V. LAS POTENCIAS DEL ALMA
Vamos a tratar ahora de las potencias del alma en e. El término potencia está usado aquí en el sentido de “potencia activa”, es decir, una fuerza energética, una capacidad de actuar, o como suele decirse una “facultad”. En latín se usa el término “virtus”. Del alma brotan diversos tipos de potencias, a través de las cuales aquella se vuelve operativa, es decir, es principio de actos u operaciones.
El hombre tiene potencias
(i) Nosotros hemos dicho que el alma es el único primer principio vital del ser humano; pero al mismo tiempo observamos que existe una multiplicidad de operaciones (sentir, crecer, querer, entender…).
Lo explicamos con Vernaux: “La conciencia atestigua que realizamos ciertos actos psicológicos; es, pues, que tenemos la potencia de realizarlos... Si el opio hace dormir, es que tiene una virtud dormitiva. Si el hombre comprende ciertas cosas, es que tiene el poder de comprender que llamamos «inteligencia». Esta potencia activa es una facultad. Una facultad se definine, pues: un principio próximo de operación. El principio remoto es el hombre mismo que actúa por sus facultades…
(ii) El hombre está constantemente en acto de vivir, pues su vida es su existencia misma; por lo tanto, no diremos que tiene la facultad de vivir. Su alma es el principio inmediato de su vida… En cambio, en la línea de la inteligencia, por ejemplo, la distinción es inevitable, pues el hombre no está siempre en acto de comprender. Sin embargo, incluso cuando duerme ¿no es inteligente? Sí, sin duda, en el sentido de que es capaz de hacer actos de inteligencia, lo que se conoce por los actos que precedentemente ha realizado”.
Santo Tomás lo explica: “El alma, según su esencia, es acto. Por lo tanto, si la misma esencia del alma fuese el principio inmediato de su operación, todo el que tiene alma estaría siempre realizando en acto las acciones vitales, así como quien tiene alma está vivo… Pero el ser dotado de alma no siempre está llevando a cabo acciones vitales… Por lo tanto, hay que concluir que la esencia del alma no es su potencia, ya que nada está en potencia con respecto a un acto en cuanto que es acto” (S.Th. I, 77, 1) .
Distinción entre el alma y sus potencias
(i) Las potencias se distinguen del alma de modo real, no sólo según nuestro modo de entender. Esto es claro porque son distintas entre ellas (es distinta la facultad de querer y la de entender). Por eso dice Santo Tomás: “en ninguna criatura la potencia operativa puede ser idéntica a su esencia” (S.Th., I, 54, 3; I, 77, 1).
(ii) Las facultades son, pues, accidentes diversos de una misma substancia. No tienen existencia independiente, sino que existen en la substancia, enraizadas en ella, soportadas por ella. Esto significa también que no existen por sí mismas y no actúan por sí mismas, sino que el hombre es quien actúa por ellas. Por eso dice Santo Tomás: “propiamente hablando no conoce el sentido o la inteligencia sino el hombre por uno y otra” (De veritate 2, 6, ad 3).
El principio de distinción
¿Cómo se distinguen las facultades entre sí? Lo expresa Santo Tomás diciendo: “Las potencias se diversifican por los actos y los objetos” (S.Th., I, 77, 3). Porque las potencias se ordenan a obrar, por tanto: por el acto es conocida la potencia. A su vez, el acto es relativo a su objeto, y por tanto se especifica por él. El objeto es el principio del acto, ya sea por ser su causa eficiente, cuando se trata de una potencia pasiva, ya sea como causa final, si es una potencia activa. Por tanto, cuando tenemos objetos formalmente distintos, tendremos actos formalmente distintos y consecuentemente potencias formalmente distintas. Pero deben ser objetos formalmente distintos. Por eso, diversos colores no determinan actos diversos, porque todos los colores, aun siendo distintos entre sí, son formalmente iguales, es decir, todos caen en la formalidad “color”, y determinan un solo acto (la visión) y una sola potencia (la vista).
Los géneros de potencias
Se pueden distinguir tres géneros de potencias que emanan del alma: las facultades vegetativas, las sensitivas y las espirituales (S.Th, 78, 1).
(i) Las potencias vegetativas conforman son las funciones primarias del organismo. No caen de modo directo bajo nuestra conciencia ni bajo nuestra libertad. Son tres funciones principales: la función nutritiva, la aumentativa o de crecimiento y la generativa (cf. S.Th., 78,2). La psicología no presta mucha atención a ellas y sus perturbaciones son tratadas directamente por la medicina clínica, aunque la psicología sí tiene en cuenta que los trastornos en alguna de estas funciones puede tener repercusiones sobre todo el organismo, constituyendo a veces la base física de trastornos anímicos (piénsese en las dificultades digestivas).
(ii) Las potencias sensitivas son las que dependen del sentido y colocamos aquí tanto las facultades de conocimiento sensible como las facultades apetitivas sensibles.
Las potencias sensibles de conocimiento son de dos tipos: externas (cinco) e internas (cuatro). Las apetitivas son dos: el apetito de placer (concupiscible) y el apetito de superación o lucha (irascible).
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