
porque captan sólo formas, y los dos últimos sentidos <i>intencionales</i>, porque captan “intenciones” es decir, “relaciones”.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<h2 style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">1. El sentido común<o:p></o:p></span></span></h2>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(i) Es llamado
sentido o sensorio <i>común</i> por ser la
raíz y el principio de los sentidos externos (cf. S.Th., I, 78, 4 ad 1). No hay
que confundir esta expresión (sentido común) con la de “buen sentido” o
capacidad de distinguir lo verdadero de lo falso; tampoco indica su nombre que
tenga por objeto lo que hemos llamado antes “sensibles comunes”.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(ii) Este sentido
realiza fundamentalmente dos acciones claves: relaciona y compara distintas sensaciones
y, por otro lado, otorga una especie de conciencia sensible (nos hace saber que
sentimos). Como ninguno de los sentidos particulares realiza esto, es necesario
postular una potencia interior que lo haga, puesto que estas acciones todos las
experimentamos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(iii) Ante todo, “capta
los objetos de cada uno de los sentidos externos, los discierne y aúna en una
formalidad superior; conoce y discierne las distintas sensaciones o actos de
ver, oír, oler, gustar, palpar, con que el hombre se relaciona con las cosas
múltiplemente sensibles. Es, en una palabra, el sentido del <i>discernimiento</i> y de la <i>unión del mundo de las sensaciones</i> (V.
Rodríguez). De hecho habitualmente “distinguimos y unimos cualidades sensibles
diferentes, de orden diferente, como un color y un sabor. Por ejemplo, ante un
terrón de azúcar, distinguimos el blanco de lo azucarado y lo referimos al
mismo objeto. Mas, para <i>comparar</i>, hay
que probar a la vez los dos términos. Pero esto ningún sentido particular puede
hacerlo: la vista distingue el blanco y el rojo, porque son dos colores, pero
no lo blanco y lo dulce, porque ella no experimenta lo dulce; igualmente, el
gusto distingue lo dulce y lo salado, pero no lo dulce y lo blanco, porque no
percibe los colores. Por consiguiente, hay que admitir en el hombre una función
única que experimenta las diversas sensaciones y las compara. A esta función la
llamamos «sentido común»“ (R. Verneaux).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(iv) En segundo
lugar nos hace conocer nuestras propias sensaciones. No solo sentimos el objeto
(oímos una trompeta), sino que sabemos que sentimos (sabemos que estamos oyendo
una trompeta). Pero esto<span> </span>no lo hace el
mismo sentido externo que no es reflexivo por ser puramente orgánico; el oído
oye el sonido pero no se oye a sí mismo ni su audición. Dice Santo Tomás: “ningún
sentido se conoce a sí mismo ni su operación. La vista no se ve a sí misma, ni
ve que ella ve” (Contra Gentiles, II, 65).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>De todos modos,
no se trata de una facultad reflexiva, porque no retorna sobre sí mismo. Es de
orden sensible porque su objeto es un acto y un contenido concreto, pero se
encuentra en un nivel superior al de los sentidos externos, en cuanto los tiene
a todos (co)presentes y es como su raíz y principio (de él emanan los sentidos
externos y en él terminan los actos de aquellos).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"> (v) El sentido
común depende, pues, normalmente, de los sentidos externos, pero <i>a veces</i> puede actuar en ausencia de
estímulo exterior presente, como en algún momento del sueño, en conexión con la
imaginación que también está desvinculada del estímulo exterior presente, como
puede verse en este interesante texto de Santo Tomás referido al sueño:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 36pt; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">“Los
sentidos pierden su actividad en quienes duermen debido a ciertas emanaciones y
vaporizaciones, como se dice en el libro <i>De Somn. et Vigil.</i> El mayor o
menor embotamiento de los sentidos depende de la disposición de estas
evaporaciones. Cuando su movimiento es grande, no solamente se paralizan los
sentidos, sino también la imaginación, hasta el punto que no se ofrece ninguna
imagen, como ocurre sobre todo al dormirse después de haber comido y bebido
demasiado. Si el movimiento de los vapores es algo menor, se ofrecen imágenes,
pero desfiguradas y desordenadas, como les ocurre a los que tienen fiebre. Si
dicho movimiento aún es más lento, las imágenes se ofrecen ordenadas, como
sucede sobre todo al acabar el sueño y en aquellos hombres sobrios y dotados de
una potente imaginación. Si el movimiento de los vapores es mínimo, no sólo
queda libre la imaginación, sino también y en parte el sentido común, de tal
manera que, incluso durmiendo, a veces el hombre juzga que lo que ve es un
sueño como si distinguiera entre realidad e imagen. Sin embargo, el sentido
común permanece atado en parte. Por eso, aunque distinga la realidad de ciertas
imágenes, con otras se engaña siempre. Así, pues, en la medida en que el
sentido y la imaginación se van recobrando paulatinamente durante el sueño,
también el entendimiento recobra el juicio, aunque no totalmente. Por eso, los
que durmiendo razonan, siempre reconocen que se equivocaron en algo” (S.Th., I,
84, 8 ad 2).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(vi) El sentido
común, al igual que los sentidos externos, no es educable en el sentido de
seamos capaces de adquirir algún hábito operativo, porque no es sujeto de actos
voluntarios. Pero sí es sujeto de hábitos entitativos, como también los
sentidos externos) es decir, de disponerlos mejor o peor (bien constituidos,
sanos, enfermos, etc.). Así la vista de un pintor o de un marinero está mejor
dispuesta (por sus respectivos ejercicios continuos) que la de un preso que no
mira más allá de los muros de su celda; lo mismo sucede al músico. Con el
sentido común sucede algo análogo, y puede estar mejor dispuesto en las
personas observadores y atentas al mundo de sus impresiones sensoriales (pueden
llegar a tener, por ejemplo, una mayor conciencia sensitiva de sus propios
actos).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<h2 style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">2. La imaginación o fantasía<o:p></o:p></span></span></h2>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"> (i) La
imaginación es el sentido interno que tiene por objeto la imagen o fantasma
sensible. Tiene como función el representar el mundo real o crear mundos fantásticos.
Es una función de conocimiento porque se representa objetos, y es sensible
porque su objeto es concreto.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>Se distingue de
la sensación en que su objeto es irreal; no es una presentación sino la
representación de un objeto en ausencia de este.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> E</span>l órgano de la
imaginación está en el cerebro, al igual que los otros sentidos internos,
aunque con distinta localización (cf. De veritate 18,8; II Sent., 20, 2 2).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(ii) “La primera
función de la imaginación es <i>conservar</i>
las impresiones de la sensibilidad periférica, a fin de poder servirse luego de
ellas. Retiene y conserva; atesora las impresiones de los sentidos externos y
del sentido común (…) En esto difiere (…) de los sentidos externos que <i>no quedan impresionados</i> por sus actos y
objetos. Precisamente por eso en ellos no pueden darse hábitos psicológicos”
(V. Rodríguez).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>Esta facultad es
necesaria al animal, como explica Santo Tomás: </span><span style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">“Hay
que tener presente que para la vida del animal perfecto se precisa no solamente
que perciba la realidad presente sensible, sino también la ausente. De no ser
así, como quiera que el movimiento y la acción del animal siguen a una
percepción, el animal no se movería para buscar lo ausente, lo que es contrario
a cuanto observamos, de modo especial en los animales superiores, de movimiento
progresivo, que se mueven para conseguir lo ausente que ya han percibido. Por
lo tanto, es necesario que el animal, por medio del alma sensitiva, reciba no
sólo las especies de los objetos sensibles cuando están presentes, sino que las
retenga y las conserve. Pero recibir y conservar en los seres corporales es
algo que se atribuye a principios distintos... Por lo tanto, como la potencia
sensitiva es acto de un órgano corporal, es necesario que sean distintas la
potencia que recibe las imágenes sensibles y la que las conserva (...) A la recepción
de las formas sensibles se ordena el sentido propio y el común… y a su
retención y conservación la <i>fantasía</i>
o <i>imaginación</i>, que son lo mismo, pues
la fantasía o imaginación es como un tesoro de las formas recibidas por los
sentidos” (S.Th, 78, 1).</span><span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span></span><span style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Al decir que actúa en ausencia del estímulo sensorial,
no queremos decir que no pueda actuar a la vez que los sentidos externos, sino
que <i>puede hacerlo</i>.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>“Los
animales superiores, pues, conservan la imagen de los sentidos porque necesitan
de ella en su comportamiento posterior. La conservación es para la <i>evocación</i> o reproducción imaginaria, que
no es otra cosa que el paso de una imagen grabada en la imaginación del estado
habitual o latente o latencia inconsciente al estado actual de consciencia”<span> </span>(V. Rodríguez). Esta función evocadora,
también la ejerce la memoria bajo otro aspecto (el de <i>imagen de lo que antes oímos o entendimos</i>).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>“Cualquier
imagen, motora o no, puede reaparecer en la conciencia sin ser conscientemente
llamada obedeciendo a estímulos psicobiológicos conforme a las leyes de la
asociación espontánea, sin control de la razón (…) Pero también puede el hombre
evocar libremente estos contenidos e imaginárselos de nuevo” (V. Rodríguez).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(iii)
La segunda función es la de ser <i>creadora</i>.
Esa es la función más notoria, y por ella recibe el nombre de fantasía. Se
realiza modificando las imágenes. De todos modos tiene sus límites:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>El
primer límite es el de origen: nace y se nutre de la sensación externa; por eso
el ciego de nacimiento jamás podrá imaginarse los colores; es una reproducción
semejante a la sensación.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>El
segundo es el término: no puede ir más allá de lo sensible, trascendiendo a
formas superiores de conocimiento; por más vueltas que dé a sus contenidos,
nunca pasará de imaginar colores, sonidos, olores, figuras, etc. Escribe San
Juan de la Cruz: “La razón de esto es porque la imaginación no puede fabricar
ni imaginar cosas algunas fuera de las que con los sentidos exteriores ha
experimentado, es a saber: visto con los ojos, oído con los oídos, etc.; o,
cuando mucho, componer semejanzas de estas cosas vistas u oídas y sentidas, que
no suben a mayor entidad, ni a tanta, (como) aquellas que recibió por los
sentidos dichos. Porque, aunque imagine palacios de perlas y montes de oro,
(porque ha visto oro y perlas en la verdad, menos es todo aquello que la
esencia de un poco de oro) o de una perla, aunque en la imaginación sea más en
cantidad y compostura. Y por cuanto todas las cosas criadas, como ya está
dicho, no pueden tener alguna proporción con el ser de Dios, de ahí se sigue
que todo lo que imaginare a semejanza de ellas no puede servir de medio próximo
para la unión con Él, antes, como decimos, mucho menos” (</span><span lang="ES" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">San Juan de la Cruz, <i>Subida
al Monte Carmelo</i>, II, 12, 4</span><span style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>El
tercero viene de la razón: si la imaginación es creadora, es por brotar de la
naturaleza racional; por eso no hay indicios de que se dé en los animales; y la
razón al controlarla y dirigirla limita su espontaneidad.</span><span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(iv) La
imaginación y el sueño. Una de las manifestaciones más notables de la
imaginación creadora es el sueño, “no porque actúe más que en la vigilia,
llevada por el entendimiento (en el arte, en el discurso y en los mil juegos de
presentaciones combinadas del quehacer mental), sino porque en el sueño su
despliegue es más simple, más específico. Al cesar el ejercicio sensorial y el
control de la mente, la imaginación reproduce y crea con mayor autonomía y
exclusividad” (V. Rodríguez).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(v) El <i>objeto</i> de la imaginación es la “imagen”
sensible, o fantasma o imaginario. Mientras los sentidos externos son
infecundos, la imaginación es conceptiva de imágenes-fantasma. Es una especie
inmaterial (aunque sensible). Es una <i>intentio</i>
(intención) o especie inmaterial, condicionada por las notas del individuo
material. Se distingue de lo sensible que alcanzan los sentidos externos y el
sentido común en “el desprendimiento de estas condiciones de la materia. El
objeto de la imaginación está más aliviado del peso de la cantidad y límites
espacio-temporales del <i>hic et nunc</i>
(aquí y ahora). Con razón se atribuyen <i>alas</i>
a la fantasía”. El acto imaginativo supera las condiciones de la material
porque: 1º no recae inmediatamente sobre las cosas sino sobre la imagen de
ellas; 2º con abstracción de que estén presentes o no aquí y ahora; 3º con abstracción
de la cantidad física, quedándose con la cantidad matemática, continua o
discreta; 4º con abstracción de la realidad física del movimiento y del tiempo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>Lo imaginable son
<i>los accidentes</i> de la sustancia
corpórea; el mundo de los “sensibles per accidens”, de las intenciones no
sentidas, de la esencia de las cosas y de lo espiritual, es extraño a la
imaginación.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(vi) La facultad
imaginativa es psico-física, orgánica. De ahí que su evolución, ejercicio y
habituación estén condicionados por factores psico-biológicos tanto de orden
constitucional como de orden funcional (lesiones físicas, nerviosas,
cerebrales…). Asimismo, el ejercicio imaginativo, especialmente cuando es muy
intenso, tiene que tener reflejos físico-biológicos en los centros más vinculados
a su propio órgano, además de las alteraciones propias de la emoción en
dependencia de la imaginación.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(vii) Ilusión y
alucinación. Explica Verneaux que la <i>ilusión</i>
es una imagen evocada por una sensación presente, pero más viva y precisa que
ella, de tal modo que creemos ver lo que en realidad solo imaginamos. Nos
sucede, por ejemplo, que al leer tomamos una palabra por otra, creyendo que
estamos leyendo lo que en realidad estamos imaginando.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>En cambio, la <i>alucinación</i> es una imagen viva y precisa
sin objeto correspondiente. De todos modos, sigue diciendo el mismo autor,
también esta imagen alucinatoria, es evocada con ocasión de una sensación, por
lo que entre ilusión y alucinación solo media una diferencia de grado: la base
sensible de la alucinación es menor que en la ilusión.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(viii) Hay
individuos que son más imaginativos que otros, es lo que determina lo que se
denomina el “tipo imaginativo”. Se dice, en términos generales, que la mujer es
más imaginativa que el varón, y que los jóvenes lo son más que los hombres
maduros. El hecho concreto es que la persona muy imaginativa es más apta para
las disciplinas que se basan en la imaginación (por ejemplo, las matemáticas)
que para las que exigen una mayor abstracción (la metafísica).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<h2 style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">3. La memoria<o:p></o:p></span></span></h2>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(i) La memoria es
la facultad de recordar el pasado en cuanto pasado. No es la conservación de
imágenes en sentido general sino el <i>reconocimiento</i>
de una imagen en cuanto referida al pasado. Es una relación de un fenómeno
presente (puede ser una imagen) al pasado. Se trata de lo que hemos llamado una
<i>intentio insensata</i>, un contenido que
no ha sido captado de modo directo por los sentidos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(ii) La memoria
supone, pues, además de una imagen presente, cierta percepción, o una
apreciación del tiempo. “Santo Tomás dice, con Avicena, que es el <i>thesaurus</i> (tesoro) de las imágenes y
apreciaciones de la cogitativa, es decir, de aquel mundo sensible que se escapa
a los sentidos externos, pero que la cogitativa detecta maravillosamente.
Objeto de esta actividad interior son no solamente el aspecto de conveniencia o
disconveniencia para el sujeto de las demás sensaciones y cosas percibidas, las
relaciones de causalidad y efectividad de las cosas, etc., sino también el
aspecto temporal de pasado de las cosas, de las sensaciones y emociones
experimentadas. Ningún sentido externo percibe este aspecto temporal de las
cosas: el ojo ve colores; el tacto siente presiones, frío, dolor, etc.,; no se
ve, ni se oye, ni se palpa… la temporalidad de las cosas o de las acciones,
hablando con propiedad. Esto lo descubre la cogitativa a través de las demás
sensaciones (…) La memoria es el depósito sensorial alimentado inmediatamente
por la estimativa o cogitativa y, mediatamente, también por los demás sentidos,
cuyas imágenes o impresiones conserva bajo el aspecto temporal de pasadas
captado por la cogitativa: como habidas anteriormente. La función de la memoria
no es, por tanto, una función original en la vida psíquica. Presupone la
actividad de los demás sentidos. Es el centro más recóndito donde terminan por
depositarse las impresiones venidas del mundo sensible, adquiriendo allí un
estado de latencia de un valor extraordinario para la vida psíquica del
individuo” (V. Rodríguez).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(iii) Objeto de
la memoria son todas las imágenes de los demás sentidos (externos, sentido
común e imaginación) bajo el aspecto de pasadas, es decir, de habidas anteriormente,
con mayor o menor determinación del tiempo transcurrido; la actividad e
imágenes de la cogitativa; las emociones anteriormente experimentadas con sus
motivos; la misma actividad de la memoria (me acuerdo que me acordé de…);
también la actividad intelectual anterior por su conexión necesaria con los
fantasmas sensibles.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(iv) Tiene, por
tanto, una primera función <i>negativa</i>:
el “olvidar” o dejar en estado de latencia todas las impresiones recibidas;
reducir al silencio todo el cúmulo de imágenes visuales, auditivas… en que se
desarrolla nuestra vida psíquica. No soportaríamos la permanencia actual y viva
de todas las imágenes recibidas durante nuestra vida; sería como vivir
sumergidos en ruidos, luces, imágenes de todo tipo… Tenemos, pues la fortuna de
dejar en estado de conservación pero sin estar en acto todas esas imágenes.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(v) Y, en segundo
lugar, la memoria tiene la función <i>positiva
</i>de conservar y evocar esas imágenes. Se distingue de la fantasía en que
esta conserva las imágenes recibidas del mundo exterior sin nota de
temporalidad (por eso se dice más propiamente que re-presenta esas imágenes);
la memoria las conserva bajo el aspecto temporal de pasadas (de ahí que digamos
como más propiedad que evoca o recuerda; recordar es más que imaginar).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>Hay dos modos de
recordar. Uno es espontáneo y otro dirigido racionalmente. En el modo
espontáneo el engrama memorativo se va haciendo presente a la conciencia
espontánea, debido a asociaciones casuales o a exigencias vitales
afectivo-motoras; así se da en los animales. En el hombre se da, además, de
modo racional, con búsqueda de los recuerdos; por este motivo esta actividad
recibe el nombre de <i>reminiscencia</i>.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(vi) La memoria
puede estar afectada de diversas anomalías patológicas. Principalmente:
amnesias (falta de memoria) que puede ser total o parcial; hipermnesia
(evocación excesiva o perturbadora), también parcial o total; paramnesia (o
inexactitud en el recuerdo) que puede ser confusión de recuerdo con lo que no
lo es (ilusión de haber visto u oído o delirio de creer que se ve lo
recordado), paramnesia reduplicadora (cuando se toma un recuerdo por muchos) o
falseamientos de las cualidades de la cosa recordada.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(vii) Pero la
memoria también puede ser educada porque admite ser dirigida por la razón. Esta
educación tiene un valor enorme en el orden del conocimiento y de la
experiencia; también en orden a la virtud (la historia es maestra de vida y de
virtud).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(viii) En
psicoterapia ocupa un lugar muy importante el trabajo sobre la memoria de los
recuerdos dolorosos y traumatizantes de la vida. Este trabajo sobre la memoria
no consiste en cancelar dichos recuerdos, lo que no está al alcance de ninguna
persona, ni menos aún en reprimir esos recuerdos, sino en <i>encontrarles</i> un nuevo sentido a la luz de los grandes valores de la
vida, y, sobre todo, a la luz de la Providencia divina. Es el trabajo de la “curación
de los recuerdos” que se hace en la “terapia del perdón”, fundamental en
numerosos problemas afectivos (cf. M. Fuentes, <i>El camino del perdón</i>, San Rafael, 2008).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<h2 style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: small;">4. La cogitativa<o:p></o:p></span></span></h2>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(i) La cogitativa
es un sentido interno que constituye el eje de entrecruzamiento entre lo
sensible y lo pasional y lo espiritual, entre la sensación y el afecto. “Es el
puente coordinador de la gran diversidad que constituye al hombre: animalidad y
espiritualidad, en su aspecto dinámico y funcional” (V. Rodríguez).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>Se denomina
estimativa en el animal y cogitativa en el hombre (por su relación estrechísima
con la razón de la cual es propio el razonar = <i>cogitare</i>).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(ii) Es una
función de conocimiento: su objeto es la utilidad o la nocividad de las cosas
percibidas. Pero la “utilidad” no es una cualidad sensible, sino una relación
que no puede ser percibida por ningún sentido (por eso santo Tomas la llama <i>intentio insensata</i> = cualidad, noción,
relación, no percibida por los sentidos). La cogitativa/estimativa no solo
percibe un objeto sino otra cosa que no está dada de forma explícita en ese
objeto: el efecto, la acción futura de la cosa percibida (que ese lobo me puede
comer); se dirige al futuro imaginado, aunque se lo imagine confusamente.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>Tenemos que
admitir esta facultad, distinta de los sentidos externos y de la imaginación
porque observamos que el animal busca o huye de ciertas cosas no porque sean
buenas o malas de sentir (amargas al gusto o punzantes al tacto) sino porque
son útiles o nocivas, lo cual no es percibido por esos sentidos; la oveja huye
del lobo no porque le desagrade su color sino porque tiene el “presentimiento”
de su malignidad, y el pájaro elije tal trozo de paja para su nido no porque le
resulte agradable a la vista sino porque “percibe” que puede servirle
sólidamente para su nido.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>Como vemos, la
cogitativa/estimativa se aproxima a la inteligencia hasta cierto punto. Obra un
principio de abstracción al captar una relación; pero esta relación siempre es
algo concreto, no universal: solo es una relación de la utilidad de este
elemento concreto para tal cosa concreta (la nocividad de este animal para su
propia salud).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(iii) Los
antiguos llamaron a este sentido “razón particular” y “entendimiento pasivo”.
Se ha especulado mucho sobre su ubicación cerebral; muchos señalan por lo menos
la estrecha relación entre los lóbulos frontales y las funciones asignadas a la
cogitativa.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(iv) En el orden
del conocimiento la cogitativa tiene la función clave de permitir que nuestro
entendimiento, que tiene por objeto los conceptos universales, pueda conocer y
descender a lo concreto y singular. Este texto de Santo Tomás es a la vez claro
y preciso:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 36pt; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">“Nuestra
alma no conoce directamente el singular; directamente lo conocemos mediante las
potencias sensitivas, que reciben las formas de las cosas en un órgano
corpóreo, y así las reciben con determinadas dimensiones, capaces de conducir
al conocimiento de la materia singular. Sin embargo la mente se inmiscuye en
los singulares <i>per accidens</i>, en
cuanto tiene cierta continuación en las potencias sensitivas, que versan sobre
los singulares. Tal continuación se verifica de dos modos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 36pt; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Primero,
en cuanto que el movimiento de la parte sensitiva termina en la mente, como
ocurre en el movimiento que va desde las cosas hasta el alma. Y así la mente
conoce el singular <i>por cierta reflexión</i>,
siguiendo este proceso: al conocer su objeto que es alguna naturaleza
universal, vuelve sobre el conocimiento de su propio acto y ulteriormente sobre
la especie que es principio de su acto; luego sobre el fantasma, del que se
originó la especie; y así logra algún conocimiento del singular.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 36pt; text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">Segundo,
cuando el movimiento, que va del alma hacia las cosas, empieza en la mente y
pasa a la parte sensitiva, <i>en cuanto la
mente rige las facultades inferiores</i>. Y así penetra en los singulares
mediante la razón particular, que es cierta potencia de lo individual, con otro
nombre <i>cogitativa</i>, que tiene
determinado órgano en el cuerpo, a saber, la «cellula» del medio de la cabeza
[este es el lugar en que los medievales pensaban que estaba el órgano de la
cogitativa].<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 36pt; text-align: justify;">
<i><span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">No es posible aplicar el juicio universal</span></i><span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;">, que la mente tiene sobre lo operable, al acto particular, sino
por medio de <i>una potencia intermedia que
aprehenda el singular</i>, formándose un cierto silogismo, cuya mayor es
universal, que es el juicio de la mente; la menor es singular, que es <i>aplicación de la razón particular</i>; y la
conclusión es la elección de la obra singular” (Santo Tomás, <i>De veritate</i>, 10,5).</span><span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(v) El primero
modo indicado en el texto explica cómo conoce el entendimiento los singulares. “El
entendimiento conoce de modo directo la naturaleza específica de las cosas; al
singular en cambio llega por <i>cierta
reflexión</i> volviendo sobre los <i>fantasmas</i>,
de los cuales han sido abstraídas las especies inteligibles” (Santo Tomás, III <i>De anima</i>, lec. 8, n. 713). La idea o
concepto es abstraída por el intelecto agente a partir de la especie o fantasma
de la cogitativa; también es la cogitativa la que permite al entendimiento
alcanzar el singular (la cosa concreta). <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>El acto de la
cogitativa es “comparar, componer y dividir” las intenciones individuales o
concretas como la razón intelectiva lo hace con las universales (S.Th., I, 78,
4, 5 y ad 5). Esto equivale a formar juicios afirmativos y negativos. La
cogitativa “tiene juicio de los singulares” (Santo Tomás, Comentario a la
Ética, libro VI, lec. 9, n. 1255). Este juicio se denomina “experimentum”
(experiencia), que es algo intermedio entre la memoria sensitiva y la
intelección: “de la sensación se origina la memoria en aquellos animales en que
perdura la impresión sensible… La memoria muchas veces repetida sobre una misma
cosa, pero en diversos singulares, produce el experimento, pues <i>experimento</i> no parece ser otra cosa que
tomar algo de las muchas cosas retenidas en la memoria. Sin embargo, el
experimento no se logra sin cierto razonamiento sobre los singulares,
comparando uno con otro, lo cual es propio de la razón. Por ejemplo, cuando uno
recuerda que tal hierba repetidas veces curó a muchos de la fiebre, se dice que
hay experimento de que tal hierba tiene eficacia contra la fiebre. Más la razón
no se detiene en el experimento de las cosas singulares, sino que de los
particulares, sobre los que se ha experimentado, toma lo común, lo cual se
consolida en el alma y lo considera a él sin considerar a ninguno de los
singulares. Y esto común es lo que toma como principio del arte y de la
ciencia. Por ejemplo, una vez que el médico consideró que esta hierba curó a
Sócrates de la fiebre, y a Platón, y a muchos otros hombres en concreto, tiene
el experimento; pero cuando su consideración llega a generalizar que tal especie
de hierbas cura la fiebre sin más, esto ya se toma como cierta regla de arte
médica” (Santo Tomás, In II Post. Analyt., lec. 20, n.11).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(vi) El segundo
modo indicado en el texto hace referencia al papel que juega la cogitativa en
los juicios de la prudencia. Ella es la que da la <i>premisa menor en el silogismo prudencial</i>. En los actos de nuestra
prudencia, nosotros, aunque de modo inconsciente, procedemos al modo de un
silogismo; por ejemplo: “No hay que robar” (premisa mayor); “Esto que me están
proponiendo es un robo” (premisa menor); “Por tanto, no debo aceptar esto que
me están proponiendo” (conclusión). La proposición o premisa mayor es un
principio universal del entendimiento (sea de la sindéresis o hábito de los
principios universales morales, o de la ciencia moral o de la moral vulgar que
todos tenemos); la menor, en cambio, es una percepción de la cogitativa, porque
ella es la que capta los singulares (“este acto concreto” es un robo). Cuando
falla la cogitativa, una persona puede tener buenos principios pero no sabe
nunca aplicarlos en concreto. Explica Santo Tomás: “Hay una razón práctica
universal y otra particular. La universal es la que dice, por ejemplo, que tal
debe hacer tal cosa, como que el hijo honre a sus padres. La particular es la que
dice que esto es tal y yo tal (yo soy hijo y debo dar ahora este honor al
padre). <i>Este juicio es el que mueve, no
aquel otro universal</i>. O, si mueven los dos, el universal mueve como causa
primera e inmóvil, pero el particular mueve como causa próxima y aplicada en
cierto modo al movimiento. Y es porque las operaciones y los movimientos se dan
en lo particular. Por eso, para que se dé el movimiento, es necesario aplicar
el juicio universal a lo particular” (Santo Tomás, III De anima, lect. 16, nn.
845-846).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(vii) La
cogitativa es también la facultad que ejerce influencia objetiva inmediata
sobre el apetito sensitivo, provocando de modo inmediato los movimientos
pasionales, pues ella es la que capta la nocividad o conveniencia de tal o cual
objeto que es alcanzado por los sentidos externos (vista, tacto, gusto…) o
internos (imaginación), y, por tanto, provoca la reacción de <i>inclinarse hacia</i> ellos para alcanzarlos,
o <i>huir de </i>ellos, para evitarlos, con
las consiguientes alteraciones físicas que nos vuelven aptos para tales
movimientos (alteración en la presión sanguínea, cambios de color,
palpitaciones…). Por tanto, la cogitativa es la facultad que provoca de modo
inmediato el movimiento pasional; las demás facultades (sentidos externos o
imaginación) lo hacen pero a través de ella.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(viii)
Finalmente, la cogitativa colabora subsidiariamente en los actos volitivos. La
voluntad puede amar, apetecer, gozarse, etc., en las cosas sensibles en cuanto
estas son realización del bien universal (amamos nuestro cuerpo, nuestra
vida…). La voluntad tienen al bien en toda su universalidad, pero realizado en
los singulares donde tiene existencia. Pero el bien que entrañan las cosas
sensibles no afecta a la voluntad sino a través de la cogitativa que es la que
valora de modo práctico el singular en concreto. La voluntad necesita siempre,
y en cada uno de sus movimientos afectivos, una representación intelectual del
bien: en universal o abstracta y, preferentemente, particular y en concreto; y
el entendimiento no alcanza el singular sin la colaboración subsidiaria de la
cogitativa.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>(ix) A la
cogitativa se atribuye también una actividad simbolizadora. Ella se expresa
mediante símbolos, es decir, determinadas imágenes que son cargadas de un
contenido afectivo. Precisamente el experimento, que es actividad propia de la
cogitativa, consiste en un proceso inductivo por el que de la reiteración de situaciones
semejantes se saca una “experiencia”, es decir, una realidad determinada pasa a
tener un “significado”, una “enseñanza” una “lección”, para la persona que la
experimenta. Esto no es otra cosa que cargar una determinada imagen de “intentiones
insensatae”, de relaciones y valores que la cogitativa percibe como contenido
propio y que serán conservadas en la memoria. A menudo estas imágenes
simbólicas se asocian a otras por leyes diversas, formándose así un acervo de
símbolos que conforman las experiencias gozosas y tristes de cada persona.
Estos símbolos, si se han formado a partir de experiencias traumáticas, pueden
distorsionar la realidad y dar pie (puesto que la cogitativa elabora los
fantasmas a partir de los cuales el entendimiento forja los conceptos) a ideas
equívocas sobre ciertas realidades (como vemos en las personas que, abusadas de
pequeños, se forman una idea equívoca de la sexualidad o del amor).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><span> </span>La psicoterapia
simbólica parte de esta constatación para intentar acceder a la actividad de la
cogitativa y corregir el contenido distorsivo de los símbolos más esenciales
para una persona con determinados problemas afectivos: si la cogitativa
interviene en la formación de los símbolos, al modificar estos por medio de una
psicoterapia adecuada (que es lo que pretende hacer la psicoterapia simbólica),
se actúa sobre la cogitativa y por su medio en la vida psíquica de la persona y
en su conducta (cf. Ennis, María Ana, <i>Psicoterapia
simbólica. Fundamentación y metodología</i>, Buenos Aires (1981);
especialmente, cap. IV, 91-110, “Los símbolos”, escrito por la prof. María
Armelín de Taussig).</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: Verdana, sans-serif;"> (x) Los sentidos
internos superiores (cogitativa, memoria y fantasía) puede ser educados hasta
cierto punto, en la medida en que podemos ejercer una actividad voluntaria
sobre los mismos. Así puede pensarse en un trabajo correctivo de la cogitativa
a través, por ejemplo, de una terapia como la simbólica. La imaginación puede
ser controlada de modo indirecto a través del entrenamiento para controlar la
atención obsesionada como propone, por ejemplo, Irala (Cf. Irala, N., <i>Eficiencia sin fatiga</i>, cap. I-III).
También pueden educarse estos sentidos a través de la educación artística y del
gusto por la belleza y, sobre todo, a través de las experiencias de una
afectividad ordenada (como se reeduca a ciertas personas traumatizadas por
medio del verdadero cariño y la auténtica compasión, ayudándole a vivir
experiencias sanas en lugar de las que amargaron su pasado. En la literatura,
especialmente Charles Dickens se ha tomado el trabajo de describir en diversas
historias el valor reeducativo que puede tener para un niño o un adolescente
que ha sufrido experiencias traumatizantes la acogida de parte de una familia
sana y cariñosa; por ejemplo, en “Oliver Twist”, “David Copperfield”…).<span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD" style="color: #002060; font-family: "Verdana","sans-serif"; font-size: 9.0pt;">BIBLIOGRAFÍA: Rodríguez, Victorino, <i>Los sentidos internos</i>, Barcelona (1993); Velasco Suárez, Carlos, <i>La actividad imaginativa en psicoterapia</i>,
Buenos Aires (1974); Fabro, Cornelio, <i>Percezione
e Pensiero</i>, Segni (2008), 153-190; Verneaux, Roger, <i>Filosofía del hombre</i>, Barcelona (1975), 65-75.<o:p></o:p></span></div>
Ceytechttp://www.blogger.com/profile/06348045182249992771noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8613625205185550101.post-66756975340241787392011-06-23T07:07:00.000-07:002011-06-23T07:10:14.043-07:00NOTAS DE PSICOLOGÍA CATÓLICA (VI) LOS SENTIDOS EXTERNOS<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;">VI. LOS SENTIDOS EXTERNOS<o:p></o:p></span></span></b></div><div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;">(Cf. S.Th, I, 78)<o:p></o:p></span></span></b></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"> “La función de los sentidos [externos] consiste en poner al ser vivo en relación con el mundo físico en que tiene que vivir, y al que, para vivir, tiene que adaptarse” (Verneaux).<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"> (i) Se distinguen tradicionalmente cinco sentidos externos: vista (sentido de los colores), oído (sentido de los sonidos), gusto (sentido de los sabores), el olfato (sentido de los olores) y el tacto (sentido de la resistencia).<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"> El sentido del tacto, sin embargo, es más bien un género que se divide en varias especies ya que tiene sus órganos receptores en las terminaciones nerviosas. Se divide en: sentido del tacto interno propiamente dicho (contactos y presiones que sentimos en las mucosas de los tubos digestivos, respiratorios, etc.), sentido kinestésico (sensaciones de movimiento), sentido de resistencia (sensaciones de modificación de nuestros órganos por presiones externas), sentido del esfuerzo (sensación de tensión muscular), sentido del equilibrio, etc. [1]<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"> (ii) El sentido es una facultad, una capacidad de realizar actos. Es una potencia pasiva, aunque esto no significa que sea pura pasividad, sino que tiene poder de actuar. Kant, en cambio, decía que la sensibilidad es pura pasividad (“receptividad de impresiones”). Es pasivo en el sentido de que solo entra en acción si es movido (excitado) desde afuera: “el sentido es una potencia pasiva a la que es natural ser movida por el sensible exterior” (S.Th., I, 78, 3).<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"><span lang="ES-TRAD"> Dice Verneaux que no es ni material ni espiritual: “</span>No es puramente material, corporal, no se reduce al órgano. En efecto, si el órgano no está animado, a pesar de ser excitado, no proporcionará sensación. El sentido tampoco es espiritual. El funcionamiento de los órganos no es sola mente una condición de la sensación, es <i>constitutivo </i>de la sensación. Esta es el acto de un órgano. La prueba que santo Tomas da es que la intensidad de la excitación altera el sentido. «lo sensitivo recibe la acción de lo sensible por la mutación corporal» (S.Th.<i> </i>I, 75, 3 ad 2). Comparemos, por ejemplo, el deslumbramiento del ojo ante el sol y el deslumbramiento de la inteligencia ante un principio evidente: el ojo queda ciego durante un cierto tiempo, mientras que la inteligencia conserva toda su actividad. De ahí se sigue el principio: <i>sentir es propio del compuesto. </i>La fórmula completa es: «Sentir no es propio del cuerpo ni del alma sino del compuesto [de cuerpo y alma] (S.Th. I, 71 5). Hay que descartar, pues, el esquema cartesiano, que se ha hecho clásico: la cosa produce una impresión sobre un cuerpo vivo, es decir, animado, y esta impresión provoca una reacción original del ser vivo que es la sensación. No obstante, el sentido puede recibir el nombre de facultad del alma porque es el alma la que da vida al cuerpo y por lo tanto la posibilidad de sentir. Ella es la raíz de la sensibilidad” [2].<span lang="ES-TRAD"><o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"> (ii) El <i style="mso-bidi-font-style: normal;">objeto</i> de los sentidos externos. Cada uno de los sentidos externos o sensorios se especifica por su objeto propio, que es llamado “sensible propio” y es la “cualidad” que es captada exclusivamente por un sensorio (el color por la vista, el sonido por oído, etc.). Este es el objeto formal estricto de un sentido; por este objeto propio se distinguen los distintos sentidos externos.<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"> Aquellas cualidades que son captadas por más de un sensorio (el movimiento, el reposo, el número, la figura y la grandeza) se denominan “sensibles comunes”. Los sensibles propios junto a los sensibles “comunes” conforman lo que se llama “sensible per se” o directo (y que son los objetos que ejercen influjo real sobre los órganos de los sentidos externos).<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"> En cambio, se llama “sensible per accidens” –o indirecto– al objeto que no es captado propiamente por el sentido pero que, sin embargo, es conocido en cuanto concomitante a lo que es sentido (por ejemplo cuando decimos que sentimos “el auto” al oír el ruido del motor). El sensible “per accidens” en realidad no lo percibe el sentido sino que lo añade el espíritu al objeto directo; “es el conjunto de los elementos no-sentidos que el espíritu sintetiza a lo que se ha sentido, de tal modo que prácticamente resulta indiscernible [de él]” (Verneaux). <o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt;"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;">Sensible:<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 72.0pt;"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;">1. Per se:<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 108.0pt;"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;">a. Propio: cualidad captada exclusivamente por un sensorio.<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 108.0pt;"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;">b. Común: cualidad captada por más de un sensorio.<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 72.0pt;"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"><span lang="ES-TRAD">2. Per accidens: objeto captado como concomitante a lo que es sentido.</span><span lang="ES-TRAD"><o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"> (iii) El <i style="mso-bidi-font-style: normal;">acto</i> de los sentidos: la sensación. La sensación es un fenómeno psíquico que consiste en un acto de conocimiento que nos da información real sobre objetos reales; no capta la esencia de las cosas sino sus accidentes externos; ese conocimiento se denomina “intencional” porque hace referencia (<i style="mso-bidi-font-style: normal;">tendere-in</i>) a un objeto. Es un conocimiento inmediato e instantáneo. En la sensación el objeto obra inmutando el sensorio, que recibe esa acción al modo de su naturaleza (<i style="mso-bidi-font-style: normal;">quidquid recipitur ad modum recipientis recipitur</i>) produciendo una “especie impresa sensible”, y el sensorio reacciona conociendo, pero no la especie sino que, mediante esta, conoce el mismo objeto que lo inmutó.<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"> (iv) Sentidos y educación: los sentidos externos no pueden educarse propiamente (es decir, creando en ellos hábitos operativos), pero pueden hasta cierto punto <i style="mso-bidi-font-style: normal;">entrenarse</i>, en la medida en que la voluntad puede moverlas a obrar con mayor atención (por ejemplo, cuando nos esforzamos en ver mejor, en oír mejor, etc.) (S. Th., I-II, 50, 3 ad 3).<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"> (v) Psicoterapia y sentidos externos: a menudo la psicoterapia tendrá el cometido de ayudar al paciente para que este entrene y maneje serenamente sus sentidos externos, ya que muchos problemas nacen de un uso incorrecto de sus sensaciones y la solución de muchos problemas dependerá de un buen funcionamiento de su sensibilidad correctamente reeducada. Proponemos para esto la reeducación de la receptividad-emisividad, según el método de Irala (que lo toma del Dr. Roger Vittoz) [3].<o:p></o:p></span></span></div><div style="mso-element: footnote-list;"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"><br />
</span></div><div style="mso-element: footnote-list;"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"><br />
</span></div><div style="mso-element: footnote-list;"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;">NOTAS</span></div><div style="mso-element: footnote-list;"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><br />
</span></div><div style="mso-element: footnote-list;"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;">[1] Cf. Genta, <i>Curso de Psicología</i>, 186-189.</span></div><div style="mso-element: footnote-list;"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;">[2] Verneaux, R., <i>Filosofía del hombre</i>, 58.</span></div><div style="mso-element: footnote-list;"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;">[3] Irala, <i>Control cerebral y emocional</i>, cap. II-IV.</span><br />
<div id="ftn1" style="mso-element: footnote;"><div class="MsoFootnoteText"><span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Times New Roman', serif;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: 12px;"><br />
</span></span></div></div><div id="ftn3" style="mso-element: footnote;"></div></div>Miguelhttp://www.blogger.com/profile/01166470981986722457noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8613625205185550101.post-16334390267735156892011-06-23T07:02:00.000-07:002011-06-23T07:03:04.971-07:00NOTAS DE PSICOLOGÍA CATÓLICA (V) LAS POTENCIAS DEL ALMA<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-TRAD">V. LAS POTENCIAS DEL ALMA</span></b><span lang="ES-TRAD"><o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"> Vamos a tratar ahora de las potencias del alma en e. El término potencia está usado aquí en el sentido de “potencia activa”, es decir, una fuerza energética, una capacidad de actuar, o como suele decirse una “facultad”. En latín se usa el término “virtus”. Del alma brotan diversos tipos de potencias, a través de las cuales aquella se vuelve operativa, es decir, es principio de actos u operaciones.<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><o:p></o:p></i></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-TRAD">El hombre tiene potencias</span></b><span lang="ES-TRAD"><o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"> (i) Nosotros hemos dicho que el alma es el único primer principio vital del ser humano; pero al mismo tiempo observamos que existe una multiplicidad de operaciones (sentir, crecer, querer, entender…).<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"> Lo explicamos con Vernaux: “La conciencia atestigua que realizamos ciertos actos psicológicos; es, pues, que tenemos la potencia de realizarlos... Si el opio hace dormir, es que tiene una virtud dormitiva. Si el hombre comprende ciertas cosas, es que tiene el poder de comprender que llamamos «inteligencia». Esta potencia activa es una facultad. Una facultad se definine, pues: un principio próximo de operación. El principio remoto es el hombre mismo que actúa por sus facultades…<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"> (ii) El hombre está constantemente en acto de vivir, pues su vida es su existencia misma; por lo tanto, no diremos que tiene la facultad de vivir. Su alma es el principio inmediato de su vida… En cambio, en la línea de la inteligencia, por ejemplo, la distinción es inevitable, pues el hombre no está siempre en acto de comprender. Sin embargo, incluso cuando duerme ¿no es inteligente? Sí, sin duda, en el sentido de que es capaz de hacer actos de inteligencia, lo que se conoce por los actos que precedentemente ha realizado”.<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"><span lang="ES-TRAD"> Santo Tomás lo explica: “El alma, según su esencia, es acto. Por lo tanto, si la misma esencia del alma fuese el principio inmediato de su operación, todo el que tiene alma estaría siempre realizando en acto las acciones vitales, así como quien tiene alma está vivo… Pero el ser dotado de alma no siempre está llevando a cabo acciones vitales… Por lo tanto, hay que concluir que la esencia del alma no es su potencia, ya que nada está en potencia con respecto a un acto en cuanto que es acto” </span>(S.Th. I, 77, 1) .<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;">Distinción entre el alma y sus potencias<o:p></o:p></span></span></b></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"> (i) Las potencias se distinguen del alma de modo real, no sólo según nuestro modo de entender. Esto es claro porque son distintas entre ellas (es distinta la facultad de querer y la de entender). Por eso dice Santo Tomás: “en ninguna criatura la potencia operativa puede ser idéntica a su esencia” (S.Th., I, 54, 3; I, 77, 1).<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"> (ii) Las facultades son, pues, accidentes diversos de una misma substancia. No tienen existencia independiente, sino que existen en la substancia, enraizadas en ella, soportadas por ella. Esto significa también que no existen por sí mismas y no actúan por sí mismas, sino que el hombre es quien actúa por ellas. Por eso dice Santo Tomás: “propiamente hablando no conoce el sentido o la inteligencia sino el hombre por uno y otra” (De veritate 2, 6, ad 3).<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;">El principio de distinción<o:p></o:p></span></span></b></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"> ¿Cómo se distinguen las facultades entre sí? Lo expresa Santo Tomás diciendo: “Las potencias se diversifican por los actos y los objetos” (S.Th., I, 77, 3). Porque las potencias se ordenan a obrar, por tanto: por el acto es conocida la potencia. A su vez, el acto es relativo a su objeto, y por tanto se especifica por él. El objeto es el principio del acto, ya sea por ser su causa eficiente, cuando se trata de una potencia pasiva, ya sea como causa final, si es una potencia activa. Por tanto, cuando tenemos objetos <i style="mso-bidi-font-style: normal;">formalmente</i> distintos, tendremos actos formalmente distintos y consecuentemente potencias formalmente distintas. Pero deben ser objetos <i style="mso-bidi-font-style: normal;">formalmente</i> distintos. Por eso, diversos colores no determinan actos diversos, porque todos los colores, aun siendo distintos entre sí, son formalmente iguales, es decir, todos caen en la formalidad “color”, y determinan un solo acto (la visión) y una sola potencia (la vista).<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-TRAD">Los géneros de potencias</span></b><span lang="ES-TRAD"><o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"> Se pueden distinguir tres géneros de potencias que emanan del alma: las facultades vegetativas, las sensitivas y las espirituales (S.Th, 78, 1).<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"> (i) Las potencias vegetativas conforman son las funciones primarias del organismo. No caen de modo directo bajo nuestra conciencia ni bajo nuestra libertad. Son tres funciones principales: la función nutritiva, la aumentativa o de crecimiento y la generativa (cf. S.Th., 78,2). La psicología no presta mucha atención a ellas y sus perturbaciones son tratadas directamente por la medicina clínica, aunque la psicología sí tiene en cuenta que los trastornos en alguna de estas funciones puede tener repercusiones sobre todo el organismo, constituyendo a veces la base física de trastornos anímicos (piénsese en las dificultades digestivas).<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"> (ii) Las potencias sensitivas son las que dependen del sentido y colocamos aquí tanto las facultades de conocimiento sensible como las facultades apetitivas sensibles.<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"> Las potencias sensibles de conocimiento son de dos tipos: externas (cinco) e internas (cuatro). Las apetitivas son dos: el apetito de placer (concupiscible) y el apetito de superación o lucha (irascible).<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"> (iii) Las potencias espirituales son las que tienen por sujeto inmediato al alma y son por naturaleza espirituales y son la inteligencia y la voluntad.</span></span>Miguelhttp://www.blogger.com/profile/01166470981986722457noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8613625205185550101.post-44536490959743330542011-06-02T07:30:00.000-07:002011-06-02T07:35:35.042-07:00NOTAS DE PSICOLOGÍA CATÓLICA (IV) EL CUERPO Y LOS INSTINTOS<div class="MsoNormal"><br />
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;">IV. EL CUERPO Y LOS INSTINTOS<o:p></o:p></span></span></b></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"> Volvemos a tratar ahora del cuerpo, aunque ya lo hicimos en el punto II, pero ahora desde otra perspectiva.<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-TRAD">1. El cuerpo es la dimensión material <i style="mso-bidi-font-style: normal;">de la persona</i></span></b><span lang="ES-TRAD"><o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"> Es indudable que el cuerpo es la parte material del ser humano, pero, como ya hemos dicho, no se tratan de dos sustancias separadas sino que hay entre ambas dimensiones una unión substancial. Por este motivo, el cuerpo humano no puede ser reducido a un complejo de tejidos, órganos y funciones, ni puede ser valorado con la misma medida que el cuerpo de los animales, ya que es parte constitutiva de una persona que, a través de él se expresa y se manifiesta.<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"><span lang="ES-TRAD"> En virtud de la asunción eminente, todo en el hombre es humano. </span><span lang="ES">Podemos expresarlo a modo de tesis usando la enseñanza de A. Pithod: “Todo en el hombre corresponde a la hominidad (esencia humana), y es esencialmente diferente de lo que se da en los entes de otra especie, a pesar de las similitudes aparentes”[1]. Esto se muestra:<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 32.2pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 32.2pt; text-indent: -14.2pt;"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"><span lang="ES" style="font-size: 10pt;">1º<span style="font: normal normal normal 7pt/normal 'Times New Roman';"> </span></span><span lang="ES">Por su singularidad biológica: la biología humana es propia suya, con elementos inconfundibles, pero especialmente por sus potencialidades admirables. Hay indudables semejanzas morfológicas, psicomotrices y sensoriales con los animales superiores (homínidos); pero el ser humano tiene peculiaridades específicas. Por ejemplo, es un ser erecto desde su aparición cósmica (los griegos acuñaron el término “aná-tra-ops” —ánthropos”—, el que mira hacia lo alto). Además, sus órganos reflejan maravillosamente la presencia de <st1:personname productid="la inteligencia. Aristóteles" w:st="on">la inteligencia. Aristóteles</st1:personname> decía que la inteligencia humana está presente en las manos (órgano de perfección con las que puede realizar todo lo que se propone). Se ve en la destreza psicomotriz de la bailarina o del deportista: no sólo tenemos la ductilidad de sus miembros (un felino puede ser superior) sino que trasparentan el genio de su cerebro: no es sólo habilidad, sino simbolismo, lenguaje, poder mental.<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 32.2pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 32.2pt; text-indent: -14.2pt;"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"><span lang="ES" style="font-size: 10pt;">2º<span style="font: normal normal normal 7pt/normal 'Times New Roman';"> </span></span><span lang="ES">Se manifiesta en el rostro humano; los animales no tiene rostro sino cara. El rostro = órgano expresivo superior de nuestros estados espirituales y afectivos (alegría, preocupación, tristeza, condolencia, satisfacción, malicia, etc.). El animal, en cambio, no tiene esta capacidad de expresión.<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 32.2pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 32.2pt; text-indent: -14.2pt;"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"><span lang="ES" style="font-size: 10pt;">3º<span style="font: normal normal normal 7pt/normal 'Times New Roman';"> </span></span><span lang="ES">El cerebro humano manifiesta una diferencia esencial con el animal en su capacidad de vida emocional que es infinitamente superior a la del animal. La emoción humana se conecta con las facultades espirituales tendiendo a espiritualizarse (asunción eminente). La afectividad humana es, por eso, más rica y esencialmente diferente de la del animal.<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 32.2pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 32.2pt; text-indent: -14.2pt;"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"><span lang="ES" style="font-size: 10pt;">4º<span style="font: normal normal normal 7pt/normal 'Times New Roman';"> </span></span><span lang="ES">La percepción sensible también es diferente de la percepción animal: el hombre ve inteligentemente, es decir, siguiendo un proceso de organización significativa de los datos sensibles. El mundo animal (que capta el animal) es distinto del mundo que percibe el ser humano. Esto se ve más que nada en aquellas cosas que no se relacionan de modo directo con las emociones (o sea, lo que no representa un carácter nocivo o benéfico, sino que es indiferente); tal vez el animal tiene una reacción “significativa” ante la huella de un animal enemigo, o ante el olor del alimento, etc., pero no capta nada en un atardecer, en un paisaje, etc.; el hombre sí.<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 32.2pt; mso-list: l0 level1 lfo1; tab-stops: list 32.2pt; text-indent: -14.2pt;"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"><span lang="ES" style="font-size: 10pt;">5º<span style="font: normal normal normal 7pt/normal 'Times New Roman';"> </span></span><span lang="ES">El lenguaje: los animales tienen un sistema de comunicaciones que alcanza para que exprese sus emociones (gritos y otros sonidos). También puede servirse de esta capacidad como <i>función de señal</i>, en la que un animal actúa como emisor de un “mensaje” de alerta o peligro para el resto de su bandada o manada. Pero hay dos niveles de lenguaje que los animales no alcanzan: la función descriptiva (“esto es verdadero o es falso”) y la función argumentativa. Y una prueba acabada es el fracaso del intento de enseñar a hablar a los simios. El simio desarrolla sus habilidades psicomotrices con mayor rapidez que el infante humano. Un mono de dos años es superior en habilidades psicomotrices a un niño de la misma edad. Pero esto no se ve en el lenguaje: el niño desde los primeros meses se prepara activamente en su aparato fonatorio, imita los sonidos que oye, goza con esta actividad y salta al plano del lenguaje en muy poco tiempo.<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"> Una importantísima consecuencia de orden práctico la podemos formular con las palabras de la Congregación para la Doctrina de la Fe:<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="margin-left: 36.0pt;"><span lang="ES"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;">“Una primera conclusión se puede extraer de tales principios: cualquier intervención sobre el cuerpo humano no alcanza únicamente los tejidos, órganos y funciones; afecta también, y a diversos niveles, a la persona misma; encierra por tanto un significado y una responsabilidad morales, de modo quizá implícito pero real. Juan Pablo II recordaba con fuerza a la Asociación Médica Mundial: «Cada persona humana, en su irrepetible singularidad, no está constituida solamente por el espíritu, sino también por el cuerpo, y por eso en el cuerpo y a través del cuerpo se alcanza a la persona misma en su realidad concreta. Respetar la dignidad del hombre comporta, por consiguiente, salvaguardar esa identidad del hombre <i style="mso-bidi-font-style: normal;">corpore et anima unus</i>, como afirma el Concilio Vaticano II (Const. Gaudium et Spes, 14,1). Desde esta visión antropológica se deben encontrar los criterios fundamentales de decisión, cuando se trata de procedimientos no estrictamente terapéuticos, como son, por ejemplo, los que miran a la mejora de la condición biológica humana»”[2].<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"> No se puede, por tanto, pensar que se actúa solo sobre el cuerpo humano sin que al mismo tiempo esta acción sea a favor o en contra de la persona toda.<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;">2. El instinto animal y el instinto humano [3]</span></span></b></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"> En lo biológico se dan operaciones innatas e inconscientes, los instintos o tendencias instintivas, que precisamente porque son útiles para la vida del individuo y de la especie, son provistas por la misma naturaleza.<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"> El instinto es una operación innata (no adquirida con el correr de los años o de la experiencia), inconsciente (no se realiza conscientemente) y útil para la vida del individuo y de la especie. Es un mecanismo de reacción que sea ajusta a las necesidades del organismo del animal.<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"> En el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">animal irracional</i> esos instintos tienen una medida determinada en cada especie y se cumplen estrictamente; el animal, en lo que su instinto le dicta, actúa con una eficacia sorprendente, pero no tiene la capacidad de salirse del marco de su instinto salvo en un espectro muy limitado. “La vida animal es, en todos los casos un sistema cerrado; tiene una medida determinada en cada especie y se cumple estrictamente, en su horizonte natural, a menos que obstáculos insuperables le impidan adaptarse al medio… La serie de movimientos de un acto instintivo es cumplida con una simplicidad que contrasta con la complejidad material del tema desarrollado. Es evidente una <i style="mso-bidi-font-style: normal;">armonía predeterminada</i> entre el animal y su medio circundante… El instinto no es <i style="mso-bidi-font-style: normal;">irracional</i>, en el sentido de un comportamiento sin orden, sin finalidad. Todo lo contrario, la inteligencia humana sigue con facilidad el desarrollo del movimiento instintivo: operación inteligible que termina en un resultado igualmente inteligible, es decir, útil a la vida del individuo y de la especie. La <i style="mso-bidi-font-style: normal;">irracionalidad</i> finca en que el animal no asume de antemano <i style="mso-bidi-font-style: normal;">conciencia</i> de los fines, ni de los medios proporcionados a su ejecución; obra de modo espontáneo, ajustándose inmediatamente a la situación y se da cuenta de la obra, cuando está terminada. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Ejecuta sin reflexión</i>, sin conocimiento previo de la razón de su comportamiento… El animal… cumple sus acciones <i style="mso-bidi-font-style: normal;">pasivamente</i>… Esta iniciativa suele impresionar como inteligencia del propio animal porque el cuadro total de la operación es un orden, una estructura de sentido, una forma perfecta: testimonio visible de una Inteligencia previsora que no reside en el animal misma, pero que se nombra (= manifiesta) en sus claros movimientos” (Genta).<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"> En el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">hombre</i>, en cambio, el instinto es <i style="mso-bidi-font-style: normal;">ininteligible</i> por sí mismo. En el ser humano, los instintos (de supervivencia, de perpetuación de la especie, etc.) no tienen la perfección del instinto animal porque los instintos humanos exigen ser completados con el ejercicio de la libertad. Precisamente lo que completa esta carencia instintiva (el hombre viene al mundo en un estado de impotencia superior al de los irracionales) es la educación que se supone debe recibir de quienes lo traen al mundo. Por eso se puede decir que trae al mundo una especie de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">instinto de veneración</i> (Genta) hacia el adulto que lo lleva a mirarlo con admiración, a contemplarlo e imitarlo.<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"> Estos instintos se dividen en primarios (de nutrición, de reproducción y de dominio) y secundarios (son los propios de cada edad de la vida: infancia, adolescencia, juventud, etc.).<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"><span lang="ES-TRAD"> </span><span lang="ES">Freud enseñó el monoinstintivismo, es decir, la reducción del mundo afectivo a un instinto único que para él era el instinto sexual.</span><span lang="ES-TRAD"><o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-TRAD">3. La base temperamental</span></b><span lang="ES-TRAD"><o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"> Los instintos humanos son universales, es decir, se dan en todos los seres humanos, pero el modo en que se presentan en cada individuo dependerá de su propia constitución biológica y, en particular del modo de su funcionamiento glandular. He aquí un cuadro del modo en que F. Bednarski presenta el tema [4]:<o:p></o:p></span></span></div><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: 11pt;"> Dice el mismo: “Hoy el temperamento es considerado como una disposición constante, condicionada por la secreción de las glándulas endócrinas y por la constitución neurótica, que determina el modo de reaccionar a los impulsos veloz o lentamente, fuerte o débilmente, por breve o por largo tiempo. El temperamento depende en particular de la secreción pituitaria (de la hipófisis), de la tiroides y de las suprarrenales –en cuanto tal secreción determina la preponderancia del impulso a la lucha o a los placeres”. Y a continuación sugiere el esquema siguiente:</span> </span><br />
<div style="mso-element: footnote-list;"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"><br />
</span></div><div style="mso-element: footnote-list;"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"><br />
</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAqFXAwEyqBz0WKZT_swv-jQJWQr92yv6xX3SKDCVA3U3eBXMM0ZJlgw3Q9yBMURk7WeFapCcipEPHi58wRwBo2KIWNHIWny_BnZKQFtkUXuy9d0lmK32CnJp1jd5bXGNpAIR5tgiYckY/s1600/TEMPERAMENTOS.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAqFXAwEyqBz0WKZT_swv-jQJWQr92yv6xX3SKDCVA3U3eBXMM0ZJlgw3Q9yBMURk7WeFapCcipEPHi58wRwBo2KIWNHIWny_BnZKQFtkUXuy9d0lmK32CnJp1jd5bXGNpAIR5tgiYckY/s400/TEMPERAMENTOS.jpg" width="400" /></a></div><div style="mso-element: footnote-list;"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"><br />
</span></div><div style="mso-element: footnote-list;"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"><br />
</span></div><div style="mso-element: footnote-list;"><div class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"><br />
</span></span></div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"> Sigue luego diciendo: “En este esquema en lugar de los cuatro humores propuestos por Hipócrates, se toman en consideración la hiperfunción o la hipofunción de las tres glándulas complementarias endócrinas. Algunos autores usan como criterio de la división de los temperamentos (o de la tipología) la morfología (distinguiendo tres tipos: leptosómico, atlético y ciclotímico) o el aparato autónomo de la vida vegetativa: simpático y ciclotímico… Pero la mayor parte de los hombres son tipos «mixtos» sin posibilidad de ser referidos a tipos puros, porque la personalidad de cada hombre es una resultante muy compleja de actitudes más o menos independientes, no fundamentalmente antagónicas y exclusivas. Por ejemplo, no todos los adolescentes sanguíneos son muy emotivos, impulsivos, rápidos, inteligentes, descontentos; y no todos los flemáticos son asiduamente aplicados al trabajo, prudentes, tolerantes, etc.”<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"> Algunos califican el temperamento a partir de cinco atributos que lo componen y que en cada individuo se dan de modo diverso: (a) el nivel de actividad o ritmo o vigor; (b) la facilidad e intensidad con que se molesta frente a eventos negativos; (c) la facilidad con que se calma tras haber estado molesto; (d) el miedo o preocupación ante estímulos intensos o muy desusados; (e) la sociabilidad o receptividad a los estímulos sociales.<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"> La afectividad de cada persona depende mucho de sus temperamentos, es decir, de estos modos de reaccionar ante lo que produce placer o dolor, o ante lo que implica dificultad.<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-TRAD">4. El carácter</span></b><span lang="ES-TRAD"><o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"> Pero el temperamento no determina a la persona sino que la orienta en una dirección o en otra. Ella puede modificar sus tendencias instintivas y su base temperamental mediante la adquisición de hábitos, creando así un marco de conducta. El conjunto de esos hábitos operativos desarrollados por la persona se denomina <i style="mso-bidi-font-style: normal;">carácter</i>.<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><span lang="ES-TRAD" style="font-size: 11pt;"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"> El trabajo psicoterapéutico consistirá en gran medida en la ayuda prestada a un paciente para que este pueda desarrollar, bajo la guía segura del terapeuta, un conjunto de hábitos positivos que permitan al paciente, un uso equilibrado de sus cualidades. Volveremos sobre este tema más adelante, al hablar de la formación de la voluntad.</span></span></div><div style="mso-element: footnote-list;"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"><br />
</span></div><div style="mso-element: footnote-list;"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;">____________________________________________´</span></div><div style="mso-element: footnote-list;"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif;"><br />
</span></div><div style="mso-element: footnote-list;"><b><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;">NOTAS</span></b></div><div style="mso-element: footnote-list;"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;"><br />
</span></div><div style="mso-element: footnote-list;"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;">[1] Pithod, A., <i>El alma y su cuerpo</i>, Buenos Aires (1994), 44.</span></div><div style="mso-element: footnote-list;"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;">[2] <span lang="ES-TRAD">Congregación para la Doctrina de la Fe, </span><span lang="ES">Instrucción <i>Donum vitae</i>, Introducción, 3.</span></span></div><div style="mso-element: footnote-list;"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;">[3] Genta, <i>Curso de Psicología</i>, Buenos Aires (1969), 91-96.</span></div><div style="mso-element: footnote-list;"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: x-small;">[4] Bednarski, F.A., <i>L’educazione dell’affettività alla luce della psicología di S. Tommaso d’Aquino</i>, Milano (1986), 22-23.</span></div><div style="mso-element: footnote-list;"><div id="ftn4" style="mso-element: footnote;"><div class="MsoFootnoteText"><span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Times New Roman', serif;"><span class="Apple-style-span" style="font-size: 12px;"><br />
</span></span></div></div></div></div>Miguelhttp://www.blogger.com/profile/01166470981986722457noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8613625205185550101.post-84352281355999883182011-05-21T08:24:00.000-07:002011-05-21T08:24:27.822-07:00UNA CONFESIÓN DE J. LACAN SOBRE LA RELIGIÓN CRISTIANA<div class="MsoNormal" style="text-align: center;"><span class="CharacterStyle4" style="background-color: white;"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: 'Helvetica Neue', Arial, Helvetica, sans-serif;"><b>Jacques Lacan<o:p></o:p></b></span></span></div><div class="MsoNormal" style="text-align: center;"><span class="CharacterStyle4"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: 'Helvetica Neue', Arial, Helvetica, sans-serif;"><span class="Apple-style-span" style="background-color: white;"><b>“El triunfo de la religión”, Paidós, Buenos Aires 2006, 77-82</b></span><o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: 'Helvetica Neue', Arial, Helvetica, sans-serif;"><b><span class="CharacterStyle4">Triunfo</span><span class="CharacterStyle4"> </span><span class="CharacterStyle4">de la Religión</span></b><span class="CharacterStyle4"><o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: 'Helvetica Neue', Arial, Helvetica, sans-serif;"><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">–</i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Usted dijo hace poco: «Si la religión triunfa, es porque e1</i></span> <span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">psicoanálisis</i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"> habrá</i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"> fracasado». ¿Cree que hoy se va al</i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"> psi</i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">coanalista como antes se visitaba al</i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"> confesor?</i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><o:p></o:p></i></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: 'Helvetica Neue', Arial, Helvetica, sans-serif;"><span class="CharacterStyle4"> La pregunta </span><span class="CharacterStyle4">n</span><span class="CharacterStyle4"><span lang="EN-US">о</span></span><span class="CharacterStyle4"><span lang="EN-US"> </span></span><span class="CharacterStyle4">podía faltar. Esta historia de la confesión es agotadora. ¿</span><span class="CharacterStyle4">Por qué cree q</span><span class="CharacterStyle4">ue l</span><span class="CharacterStyle4">a gente se confiesa?<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: 'Helvetica Neue', Arial, Helvetica, sans-serif;"><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">–</i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Cuando uno </i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">v</i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="EN-US">а</span></i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"> al psicoanalista, también se confiesa.<o:p></o:p></i></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: 'Helvetica Neue', Arial, Helvetica, sans-serif;"><span class="CharacterStyle4"> ¡</span><span class="CharacterStyle4">De ninguna manera!</span><span class="CharacterStyle4"> </span><span class="CharacterStyle4">No tiene nada que ver. En </span><span class="CharacterStyle4">el</span><span class="CharacterStyle4"> análisis, se empieza </span><span class="CharacterStyle4">por</span><span class="CharacterStyle4"> </span><span class="CharacterStyle4">explicar</span><span class="CharacterStyle4"> </span><span class="CharacterStyle4"><span lang="EN-US">а</span></span><span class="CharacterStyle4"><span lang="EN-US"> </span></span><span class="CharacterStyle4">l</span><span class="CharacterStyle4">a gente que no están allí para confesarse. Este es </span><span class="CharacterStyle4">el</span><span class="CharacterStyle4"> principio de nuestro arte. Están allí pa</span><span class="CharacterStyle4">ra de</span><span class="CharacterStyle4">cir cualquier cosa.<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: 'Helvetica Neue', Arial, Helvetica, sans-serif;"><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">–¿Cóm</i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">o explica </i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="EN-US">е</span></i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">l</i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"> triunfo </i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">de</i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"> </i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">l</i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">a religión </i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">sobre</i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"> </i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="EN-US">е</span></i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">l</i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"> psicoanálisis?<o:p></o:p></i></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: 'Helvetica Neue', Arial, Helvetica, sans-serif;"><span class="CharacterStyle4"> De ningún modo </span><span class="CharacterStyle4">por</span><span class="CharacterStyle4"> medio de </span><span class="CharacterStyle4">l</span><span class="CharacterStyle4">a con</span><span class="CharacterStyle4">fe</span><span class="CharacterStyle4">sión. El </span><span class="CharacterStyle4">psicoanálisis</span><span class="CharacterStyle4"> no triunfará</span><span class="CharacterStyle4"> sobre</span><span class="CharacterStyle4"> </span><span class="CharacterStyle4">l</span><span class="CharacterStyle4">a </span><span class="CharacterStyle4">religión</span><span class="CharacterStyle4">, justamente, porque </span><span class="CharacterStyle4">l</span><span class="CharacterStyle4">a religión es </span><span class="CharacterStyle4">inagotable</span><span class="CharacterStyle4">. El psicoanálisis no triunfará, sobrevivirá </span><span class="CharacterStyle4"><span lang="EN-US">о</span></span><span class="CharacterStyle4"> no.<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: 'Helvetica Neue', Arial, Helvetica, sans-serif;"><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">–¿</i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Está seguro </i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">de que l</i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">a religión triunfará?<o:p></o:p></i></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: 'Helvetica Neue', Arial, Helvetica, sans-serif;"><span class="CharacterStyle4"> Sí. No solo triunfará sobre </span><span class="CharacterStyle4">el</span><span class="CharacterStyle4"> psicoanálisis, también la hará sobre un montón de otras </span><span class="CharacterStyle4">cosas</span><span class="CharacterStyle4">. Ni siquiera se puede imaginar lo poderosa que es la religión.<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: 'Helvetica Neue', Arial, Helvetica, sans-serif;"><span class="CharacterStyle4"> Hace</span><span class="CharacterStyle4"> instantes hablé de lo real. </span><span class="CharacterStyle4">Por</span><span class="CharacterStyle4"> poco que la ciencia ponga de </span><span class="CharacterStyle4">su</span><span class="CharacterStyle4"> parte, lo real se extenderá, у la religión tendrá entonces muchos más motivos aún </span><span class="CharacterStyle4">para</span><span class="CharacterStyle4"> apaciguar los corazones. La ciencia, que es lo nuevo, introducirá </span><span class="CharacterStyle4">montones</span><span class="CharacterStyle4"> de cosas perturbadoras en la vida de cada uno. Sin embargo, la religión, sobre todo la verdadera, tiene recursos que ni siquiera podemos sospechar. </span><span class="CharacterStyle4">Por</span><span class="CharacterStyle4"> ahora basta ver cómo bulle. Es algo absolutamente fabuloso.<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: 'Helvetica Neue', Arial, Helvetica, sans-serif;"><span class="CharacterStyle4"> Se tomaron su tiempo, pero de pronto comprendieron cuáles eran sus posibilidades frente а la ciencia. </span><span class="CharacterStyle4">Será</span><span class="CharacterStyle4"> necesario que den un sentido а todas Las perturbaciones que introduzca la ciencia. Y sobre el sentido conocen bastante, ya que son capaces de dar sentido а cualquier cosa: un sentido а la vida humana, </span><span class="CharacterStyle4">por</span><span class="CharacterStyle4"> ejemplo. Se formaron para eso. Desde el comienzo, todo lo que es religión consiste en dar un sentido а las cosas que antes eran las cosas naturales. No es porque las cosas se volverán menos naturales, gracias а lo real, que se dejará sin embargo de segregar sentido. Y la religión dará sentido а las pruebas más curiosas, esas en las que los propios científicos comienzan а </span><span class="CharacterStyle4">experimentar</span><span class="CharacterStyle4"> un poquito de angustia. La religión les encontrara sentidos truculentos. Basta ver cómo interpretan hoy, cómo se actualizan.<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: 'Helvetica Neue', Arial, Helvetica, sans-serif;"><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">–¿El psicoanálisis se volverá una</i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"> religión?<o:p></o:p></i></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: 'Helvetica Neue', Arial, Helvetica, sans-serif;"><span class="CharacterStyle4"> ¿El</span><span class="CharacterStyle4"> psicoanálisis? No. </span><span class="CharacterStyle4">Por</span><span class="CharacterStyle4"> lo menos, es </span><span class="CharacterStyle4">lo</span><span class="CharacterStyle4"> que espero. Quizá</span><span class="CharacterStyle4"> s</span><span class="CharacterStyle4">e vuelva efectivamente una religión, </span><span class="CharacterStyle4">por</span><span class="CharacterStyle4"> qué no, pero no </span><span class="CharacterStyle4">cre</span><span class="CharacterStyle4">o que ese sea mi sesgo. El </span><span class="CharacterStyle4">psicoanálisis no surgió en cual</span><span class="CharacterStyle4">quier momento </span><span class="CharacterStyle4">histórico. Surgió correlativa</span><span class="CharacterStyle4">mente </span><span class="CharacterStyle4"><span lang="EN-US">а</span></span><span class="CharacterStyle4"> un paso fundamental, </span><span class="CharacterStyle4"><span lang="EN-US">а</span></span><span class="CharacterStyle4"> cierta avanza</span><span class="CharacterStyle4">da del discurso de </span><span class="CharacterStyle4">l</span><span class="CharacterStyle4">a ciencia.<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: 'Helvetica Neue', Arial, Helvetica, sans-serif;"><span class="CharacterStyle4"> Les diré lo que dije </span><span class="CharacterStyle4">sobre</span><span class="CharacterStyle4"> el tema en </span><span class="CharacterStyle4">mi</span><span class="CharacterStyle4"> breve informe, el asunto ese que cavilé para este Congreso: el psicoanálisis es un </span><span class="CharacterStyle4">síntoma</span><span class="CharacterStyle4">. Solo falta comprender de qué. Claramente, forma pa</span><span class="CharacterStyle4">rt</span><span class="CharacterStyle4">e de ese malestar en </span><span class="CharacterStyle4">l</span><span class="CharacterStyle4">a cultura del qu</span><span class="CharacterStyle4">e habló Freud. Lo más probable e</span><span class="CharacterStyle4">s que no nos quedaremos </span><span class="CharacterStyle4">allí</span><span class="CharacterStyle4"> percibiendo que el </span><span class="CharacterStyle4">síntoma</span><span class="CharacterStyle4"> es lo más real que existe. Nos segregarán sentido </span><span class="CharacterStyle4"><span lang="EN-US">а</span></span><span class="CharacterStyle4"> pedir de boca </span><span class="CharacterStyle4"><span lang="EN-US">у</span></span><span class="CharacterStyle4"> esto alimentarán</span><span class="CharacterStyle4"> n</span><span class="CharacterStyle4">o solo </span><span class="CharacterStyle4"><span lang="EN-US">а</span></span><span class="CharacterStyle4"><span lang="EN-US"> </span></span><span class="CharacterStyle4">l</span><span class="CharacterStyle4">a verdadera religión, sino </span><span class="CharacterStyle4"><span lang="EN-US">а</span></span><span class="CharacterStyle4"><span lang="EN-US"> </span></span><span class="CharacterStyle4">un</span><span class="CharacterStyle4"> </span><span class="CharacterStyle4">m</span><span class="CharacterStyle4">o</span><span class="CharacterStyle4">n</span><span class="CharacterStyle4">t</span><span class="CharacterStyle4">ón</span><span class="CharacterStyle4"> de falsas.<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: 'Helvetica Neue', Arial, Helvetica, sans-serif;"><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">—¿Que significa </i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">la</i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"> verdadera religión»?<o:p></o:p></i></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: 'Helvetica Neue', Arial, Helvetica, sans-serif;"><span class="CharacterStyle4"> <span class="Apple-style-span" style="background-color: #ffd966;">La verdadera religión es </span></span><span class="Apple-style-span" style="background-color: #ffd966;"><span class="CharacterStyle4">l</span><span class="CharacterStyle4">a romana. </span><span class="CharacterStyle4">Intentar</span><span class="CharacterStyle4"> meter todas las religiones en </span><span class="CharacterStyle4">la misma bol</span><span class="CharacterStyle4">sa </span><span class="CharacterStyle4"><span lang="EN-US">у</span></span><span class="CharacterStyle4"> hacer </span><span class="CharacterStyle4">lo</span><span class="CharacterStyle4"> que</span><span class="CharacterStyle4"> se llama historia de las reli</span><span class="CharacterStyle4">giones es algo verdaderamente horrible. Hay </span><span class="CharacterStyle4">una</span><span class="CharacterStyle4"> verdadera religión </span><span class="CharacterStyle4"><span lang="EN-US">у</span></span><span class="CharacterStyle4"> esta es </span><span class="CharacterStyle4">l</span></span><span class="CharacterStyle4"><span class="Apple-style-span" style="background-color: #ffd966;">a cristiana</span>. Solo se trata de saber </span><span class="CharacterStyle4">si esta verdad resistirá,</span><span class="CharacterStyle4"> </span><span class="CharacterStyle4"><span lang="EN-US">а</span></span><span class="CharacterStyle4"> saber, si será </span><span class="CharacterStyle4">capaz de segregar sentido de mo</span><span class="CharacterStyle4">do </span><span class="CharacterStyle4">tal</span><span class="CharacterStyle4"> que nos ahoguemos verdaderamente bien en é</span><span class="CharacterStyle4">l</span><span class="CharacterStyle4">. Ci</span><span class="CharacterStyle4">ertamente lo logrará porque tie</span><span class="CharacterStyle4">ne recursos.</span><span class="CharacterStyle4"> Ya hay montones de cosas prepa</span><span class="CharacterStyle4">radas</span><span class="CharacterStyle4"> para ello. I</span><span class="CharacterStyle4">nterpretará</span><span class="CharacterStyle4"> </span><span class="CharacterStyle4">el Apocalipsis de San Juan, cosa que muchos ya intentaron, </span><span class="CharacterStyle4"><span lang="EN-US">у</span></span><span class="CharacterStyle4"> halla</span><span class="CharacterStyle4">r</span><span class="CharacterStyle4">á una</span><span class="CharacterStyle4"> correspondencia de todo con to</span><span class="CharacterStyle4">do. Esta es incluso su función.<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: 'Helvetica Neue', Arial, Helvetica, sans-serif;"><span class="CharacterStyle4"> El analista,</span><span class="CharacterStyle4"> por su parte, es algo completa</span><span class="CharacterStyle4">mente distinto. </span><span class="CharacterStyle4">Se</span><span class="CharacterStyle4"> encuentra </span><span class="CharacterStyle4">en un momento de muda. Durante u</span><span class="CharacterStyle4">n </span><span class="CharacterStyle4">momento, s</span><span class="CharacterStyle4">e percibió </span><span class="CharacterStyle4">lo</span><span class="CharacterStyle4"> que era </span><span class="CharacterStyle4">l</span><span class="CharacterStyle4">a intrusión de </span><span class="CharacterStyle4">lo</span><span class="CharacterStyle4"> real. El analista sigue allí. Está </span><span class="CharacterStyle4">allí</span><span class="CharacterStyle4"> como </span><span class="CharacterStyle4">un síntoma. Solo puede per</span><span class="CharacterStyle4">durar como </span><span class="CharacterStyle4">síntoma. Pero ya verá que se cura</span><span class="CharacterStyle4">n </span><span class="CharacterStyle4"><span lang="EN-US">а</span></span><span class="CharacterStyle4"><span lang="EN-US"> </span></span><span class="CharacterStyle4">la humanidad de</span><span class="CharacterStyle4">l psicoanálisis.</span><span class="CharacterStyle4"> A fuerza de ahogarlo en el</span><span class="CharacterStyle4"> sentido, en el sentido religioso, </span><span class="CharacterStyle4">por</span><span class="CharacterStyle4"> supuesto, se logrará</span><span class="CharacterStyle4"> </span><span class="CharacterStyle4">reprimir este </span><span class="CharacterStyle4">síntoma</span><span class="CharacterStyle4">.<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: 'Helvetica Neue', Arial, Helvetica, sans-serif;"><span class="CharacterStyle4"> ¿</span><span class="CharacterStyle4">Entiende?</span><span class="CharacterStyle4"> </span><span class="CharacterStyle4">¿Se le prendió una </span><span class="CharacterStyle4">lucecita en sus entendederas? ¿</span><span class="CharacterStyle4">No cree que </span><span class="CharacterStyle4">la</span><span class="CharacterStyle4"> </span><span class="CharacterStyle4">mía</span><span class="CharacterStyle4"> es una posición mesurada?<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: 'Helvetica Neue', Arial, Helvetica, sans-serif;"><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">–</i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Escucho.<o:p></o:p></i></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: 'Helvetica Neue', Arial, Helvetica, sans-serif;"><span class="CharacterStyle4"> Escucha, sí</span><span class="CharacterStyle4"> </span><span class="CharacterStyle4">¿Pero capta algo que se parezca</span><span class="CharacterStyle4"> </span><span class="CharacterStyle4"><span lang="EN-US">а</span></span><span class="CharacterStyle4"><span lang="EN-US"> </span></span><span class="CharacterStyle4">lo</span><span class="CharacterStyle4"> real?<o:p></o:p></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: 'Helvetica Neue', Arial, Helvetica, sans-serif;"><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">–Escucho, tomo</i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"> nota, </i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="EN-US">у</span></i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"> luego me tocará</i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"> hacer </i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="EN-US">и</span></i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">n</i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="EN-US">а</span></i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"> especie </i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">de</i></span><span class="CharacterStyle4"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"> resumen.<o:p></o:p></i></span></span></div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: 'Helvetica Neue', Arial, Helvetica, sans-serif;"><span class="CharacterStyle4"> ¿Hará u</span><span class="CharacterStyle4">n resumen? </span><span class="CharacterStyle4">¡Tiene suerte! En efec</span><span class="CharacterStyle4">to, saque de esto </span><span class="CharacterStyle4">lo que pueda. En el psicoanálisis hu</span><span class="CharacterStyle4">bo</span><span class="CharacterStyle4"> un momento semejante, un relám</span><span class="CharacterStyle4">pago </span><span class="CharacterStyle4">d</span><span class="CharacterStyle4"><span lang="EN-US">е</span></span><span class="CharacterStyle4"> verd</span><span class="CharacterStyle4">ad, lo que en modo alguno forzo</span></span><span class="CharacterStyle4"><span class="Apple-style-span" style="color: blue; font-family: 'Helvetica Neue', Arial, Helvetica, sans-serif;">samente dura.</span><span class="Apple-style-span" style="font-family: 'Times New Roman', serif;"><o:p></o:p></span></span></div>Miguelhttp://www.blogger.com/profile/01166470981986722457noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8613625205185550101.post-2434680636001092202011-05-21T06:01:00.000-07:002011-05-21T06:03:54.971-07:00NOTAS DE PSICOLOGÍA CATÓLICA (III) - EL ORIGEN DEL ALMA<div align="center" class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif; text-align: center;"><span style="font-size: small;"><b><span lang="ES-TRAD">III. ORIGEN DEL ALMA</span></b></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><b><span lang="ES-TRAD">1. Los “imposibles” orígenes del alma</span></b></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> Debemos afirmar, como “tesis negativa” que el alma humana no puede proceder de sus padres. En efecto:</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> (i) El alma de un niño no puede proceder del cuerpo de sus padres, porque es espiritual. Dice Santo Tomás: “es imposible que la virtud (= capacidad, fuerza) activa que está en la materia extienda su operación a la producción de algo inmaterial” (S.Th., I, 118, 2).</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> (ii) No puede proceder tampoco del alma de sus padres, porque estas son simples y no pueden dividirse para dar origen a otras almas.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><b><span lang="ES-TRAD">2. El alma humana es creada inmediatamente por Dios</span></b></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> Como afirmación positiva solo queda la posibilidad de que esta sea creada inmediatamente por Dios.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> (i) Tenemos que afirmar esto porque toda generación se produce o de la materia (<i>ex materia</i>)<i>, </i>o de la nada (<i>ex nihilo</i>)<i>. </i>Pero un espíritu no puede proceder de una transformación de la materia. Por tanto, nos vemos obligados a sostener que es sacado de la nada, lo que equivale a decir que es creado (cf. Santo Tomás, <i>De Potentia</i> 3, 9).</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> Esta creación, sin embargo, no es un milagro. Porque un milagro es una derogación de las leyes naturales, mientras que la creación del alma es según las leyes naturales: es natural que un hombre engendre a un hombre, incluso si esta generación requiere una intervención especial de Dios. Esta idea permite apreciar en su justo valor la nobleza y dignidad del alma humana: cada una de ellas resulta de una voluntad particular, de un acto de amor único de Dios.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> (ii) Decimos, además, que es creada <i>inmediatamente</i> por Dios. Con lo que afirmamos que Dios no se sirve de ningún intermediario para la creación del alma. En la antigüedad hubo quienes afirmaron que el alma es creada por Dios mediante la acción de los ángeles (así, por ejemplo, Avicena, Algazel, los seleucianos, Domingo Gundizalino, etc.). Pero esto es imposible porque decir que es creada es equivale a afirmar que es creada inmediatamente por Dios, sin mediadores (sean ángeles o demiurgos), ya que hablar de la ministerialidad en la producción del alma es imposible filosóficamente y contrario a la fe, pues sólo puede ser producida por creación, y el crear es un acto exclusivo de Dios (sólo el Primer Agente puede obrar sin presuponer ninguna materia preexistente; el agente segundo supone siempre algo que le viene del primero) (S.Th., I, 90, 3).</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> (iii) También afirmamos que las almas <i>no</i> <i>preexisten</i> al cuerpo, como sostuvieron algunos; por ejemplo, Platón, seguido por Orígenes. Primero, porque no hay ningún argumento en favor de la hipótesis. Platón invoca la «reminiscencia»: Un joven esclavo cuyo dueño garantiza que no ha aprendido la geometría, hábilmente interrogado por Sócrates, halla una serie de teoremas; es, pues, que él ya sabía la geometría antes de su nacimiento y que su alma existía antes de estar unida a un cuerpo. Pero basta leer el <i>Menon </i>para darse cuenta de que Sócrates sugiere al niño todas las respuestas que debe dar: «¿No crees tú, niño, que...?) Por otra parte, porque existen motivos para negar la preexistencia. Desde el punto de vista teológico, la Iglesia ha condenado la teoría de Orígenes (Dz 203). Desde el punto de vista filosófico, si el alma es por naturaleza la <i>forma de un cuerpo </i> no tendría razón de ser si existiese antes de vivificar un cuerpo. La preexistencia se comprendería si el alma fuese una sustancia completa, un puro espíritu, no solo capaz de existir sin el cuerpo, sino que no tuviese naturalmente relación con un cuerpo. Es, pues, si no imposible, al menos improbable, inconveniente, la hipótesis contraria (cf. S.Th., I, 90, 4).</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><b><span lang="ES-TRAD">3. El momento de la infusión del alma</span></b></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> Admitamos, pues, que el alma es creada en el momento en que es infundida en un cuerpo. Pero ¿en qué momento tiene lugar esto? La posibilidad es que sea infundida en el momento de la concepción o más adelante, cuando se llegue a cierto grado de desarrollo del embrión. Sobre esto podemos sentar una serie de tesis complementarias.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> (i) Ante todo una tesis de ética: para las implicaciones éticas no hay diferencia entre las dos posibilidades, porque la obligación ética es la misma: la vida de ese ser, desde el momento de la concepción, es inviolable. Ya sea que se acepte la antigua teoría del preformismo (que creía que desde el primer instante había un ser humano adulto microscópico), ya se acepte la teoría de la infusión inmediata (puesto que entonces es un ser humano con un alma humana, auque aún no se hayan desarrollado los distintos órganos corporales), o ya sea que se sostenga una animación retardada, porque en este caso vale el principio dado en la antigüedad por Tertuliano: “Es ya un hombre aquel que está en camino de serlo” [1]. Por eso los medievales que aceptaron la teoría de la animación retardada consideraban igualmente un crimen el asesinato del ser que se estaba formando por más que este tuviese lugar antes de recibir el alma humana [2]. Por eso, en esta misma línea Juan Pablo II afirmó en la <i>Evangelium vitae</i>, que “bastaría la sola probabilidad de encontrarse ante una persona para justificar la más rotunda prohibición de cualquier intervención destinada a eliminar un embrión humano” (n.60).</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> Precisamente, porque <i>incluso en el caso de que no se acepte la animación inmediata</i>, es decir, que el alma humana es infundida por Dios en el mismo momento de la concepción, permanece la obligación estrictísima de respetar plenamente la vida del embrión humano, es que los documentos del magisterio, <i>cuya finalidad principal es la tutela absoluta de la vida humana</i>, dejan de lado deliberadamente la cuestión de la animación y, consecuentemente, del carácter personal del embrión, concentrándose en insistir en que <i>incluso para quien no acepte este planteamiento rige la obligación del respeto absoluto</i>. Si se instara en apoyar este respeto sobre el carácter personal del embrión y se determinase que éste se deriva del alma racional de este ser humano, se dejaría todo servido para que, como suele decirse, se desvíe la atención a una discusión entre filósofos (si puede o no puede probarse la presencia del alma en el primer instante de vida), dejando al embrión, mientras tanto, en un estado de total indefensión.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> Esto ha de tenerse en cuenta para no pedir a los documentos del magisterio textos donde se determine de modo directo que el embrión es persona desde el primer instante; aunque lo dejan insinuado.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> (ii) En segundo lugar, una tesis de embriología: desde el punto de la embriología hay que decir que, desde el primer instante de la concepción, es decir, en el momento de la singamia (fusión de los núcleos del espermatozoide y del óvulo) hay un nuevo individuo perteneciente a la especie humana, es decir, con un patrimonio genético humano completo y en condiciones de comandar por sí mismo todo el ulterior desarrollo del embrión, del niño y del adulto. La ciencia está en condiciones de afirmar que no habrá de allí en adelante ningún cambio sustancial, ni ningún traspaso del centro de comandos de todos los procesos (el genoma humano de este individuo) a otro centro que se haga cargo del mismo. La aparición posterior del sistema nervioso no cambiará este dato, porque la misma formación del sistema nervioso estará determinada intrínsecamente por las fuerzas proyectivas del patrimonio genético de ese individuo. Ese individuo seguirá siendo individuo incluso en el caso en que una de sus células se separe y comience un proceso independiente formándose, a partir de ella, un nuevo individuo, como ocurre en los gemelos monocigóticos. Y ese individuo original, como el nuevo individuo que se forma a partir de una de sus células en la división gemelar, pertenecen <i>plenamente</i> a la especie humana, teniendo desde el primer instante el mismo genoma humano que conservarán por toda vida y por el cual serán siempre reconocidos como genéticamente humanos.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> (iii) En tercer lugar, una tesis propiamente filosófica: <i>a partir de esos datos científicos</i> puede inferirse el carácter personal del embrión. Más aún, debemos decir que los datos biológicos que la ciencia está en condiciones de ofrecernos en nuestros días, nos permiten reconocer una presencia personal en el embrión humano, desde el mismo momento de la concepción.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> Efectivamente: “Los conocimientos científicos sobre el neo-concebido en su primerísima fase de existencia unicelular (el zigoto) nos permiten tener la certeza de que se trata de un nuevo ser humano, diverso y distinto de sus padres: nos encontramos ante un cuerpo de un ser humano, desde el momento que su genoma es humano, como es humano el diseño-proyecto en él inscrito [3]. El neo-concebido es un sujeto irrepetible de la especie humana, caracterizado por una específica individualidad, que, conservando siempre su identidad, prosigue su propio ciclo vital (supuestas todas las condiciones necesarias y suficientes) bajo el control autónomo del sujeto mismo, que se autoconstruye en un proceso altamente coordinado, dictándose a sí mismo las direcciones de crecimiento según el programa de ejecución inscrito en su propio genoma. El neo-concebido humano mantiene en cada fase evolutiva la unidad ontológica con la fase precedente, sin solución de continuidad, sin saltos de cualidad y de naturaleza. Su desarrollo manifiesta, desde su inicio, el finalismo intrínseco de la naturaleza humana: la gradualidad del proceso biológico está orientada teleológicamente, según una finalidad ya presente en el zigoto. No se da un estadio de su desarrollo cualitativamente diverso o separado del proceso global iniciado en el momento de la concepción. Por ello, desde este momento nos encontramos siempre ante el mismísimo ser humano” [4].</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> No se puede esperar otro dato que sería, en todo caso, accidental y complementario, pero no sustancial. La personalidad no puede estar determinada por una cuestión temporal (tener tantos días de existencia), ni por una localización (estar anidado en el útero o en camino hacia él), ni por una relación extrínseca al sujeto (ser aceptado o rechazado por sus progenitores), ni por la aparición de un órgano particular (ni siquiera el cerebro), no por un estado particular (como es la autoconciencia). Todos estos elementos son cualidades y accidentes de la persona, pero no son la persona. Como dice Robert Spaemann, se da un solo criterio para el ser persona: la pertenencia biológica a la especie humana: “El ser de la persona es la vida de un hombre. (...) Y por ello persona es el hombre y no una cualidad del hombre” [5].</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> Por tanto, si en el caso de le embrión apenas concebido estamos ante un individuo perteneciente con todo rigor a la especie humana, autónomo en su proyecto individual (o sea, en el plan evolutivo que desenvolverá con rigor matemático a lo largo de los días, meses y años siguientes), aunque no sea autónomo en su subsistencia (y no lo será tampoco por un buen tiempo después de nacido), entonces es una persona humana. Si no lo es ahora, ¿por qué habría de serlo más adelante? ¿Es la persona algo tan accidental que pueda ser “producido” por un mero accidente local o temporal? De ahí el juicio que redondea las reflexiones de todos los documentos citados, a pesar de no querer entrar en disquisiciones metafísicas: “No llegará a ser nunca humano si no lo es ya entonces” (Declaración <i>De abortu procurato</i>), “¿Cómo un individuo humano podría no ser persona humana?” (Instrucción <i>Donum vitae</i> Enc. <i>Evangelium vitae</i>, Declaración <i>Dignitatis personae</i>).</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">____________________</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"><br />
</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"><span lang="ES-TRAD">NOTAS</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"><span lang="ES-TRAD">[1] Congregación para la Doctrina de la Fe, <i>Declaración</i> <i>sobre</i> <i>el</i> <i>aborto</i> <i>provocado</i>, 13.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"><span lang="ES-TRAD">[2] Pueden verse los textos patrísticos en la declaración <i>De aborto procurato</i>, de la Congregación para la Fe (año 1974), n. 7; resumiéndolos dice: “a lo largo de toda la historia, los Padres de la Iglesia, sus pastores, sus doctores, han enseñado la misma doctrina [la ilicitud del aborto], sin que las diversas opiniones acerca del momento de la infusión del alma espiritual en el cuerpo hayan suscitado duda sobre la ilegitimidad del aborto”). Quienes han estudiado las implicaciones de la doctrina de Santo Tomás sobre este tema afirman que él, aún sosteniendo la animación retardada, no aceptó la licitud del aborto en ninguna etapa en razón del principio que sostiene que “lo que la naturaleza intenta, lo intenta Dios a través de ella”; por tanto interrumpir el proceso biológico de un ser humano es intentar impedir la aparición de una vida humana querida por Dios, y será, así, un atentado contra una vida humana, ya sea directo (si ya ha sido infundida el alma) o indirecto (si aún no hubiese sido infundida); en esto Santo Tomás y los antiguos moralistas se guiaban por el principio: “vida probable, vida cierta”, queriendo decir mientras haya seria probabilidad de que exista vida humana personal, hay que comportarse como si existiera total certeza, por el riesgo que implica exponerse conscientemente a cometer un homicidio (sobre esta posición de Santo Tomás puede verse Basso, <i>Nacer y Morir con dignidad</i>, Bs. As. </span><span lang="EN-US">[1989], 107-108; Giovanni di Giannatale, <i>La posizione di San Tommaso sull’aborto</i>, Rev. Doctor Communis [1981], n. 3; 296-311).</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"><span lang="EN-US">[3] Cf. A. Serra - R. Colombo, Identity and Status of the Human Embryo: The Contribution of Biology, en J. Vial Correa - E. Sgreccia (eds.), Identity and Statute of Human Embryo, LEV, Città del Vaticano 1998, 128-177.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"><span lang="ES-TRAD">[4] Melina, Livio, <i>El embrión humano: Estatuto biológico, antropológico y jurídico</i>, Universidad de Navarra, «Jornadas Internacionales de Bioética», Pamplona, 21-23 octubre.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"><span lang="EN-US">[5] R. Spaemann, <i>Personen. Versuche über den Unterschied zwichen «etwas» und «jemand»</i>, Klett-Cotta, Stuttgart 1996, 264; citado por Melina, <i>op. cit.</i></span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div>Miguelhttp://www.blogger.com/profile/01166470981986722457noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8613625205185550101.post-67650175108409103252011-05-21T05:52:00.000-07:002011-05-21T06:01:48.573-07:00NOTAS DE PSICOLOGÍA CATÓLICA (II) - LA RELACIÓN ALMA Y CUERPO<div style="color: blue;"><br />
</div><div align="center" class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif; text-align: center;"><span style="font-size: small;"><b><span lang="ES-TRAD">II. LA RELACIÓN ALMA Y CUERPO</span></b></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> Vamos a presentar ahora las tesis que se refieren a la relación entre el alma y el cuerpo. ¿Cómo se relacionan estas dos realidades contrapuestas (materia y espíritu) y que parecen pertenecer ambas a la misma categoría de sustancia?</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><b><span lang="PT">1. </span><span lang="ES-TRAD">La unión del </span></b><b><span lang="PT">alma y </span><span lang="ES-TRAD">el cuerpo </span></b><b><span lang="PT">es substancial</span></b><span lang="PT"> [1]</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="PT"> (i) Se </span><span lang="ES-TRAD">llama </span><span lang="PT">substancial una unión de elementos tal que resulta de<sup> </sup></span><span lang="ES-TRAD">ellos </span><span lang="PT">una sola substancia. </span><span lang="ES-TRAD">La unión</span><span lang="ES-TRAD"> </span><span lang="PT">substancial se </span><span lang="ES-TRAD">opone </span><span lang="PT">a </span><span lang="ES-TRAD">la unión</span><span lang="ES-TRAD"> </span><span lang="ES-TRAD">accidental<i>, </i></span><span lang="ES-TRAD">en la </span><span lang="PT">que </span><span lang="ES-TRAD">los </span><span lang="PT">elementos </span><span lang="ES-TRAD">permanecen extraños </span><span lang="PT">y </span><span lang="ES-TRAD">sólo están </span><span lang="PT">aglomerados. </span><span lang="ES-TRAD">Así </span><span lang="PT">se distingue </span><span lang="ES-TRAD">en </span><span lang="PT">química una </span><span lang="ES-TRAD">síntesis </span><span lang="PT">y una </span><span lang="ES-TRAD">mezcla </span><span lang="PT">de </span><span lang="ES-TRAD">cuerpos </span><span lang="PT">diversos (aunque) </span><span lang="ES-TRAD">en la síntesis [química] los </span><span lang="PT">elementos </span><span lang="ES-TRAD">son </span><span lang="PT">substancias que </span><span lang="ES-TRAD">pierden su naturaleza </span><span lang="PT">y sus </span><span lang="ES-TRAD">propiedades </span><span lang="PT">para constituir una </span><span lang="ES-TRAD">nueva </span><span lang="PT">substancia dotada de </span><span lang="ES-TRAD">propiedades </span><span lang="PT">completamente distintas, m</span><span lang="ES-TRAD">ientras </span><span lang="PT">que </span><span lang="ES-TRAD">el hombre </span><span lang="PT">no es una substancia </span><span lang="ES-TRAD">constituida </span><span lang="PT">por </span><span lang="ES-TRAD">la síntesis </span><span lang="PT">de dos substancias preexistentes, y sus elementos </span><span lang="ES-TRAD">permanecen </span><span lang="PT">ontológicamente distintos: </span><span lang="ES-TRAD">el </span><span lang="PT">alma no es </span><span lang="ES-TRAD">el cuerpo. </span><span lang="PT">No obstante, </span><span lang="ES-TRAD">según la tesis aristotélica, el </span><span lang="PT">alma y </span><span lang="ES-TRAD">el cuerpo están </span><span lang="PT">unidos substancialmente.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="PT"> Esta </span><span lang="ES-TRAD">tesis </span><span lang="PT">está </span><span lang="ES-TRAD">sostenida </span><span lang="PT">contra </span><span lang="ES-TRAD">Platón, quien, heredero del </span><span lang="PT">pitagorismo, </span><span lang="ES-TRAD">consideraba el </span><span lang="PT">alma como </span><span lang="ES-TRAD">un </span><span lang="PT">puro </span><span lang="ES-TRAD">espíritu, </span><span lang="PT">caído </span><span lang="ES-TRAD">en un cuerpo </span><span lang="PT">como </span><span lang="ES-TRAD">en </span><span lang="PT">una </span><span lang="ES-TRAD">prisión </span><span lang="PT">como </span><span lang="ES-TRAD">consecuencia </span><span lang="PT">de una falta. </span><span lang="ES-TRAD">La idea vuelve </span><span lang="PT">a </span><span lang="ES-TRAD">encontrarse en Desca</span><span lang="ES-TRAD">rtes, </span><span lang="PT">que define </span><span lang="ES-TRAD">el cuerpo </span><span lang="PT">y </span><span lang="ES-TRAD">el </span><span lang="PT">alma como dos substancias heterogéneas. </span><span lang="ES-TRAD">Dice </span><span lang="PT">que </span><span lang="ES-TRAD">la unión</span><span lang="PT"> es substancial, que </span><span lang="ES-TRAD">el </span><span lang="PT">alma no está </span><span lang="ES-TRAD">en el cuerpo, </span><span lang="PT">como </span><span lang="ES-TRAD">un </span><span lang="PT">piloto </span><span lang="ES-TRAD">en su </span><span lang="PT">nave. </span><span lang="ES-TRAD">Pero </span><span lang="PT">sus </span><span lang="ES-TRAD">definiciones </span><span lang="PT">de base </span><span lang="ES-TRAD">hacen incomprensible la unidad del hombre, </span><span lang="PT">de modο que sus discípulos no </span><span lang="ES-TRAD">han </span><span lang="PT">podido </span><span lang="ES-TRAD">salir de dificultades </span><span lang="PT">más que abandonando </span><span lang="ES-TRAD">la </span><span lang="PT">una o </span><span lang="ES-TRAD">la otra </span><span lang="PT">de sus </span><span lang="ES-TRAD">aserciones.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">Ahora bien, </span><span lang="PT">que </span><span lang="ES-TRAD">el hombre sea </span><i><span lang="PT">uno, </span></i><span lang="PT">es </span><span lang="ES-TRAD">un hecho </span><span lang="PT">que </span><span lang="ES-TRAD">debe </span><span lang="PT">ser </span><span lang="ES-TRAD">aceptado </span><span lang="PT">como tal por </span><span lang="ES-TRAD">el </span><span lang="PT">filósofo y situado por encima de toda </span><span lang="ES-TRAD">discusión, </span><span lang="PT">o </span><span lang="ES-TRAD">lo </span><span lang="PT">que es </span><span lang="ES-TRAD">lo mismo, debe tomarse </span><span lang="PT">como base de toda teorfa metafísica.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> (ii) Tres experiencias </span><span lang="PT">convergentes </span><span lang="ES-TRAD">pueden </span><span lang="PT">bastar para </span><span lang="ES-TRAD">establecer </span><span lang="PT">que </span><span lang="ES-TRAD">la unión del </span><span lang="PT">alma y </span><span lang="ES-TRAD">el cuerpo </span><span lang="PT">es substancial. </span><span lang="ES-TRAD">La primera </span><span lang="PT">y más directa </span><span lang="FR">es </span><span lang="ES-TRAD">el mismo hombre tiene conciencia </span><span lang="PT">de pensar y de sentir: “el mismo e idéntico hombre es el que percibe que él entiende y siente” (S.Th. I, 76, 1). </span><span lang="ES-TRAD">Aunque la sensación </span><span lang="PT">y </span><span lang="ES-TRAD">el pensamiento sean </span><span lang="PT">actos de </span><span lang="ES-TRAD">naturaleza </span><span lang="PT">distinta, que se realiza uno por </span><span lang="ES-TRAD">medio </span><span lang="PT">de </span><span lang="ES-TRAD">un órgano </span><span lang="PT">y </span><span lang="ES-TRAD">el otro sin órgano, pertenecen al mismo yo. Ahora bien, </span><span lang="PT">es </span><span lang="ES-TRAD">imposible </span><span lang="PT">que </span><span lang="ES-TRAD">un sujeto perciba cómo suyos los </span><span lang="PT">actos de </span><span lang="ES-TRAD">otro, </span><span lang="PT">de </span><span lang="ES-TRAD">un </span><span lang="PT">ser </span><span lang="ES-TRAD">esencial-mente </span><span lang="PT">diferente. </span><span lang="ES-TRAD">Pienso yo, yo, </span><span lang="PT">que </span><span lang="ES-TRAD">soy un hombre </span><span lang="PT">de esta </span><span lang="ES-TRAD">constitución </span><span lang="PT">física, de esta </span><span lang="ES-TRAD">talla </span><span lang="PT">y de este peso; </span><span lang="ES-TRAD">el hombre </span><span lang="PT">que </span><span lang="ES-TRAD">aquí piensa, </span><span lang="PT">este </span><span lang="ES-TRAD">hombre cuyos ojos veo parpadear, cuyos labios </span><span lang="PT">se </span><span lang="ES-TRAD">mueven, </span><span lang="ES-TRAD">cuyas </span><span lang="PT">manos </span><span lang="ES-TRAD">gesticulan.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">Descartes podría suscribir </span><span lang="PT">estas últimas fórmulas tomadas </span><span lang="ES-TRAD">aisladamente, pues el </span><i><span lang="PT">cogito </span></i><span lang="PT">no </span><span lang="ES-TRAD">dice otra </span><span lang="PT">cosa: cada uno experimenta que él mismo es quien entiende<i>. </i></span><span lang="ES-TRAD">Pero, en el </span><span lang="PT">momento </span><span lang="ES-TRAD">en </span><span lang="PT">que </span><span lang="ES-TRAD">afirma el <i>cogito</i>,<i> </i>Desca</span><span lang="ES-TRAD">rtes ha puesto en duda toda realidad física y sensible, de modo que el <i>ego </i>no es más que una <i>res </i></span><i><span lang="PT-BR">cogitans: </span></i><span lang="ES-TRAD">«Yo conocí por ello que era una substancia cuya esencia o naturaleza es solamente pensar». En Desca</span><span lang="ES-TRAD">rtes, el yo es <i>puro espíritu. </i>Mientras que en santo Tomás, que considera los datos sensibles tan evidentes como el pensamiento, el yo, o el hombre, es un ser <i>sensible y pensante </i>a la vez, un animal pensante, podría decirse; el cuerpo forma </span><span lang="FR">pa</span><span lang="FR">rte </span><span lang="ES-TRAD">de su esencia.</span><span lang="PT"></span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> (iii) Otra observación nos lleva a afirmar la unidad del hombre: es que sus diversas actividades, actividad sensible por una </span><span lang="FR">parte </span><span lang="ES-TRAD">y actividad intelectual por la otra, se oponen la una a la otra, se obstaculizan, se frenan y pueden llegar hasta a suprimirse. Por ejemplo, si miramos, sí escuchamos con atención, si experimentamos un dolor vivo, no podemos al mismo tiempo pensar, reflexionar en un problema abstracto; toda la atención está absorbida por la sensibilidad. Inversamente, si estamos </span><span lang="PT">abso</span><span lang="PT">rtos </span><span lang="ES-TRAD">en nuestras </span><span lang="PT">re</span><span lang="PT">flexiones, </span><span lang="ES-TRAD">no percibimos casi nada, y a veces incluso no </span><span lang="PT">adve</span><span lang="PT">rtimos </span><span lang="ES-TRAD">nada en absoluto. Es evidente que una oposición tal entre diversas energías psíquicas sólo es posible si derivan de un principio único; si procediesen de </span><span lang="ES-TRAD">principios distintos, el despliegue de una no impediría el de la otra: “diversas fuerzas que no radican en un mismo principio no se impiden una a la otra al obrar. Ahora bien, de hecho vemos que diversas acciones del hombre se impiden una a la otra pues cuando una es intensa la otra disminuye. Por tanto, es necesario que estas acciones y las potencias que son sus principios próximos se reduzcan a un solo principio” </span><span lang="PT-BR">(C.G.</span><span lang="IT"> II</span><span lang="IT">, 58).</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> (iv) Por último, el examen de las actividades sensibles conduce también a la misma conclusión. Es evidente que seres diferentes no pueden realizar la misma acción. Pueden tener una acción común </span><span lang="ES-TRAD">en cuanto al <i>efecto </i>producido, como muchos hombres que tiran de una barca, pero no una actividad una en cuanto al <i>agente </i>que la realiza. Ahora bien, el alma tiene una actividad propia en la que el cuerpo no </span><span lang="FR">participa. </span><span lang="ES-TRAD">Pero hay también en el hombre actividades que son a la vez del cuerpo y del alma, como sentir, tener miedo, encolerizarse. Estas actividades psíquicas llevan consigo una modificación física en una </span><span lang="FR">pa</span><span lang="FR">rte </span><span lang="ES-TRAD">determinada del cuerpo. De ahí se sigue que el alma y el cuerpo constituyen un solo ser (cf. C.G. II, 57).</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="PT"> El </span><span lang="ES-TRAD">hombre </span><span lang="PT">no es, </span><span lang="ES-TRAD">pues, ni un cuerpo, ni un </span><span lang="PT">esp</span><span lang="PT">íritu, sino </span><span lang="ES-TRAD">un </span><span lang="PT">ser </span><span lang="ES-TRAD">compuesto </span><span lang="PT">de </span><span lang="ES-TRAD">un </span><span lang="PT">alma y </span><span lang="ES-TRAD">un cuerpo. </span><span lang="PT">Y </span><span lang="ES-TRAD">cuando </span><span lang="PT">se </span><span lang="ES-TRAD">dice </span><span lang="ES-TRAD">«un </span><span lang="PT">ser», </span><span lang="ES-TRAD">debe entenderse la expresión en su </span><span lang="PT">sentido </span><span lang="ES-TRAD">estricto, un </span><span lang="PT">ser <i>uno, </i>una <i>substancia.</i></span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><b><span lang="PT">2. El alma es </span><span lang="ES-TRAD">la </span></b><b><i><span lang="PT">forma </span><span lang="ES-TRAD">del cuerpo.</span></i></b></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="PT"> (i) ¿C</span><span lang="ES-TRAD">ómo </span><span lang="PT">es </span><span lang="ES-TRAD">posible la unión </span><span lang="PT">substancial de </span><span lang="ES-TRAD">un </span><span lang="PT">alma espiritual </span><span lang="ES-TRAD">con un cuerpo? </span><span lang="ES-TRAD">Aplicamos aquí el principio que usamos al hablar de la vida en general: si el </span><span lang="PT">alma es </span><span lang="ES-TRAD">el </span><i><span lang="PT">principio de ser y de </span><span lang="ES-TRAD">acción </span></i><span lang="ES-TRAD">del cuerpo, entonces es porque es su </span><i><span lang="PT">forma.</span></i></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="PT">Se considera que dos elementos se relacionan como materia y forma cuando: (a) uno de </span><span lang="ES-TRAD">los </span><span lang="PT">dos elementos </span><span lang="ES-TRAD">(la </span><span lang="PT">forma) es el</span><span lang="PT"> </span><span lang="PT">principio de </span><span lang="ES-TRAD">la existencia </span><span lang="PT">substancial </span><span lang="ES-TRAD">del o</span><span lang="ES-TRAD">tro (la materia); y (b) los </span><span lang="PT">dos elementos no tienen más que </span><span lang="ES-TRAD">un </span><span lang="PT">solο acto de </span><span lang="ES-TRAD">existencia, es decir, </span><span lang="PT">no </span><span lang="ES-TRAD">constituyen </span><span lang="PT">dos seres, sino uno solo<i>.</i> Esto es </span><span lang="ES-TRAD">lo </span><span lang="PT">que se realiza </span><span lang="ES-TRAD">en el hombre. </span><span lang="PT">Por una </span><span lang="FR">pa</span><span lang="FR">rte, </span><span lang="ES-TRAD">el </span><span lang="PT">alma </span><span lang="ES-TRAD">hace </span><span lang="PT">existir </span><span lang="ES-TRAD">al cuerpo </span><span lang="PT">como substancia viva, </span><span lang="ES-TRAD">le confiere su organización, su unidad, </span><span lang="PT">y </span><span lang="ES-TRAD">las mantiene mien</span><span lang="ES-TRAD">tras </span><span lang="PT">está presente. Y, por </span><span lang="ES-TRAD">otra </span><span lang="FR">pa</span><span lang="FR">rte, </span><span lang="PT">está unida a </span><span lang="ES-TRAD">él </span><span lang="PT">de tal modo, que </span><span lang="ES-TRAD">solamente hay un </span><span lang="PT">acto de </span><span lang="ES-TRAD">existencia, constituyendo los </span><span lang="PT">dos elementos una sola substancia (C.G. II</span><span lang="PT">, 68).</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> (ii) La forma es el primer p</span><span lang="ES-TRAD">rincipio intrínseco de la actividad de un ser: es aquello por lo que ante todo obra. Y en el hombre, el alma es el principio de todos los actos vitales: nutrirse, moverse, </span><span lang="FR">sentir, </span><span lang="ES-TRAD">pensar</span><span lang="ES-TRAD"> (S.Th. I,<i> </i></span><span lang="ES-TRAD">76, 1).</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> No hay dificultad para esto en el hecho de que el alma humana sea subsistente, porque se comprende muy bien que lo haga existir estando ella misma dotada de una existencia de orden superior </span><span lang="PT">(C.G.</span><span lang="PT"> </span><span lang="ES-TRAD">II, 68). Así como tampoco es imposible que una forma no sea enteramente absorbida por su función de información, de animación de un cuerpo, sino que tenga, además, una actividad propia en la que el cuerpo no </span><span lang="FR">participa. El alma humana n</span><span lang="ES-TRAD">o está enteramente «inmersa» en la materia como la forma de los cuerpos brutos, sino que la domina en cierta medida, y en esto consiste su nobleza (S.Th. I, 76, 1).</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> (iii) Al decir que el cuerpo y el alma se unen como materia y forma estamos diciendo también que el alma humana, </span><span lang="PT">por más que </span><span lang="ES-TRAD">sea subsistente</span><span lang="IT">, </span><span lang="PT">no es una <i>substancia completa: </i></span><span lang="ES-TRAD">su relación </span><span lang="PT">a </span><span lang="ES-TRAD">un cuerpo es esencial:</span></span></div><ul style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif; margin-top: 0cm;" type="disc"><li class="MsoNormal"><span style="font-size: small;"><span lang="PT">Está </span><i><span lang="ES-TRAD">hecha </span></i><span lang="ES-TRAD">solamente </span><i><span lang="PT">para </span></i><span lang="PT">informar </span><span lang="ES-TRAD">un cuerpo.</span></span></li>
<li class="MsoNormal"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">Necesita de él </span><span lang="PT">porque no está dotada de </span><span lang="ES-TRAD">ideas innatas </span><span lang="PT">y </span><span lang="ES-TRAD">sólo puede </span><span lang="PT">pensar </span><span lang="ES-TRAD">con la ayuda </span><span lang="PT">de una </span><span lang="ES-TRAD">sensibilidad </span><span lang="PT">que </span><span lang="ES-TRAD">le </span><span lang="PT">proporciona </span><span lang="ES-TRAD">los objetos</span></span></li>
</ul><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> Por eso </span><span lang="PT">Santo </span><span lang="PT">Tomás sostiene al mismo tiempo que </span><span lang="ES-TRAD">el </span><span lang="PT">alma es una “substancia espiritual”, pero añade siempre que no es “</span><span lang="ES-TRAD">hoc a</span><span lang="PT">liquid” (=</span><span lang="PT"> </span><span lang="ES-TRAD">un </span><span lang="PT">ser </span><span lang="PT">completo, individual que se basta a </span><span lang="ES-TRAD">sí mismo); </span><span lang="PT">es</span><span lang="PT"> </span><span lang="PT">una </span><span lang="FR">«pa</span><span lang="FR">rte» </span><span lang="ES-TRAD">del hombre </span><span lang="PT">(S.Th. I</span><span lang="PT">, 75, 2 ad 1; 4 </span><span lang="ES-TRAD">ad </span><span lang="PT">2).</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="PT"> (iv) El alma se </span><span lang="ES-TRAD">encuentra así </span><span lang="PT">situada </span><span lang="ES-TRAD">en los </span><span lang="PT">confines de dos </span><span lang="ES-TRAD">regiones ontológicas: el orden </span><span lang="PT">de </span><span lang="ES-TRAD">los cuerpos </span><span lang="PT">y </span><span lang="ES-TRAD">el orden </span><span lang="PT">de </span><span lang="ES-TRAD">los espíritus. Algunos la definen como el “horizonte” o “confín” entre el cuerpo y el espíritu (CG, II, 68).</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> (v) Esta unión es, para Aristóteles, natural y no, como pensaba Platón, antinatural (como una cárcel). De ahí que, mientras Platón sostiene una visión negativa del cuerpo (y propone una vía de ascesis y escape de la materia), el aristotelismo propone una visión positiva del cuerpo.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> (vi) Esta visión también empuja a considerar la muerte como una situación no-natural (lo natural es estar unidos alma y cuerpo) y que hay en el </span><span lang="PT">alma separada, </span><span lang="ES-TRAD">un deseo </span><span lang="PT">natural </span><span lang="PT">de </span><span lang="ES-TRAD">la resurrección </span><span lang="PT">de </span><span lang="ES-TRAD">su cuerpo. Así, en </span><span lang="PT">una perspectiva </span><span lang="ES-TRAD">aristotélica, el </span><span lang="PT">dogma </span><span lang="ES-TRAD">cristiano </span><span lang="PT">de </span><span lang="ES-TRAD">la resurrección </span><span lang="PT">de </span><span lang="ES-TRAD">los cuerpos, lejos </span><span lang="PT">de parecer </span><span lang="ES-TRAD">un escándalo </span><span lang="PT">para </span><span lang="ES-TRAD">la razón, </span><span lang="PT">como </span><span lang="ES-TRAD">cuando san </span><span lang="ES-TRAD">Pablo lo predicó </span><span lang="PT">por </span><span lang="ES-TRAD">primera </span><span lang="PT">vez </span><span lang="ES-TRAD">en el </span><span lang="PT">Areópago de Atenas, aparece más </span><span lang="ES-TRAD">bien </span><span lang="PT">como </span><span lang="ES-TRAD">la realización </span><span lang="PT">de </span><span lang="ES-TRAD">un presentimiento </span><span lang="PT">obscuro y de </span><span lang="ES-TRAD">un deseo </span><span lang="PT">implícito (Verneaux).</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="PT"> Pero este estado de separación del alma si bien es “no-natural”, no es, en cambio, “anti-natural”, por eso no se da una exigencia metafísica de la resurrección: el alma es un ser subsistente y por eso no <i>exige</i> un cuerpo para existir (puede existir sin él) </span><span lang="PT">(S.Th. </span><span lang="PT">I, 89, 1).</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="PT"> (vii) El alma recibe la individualidad del cuerpo. </span><span lang="ES-TRAD">Según los </span><span lang="PT">principios </span><span lang="ES-TRAD">del aristotelismo, cuando un </span><span lang="PT">ser está </span><span lang="ES-TRAD">compuesto </span><span lang="PT">de mate</span><span lang="PT">ria y de fοrma, </span><span lang="ES-TRAD">los </span><span lang="PT">dos </span><span lang="FR">elementos </span><span lang="ES-TRAD">tienen </span><span lang="PT">una </span><span lang="ES-TRAD">función </span><span lang="PT">complementaria: </span><span lang="ES-TRAD">la </span><span lang="PT">forma especifica </span><span lang="ES-TRAD">la materia, pero </span><span lang="PT">a </span><span lang="ES-TRAD">su </span><span lang="PT">vez </span><span lang="ES-TRAD">la </span><span lang="PT">mate</span><span lang="PT">ria individualiza </span><span lang="ES-TRAD">la </span><span lang="PT">forma. En efecto, </span><span lang="ES-TRAD">en </span><span lang="PT">una </span><span lang="ES-TRAD">especie </span><span lang="PT">dada, todos </span><span lang="ES-TRAD">los individuos son de la misma especie; t</span><span lang="ES-TRAD">ienen, pues, </span><span lang="PT">una forma idéntica y solo se </span><span lang="ES-TRAD">distinguen </span><span lang="PT">por </span><span lang="ES-TRAD">la materia </span><span lang="PT">o, más exactamente, por </span><span lang="ES-TRAD">la “materia cuantificada” (<i>materia quantitate </i></span><i><span lang="PT">signata</span></i><span lang="PT">)<i>. </i></span><span lang="PT">Por </span><span lang="ES-TRAD">ejemplo, ¿qué </span><span lang="PT">es </span><span lang="ES-TRAD">lo </span><span lang="PT">que distingue dos trozos de </span><span lang="ES-TRAD">hierro?</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> Únicamente la cantidad </span><span lang="PT">de </span><span lang="ES-TRAD">materia, </span><span lang="PT">y </span><span lang="ES-TRAD">lo </span><span lang="PT">que deriva de </span><span lang="ES-TRAD">la cantidad, </span><span lang="PT">a saber, </span><span lang="ES-TRAD">el tamaño, el </span><span lang="PT">peso, </span><span lang="ES-TRAD">la </span><span lang="PT">figura, </span><span lang="ES-TRAD">el </span><span lang="PT">lugar. </span><span lang="ES-TRAD">Lo mismo ocurre en la especie </span><span lang="PT">humana. </span><span lang="PT">Todos </span><span lang="ES-TRAD">los hombres </span><span lang="PT">una </span><span lang="ES-TRAD">misma “</span><span lang="PT">humanidad”, </span><span lang="ES-TRAD">lo </span><span lang="PT">que significa que sus almas </span><span lang="ES-TRAD">son </span><span lang="FR">de </span><span lang="ES-TRAD">misma naturaleza, idénticas en cuanto </span><span lang="PT">a </span><span lang="ES-TRAD">la esencia. Las </span><span lang="PT">almas se diνersifican </span><span lang="ES-TRAD">en razón </span><span lang="PT">de </span><span lang="ES-TRAD">los cuerpos </span><span lang="PT">que </span><span lang="ES-TRAD">informan </span><span lang="PT">y que </span><span lang="ES-TRAD">son </span><span lang="PT">necesariamente diferentes. El </span><span lang="ES-TRAD">cuerpo del hombre tiene, pues, un </span><span lang="PT">papel </span><span lang="PT">esencial </span><span lang="ES-TRAD">en la constitución </span><span lang="PT">de </span><span lang="ES-TRAD">su individualidad. </span><span lang="PT">Es </span><span lang="ES-TRAD">su </span><span lang="PT">alma </span><span lang="ES-TRAD">la </span><span lang="PT">que </span><span lang="ES-TRAD">hace<i> </i></span><i><span lang="PT">ser </span><span lang="ES-TRAD">hombre </span></i><span lang="PT">y<i> </i></span><span lang="PT">que </span><span lang="ES-TRAD">hace vivir </span><span lang="PT">y existir a </span><span lang="ES-TRAD">su cuerpo. Pero su cuerpo es el que lo hace </span><i><span lang="PT">ser este </span><span lang="ES-TRAD">hombre, </span></i><span lang="ES-TRAD">un yo </span><span lang="PT">distinto de todos </span><span lang="ES-TRAD">los demás.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> (viii) Una consecuencia importante para la psicología clínica es que no hay propiamente hablando enfermedades <i>puramente</i> mentales, es decir, sin una perturbación física. La enfermedad mental es una perturbación en el funcionamiento de las facultades: si se trata de facultades sensibles como la imaginación, el cuerpo interviene </span><span lang="PT">directamente, y si se trata de </span><span lang="ES-TRAD">facultades </span><span lang="PT">espirituales cοmο </span><span lang="ES-TRAD">la inteligencia, las </span><span lang="PT">causa directamente por </span><span lang="ES-TRAD">mediación </span><span lang="PT">de </span><span lang="ES-TRAD">la </span><span lang="PT">sensibilidad. Esto vale aunque en muchos casos la enfermedad <i>comience</i> en una idea mental, pero termina luego por perturbar los sentidos internos. Así Jung dice una gran verdad al afirmar que </span><span lang="ES-TRAD">la mayoría </span><span lang="PT">de </span><span lang="ES-TRAD">las psicosis </span><span lang="PT">que ha encon</span><span lang="PT">trado “procedían de una </span><span lang="ES-TRAD">incapacidad </span><span lang="PT">para enfocar </span><span lang="ES-TRAD">la </span><span lang="PT">vida </span><span lang="ES-TRAD">bajo un </span><span lang="PT">ángulο metafísicos”.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> Y el alma </span><span lang="PT">separada </span><span lang="ES-TRAD">sigue </span><span lang="PT">individualizada por </span><span lang="ES-TRAD">su relación, su proporción, su ordenación </span><span lang="PT">a </span><span lang="ES-TRAD">un cuerpo </span><span lang="PT">determinado. </span><span lang="ES-TRAD">Creada en el </span><span lang="PT">momento de </span><span lang="ES-TRAD">su infusión en un cuerpo, </span><span lang="PT">es para </span><span lang="ES-TRAD">siempre la </span><span lang="PT">forma de <i>este </i></span><span lang="ES-TRAD">cuerpo, el </span><span lang="PT">alma de <i>este </i></span><span lang="ES-TRAD">hombre.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> (ix) Podemos añadir un punto de antropología teológica: esta doctrina ha sido incluida en la doctrina católica en el Concilio de Vienne en 1312 y por el concilio V de Letrán, formando así parte del depósito de la fe. El Catecismo de la Iglesia resume este punto en el n. 365 [2].</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><b><span lang="PT">3. </span><span lang="ES-TRAD">En </span></b><b><span lang="PT">cada </span><span lang="ES-TRAD">hombre hay <i>un </i></span></b><b><i><span lang="PT">alma y </span><span lang="ES-TRAD">sólo </span></i></b><b><i><span lang="PT">una</span></i></b><i><span lang="PT"></span></i></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> (i) Ante todo, en cada hombre hay un alma (S.Th, I, 76, 2). Algunos comentaristas árabes de Aristóteles (por ejemplo, Averroes) pensaban que había un solo intelecto para todos los hombres, lo que equivale a una sola alma para todos. Algunos escritos modernos de la New Age sostienen lo mismo al hablar de una “conciencia cósmica” o de una especie de “conciencia colectiva” o una especie de alma universal de la que todos no somos sino centellas desprendidas provisoriamente hasta volver a unificarnos con ella. Si esto fuera así todos los individuos serían idénticos en cuanto al ser y solo se distinguirían por notas accidentales, como llevar una túnica o capa; el yo no tendría realidad y la conciencia de sí mismo, que todos tenemos, solo sería una ilusión.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> (ii) Y en cada hombre hay una sola alma (S.Th., I, 76, 3). Porque cada hombre es una substancia; si hubiese varias almas en un mismo individuo, aunque una fuese un alma vegetativa, otra un alma sensitiva y otra un alma intelectiva, tendríamos tres substancias distintas cuya unión no sería más que accidental y sucedería que:</span></span></div><ul style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif; margin-top: 0cm;" type="disc"><li class="MsoNormal"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">Una viviría</span></span></li>
<li class="MsoNormal"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">Otra sentiría pero no viviría (este sería acto de la primera)</span></span></li>
<li class="MsoNormal"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">Otra pensaría pero no viviría ni sentiría</span></span></li>
</ul><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> Debemos, en cambio, decir que hay una sola alma que cumple todas estas funciones inferiores.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><b><span lang="ES-TRAD">4. El alma está presente entera en </span></b><b><span lang="PT">todo </span><span lang="ES-TRAD">el cuerpo </span></b><b><span lang="PT">y </span><span lang="ES-TRAD">en </span></b><b><span lang="PT">cada </span><span lang="ES-TRAD">del cuerpo</span></b><span lang="ES-TRAD">.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> (i) El alma no es extensa; por tanto no está circunscripta por el cuerpo</span><span lang="PT">(S.Th.<i> </i></span><span lang="PT">I, 76, 8)</span><span lang="ES-TRAD">. De ahí que no “esté en” ningún lugar porque esto no corresponde a las cosas inmateriales. Por eso mejor que decir que el alma está “en” el cuerpo sería decir que está presente “al” cuerpo.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> (ii) Pero le está presente porque es precisamente su acto y su </span><span lang="PT">forma: </span><span lang="ES-TRAD">lo hace </span><span lang="PT">ser y obrar, </span><span lang="ES-TRAD">lo </span><span lang="PT">anima y </span><span lang="ES-TRAD">lo </span><span lang="PT">vivifica </span><span lang="ES-TRAD">en </span><span lang="PT">todos sus </span><span lang="ES-TRAD">órganos. </span><span lang="PT">Y está presente </span><span lang="ES-TRAD">entera en </span><span lang="PT">cada </span><span lang="FR">pa</span><span lang="FR">rte </span><span lang="ES-TRAD">del cuerpo </span><span lang="FR">porque </span><span lang="ES-TRAD">ella misma </span><span lang="PT">no </span><span lang="ES-TRAD">tiene </span><span lang="FR">pa</span><span lang="FR">rtes. </span><span lang="ES-TRAD">Pero ello </span><span lang="PT">no implica que </span><span lang="ES-TRAD">esté </span><span lang="PT">presente </span><span lang="ES-TRAD">en </span><span lang="PT">todas </span><span lang="ES-TRAD">las </span><span lang="FR">pa</span><span lang="FR">rtes </span><span lang="ES-TRAD">del cuerpo del mismo </span><span lang="PT">modo y </span><span lang="ES-TRAD">según la totalidad </span><span lang="PT">de sus </span><span lang="ES-TRAD">energías; </span><span lang="PT">por </span><span lang="ES-TRAD">el c</span><span lang="PT">οntra</span><span lang="PT">rio, está presente </span><span lang="ES-TRAD">en </span><span lang="PT">cada una </span><span lang="ES-TRAD">del </span><span lang="PT">modo que </span><span lang="ES-TRAD">le conviene, </span><span lang="PT">es </span><span lang="ES-TRAD">decir, según el </span><span lang="PT">modo de ser y de </span><span lang="ES-TRAD">acción </span><span lang="PT">de esta </span><span lang="FR">pa</span><span lang="FR">rte. </span><span lang="PT">Y, por </span><span lang="ES-TRAD">o</span><span lang="ES-TRAD">tra </span><span lang="PT">parte, anima </span><span lang="ES-TRAD">primero al cuerpo </span><span lang="PT">tomado como </span><span lang="ES-TRAD">un </span><span lang="PT">todo, porque es </span><span lang="ES-TRAD">él </span><span lang="PT">que </span><span lang="ES-TRAD">constituye su </span><span lang="PT">mate</span><span lang="PT">rιa </span><span lang="ES-TRAD">propia </span><span lang="PT">y proporcionada; anima </span><span lang="ES-TRAD">sus diversas </span><span lang="PT">partes secundariamente, </span><span lang="ES-TRAD">en la </span><span lang="PT">medida </span><span lang="ES-TRAD">en </span><span lang="PT">que </span><span lang="ES-TRAD">éstas están </span><span lang="PT">ordenadas </span><span lang="ES-TRAD">al </span><span lang="PT">conjunto.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><b><span lang="PT">5. En el hombre el alma “asume de modo eminente” las formas inferiores vegetativas y sensitivas</span></b><span lang="PT"> [3]</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> (i) Con esto queremos decir, ante todo, que la animalidad está en la humanidad perfeccionadamente, es decir, la forma humana (el alma) contiene las perfecciones propias del animal (el ser sensitivo) pero sobreelevando esas perfecciones a un nivel más alto.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> La animalidad, por hallarse en la humanidad, recibe un perfeccionamiento intrínseco. Da mucho más de sí que cuando se da en el solo animal. El ojo humano ve más perfectamente que el del animal, aunque llegue menos lejos, porque ve entendiendo y captando significados.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> (ii) Además, todo en el hombre es humano, también su animalidad. Nada hay de animal <i>como tal</i> en el hombre. Su sensibilidad se racionaliza y su afectividad se hace espiritual.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> (iii) La maravillosa unidad del cuerpo y el alma no es una unidad cualquiera sino que proviene de la posesión del cuerpo por parte del alma, de la asunción eminente, perfeccionante, que las potencias de la forma espiritual realizan de las potencias corpóreas. La animalidad está en nosotros transmutada, es una animalidad que se espiritualiza sin dejar de ser animal. Sin esta visión la antropología se pierde en un espiritualismo descarnado, dualista, o se hunde en el materialismo biologista.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD"> (iv) Pero esta asunción eminente no se da tan perfectamente que no queden tensiones. En toda personalidad hay sectores que no están plenamente integrados que explica que haya desequilibrios al menos esporádicos incluso en personas que parecen muy armónicas y maduras. De todos modos, incluso en quienes tienen problemas lo que más resalta es la unidad fundamental y trascendente de la persona que no pueden borrar estos desequilibrios.</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><span lang="ES-TRAD">_____________________________</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"><span lang="ES-TRAD">NOTAS</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoEndnoteText" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"><span lang="ES-TRAD">[1] Las primeras cuatro tesis las tomamos casi literalmente de Verneaux, Roger, <i>Filosofía del hombre</i>, 222-229.</span></span></div><div class="MsoEndnoteText" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"><span lang="ES-TRAD">[2] “La unidad del alma y del cuerpo es tan profunda que se debe considerar al alma como la «forma» del cuerpo; es decir, gracias al alma espiritual, la materia que integra el cuerpo es un cuerpo humano y viviente; en el hombre, el espíritu y la materia no son dos naturalezas unidas, sino que su unión constituye una única naturaleza” (Catecismo de la Iglesia, n. 365).</span></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"><span lang="ES-TRAD">[3] Tomamos esto de Pithod, A., <i>El alma y su cuerpo</i>, Buenos Aires (1994), 54-62.</span></span></div>Miguelhttp://www.blogger.com/profile/01166470981986722457noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8613625205185550101.post-24234897277546471882011-04-12T04:27:00.000-07:002011-05-21T06:05:44.175-07:00NOTAS DE PSICOLOGÍA CATÓLICA (I): LA VIDA Y EL ALMA<div style="font-family: Verdana,sans-serif;"><o:smarttagtype downloadurl="http://www.microsoft.com" name="PersonName" namespaceuri="urn:schemas-microsoft-com:office:smarttags"></o:smarttagtype></div><div class="MsoNormal" style="color: red; font-family: Verdana,sans-serif; text-align: center;"><span style="font-size: x-small;"><b><span lang="ES-TRAD">NOTAS DE PSICOLOGÍA CATÓLICA</span></b></span></div><div class="MsoNormal" style="color: red; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"><br />
</span></div><div class="MsoNormal" style="color: red; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: x-small;">Con esta entrada comenzaremos a publicar nuestras “Notas de Psicología católica”, a medida que las vayamos desarrollando en nuestras reuniones del “Ceytec”. Estas lecciones presentan de manera muy sintética pero con claridad las principales Tesis que un psicólogo católico (así como otros profesionales como psicopedagogos, profesores, asistentes sociales, etc.) tienen que conocer y mantener con firmeza para no perder la identidad que proviene de la fe que profesamos.</span></div><div class="MsoNormal" style="color: red; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"><br />
</span></div><div class="MsoNormal" style="color: red; font-family: Verdana,sans-serif; text-align: center;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: x-small;">P. Miguel A. Fuentes, IVE</span></div><div align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Verdana,sans-serif; text-align: center;"><br />
__________________________________________</div><div align="center" class="MsoNormal" style="font-family: Verdana,sans-serif; text-align: center;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div align="center" class="MsoNormal" style="color: #073763; font-family: Verdana,sans-serif; text-align: center;"><span style="font-size: small;"><b><span lang="ES-TRAD"><span style="color: blue;">I. LA VIDA Y EL ALMA</span><o:p></o:p></span></b></span></div><div class="MsoNormal" style="color: #073763; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><b><span lang="ES-TRAD">1. Se define como “ser viviente” a aquella sustancia que es capaz de moverse espontáneamente a sí misma</span></b></span><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;"> (Santo Tomás, <i>Suma Teológica</i> [en adelante= S.Th.], I, 18, 2).</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;"> (i) La vida, dice Santo Tomás, “resulta evidente”. En efecto, llamamos vivientes a los seres que se <i>mueven por sí mismos</i>, de modo <i>espontáneo</i> o <i>ab intrínseco</i>. Los que no se mueven de ningún modo o solo se mueven por <i>otros los mueve</i>, no se llaman vivientes. O son absolutamente <i>no-vivientes </i>(porque ni tienen vida, ni la tuvieron, ni la pueden tener); o habiendo sido vivientes ya no lo son (los seres <i>muertos</i>).</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;"> (ii) La vida se caracteriza, por tanto, por el movimiento, pero no cualquiera sino el intrínseco o espontáneo, el <i>sese movere</i>, moverse a sí mismo hacia un fin.</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;"> (iii) Esta definición de <i>viviente</i> cuadra a los vegetales que tienen lo que será llamado, precisamente, <i>vida vegetativa</i>.</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;"> A los animales, que poseen <i>vida animal o sensitiva</i>, porque se caracteriza por un movimiento <i>ab intrínseco o espontáneo</i> que procede de un conocimiento sensible (el animal se mueve a sí mismo a la consecución de lo que capta por sus sentidos).</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;"> Y a los seres humanos, que poseen <i>vida intelectiva, o racional o espiritual o humana</i>.</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><b><span lang="ES-TRAD">2. Lo que hace viviente al cuerpo humano es el alma humana, que es el primer principio de la vida humana</span></b></span><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;"> (S.Th., I, 75, 1-2).</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;"> (i) La existencia de la vida (que es una percepción evidente) plantea la existencia de un principio del que esa vida procede, es decir, un <i>principio vital</i>.</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;"> (ii) Es evidente que ese principio vital no puede ser la materia, porque de lo contrario, todos los seres materiales serían vivientes y vemos que algunos no lo son. Por tanto, ese principio es distinto de la materia. A ese principio de vida lo llamamos “alma” (<i>anima</i>) porque precisamente hace eso: animar, mover al cuerpo al que da vida o del que constituye el principio de la vida.</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;"> (iii) El alma es más evidente en el animal, que precisamente recibe el nombre de ella (el animal es el ser animado, movido por un alma). Pero aunque sea menos evidente en el vegetal que en el animal, también el vegetal tiene un principio vital o ánima; lo descubrimos en que realiza las mismas operaciones características del ser viviente: organización, nutrición, reproducción, etc.</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;"> (iv) El alma vegetativa <i>no es espiritual</i>. Definimos “espiritual” a aquello cuya existencia no depende de la materia y puede tener operaciones independientemente de la materia. El vegetal se mueve a sí mismo, pero en todas sus operaciones concurre <i>intrínsecamente</i> la materia: son operaciones materiales, aunque sean finalizadas (con un fin) e inmanentes. Y por tanto, esa alma muere con el vegetal; deja de existir en el momento en que el cuerpo se desorganiza más allá de un cierto punto en el que ya no es apto para vivir.</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;"> Por tanto hay que decir que el alma del vegetal es <i>inmaterial</i> pero no espiritual. Es inmaterial porque de lo contrario no podría ser el principio que determina y anima la materia (tendríamos que ir al infinito preguntándonos: ¿y a ella qué la determina y anima? ¿otra forma que también es material? ¿y a esta?). Entre la pura materia y el espíritu hay algo intermedio, que es la forma inmaterial <i>no espiritual</i>.</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;"> (v) Del alma del animal o alma sensitiva podemos decir algo análogo a cuanto hemos dicho del alma vegetal. Esta es superior a la vegetal, porque es un principio de acciones superiores a las vegetales; son acciones que se originan en un conocimiento sensible y provocan movimientos apetitivos sensibles (son los que siguen al conocimiento sensible). También esta alma animal es inmaterial, pero no es espiritual porque ni puede realizar acciones en que no concurra la materia ni puede subsistir una vez que el animal muere y se descompone. Por el mismo motivo no es subsistente (cf. I. 75, 3).</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;"> (vi) Ni el alma vegetal ni el alma sensible tienen nada que ver con el <i>alma de todos los seres</i> que postulan algunas corrientes gnósticas actuales (la <i>New Age</i>), que la concibe como una vida consciente y por eso las sacraliza (al tiempo que desacraliza la verdadera vida humana).</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;"> (vii) A diferencia del principio vital vegetal y del animal, el principio vital del hombre es espiritual y subsistente.</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;"> El alma humana es un principio <i>intelectivo</i>. Si bien tiene operaciones que dependen del cuerpo, porque no hay varios principios vitales en un ser sino uno solo que asume y realiza todas las operaciones vitales (por tanto, del alma brotan todas las acciones vegetativas, sensibles y espirituales), sin embargo, <i>además de estas</i> también tiene operaciones sustanciales independientes del cuerpo. Esta alma es <i>subsistente</i>, lo que quiere decir que no tiene necesidad de un sujeto (como los accidentes) en el cual apoyarse para existir.</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;"> Esto se demuestra al demostrar “la espiritualidad de la inteligencia y de la voluntad, pues de ella se sigue la del sujeto. En efecto, las facultades [<i>inteligencia y voluntad</i>] son sólo accidentes, principios próximos de operación. Si son espirituales, el ser en el que existen debe ser también espiritual”. Santo Tomás considera “haber demostrado la espiritualidad del alma cuando ha demostrado que la inteligencia tiene un acto en el que el cuerpo no participa: «el principio intelectual que se denomina mente o intelecto tiene una operación propia en la cual no participa el cuerpo; y nada puede obrar por sí sino aquello que subsiste por sí»” [1].</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><b><span lang="ES-TRAD">3. El alma humana es un principio intelectivo simple e incorruptible</span></b></span><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;"> </span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;"> (i) De lo que acabamos de decir puede deducirse que el alma humana es simple e inmortal.</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;"> (ii) Ante todo es físicamente simple. Simplicidad significa “ausencia de partes” o indivisibilidad. El alma es físicamente simple —es decir, no es físicamente divisible— por su espiritualidad ya que la cantidad y la extensión son propiedades de los cuerpos; no puede, por tanto, dividirse ni descomponerse. Un espíritu no está en el espacio ni tiene partes yuxtapuestas (cf. S.Th., I, 50, 2). En cambio, puede decirse del alma que tiene partes metafísicas, pues como toda creatura está compuesta de esencia y acto de ser (esse), de potencia y acto, de sustancia y accidentes. Sólo Dios es absolutamente simple.</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;"> (iii) Por la misma razón es inmortal o incorruptible (cf. S.Th., I, 75, 6). Porque la muerte es la corrupción o la disolución del ser vivo; muere por eso el hombre, pero no el alma del hombre.</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;"> Santo Tomás afirma esto en base a que un ser solo puede corromperse de dos maneras: o por sí mismo es decir, de modo directo (así se corrompen los seres compuestos de partes), o de modo accidental, es decir, por la dependencia que tiene respecto de otro ser corruptible (por tanto, al corromperse este, se corrompe el otro que depende de él, como sucede en los accidentes que se corrompen al corromperse la sustancia en que se sustentan).</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;"> El alma no puede corromperse por sí misma porque es simple y no tiene partes físicas.</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;"> Tampoco se puede corromper accidentalmente puesto que, aunque se corrompa el cuerpo del que ella es forma, ella no necesita el cuerpo para existir, por tanto, sobrevive a la muerte del hombre y a la corrupción corporal.</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;"> (iv) Santo Tomás también recurre a un argumento <i>psicológico</i> para “mostrar” la inmortalidad del alma:</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif; margin-left: 36pt;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;">“Puede ser también señal de esto el que cada ser por naturaleza desea ser en el modo a él conveniente. Pero en los seres dotados de conocimiento el deseo sigue al conocimiento. Ahora bien, mientras el sentido no conoce el ser más que sometido al aquí y ahora, el entendimiento aprehende el ser absolutamente y siempre. Por eso, todo lo que tiene entendimiento por naturaleza desea existir siempre. Un deseo propio de la naturaleza no puede ser un deseo vacío. Así, pues, toda sustancia intelectual es incorruptible”.</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;"> Este deseo parece ser el de no morir, lo que en la realidad no ocurre, pues todos morimos. Este argumento no es totalmente probatorio, sino tan solo un “signo de esta verdad” porque, precisamente, viene a significar que hay cierta parte del hombre que es de naturaleza absoluta.</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><b><span lang="ES-TRAD">4. El hombre no es sólo su alma, ni sólo su cuerpo, sino la totalidad unificada de alma y cuerpo</span></b></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;"> (i) Santo Tomás desarrolla este pensamiento, entre otros lugares, en S.Th., I, 75, 4. Esta es una cuestión que no carece de actualidad pues también en nuestros tiempos hay autores dualistas, como John Eccles en la parte que escribe del libro “El yo y su cerebro” (1977; la otra parte es de K. Popper). Allí se postula que dado que el principio de la conciencia intelectiva no realiza su acto propio a través del cuerpo, sino que se sirve de él solamente para tener un objeto de consideración, parecería que el principio vital intelectivo fuese algo que usa el cuerpo, y que el hombre sería esencialmente solo ese principio más bien que alma <i>y</i> cuerpo.</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;"> (ii) Ante todo, Santo Tomás afirma que el hombre no puede definirse como el alma (“el alma es el hombre”) porque en la definición de las cosas naturales no se significa solo la forma de esa realidad sino también su materia; por eso la materia de las cosas naturales es parte de la especie.</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;"> (iii) Pero sobre todo no puede entenderse como identificada el alma con el hombre porque esto solo sería posible si el alma sensible cumpliera sus operaciones sin el cuerpo, ya que en tal caso “todas las operaciones atribuidas al hombre le corresponderían sólo al alma, puesto que cada cosa es aquello por lo que realiza sus operaciones” (si las realiza solo por el alma, el hombre sería el alma). Pero el sentir no es una operación exclusiva del alma (Santo Tomás demostró esto antes, en S.Th., I, 75, 3: “Aristóteles sostuvo que entre las operaciones del alma sólo el entender se realiza sin órgano corporal. En cambio, el sentir y las operaciones propias del alma sensitiva es claro que se realizan con alguna mutación corporal, como, al ver, la pupila se cambia por la especie del color. Lo mismo sucede con otras operaciones. Resulta evidente, así, que el alma sensitiva no tiene, por sí misma, ninguna operación propia, sino que toda operación del alma sensitiva va unida a lo corporal”). De ahí que concluye el Aquinate: “por tanto, siendo el sentir una determinada operación del hombre, aunque no sea su operación propia y específica, es evidente que el hombre no es sólo alma, sino algo compuesto a partir del alma y del cuerpo”.</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;"> (iv) Como puede verse, el punto central de la argumentación radica en que no solo el entender sino también la sensación, los sentimientos, las emociones, deben atribuirse al hombre. Y, por tanto, también el principio que está en el origen de estas operaciones pertenece a su esencia. Ahora bien, así como el principio vital del sentir no actúa con independencia intrínseca del cuerpo, es necesario hacer entrar el cuerpo en la definición y constitución del hombre: el hombre no es solamente “alma” ni un alma que se sirve del cuerpo, sino una cierta totalidad compuesta de alma y cuerpo.</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;"> (v) De aquí puede verse la complejidad del problema de la esencia del hombre, fundada sobre dos principios que parecen contrastar: el cuerpo y el alma.</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;"> Volveremos sobre esto más adelante.</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><b><span lang="ES-TRAD">5. En el orden actual de Dios, la muerte tiene un carácter penal<o:p></o:p></span></b></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;"> (i) Esta es una tesis de antropología teológica (S.Th. I, 97, 1) que completa lo que hemos dicho en la tesis anterior. La muerte del hombre ¿es algo natural o no?</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;"> (ii) Para la doctrina católica es de <i>fe</i> que si Adán no hubiera pecado tampoco habría muerto, pero esta inmortalidad era un don añadido a la naturaleza humana. Lo afirma expresamente el Magisterio de la Iglesia en el XVI Concilio de Cartago: “Quienquiera que dijere que el primer hombre, Adán, fue creado mortal, de suerte que tanto si pecaba como si no pecaba tenía que morir en el cuerpo, es decir, que saldría del cuerpo no por castigo del pecado, sino por necesidad de la naturaleza, sea anatema” [2]. El II Concilio de Orange: “la muerte... ciertamente es pena del pecado” [3]. El Concilio de Trento: “... el primer hombre Adán, al transgredir el mandamiento de Dios en el paraíso... incurrió por la ofensa de esta prevaricación en la ira y la indignación de Dios y, por tanto, en la muerte” [4]. El Concilio Vaticano II: “la muerte, de la que el hombre se habría librado si no hubiese pecado” [5].</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;"> Lo enseña la Escritura al poner a la muerte como “amenaza” en caso de transgredir el mandamiento divino: <i>Del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieres de él, morirás sin remedio</i> (Gn 2,17). Asimismo dice el libro de la Sabiduría: <i>Dios no hizo la muerte</i> (Sb 1,13); y: <i>Dios creó al hombre incorruptible... pero por envidia del diablo entró la muerte en el mundo</i> (Sb 2,23).</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;"> (iii) Modernamente, algunos autores han querido relativizar el sentido de los textos bíblicos como si se refiriesen a la inmortalidad espiritual (que sería la vida espiritual) y a una muerte espiritual (o sea, la lejanía de Dios causada por el pecado) [6].</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;"> Otros hacen dicen que el sentido bíblico de estas expresiones es que, en una humanidad sin pecado, la muerte habría tenido un sentido diverso del que tiene hoy en día; habría sido una especie de “dormirse en Cristo” o algo semejante; a tal punto de que dicha muerte podría ser llamada “vida” y por eso podría hablarse de inmortalidad [7]. Una de las grandes dificultades de esta interpretación son los textos del magisterio que hemos reportado más arriba. Lo reconoce Ladaria, diciendo: “en los documentos magisteriales se habla de la muerte física, en una interpretación literal del Génesis como no podía menos de hacerse en muchos de los momentos en que estas declaraciones tuvieron lugar” [8]. La explicación no convence; entre otras cosas, el texto del Concilio Vaticano II es de nuestro tiempo.</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;"> En la actualidad otros autores siguen defendiendo la interpretación tradicional. Así por ejemplo Sayés y Léonard, como reconoce el Ladaria [9].</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><br />
</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;"> (iv) No se puede negar que esta cuestión plantea dificultades: decir que la inmortalidad es un don equivale a aseverar que el hombre es mortal por naturaleza, pero afirmar que el hombre es mortal por naturaleza equivale a afirmar que la muerte es natural y no penal, con lo que se quita el valor del argumento de San Pablo quien prueba la universalidad del pecado original por la universalidad de la muerte (cf. Rm 5,12-21), y contradice el texto de Sb 2 que dice que Dios no hizo la muerte. ¿Cómo se concilian ambas posiciones? Santo Tomás lo explicó afirmando tres cosas: la muerte es natural al hombre; pero en el estado original fue suprimida providencialmente por el don de la inmortalidad; finalmente, la pérdida culpable de este don hace de la muerte algo penal no presente en el plan primitivo de Dios.</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><b><span lang="ES-TRAD"> </span></b><i><span lang="ES-TRAD">La corruptibilidad es natural al hombre</span></i></span><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;">: el cuerpo humano está compuesto de contrarios y como tal es naturalmente corruptible. De este modo, teniendo en cuenta los principios intrínsecos del cuerpo humano la muerte debe decirse natural al mismo. Por eso dice Santo Tomás: “Parece que la muerte no proviene del pecado sino más bien de la misma naturaleza, es decir, de la necesidad de <st1:personname productid="la materia. El" w:st="on">la materia. El</st1:personname> cuerpo humano está compuesto de contrarios. Por tanto, es naturalmente corruptible. Sin embargo, hay que decir que la naturaleza humana puede considerarse de un doble modo. Uno según los principios intrínsecos, y de este modo la muerte es algo natural a ella. Y por eso dice Séneca que la muerte no es penal sino natural al hombre” [10].</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><b><span lang="ES-TRAD"> </span></b><i><span lang="ES-TRAD">En su Providencia Dios otorgó desde la creación el don de la inmortalidad</span></i></span><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;">: “La corrupción y la muerte son naturales al hombre según las exigencias de la materia; pero según la razón de su forma (el alma) le corresponde la inmortalidad; sin embargo, para alcanzar esta última no son suficientes los principios mismos de la naturaleza, aunque hay sin embargo cierta aptitud natural al hombre según el alma...” [11]. Por eso, para proporcionarlo completamente, la <i>Providencia divina suplía</i> en el estado de justicia original con el don de <st1:personname productid="la inmortalidad. En" w:st="on">la inmortalidad. En</st1:personname> este sentido se dice que Dios no hizo la muerte: “Pero Dios, al que está sometida toda naturaleza, en la misma creación del hombre suplió el defecto de la naturaleza, y le dio por el don de la justicia original cierta incorruptibilidad al cuerpo. Y según esto se dice que <i>Dios no hizo la muerte</i>, y que la muerte es pena del pecado” [12].</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: small;"><b><span lang="ES-TRAD"> </span></b><i><span lang="ES-TRAD">Por el pecado la muerte adquiere un carácter penal</span></i></span><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;">: explica Santo Tomás que en la muerte hay que considerar tres cosas: la <i>causa natural</i>, según la cual la muerte es condición de la naturaleza humana, en cuanto esta última se compone de contrarios; en segundo lugar, el <i>don infuso</i> por el cual al hombre le fue dado condicionalmente el beneficio de la justicia original, por la cual el alma contenía el cuerpo para que pudiese no morir; tercero, el <i>mérito de la muerte</i>, por el cual el hombre pecando mereció perder dicho beneficio, e incurrió en la muerte [13].</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: small;"> (v) Por tanto, hay que decir que la muerte considerada en abstracto es natural al hombre por razón del cuerpo material, y antinatural por razón del alma. Pero en concreto, es antinatural porque en el Plan de Dios la muerte no debía afectar al hombre, en cuanto el poder divino suplía la falencia material con el don de <st1:personname productid="la inmortalidad. Por" w:st="on">la inmortalidad. Por</st1:personname> eso, sólo el pecado del hombre dio libre curso a <st1:personname productid="la misma. En" w:st="on">la misma. En</st1:personname> conclusión, su presencia en el mundo es debida al pecado de Adán y prueba del mismo.</span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><br />
</div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD"><o:p> </o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD"><o:p> </o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: 9pt;">__________________________</span><br />
<span lang="ES-TRAD" style="font-size: 9pt;"> </span><br />
<span lang="ES-TRAD" style="font-size: x-small;">NOTAS:<o:p></o:p></span></div><div class="MsoNormal" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"><br />
</span></div><div class="MsoEndnoteText" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: x-small;">[1] Verneaux, Roger, <i>Filosofía del hombre</i>, Barcelona (1975) 215-216.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoEndnoteText" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: x-small;">[2] Denzinger-Schönsmetzer (=DS) 222.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoEndnoteText" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: x-small;">[3] DS 372.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoEndnoteText" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: x-small;">[4] DS 1511.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoEndnoteText" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: x-small;">[5] GS 18.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoEndnoteText" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: x-small; letter-spacing: -0.15pt;">[6]</span><span lang="ES" style="font-size: x-small; letter-spacing: -0.15pt;"> Wolfgan Seibel , </span><span style="font-size: x-small;"><i><span lang="ES-TRAD" style="letter-spacing: -0.15pt;">El hombre, imagen sobrenatural de Dios. Su estado original,</span></i></span><span lang="ES-TRAD" style="font-size: x-small;"> </span><span lang="ES-TRAD" style="font-size: x-small; letter-spacing: -0.15pt;">Madrid (1977) 648; cf. 647-649.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoEndnoteText" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: x-small;">[7<span class="MsoEndnoteReference"></span>]</span><span lang="ES" style="font-size: x-small;"> Ladaria, <i>Teología del pecado original y de la gracia</i>, Madrid (1993), 46.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoEndnoteText" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: x-small;">[8<span class="MsoEndnoteReference"></span>]</span><span lang="ES" style="font-size: x-small;"> Ibidem.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoEndnoteText" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: x-small;">[9<span class="MsoEndnoteReference"></span>] </span><span lang="ES" style="font-size: x-small;">Sayés, <i>Teología del pecado original</i>, en: Burguense 28 (1988), 9-49; <i>Antropología del hombre caído</i>, Madrid (1991) 359ss; Léonard, <i>Les raisons de croire</i>, París (1987), 177-231.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoEndnoteText" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: x-small; letter-spacing: -0.15pt;">[1<span class="MsoEndnoteReference"></span>0] Santo Tomás, <i>Comentario a la Epístola a los Romanos</i>, V, III, n. 416.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoEndnoteText" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="font-size: x-small; letter-spacing: -0.15pt;">[11] Santo Tomás, Cuestión disputada <i>De Malo</i>, 5,5. En efecto, si bien hemos dicho que al hombre le es natural la corrupción, hemos de aclarar que esta corrupción no viene por la forma que es principio del ser y de la perfección, sino por la inclinación misma de <st1:personname productid="la materia. Se" w:st="on">la materia. Se</st1:personname> sigue de aquí que por razón de su forma (alma racional) al hombre le es más natural la incorrupción que la corrupción, pero por razón de su cuerpo material y compuesto de contrarios se sigue la corrupción del todo.<o:p></o:p></span></div><div class="MsoEndnoteText" style="color: blue; font-family: Verdana,sans-serif;"><span style="font-size: x-small;">[12] S.Th.,<span style="letter-spacing: -0.15pt;"> I-II,85,6. Cf. </span>S.Th.,<span style="letter-spacing: -0.15pt;"> I,97,1.<o:p></o:p></span></span></div><div style="font-family: Verdana,sans-serif;"><span lang="ES-TRAD" style="color: blue; font-size: x-small; letter-spacing: -0.15pt;">[13] “En la muerte hay que considerar tres cosas. Primero, la causa natural, y en cuanto a ella por razón de su condición la naturaleza el hombre debía morir, en cuanto compuesto de contrarios. Segundo, el don infuso, en cuanto a esto en la creación fue dado al hombre el beneficio de la justicia original, por la cual el alma contenía al cuerpo para que pudiese no morir. Tercero, el mérito de la muerte, según el cual, el hombre pecado mereció perder aquel beneficio, y así incurrió en la muerte” (Santo Tomás, <i>Comentario a la Epístola a los Hebreos</i>, IX, V, n. 475).</span></div>Miguelhttp://www.blogger.com/profile/01166470981986722457noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8613625205185550101.post-42568571252173668082011-02-16T16:04:00.000-08:002011-02-16T16:05:02.867-08:00Algunos libros para ir estudiando psicología con bases católicasAnte todo es fundamental poder tener una buena base antropológica; para esto recomendamos algunos libros de antropología filosófica elementales:<br />
<br />
<br />
<ul><li>Andereggen I. - Seligmann Z., <i>La psicología ante la gracia</i>, EDUCA, Buenos Aires 1999.</li>
<li>Barbado M., <i>Introducción a la psicología experimental</i>, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid 1943. </li>
<li>Barbado M., <i>Estudios de psicología experimental</i>, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid 1946. </li>
<li>Brennan R. E., <i>Psicología tomista</i>, Científico Médica, Barcelona 1940. </li>
<li>Brennan R. E., <i>Historia de la psicología según la visión tomista</i>, Morata, Madrid 1957. </li>
<li>Brennan R. E., <i>Psicología general</i>, Morata, Madrid 1961. </li>
<li>Gemelli A. - Zunini G., <i>Introducción a la psicología</i>, Miracle, Barcelona 1958. </li>
<li>Genta, Bruno J., <i>Curso de psicología</i>, Buenos Aires (1940). </li>
<li>Lersch Ph.,<i> La estructura de la personalidad</i>, Scientia, Barcelona 1971.</li>
<li>Manzanedo M. F., <i>La imaginación y la memoria según santo Tomás</i>, Herder, Roma, 1978. </li>
<li>Verneaux, Roger, <i>La psicología del hombre</i>, Herder, Barcelona.</li>
<li>Rodríguez, Victorino, <i>Los sentidos internos</i>, PPU, Madrid (1993). </li>
</ul><br />
<br />
<br />
Para comprender dónde estamos parados ante las diferentes escuelas de psicología, recomendamos:<br />
<ul><li>Echavarría, Martín, <i>Corrientes de psicología contemporánea</i>, Scire, Barcelona (2010) (ver su <a href="http://martinfechavarria.blogspot.com/2010/02/nuevo-libro-sobre-corrientes-de.html">presentación</a>). </li>
</ul><br />
<br />
En un nivel más profundo y exigiendo bastante preparación filosófica, recomendamos los libros de CORNELIO FABRO (estos libros pueden encontrarse en italiano en la <a href="http://www.corneliofabro.org/">página oficial</a>):<br />
<br />
<ul><li>Fabro, Cornelio, I<i>ntroducción al problema del hombre (la realidad del alma)</i>, Rialp (1982). En italiano: <i>L'anima</i>. </li>
<li>Fabro, Cornelio, <i>Fenomenologia della percezione</i>. </li>
<li>Fabro, Cornelio, <i>Percepción y pensamiento</i>, Eunsa. </li>
</ul>Miguelhttp://www.blogger.com/profile/01166470981986722457noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8613625205185550101.post-62742675083322567332010-08-14T06:00:00.000-07:002010-08-14T06:00:30.143-07:00Bibliografia seria sobre el problema de la homosexualidad<strong><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">LIBROS FUNDAMENTALES (*)</span></strong><br />
<ul><li><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">Nicolosi, Joseph, <em>Guía de Padres para prevenir la homosexualidad,</em> (</span><a href="http://www.esposiblelaesperanza.com/images/stories/Autoayuda/Libros/Guia_Padres_Nicolosi.pdf"><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">descargar pdf</span></a><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">) (</span><a href="http://www.esposiblelaesperanza.com/images/stories/Autoayuda/Libros/Guia_Padres_Nicolosi.doc"><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">descargar word</span></a><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">)</span></li>
<li><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">Nicolosi, Joseph, <em>Terapia reparativa de la homosexualidad masculina. Un nuevo acercamiento clínico</em> (</span><a href="http://www.esposiblelaesperanza.com/images/stories/Autoayuda/Libros/Terapia_Reparativa_Nicolosi.pdf"><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">descargar pdf</span></a><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">) (</span><a href="http://www.esposiblelaesperanza.com/images/stories/Autoayuda/Libros/Terapia_Reparativa_Nicolosi.doc"><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">descargar word</span></a><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">)</span></li>
<li><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">Nicolosi, Joseph, <em>Historias de casos de Terapia Reparativa,</em> (</span><a href="http://www.esposiblelaesperanza.com/images/stories/Autoayuda/Libros/Historias_sanacion_Nicolosi.pdf"><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">descargar pdf</span></a><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">) (</span><a href="http://www.esposiblelaesperanza.com/images/stories/Autoayuda/Libros/Historias_sanacion_Nicolosi.doc"><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">descargar word</span></a><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">)</span></li>
<li><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">Van den Aardweg, Gerard J.M., <em>Batalla por la normalidad. Una guía para la (auto) terapia de la homosexualidad,</em> (</span><a href="http://www.esposiblelaesperanza.com/images/stories/Autoayuda/Libros/Batalla_normalidad_Aardweg.pdf"><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">descargar pdf</span></a><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">) (</span><a href="http://www.esposiblelaesperanza.com/images/stories/Autoayuda/Libros/Batalla_normalidad_Aardweg.doc"><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">descargar word</span></a><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">)</span></li>
<li><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">Van den Aardweg, Gerard J.M., <em>Homosexualidad y esperanza. Terapia y curación en la experiencia de un psicólogo,</em> (</span><a href="http://www.esposiblelaesperanza.com/images/stories/Autoayuda/Libros/Homosex_Esperanza_Aardweg.pdf"><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">descargar pdf</span></a><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">) (</span><a href="http://www.esposiblelaesperanza.com/images/stories/Autoayuda/Libros/Homosex_Esperanza_Aardweg.doc"><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">descargar word</span></a><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">)</span></li>
<li><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">AA.VV., <em>Cuestiones bioéticas sobre la homosexualidad,</em> (</span><a href="http://www.esposiblelaesperanza.com/images/stories/Autoayuda/Libros/Bioetica_homosex.pdf"><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">descargar pdf</span></a><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">) (</span><a href="http://www.esposiblelaesperanza.com/index.php?option=com_content&view=article&id=1757:cuestiones-bioeticas-sobre-la-ams-varios-autores&catid=90:4-trabajos-de-investigacion-en-torno-a-la-ams&Itemid=252"><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">presentación</span></a><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">)<strong></strong></span></li>
</ul><br />
<strong><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">LIBROS AUXILIARES (*)</span></strong><br />
<div><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;"></span></div><ul><li><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">Polaino Lorente, Aquilino, <em>Familia y autoestima</em>, (</span><a href="http://www.esposiblelaesperanza.com/images/stories/Autoayuda/Libros/Familia_Autoestima.pdf"><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">descargar pdf</span></a><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">) (</span><a href="http://www.esposiblelaesperanza.com/images/stories/Autoayuda/Libros/Familia_Autoestima.doc"><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">descargar word</span></a><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">) </span></li>
<li><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">Polaino Lorente, <em>En busca de la autoestima perdida</em>, (</span><a href="http://www.esposiblelaesperanza.com/images/stories/Madurar_el_Amor/Libros/Autoestima_Aquilino.pdf"><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">descargar pdf</span></a><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">) (</span><a href="http://www.esposiblelaesperanza.com/images/stories/Madurar_el_Amor/Libros/Autoestima_Aquilino.doc"><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">descargar word</span></a><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">)</span> </span></li>
</ul><br />
<span style="font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: x-small;">(*) Tomamos estos libros de la página: </span><a href="http://www.esposiblelaesperanza.com/"><span style="font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: x-small;">http://www.esposiblelaesperanza.com</span></a>Miguelhttp://www.blogger.com/profile/01166470981986722457noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8613625205185550101.post-83572457980879308532010-08-13T07:43:00.000-07:002010-08-13T08:03:01.361-07:00Enlaces de interés<ul><li><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;"><strong><span style="color: red;">Psicólogos católicos</span></strong>: </span><a href="http://www.es.catholic.net/psicologoscatolicos/"><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">http://www.es.catholic.net/psicologoscatolicos/</span></a></li>
<li><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;"><strong><span style="color: red;">The Paul Vitz Resource Center</span></strong>: </span><a href="http://www.paulvitz.com/"><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">http://www.paulvitz.com/</span></a></li>
<li><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;"><strong><span style="color: red;">Society for Christian Psychology</span></strong>: </span><a href="http://christianpsych.org/wp_scp/"><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">http://christianpsych.org/wp_scp/</span></a></li>
<li><span style="color: red;"><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;"><strong>ALMAS (Asociación de Laicos por la Madurez Afectiva y Sexual)</strong>: </span><a href="http://www.almas.com.mx/almas/"><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">http://www.almas.com.mx/almas/</span></a></span></li>
</ul>Miguelhttp://www.blogger.com/profile/01166470981986722457noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8613625205185550101.post-42483261201315542912010-08-13T07:42:00.000-07:002010-08-13T08:03:36.574-07:00Libros de interés (en inglés)<ul><li><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;"><strong>Paul Vitz</strong>, <em><a href="http://books.google.com.ar/books?id=dl77RyqE4RgC&printsec=frontcover&dq=paul+vitz&source=bl&ots=a1W5bSwJtv&sig=2kA6axeFJH5V7TX3lBTdM9hkNqg&hl=es&ei=AlZlTKiXFYWglAfa-pSTDg&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=11&ved=0CEQQ6AEwCg#v=onepage&q&f=false">Psychology as religion: the cult of self-worship</a></em></span></li>
<li><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;"><strong>Paul Vitz</strong>, <em><a href="http://www.paulvitz.com/FreudsXtnUncon/index.html">Sigmund Freud’s Christian Unconscious</a></em></span></li>
<li><span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;"><strong>Paul Vitz</strong>, <em>Faith of the Fatherless: The Psychology of Atheism </em>(sin link)</span></li>
</ul>Miguelhttp://www.blogger.com/profile/01166470981986722457noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8613625205185550101.post-11507229263473747562010-08-12T07:38:00.000-07:002010-08-13T08:06:59.667-07:00Algunos libros de psicología católica<ul><li><div class="MsoNormal" style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;"><a href="http://www.teologoresponde.com.ar/Adiccion_Sexual/Educar%20los%20afectos%20%28libro%29.pdf"><span lang="ES-TRAD">Fuentes, Miguel, <i>Educar los afectos</i></span></a></div></li>
<li><div class="MsoNormal" style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;"><a href="http://www.teologoresponde.com.ar/Adiccion_Sexual/La_Trampa_Rota.pdf"><span lang="ES-TRAD">Fuentes, Miguel, <i>La trampa rota</i></span></a></div></li>
<li><div class="MsoNormal" style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;"><a href="http://www.teologoresponde.com.ar/Adiccion_Sexual/Virtus%2009%20Terapia%20del%20Perdon.pdf"><span lang="ES-TRAD">Fuentes, Miguel, <i>La terapia del perdón</i></span></a></div></li>
<li><div class="MsoNormal" style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;"><a href="http://www.teologoresponde.com.ar/Adiccion_Sexual/Castidad%20%28Definitivo%29.pdf"><span lang="ES-TRAD">Fuentes, Miguel, <i>La castidad ¿posible?</i></span></a></div></li>
<li><div class="MsoNormal" style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;"><a href="http://www.e-aquinas.net/epoca1/la-psicologia-ciencia-del-alma/"><span lang="ES-TRAD">E-Aquinas, <i>La psicología, ciencia del alma</i></span></a><span lang="ES-TRAD"></span></div></li>
<li><div class="MsoNormal" style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;"><span lang="ES-TRAD"><a href="http://santotomasaquino.blogspot.com/2010/02/la-praxis-de-la-psicologia-y-sus.html">Echavarría, Martín, <i>La praxis de la Psicología y sus niveles epistemológicos según santo Tomás de Aquino</i></a> (presentación)</span></div></li>
<li><div class="MsoNormal" style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;"><a href="http://www.teologoresponde.com.ar/Adiccion_Sexual/Control_cerebral_y_emocional.pdf"><span lang="ES-TRAD">Irala, Narciso, <i>Control cerebral y emocional</i></span></a></div></li>
</ul>Miguelhttp://www.blogger.com/profile/01166470981986722457noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8613625205185550101.post-21638040323789476632010-08-12T07:16:00.000-07:002010-08-12T07:16:02.742-07:00Presentación<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;">Nuestro blog pretende ofrecer bibliografía católica segura para aquellos estudiantes de psicología y profesionales que quieren formarse a la luz del magisterio de la Iglesia y de la sana tradición filosófica y teológica.</span></span><br />
<br />
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;">P. Miguel </span></span>Miguelhttp://www.blogger.com/profile/01166470981986722457noreply@blogger.com0